Capítulo 2

Thomas se llevó la copa de vino hasta sus labios mientras observaba detenidamente a la Princesa Genoveva; la cual estaba bailando con algún noble de menor categoría, sin embargo ella poseía un talento para la danza que la habían hecho apoderarse de la pista de baile.

Había logrado tener una buena primer impresión para con la Princesa, a pesar de la fría y cortante actitud de la Reina, no podía culparla del todo; la Reina Vivianna había tenido la mala suerte de conocer a varios de sus hermanos y todos ellos habían intentado cortejarla dejando en evidencia la ambición que todos tenían por obtener la corona de Mystbelle.

Era de esperar que pensara que él tenía las mismas intenciones que sus hermanos, sin duda la Monarca era inteligente, presentía que no sería nada fácil ganarse la confianza de aquella mujer y en otras circunstancias poco le hubiese importado agradarle, sin embargo si quería acercarse a Genoveva, convivir con ella y posteriormente cortejarla; necesitaba del permiso y bendición de la Reina.

Sus hermanos ya le habían arruinado cualquier oportunidad de poder cortejar a la Reina, no pensaba permitir que nada ni nadie le negaran la posibilidad de hacerse con la mano en matrimonio de la joven Princesa. 

Aguardó pacientemente a que la canción terminara, permaneciendo atento a la Princesa, con quién en algún punto cruzó miradas; momento en el cual aprovechó para sonreírle haciendo que un leve rubor apareciera en las mejillas de la inocente chiquilla.

— ¿Está disfrutando de la fiesta, su Alteza? — Hizo un esfuerzo para no demostrar la sorpresa que le había provocado escuchar a la Reina quien de pronto había aparecido al lado suyo.

— Nuevamente agradezco la invitación, Majestad. — Habló el hombre con aparente calma. —, es un gran baile y hasta el más mínimo detalle es perfecto.

— Ahórrese sus palabras fríamente calculadas, Príncipe Thomas. — Dijo con severidad, impresionándole el hecho de que ella dejara en evidencia su sentir en lugar de seguir fingiendo por simple educación. — He tratado a varios de sus hermanos, conozco a los de su clase.

— ¿A los de mi clase? — Cuestionó el Príncipe extranjero. — ¿Puedo preguntar a qué se refiere con ello, Majestad? — Ella por su parte suspiró con pesadez, cerrando sus ojos por un momento en señal de frustración.

— Dejemos de fingir, Alteza. — Vivianna no estaba dispuesta a dejarse manipular por la actitud de "Príncipe azul" de aquel hombre, así como tampoco deseaba perder el tiempo siendo participe de un juego retorcido orquestado por él. — Su reino se ha convertido en lo que es ahora por medio de matrimonios arreglados, apoderándose de esas otras naciones a la larga, sin embargo jamás están conformes con ello, ¿O acaso estoy en un error? — Preguntó mirándola de reojo.

— Entiendo que mis hermanos le han dejado una mala impresión. — Comentó él.

— Son simples caza recompensas con título, pero caza recompensas a fin de cuentas. — Thomas apretó los puños, reprimiendo los deseos de estallar de furia contra aquella engreída mujer. — Su ambición será su perdición, no pienso arriesgar el bienestar de mi reino aceptando una alianza entre Mystbelle y Südseen, así que le sugiero que desista de sus ocultas intenciones.

— Una decisión inteligente, Majestad. — Aceptó el hombre sin mostrarse ofendido por las palabras de la Reina. —, créame que de ser necesario renunciaría a mi título y me desligaría completamente de Südseen si con ello logro hacer que deje de desconfiar de mí. — Ella dejó escapar un sonido de su boca que fácilmente pudo ser traducido a: No te creo ni una sola palabra.

— Nadie haría algo tan... descabellado, mucho menos le brindaría mi confianza a una persona capaz de traicionar a su nación para obtener a cambio simple aprobación. — Dijo ella. — Ahórreme la pena de rechazar cualquier propuesta o alianza que desee plantearme.

— Desconozco que clase de cosas cree usted que me traigo ente manos, le aseguro que mis intenciones son buenas. — Insistió el hombre, tratando de convencerla de dejar de lado las sospechas que ella tenía sobre él. — Con todo el respeto posible, Reina Vivianna, si no deseaba la presencia de algún miembro de la familia real de Südseen pudo no haber enviado una invitación.

