Capítulo 16

La Reina continuaba sin saber qué era lo que motivaba las acciones del Príncipe de Südseen, si su intención continuaba siendo convencerla de acceder a otorgar su bendición a la unión matrimonial entre su hermana y él; haberla besado no era un movimiento muy inteligente.

Sin embargo debía intentar prevenir cualquier desastre que atentara con arruinar su boda con un escándalo, estaba un noventa y nueve por ciento segura de que no había habido ningún testigo de lo ocurrido, pero existía la posibilidad de que Thomas hubiese llevado consigo a alguien para que presenciara el beso entre ellos y poder usarlo contra suya en algún momento determinado.

Si le ocultaba lo ocurrido a Anders, en un futuro podría dudar de su versión de los hechos, así que sintiéndose avergonzada de aquello, se reunió con su futuro esposo a solas y ambos se sentaron sobre un sofá mientras que él la miraba con algo de preocupación, creyendo que algo realmente grave le había ocurrido a su amada.

—Hay algo que debes saber — Empezó a hablar la mujer — Podría ser algo sin importancia, sin embargo podría malinterpretarse y no quiero que existan secretos entre nosotros.

—Vivianna ¿Qué ha ocurrido? — Preguntó Anders — ¿Te encuentras bien?

—La otra noche, no podía dormir y por alguna razón necesitaba conversar con...— Hizo una pausa sintiéndose insegura al confesar lo que la había hecho abandonar sus aposentos a tan altas horas de la noche —... con Dorian — Dijo finalmente, miró de reojo el rostro de su prometido temiendo que reaccionara de mala manera.

—Él fue tú esposo y compartieron tiempo, vivencias juntos que siempre recordarás, comprendo que en ocasiones lo extrañes y necesites hablar con él — El Príncipe la rodeo con uno de sus brazos para reconfortarla — ¿La boda te tiene agobiada? — Preguntó él — Si no quieres hacerlo o no te sientes lista, podemos cancelar o cambiar la fecha, no quiero obligarte a hacer nada que no quieras, no me importa si el consejo, mis padres o el mundo entero se enojan.

—No quiero cancelar nada, además aunque quisiera hacerlo no podría — Respondió ella —. El bienestar de nuestros reinos depende de ello, hice una promesa, firme una alianza y no puedo incumplir mi parte del trato, pero enserio creo que no podría pedir mejor futuro esposo que tú — Agregó la Reina —. El motivo por el que necesitaba hablar con Dorian es que no soy muy buena hablando de sentimientos, miedos y esa clase de cosas, no me agrada que me crean una persona vulnerable y sensible, si me muestro débil sólo un segundo todos me considerarán incapaz de gobernar un reino, dirán que no puedo separar mis emociones de mi trabajo, ciertamente estoy cansada de escuchar lo mismo una y otra vez.

Hubo un momento de silencio, él no quería interrumpirla o presionarla a seguir hablando.

—Fui a visitar tu tumba, pensé que nadie me había visto salir de palacio — Dijo —, pero alguien lo hizo y me siguió hasta allí; el Príncipe Thomas — Le informó — desconozco cuales eran sus verdaderas intenciones, pero trato de convencerme de irme de Mystbelle con él o eso me pareció, me besó.

—Oh — El pelirrojo no supo que decir ya que era incapaz de adivinar los pensamientos que rondaban en la cabeza de su prometida ni que había provocado aquel beso en ella.

—No significó nada para mí, en realidad fue desagradable y me enfureció que él tuviese la osadía de hacerlo — Aseguró ella — Realmente quiero obligar lo que ocurrió, tampoco quiero que hagas algo al respecto, simplemente te lo he comentado para no darle al Príncipe Thomas la oportunidad de manipular los hechos a su antojo, te lo cuento para que estés enterado en caso de que él intente convencerte de que algo más sucedió entre nosotros.

