Capítulo 32

Solveig sabía que la salud del Rey empeoraba poco a poco y que era su culpa, su conciencia la torturaba continuamente y en más de una ocasión pensó en dejar caer el té a propósito antes de entregárselo a la Reina; sabiendo que la bebida estaba destinada para el Rey Anders, pero la voz del Príncipe Thomas se repetía constantemente diciéndole que no podía retractarse.

Tenía que terminar lo que había iniciado; de no ser así pagaría las consecuencias y sería su vida la que estaría en riesgo, la Reina Vivianna no dudaría en enviarla a la horca en cuanto se enterase de que ella estaba detrás de todo lo que a su esposo le estaba ocurriendo.

Estaría muerta antes de que pudiese siquiera intentar justificarse.

Había actuado premeditadamente al conseguir el veneno que había estado agregando a cada taza de té que había entregado a la Reina, era claro que el decir que a quien tenía intenciones de matar no era al Rey sino a la Reina, tan sólo empeoraría las cosas.

Su destino estaría sellado si desistía, si el Rey moría todos creerían que habría sido a causa de una terrible enfermedad, puesto a que la salud del Monarca decaía gradualmente, en cambio sí mostraba una mejora repentina muy pocos se conformarían con adjudicarle ello a un milagro divino o a la suerte misma.

—Quizá no concluyan en que se haya tratado de un envenenamiento, es posible que la Reina tan sólo se sienta aliviada al ver que la salud del Rey mejora — Reconsideró el plan que iban construyendo conforme el tiempo avanzaba y las circunstancias que se presentaban.

Él la miró en silencio, mientras en su mente pensaba en que debía encontrar la manera de impedir que la culpa que la sirvienta sentía no aumentara, ni que aquello la impulsara a cometer alguna imprudencia.

—Solveig...

— ¡No quiero morir! — Exclamó la joven con desesperación.

—No vas a morir, yo me encargaré de que jamás te encuentres en riesgo — Aseguró el Príncipe —. Actuaremos con cuidado, seremos precavidos y nadie nos vinculará con lo ocurrido.

—El Rey Anders es amado por el pueblo, su muerte no será fácilmente aceptada, más de uno pensará que su fallecimiento no podrá ser debido a una enfermedad, sospecharán, puesto a que perdimos a la Princesa Genoveva hace poco, sería el segundo esposo de la Reina en correr con la misma suerte...—Explicó Solveig.

—Si asesinabas a la Reina pensarían lo mismo; que sería algo muy sospechoso y conveniente, habría una exhaustiva investigación para encontrar al responsable, no tardarían en enterarse de que has sido tú quien ha llevado el té a su Majestad últimamente — Argumentó el castaño.

— ¿Y por qué habría una diferencia si es el Rey quién muere? — Cuestionó la muchacha con genuina confusión.

—Tú has dicho algo importante; sería el segundo esposo de la Reina que sufre el mismo destino — Respondió Thomas —. El pueblo entero enfocará su mirada en ella, no demorarán en señalarla como la responsable y nadie lo cuestionaría.

—El Rey...

—El Rey está del lado de ella; después de todo es su esposa y le ha demostrado lealtad en más de una ocasión, sé que aparenta ser amable e inocente, pero ¿Lo conocemos realmente? — Preguntó para hacerle dudar de lo que creía real — Aun así, es la única manera en la que tú no resultarías sospechosa y yo...no quiero que tú pagues las consecuencias por esto — Bajó la mirada para pretender tristeza o preocupación, quizá vergüenza.

—Fui yo quien tomó la decisión, nadie me pidió ni mucho menos me obligó a hacerlo — Ella se sentía mal, era un peso con el que cada vez le era más difícil cargar y presentía que tarde o temprano terminaría gritándolo para liberarse de aquella tortura causada por guardar el secreto —. Podría desaparecer...irme en el primer barco hacía un lugar en el cuál nadie me encuentre o relacione con Mystbelle.

—Quizá actuaste impulsivamente, tal vez planeaste cometer un delito por ti misma, pero no puedo evitar sentirme culpable de lo que está ocurriendo — Mintió —. Después de todo, ideaste esta locura para ayudarme, sin mencionar que mi difunta esposa te tenía un gran aprecio, sé que Genoveva no permitiría que algo te sucediera; ella desearía que yo te ayudara — Utilizó la memoria de la Princesa de Mystbelle para mantenerla callada y de su lado, así como también convencerla de que realmente estaba preocupado por ella; cosa que obviamente estaba lejos de ser cierta.