— ¿Y arriesgarme a un malentendido que podría desencadenar en una guerra? — Hizo la observación. — No podré estar de acuerdo con muchas de las acciones y pensamientos de su reino, pero soy consciente de la importante armada que poseen, así como también de contar con el apoyo de naciones poderosas, no soy ninguna tonta, Alteza, se elegir mis peleas. — Dijo antes de alejarse, perdiéndose entre los invitados.

Thomas se quedó con un mal sabor de boca tras aquel enfrentamiento verbal, sin duda alguna no le pesaría sacar del camino a aquella mujer, era tan pretenciosa y engreída, si estuviese interesado en cortejarla habría sido un gran dolor de cabeza, pero para su suerte, la Princesita era más accesible, alegre y aquello le facilitaría las cosas.

No sería ningún problema convencerla de que él era su mejor opción como esposo, lo complicado sería conseguir la aprobación de la Reina, pero estaba decidido a casarse con Genoveva sin importar que, jugaría bien sus cartas y triunfaría en aquel juego de tronos.

La Reina ya había hecho su jugada, ahora era su turno.

La mejor manera de molestar a la Reina que se le había ocurrido en aquel momento había sido disfrutar la fiesta, bailar varias piezas con la Princesa, actuando como si las amenazas previas de la Monarca no le hubiesen importado en lo absoluto; mucho menos asustado.

Había pasado el mayor tiempo posible con Genoveva, impidiéndole a la Princesa convivir con otros posibles pretendientes; ya que no deseaba que la joven doncella mostrara interés en algún otro hombre. Había comprobado que era ridículamente fácil captar la atención de la menor de las hermanas, no se daría el lujo de perder la oportunidad de desposarla y permitir que algún idiota entrometido consiguiese entrar en la línea de sucesión al trono de Mystbelle.

A diferencia de en muchos reinos, la línea de sucesión al trono de Mystbelle era muy corta, a pesar de que Thomas no se encontraba al final de la larga línea de sucesión al trono de Südseen, el ser el hijo número 15 de los Reyes de Südseen le quitaban cualquier oportunidad de ser coronado Rey en el reino que lo vio nacer, si quería obtener el título de Rey y todo el poder que ello conllevaba debía contraer nupcias con alguna heredera al trono, si bien, Genoveva estaba bajo la sombra de Vivianna, podía asesinar a la mayor haciéndolo parecer un desafortunado accidente y nadie tendría porque sospechar de él.

— ¿Qué le ha parecido Mystbelle, Alteza? — Preguntó la Princesa una vez que se habían alejado del resto de los presentes, caminando hasta llegar a uno de los balcones.

— Es muy hermoso, mas no se compara con la belleza de su Princesa. — Respondió el hombre haciendo ruborizar a la joven, quién intentó ocultar sus sonrojadas mejillas desviando la mirada.

— Príncipe Thomas, no es muy... apropiado que diga eso. — Comentó ella entre pequeñas risas.

— La verdad rara vez es apropiada, Princesa Genoveva. — Dijo mirándola fijamente, intentando escucharse seductor. Genoveva volvió a reír con nervios antes de cambiar el tema de conversación.

— ¿Cómo es Südseen?, ¿Cuál es su reino favorito de los que ha visitado? — Cuestionó rápidamente la doncella, mostrando mucho interés en escuchar hablar sobre otras tierras.

— Südseen es muy grande, tiene playas hermosas, así como también montañas imponentes, quizá algún día puedas ir y yo personalmente te daría un recorrido. — Propuso el hombre haciendo que el rostro de la joven se iluminará de felicidad. —, en cuanto a mi reino favorito, me atrevería a decir que es Mystbelle, puesto que he tenido la suerte de poder conocer a una dulce y agradable Princesita.

— Mi hermana no aprobaría esta clase de comportamiento de su parte, Alteza. — Insistió en dejar ver que la actitud y palabras del extranjero podrían malinterpretarse.

— ¿Qué hay de usted?, ¿Cuál reino es el que más disfruta visitar? — Devolvió la pregunta.