—Aprecio tu sinceridad y valentía al decírmelo, pero ¿Segura de que te encuentras bien? — Preguntó él.

—Sí, es decir no pasó nada — Contestó Vivianna — y a decir verdad yo cometí el error de salir tan noche, sola y con una vestimenta cuestionable.

—No te atrevas a sugerir que fue culpa tuya.

—Es lo que todos pensarían si se enteraran de lo ocurrido — Argumentó ella.

—Que todos piensen algo no significa que estén en lo correcto o sea la verdad absoluta, te encontrabas en un momento vulnerable, pero eso no justifica que alguien haya decidido tomar ventaja sobre ello — Su prometido parecía molesto por lo que ella le había contado, pero no con ella — Entiendo que quieras evitar que esto se sepa, así como también soy consciente de que desgraciadamente quien resultaría perjudicada si esto se hace público serías tú y no él, así que me respetaré tus deseos al abstenerme de confrontar a ese hombre.

—Afortunadamente no fue nada grave, cómo dije tan sólo me pareció algo desagradable — Intentó restarle importancia al asunto — No actuemos como si fuese el fin del mundo o esto haya provocado un daño irreparable, estoy bien, simplemente seré más precavida de ahora en adelante, una situación como esa no puede volver a repetirse.

—Concuerdo en que ambos debemos ser más precavidos, hay muchas personas prácticamente desconocidas en el castillo, podrán tener un título, poder y respeto en sus respectivas naciones y ante la sociedad, pero no sabemos quiénes ni cómo son en realidad — Mencionó él —, muchos de ellos no dudarían en dañar a alguno de nosotros o a ambos si se les presentara la oportunidad, no quiero que el Príncipe Thomas o alguien más pueda atentar contra ti.

—Espero que no se repita algo similar — Dijo — y gracias por ser tan comprensivo.

—Sí necesitas que te apoye en algo, que te escuche o acompañe en algún momento no dudes en pedirlo — Le hizo saber que estaba dispuesto a estar con ella en lo que le fuese posible y ella le permitiera —. Ahora, creo que es prudente que lo hables con Genoveva.

—No — Se negó rápidamente — Genoveva recién parece estarse cuestionando si ese hombre es quien aparenta ser o no, no quiero que crea que he inventado esto simplemente para apartarla de él.

—Dijiste que me lo contaste para que él no pudiese utilizar lo ocurrido en tu contra, existe la posibilidad de que él se lo cuente a ella para manipularla de alguna manera — Anders creía que lo mejor sería no excluir a Genoveva y notificarla de los actos cometidos por el Príncipe Thomas; a quien la menor continuaba siendo cercana y podría representar un riesgo para el bienestar de la Princesa.

—Ella no lo creería, porque simplemente no tiene lógica alguna — Vivianna por su parte seguía insistiendo en que hablar sobre lo ocurrido con su hermana tan sólo la perjudicaría — No quiero compartirlo con ella, es muy joven e ingenua, sé que aún se aferra a la más mínima posibilidad de que Thomas tenga buenas intenciones con ella y ante sus ojos yo soy una mujer que ha renunciado a tener sentimientos de algún tipo, amargada y que quiere deshacerse a toda costa del único hombre que según ella le ha prestado atención y brindado afecto; básicamente soy la villana desde su perspectiva.

—Es tú decisión y voy a respetarla — Besó la frente de la mujer. Seguía creyendo que ocultárselo a la Princesa no era lo correcto, sin embargo no iba a presionarla a hablar si ella no quería hacerlo.

—No estás de acuerdo — Mencionó ella para hacerle saber que notaba su descontento por su decisión.

—Compartiremos toda una vida juntos, no estaremos de acuerdo en muchas cosas — Dijo —, pero respetaré tus decisiones y opiniones en cuanto a tú vida personal, así como espero que tú respetes las mías, te apoyaré e intentaré aconsejarte, sin embargo no te obligaré a hacer nada.