Ella necesitaba aferrarse al plan, continuar envenenando al Rey y una vez que éste falleciera no tendrían de que preocuparse.

Thomas sabía que habría cierta predisposición en todos los habitantes del pueblo así como de los miembros del consejo para desconfiar de la Reina, tan sólo tendría que seguir sembrando aquella duda en todos.

Algunos ya pensaban (En parte gracias a él) que la Reina Vivianna mostraba actitudes negativas hacía su persona, que controlaba el tiempo en que podía pasar con su hijo y que se negaba a entregárselo; mucho menos permitir que se lo llevara del reino, creían que al ella ser incapaz de concebir un hijo propio buscaba quedarse con el de su hermana.

Creerían que se había deshecho de su hermana para arrebatarle a su bebé.

Pensarían que ahora que había conseguido un bebé, su esposo ya no le era útil, que quizá lo culpaba a él por la falta de un heredero. La mente de las personas era todo un misterio, sin embargo algo que se podía manipular con facilidad.

Vivianna tomó la mano de Anders, quien se había quedado dormido hacía poco, algo que le aliviaba y preocupaba en igual medida, por una parte agradecía que su marido finalmente tenía un momento de descanso tras varias noches en que sus malestares no se lo habían permitido, mas notaba que él se veía agotado, debilitado y era incapaz de encontrar alguna señal que le otorgase esperanza a pesar de buscarlo desesperadamente.

Había ordenado que cada médico en el reino atendiera a su esposo, para al menos obtener una respuesta de parte de ellos respecto a que enfermedad había contraído Anders, algo que le indicara el cómo es que su salud había decaído tan repentinamente.

Levantó la mano del pelirrojo con delicadeza y cuidado para no perturbar su sueño, depositó un beso en el dorso de su mano.

—Recupérate — Susurró —, por favor.

Sus ojos se volvieron brillosos debido a las lágrimas que cada vez le costaba más contener, quería borrar cualquier rastro de ellas de su rostro, sin embargo temía soltar la mano de Anders y que aquella fuera la última vez que pudiera sostenerla entre las suyas.

—No puedo perderte a ti también — Agregó en un murmullo —. Tienes que mejorarte... — Su voz comenzaba a entrecortarse, además de que hablar sobre sus sentimientos era algo que se le complicaba, sin mencionar que detestaba mostrar su vulnerabilidad ante las personas.

Sabía que se encontraban a solas y que Anders estaba dormido; por lo tanto se podría decir que estaba completamente sola, sin ningún testigo que la viese derramar un par de lágrimas o confesar sus más profundos miedos, sin embargo Vivianna no podía deshacerse de la sensación de que alguien podría estar escuchando tras la puerta.

—Te juro que jamás te perdonaré si... — Fue incapaz de pronunciar la palabra "mueres", no tendía a ser supersticiosa, pero escuchar esa palabra escapar de sus labios volvería aquella posibilidad se sentiría más real e inminente, no estaba preparada para afrontarlo — sólo quédate conmigo — Suplicó finalmente, sabiendo perfectamente que nada ni nadie podría asegurarle que aquello sucedería.

El destino de Anders estaba fuera de las manos de cualquiera; o eso creía Vivianna.

Anders sabía lo difícil que había sido para Vivianna el ver morir poco a poco a su primer esposo. Él no sabía demasiado del que alguna vez había sido el Rey Dorian de Mystbelle, Vivianna no acostumbraba a hablar sobre el pasado; no sólo con lo referente a su difunto esposo, sino en general.

Para la Reina parecía muy difícil y doloroso recordar, lo hacía parecer como si pensara que creía que era algo sin importancia a lo que no valía la pena prestarle atención, mas la manera en que su esposa evadía muchos temas relacionados a su vida le hacía pensar que había algo que la hería.

Su esposa era un completo misterio que aún no había descifrado completamente y al parecer la vida se negaba a otorgarle el tiempo suficiente para terminar de conocerla por completo, descubrir el significado de cada uno de sus gestos, conocer más sobre ella gracias a conversaciones nocturnas en dónde ella dejaba caer sus murallas por varios minutos.

Estaba al tanto de que su situación no era favorecedora, que día con día su estado empeoraba; no necesitaba que un médico se lo confirmara y pese a los intentos de Vivianna por conversar con los médicos lejos de él para que no pudiese escuchar la conversación, Anders sentía que no mejoraba; sino todo lo contrario.

Sus malestares aumentaban y eso no podía ser ocultado por Vivianna o alguien más. Ningún remedio lo ayudaba, a menos de que un milagro divino apareciera, él sabía que su destino estaba sellado.