— Hace mucho que no viajo, tengo pocos recuerdos de lugares en los que he estado e incluso no tengo muy claro cuales reinos eran, yo era muy pequeña en ese entonces. — Contestó ella con algo de vergüenza ya que temía ser considerada como una persona poco interesante debido a que no había salido de Mystbelle. — Vivianna es siempre la que atiende a bailes, va en representación del reino, es la Reina después de todo, ¿No? — Agregó ella.

— Disculpe mi atrevimiento al preguntar, pero, ¿Sus padres no acostumbraban a llevarla a eventos en el extranjero?

— Como dije, yo era muy pequeña las pocas veces que salí de Mystbelle, cuando Vivianna cumplió la edad de 15 años se enfocaron en encontrarle un esposo a ella, entonces sólo la llevaban a ella. — Explicó Genoveva. — y mi hermana tal parece que no desea que yo salga del reino, es probable que no confíe en mi para representar el reino y piense que cometeré un error que condene al reino. — Intentó bromear la joven.

— Yo creo que usted es más que capaz de representar a su reino de manera formidable. — Comentó. — Su hermana haría bien en confiarle esa clase de responsabilidades.

— Que Vivianna no lo escuche o usted se convertirá en una de sus personas menos favoritas. — Advirtió entre risas, si la dulce Princesa tan sólo supiera que él ya estaba dentro de la lista de las personas que le desagradaban a la Reina. — Ella es algo... estricta y para nada disfruta de las bromas, ella esta algo obsesionada con que todo esté en orden, siempre respeta las reglas y detesta cuando alguien las rompe. Es fácil decepcionarla, debo advertirle.

— Es una suerte que a quien quiero agradarle, es a usted. — Dijo en respuesta. —, con honestidad lamento que casi todos aquí estén más enfocados en impresionar a su hermana que a usted.

— Estoy algo acostumbrada a eso, prácticamente siempre ha sido así. — Intentó restarle importancia a aquel factor. — muchos aún tienen la esperanza de casarse con ella, debo confesarle que no esperaba que usted me prestara atención a mi... gracias por no hacerme sentir invisible o un simple adorno, pensé que este baile sería una velada desagradable para mí, más lo he conocido a usted, así que pienso que todo salió bien.

— Soy afortunado, la mayoría de los invitados están demasiado ocupados queriendo captar la atención de la Reina y eso nos permite pasar tan agradable tiempo, juntos.

— Sólo siento algo de pena por todos esos hombres que creen que tienen alguna oportunidad con mi hermana. — Comentó ella, haciéndolo preguntarse a que se refería con ello; afortunadamente no tuvo que cuestionárselo a la Princesa, ya que no tardó en agregar palabras que le dieron explicación a ello. — Vivianna ya está prácticamente comprometida, no sé con quién, pero me ha dicho que anunciarán su compromiso tan pronto como este evento termine.

— Vaya, eso sí que es inesperado. — Opinó él, ella asintió con la cabeza coincidiendo con el comentario del Príncipe. —, seguramente es un buen hombre, ya que su hermana no haría tal elección a la ligera. La Reina Vivianna es una mujer inteligente que no se deja impulsar por sentimientos, en todas las cortes reconocen que toma con seriedad, madurez, consciencia y responsabilidad el momento de tomar alguna decisión, Mystbelle es afortunado de tenerla como Reina.

— Estoy segura de que su nuevo esposo será el Rey que Mystbelle merece y necesita, sin embargo me hubiese gustado que ella tomara esa decisión impulsada por sus sentimientos; por amor específicamente. — Dijo la Princesa. —, se ha prohibido a si misma experimentar el enamoramiento, sé que como Reina no puede tomar decisiones a la ligera, pero también es su vida personal y la compartirá con un hombre por el cuál no siente nada.

— En algunos casos, las parejas logran enamorarse después de casarse, quizá sea el caso de tu hermana. — Intentó levantarle el ánimo.

— Con Dorian...formo una buena amistad, él fue un excelente Rey a pesar de que vivió poco, se ganó el amor del pueblo, mas no el de Vivianna. — Suspiró. — Me gusta pensar que el deber no necesariamente está peleado con el amor e intereses personales; por más idealista e ingenuo que se escuche. — Concluyó su discurso.

— A decir verdad, creo que si todos pensaran como usted lo hace, el mundo sería un lugar mucho mejor. — Dijo Thomas.

— ¡Oh! Deberíamos volver a la fiesta. — Exclamó de pronto la Princesa. — Si Vivianna nota que me he apartado del baile por tanto tiempo tendré graves problemas.

La Princesa fue la primera en abandonar el balcón para unirse al resto de invitados en el salón de baile, mientras que Thomas, intentaba procesar la información recién adquirida, sin duda la noticia de que la Reina se volvería a casar no debería ser algo inesperado; Mystbelle aún necesitaba un heredero y era deber de Vivianna dárselo.

Sin embargo no pensó que la Monarca ya estuviese comprometida y que la boda real estuviese más cerca de lo esperado; sin duda había tomado la decisión correcta al decidirse por la Princesa Genoveva, mas ahora tendría que encargarse de aquel misterioso prometido, puesto que aquel hombre podría poner en riesgo el éxito de sus planes.

El resto del baile transcurrió con normalidad, no ocurrió algo que resaltara o valiera la pena recalcar. Durante gran parte de éste, el Príncipe de Südseen estuvo pendiente de las acciones de la Reina y de con quienes mantenía conversaciones, intentando averiguar quién era aquel hombre que había ganado el tesoro codiciado por muchos, a su vez preguntándose el cómo alguien había logrado obtener el "Si" por parte de la Reina Vivianna.

Por su parte, Genoveva aprovechó cada oportunidad para volver a acercarse a Thomas dejando de lado al resto de invitados. Algunos cuantos hombres se habían acercado a ella para invitarla a bailar o iniciar alguna conversación, pero la joven Princesa no se sentía interesada en conocer a esos sujetos. Incluso su hermana mayor había intentado ayudarla a entablar una conversación con algunos de los pretendientes que estaban más cercados a su edad y a quienes consideraba buenos partidos.

Mas no tuvo éxito, puesto que Genoveva se aburría rápidamente de ellos y no lograba conectar con ellos de la misma forma y con la misma facilidad que había hecho con Thomas.

Sin mencionar, que la Princesa podía notar que su hermana enserio deseaba que se olvidara del Príncipe Thomas ya que ella no aprobaría ningún tipo de relación entre aquel extranjero y su hermana menor.

Aquello se hizo más evidente cuando al día siguiente después del desayuno, la Reina ordeno que la Princesa se reuniera con ella en su oficina. Al inicio de aquella reunión pensó que era simplemente para presentarle al hombre que había elegido como esposo, puesto que la noche anterior la Reina se había reunido en privado con el consejo real para hacerles saber quién sería el nuevo rey de Mystbelle.

Y en parte aquella reunión fue para ese fin, finalmente Genoveva conoció al prometido de su hermana, el Príncipe Anders de Fredeborg; un reino ubicado en tierras danesas, tenían una economía sólida, estaban dentro de los principales exportadores de maderas y textiles, así como también eran un reino pacifico que no comprometería a Mystbelle a unirse a una guerra que no era suya.

El Príncipe Anders era el sexto en la línea de sucesión al trono de Fredeborg, por lo cual los reinos no se unificarían al momento del matrimonio; lo cual era una de las cosas que Vivianna había tomado mucho en cuenta al momento de elegir marido.

Genoveva no tenía mucho que comentar al respecto, aunque quisiera. No conocía al Príncipe Anders, tampoco había escuchado muchos rumores acerca de él, era un total desconocido para ella. Podía aceptar a simple vista que era un hombre apuesto a pesar de ser aproximadamente diez años mayor que Vivianna, el hombre se presentó y fue amable en todo momento con ella.

Sin embargo la conversación se tornó en algo desagradable cuando el prometido de su hermana abandonó la oficina, después de que la Reina le pidió que se retirara puesto deseaba hablar a solas con su hermana menor.

— Es momento de hablar sobre ti. — Dijo la Reina con su acostumbrada seriedad. — Hice una lista de posibles pretendientes para ti. — Le entregó una hoja de papel, donde estaban escritos nombres de algunos Príncipes, Duques, Marqueses, Condes, entre otros.

— Ni siquiera conozco a estas personas. — Comentó Genoveva inconforme al no ver el nombre del Príncipe de Südseen.