Tan sólo se lamentaba por haber enfermado en tan inadecuado momento, Vivianna quedaría sola, pero se aferraba a pensar que su pequeño sobrino sería una motivación lo suficientemente fuerte para sobreponerse y seguir adelante con su vida, se lamentaba por no haber tenido tiempo suficiente para darle a Vivianna aquello que anhelaba y lo que buscaba al momento de comprometerse con él: un hijo.

También se culpaba por hacerla repetir lo vivido con su anterior esposo, le había dicho que no tenía que estar a su lado, que era libre de alejarse cuando no se sintiera lo suficientemente fuerte para soportar mirarlo de esa manera.

No la obligaría a ver morir a otra persona.

Sin embargo, Vivianna rechazó tal oferta, quizá por algún deber moral o las exigencias de la corona, o tal vez motivada por su orgullo y lo mucho que odiaba mostrarse débil ante cualquier adversidad.

Aunque en secreto, le gustaba pensar que aquello se debía a los sentimientos que Vivianna sentía hacía él.

¿Podría escucharla decir que lo amaba antes de partir?

Quizá en un universo de fantasía aquellas palabras o un beso de su Reina lograría sanarlo, obtendrían el tan anhelado (Y en ocasiones ridículo) final feliz que nadie podría arrebatarles.

Estando al borde de la muerte, lo mínimo que podía permitirse era soñar.

Las cosas en Mystbelle reflejaban la situación que ocurría dentro de los muros de palacio, a pesar de que el estado del Rey no se había hecho público, para muchos era obvio que algo estaba pasando.

Nadie había mirado al Rey, mientras que la Reina parecía distante durante los pocos momentos en que era vista o desempeñaba sus funciones, pasaba menos tiempo con su sobrino; lo cual era la mayor señal de que había problemas.

La Reina Vivianna había demostrado que adoraba a su sobrino y pese a sus muchas ocupaciones había buscado cualquier momento para estar con el Príncipe de Mystbelle, sin embargo ahora rara vez lo cargaba en brazos, dejando a las sirvientas a cargo de sus cuidados, sin mencionar que ahora poco le importaba si el padre del niño pasaba tiempo con él o no.

Las personas que la rodeaban la observaban con recelo entremezclado con curiosidad, sin embargo ninguno de ellos tuvo el atrevimiento de acercarse a cuestionarla.

—Se ve cansada — Escuchó la voz de aquel hombre que no toleraba, pero tal y cómo el castaño había dicho; ella estaba cansada, sin ánimos ni energía para discutir con él ni con nadie más.

Thomas se acercó a la Reina, no importándole el que fue silencio lo único que obtuvo de parte de ella.

—Mi hijo extraña a su tía, hace tiempo que no recibe sus visitas — Comentó con falsa inocencia — ¿Acaso tendrá que solicitar una audiencia con su Majestad? — Bromeó.

Ella no se inmutó.

— ¿Se siente usted bien? — Pretendió preocuparse por Vivianna.

—Alteza, sé que usted es de las personas que menos se preocupan de cómo me siento, sí acaso tiene intenciones de hacerme pasar un mal rato...puede marcharse — Habló con tranquilidad.

—Entiendo que no tenemos una relación precisamente amistosa o cordial, pero no soy el monstruo que usted piensa — Dio un paso hacia adelante —. Me preocupa que usted no éste descansando ¿Algo la está perturbando? Le aseguro que estoy dispuesto a ayudarle en lo que usted me lo permita.

Ella guardó silencio.

—Sé que mi opinión poco será tomada en cuenta por usted, pero genuinamente pienso que debería ir a descansar, es evidente que no se siente bien y algo le preocupa; algo que podría poner en riesgo su desempeño como Reina — Comentó Thomas —. Le hará bien, es claro que muchas cosas han pasado últimamente y usted ante todo, es humana.

—Jamás confiaré en usted ni le otorgaría poder aunque fuese por unos escasos segundos — Dijo la mujer —. Si piensa que aceptaré retirarme un momento de mis funciones y lo dejaré a cargo está usted muy equivocado.

—Nunca solicité tal cosa — Mencionó Thomas — ¿Qué hay del Rey? ¿Acaso él se niega a apoyarle en llevar las riendas del reino? — Vivianna bajo la mirada.

—Eso no es de su incumbencia — Contestó.

—Sea cual sea el problema, no debería lidiar con ello usted sola — Agregó el hombre —. No la obligaré a aceptar mi apoyo, pero debería acudir a alguien...por su propio bien. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top