— Todos ellos estuvieron en el baile de ayer, incluso conversaste con algunos. — Genoveva no recordaba los nombres de las personas con las que había hablado o bailado el día anterior, incluso algunos rostros los había olvidado completamente. — Lo sabrías si no hubieses estado perdiendo el tiempo con ese Príncipe tan desagradable.

— El Príncipe Thomas me agrada, no entiendo porque su nombre no está en esta lista. — Comentó la Princesa.

— Él no es una opción. — Dijo la mayor, haciendo notar que no estaba abierto a discusión. — Así que olvídalo.

— ¡Dijiste que sería mi decisión! — Elevó el volumen de su voz. — ¡Dijiste que yo podría elegir quien sería mi esposo!

— Y podrás hacerlo. — Habló la mayor de las hermanas. — Siempre y cuando sea de aprobado por mí, y el Príncipe Thomas está lejos de recibir mi aprobación. Su familia no cuenta con la mejor de las reputaciones, es evidente que sus intenciones no son buenas...

— ¡Ni siquiera lo conoces! — Gritó Genoveva empezando a enfurecerse.

— ¡Tú tampoco! — Exclamó la Reina queriendo hacer entrar en razón a su hermanita. — Genoveva, eres joven y puede parecer que soy injusta, pero tan sólo quiero protegerte. No confío en ese hombre y no expondría a mi hermana ni a todo el reino de esa manera. Además es algo mayor para ti.

— La edad no importa, además tú te acabas de comprometer con un hombre mayor que tú. — Le hizo ver la Princesa. — Es algo bastante hipócrita de tu parte, ¿No crees, hermana?

— Este sería mi segundo matrimonio, Genoveva. — Le recordó la Reina. — Y si bien el tener una corona sobre mi cabeza es el principal motivo por el cuál he recibido muchas propuestas de matrimonio, no tenía muchas buenas opciones... no es un secreto que para muchos hombres yo ya no tengo valor alguno más allá de mi título. En cambio tú tienes opciones y no permitiré que desperdicies tal privilegio comprometiéndote con un hombre de la peor calaña.

— ¡Eres muy injusta!, Dices que yo tengo el poder de elegir, pero tú eres quien controla todo en este reino, incluso mi vida. — Molesta se retiró de la habitación ignorando las órdenes de su hermana. 

La Princesa Genoveva había acudido en búsqueda del Príncipe Thomas en cuanto salió del despacho de su hermana, la joven no se contuvo al momento de desahogarse, diciendo toda clase de comentarios despectivos hacía la actitud de la Reina Vivianna.

— ¡Es qué no lo entiendo! — Exclamó ella mientras que el hombre la escuchaba en silencio. — Siempre dice que yo soy privilegiada, que al no ser la Reina yo puedo tener mayor libertad, que puedo tener elección, sin embargo ella siempre controla todo, no puedo hacer nada sin su autorización y ella es tan... ¡Agh! — Se llevó las manos a la cabeza. Inhaló y exhaló para calmarse. — Y ahora ella ha hecho una tonta lista de la cual debo elegir al que posiblemente se convertirá en mi esposo en el futuro y yo no puedo sugerir a alguien más, porque tú no cumples con sus estrictos estándares de esposo perfecto.

— ¿Yo? — Fingió desconcierto.

— Oh... bueno. — Habló apenada, dándose cuenta de su error. —, no le estoy proponiendo matrimonio, si es lo que piensa. — Aclaró. — sólo le comenté a mi hermana que usted me agrada y que me gustaría seguir tratándolo.

— Entonces hagámoslo. — Sugirió el hombre.

— Eso sería desafiar las órdenes de mi hermana.

— A veces, esa es la mejor manera de ponerles un alto a las personas que tan sólo quieren manejar nuestra vida a su antojo, Alteza. — Comentó Thomas, haciendo que Genoveva empezara a dudar con respecto a que era lo correcto y que era lo que quería hacer. —, continuemos conviviendo, estoy seguro de que con el tiempo tu hermana lo aceptará.

— ¿Está seguro de ello, Alteza?

— Llámeme Thomas, y sí, estoy seguro. — Respondió el extranjero.

— Espero que tengas la razón, Thomas, aunque no conoces a mi hermana ni sabes lo difícil que es hacerla cambiar de opinión acerca de algo. — Advirtió la Princesa. — Tú puedes llamarme Genoveva, si así lo deseas. — Sonrió con timidez.

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