La pareja se abrazó y permanecieron así unos instantes sin decir nada más.

Tras unos días llenos de estrés para a Reina llegó el día de su tan esperada boda, la noche previa a la ceremonia no había logrado dormir y sentía un malestar en el estómago que le impedía tranquilizarse.

Muy temprano le habían preparado el baño, la habían aseado, vestido, maquillado y peinado. Vivianna oía el sonido de las voces de las mujeres, sin embargo sus pensamientos estaban demasiado centrados en repasar cada uno de los ensayos que se habían llevado a cabo, repitiendo una y otra vez los pasos a seguir y las palabras que debía decir en determinado momento.

Todo tenía que ser perfecto.

Se encontraba nerviosa y temía que en cualquier momento fuese a vomitar, por lo cual evito ingerir cualquier tipo de alimento aquella mañana a pesar de la insistencia de las sirvientas.

Miró el reloj y sintió sus piernas temblar al ver que faltaba poco para que tuviese que abandonar sus aposentos y partir hacia la capilla dónde su prometido, hermana e invitados aguarían a su llegada

Ruidos provenientes de la habitación contigua captaron su atención, seguramente ya habían empezado a trasladar las pertenencias de Anders para que él se instalara de forma definitiva en esa recamara.

Una de las chicas responsables de alistarla para su boda le entregó un pequeño ramo de tulipanes rosas que junto al vestido blanco por el cuál finalmente se había decidido le daban una apariencia dulce.

Sabía que habría comentarios respecto al color de su vestido, el blanco era relacionado con la pureza y virginidad de la novia, mas en su caso era su segunda boda y por lo tanto ya había compartido el lecho con otro hombre, sin embargo ella prefería pensar que el blanco simbolizaba un nuevo comienzo junto a Anders.

Su cabello estaba completamente recogido y adornado con una corona, así como también un broche en la parte posterior que mantenía su peinado firme. Iban a colocarle el velo, pero ella se negó a usarlo.

Le parecía algo incómodo y que entorpecía algo tan simple como el caminar, no le agradaba como complemento a su vestido y mucho menos los múltiples significados que se le habían dado a lo largo de la historia; los cuáles no iban acordes a ella ni a su forma de pensar.

Su boda era algo pactado para beneficiar dos naciones, cuando se había comprometido con el Príncipe de Fredeborg no había amor de por medio, pero a diferencia de la mayoría de los casos de matrimonios arreglados, al ser ella la Reina había podido conocer a su prometido y verlo antes de la boda, creía entonces que ocultar su rostro hasta el momento en que llegase el momento de sellar el compromiso con un beso no tenía caso.

—Luce muy hermosa, Majestad — Vivianna sonrió levemente en forma de agradecimiento.

Un par de golpes a la puerta hizo que todas las mujeres en la habitación desviaran su mirada hacia la entrada de la recamara.

—Reina Vivianna, es hora — Le informaron.

Ella dio un primer paso esperando que sus piernas no decidiesen fallarle, no podía darse el lujo de caer.

—Quiero vomitar — Se repetía una y otra vez en su cabeza. La melodía compuesta por Mendelssohn sonaba de forma armoniosa, no era precisamente su pieza musical favorita, pero después de que una Princesa eligió esa melodía para su boda unos cuantos años atrás, esto se volvió casi una imposición en la corte.

Podía percibir las miradas fijas en ella, a pesar de que hacía un gran esfuerzo para no voltear a mirar a los invitados y en lugar de eso se mantenía concentrada en el pasillo que se encontraba recorriendo para llegar hasta el altar dónde su prometido aguardaba por ella.

Anders.

Él se había olvidado de mantenerse serio y formal todo el tiempo al llevarse las manos al rostro; cubriéndose los labios en señal de sorpresa por verla con su vestido. Vivianna le sonrió encontrando graciosa la reacción del Príncipe, mas conservando la compostura.

Llegó a su destino y la música terminó. Anders se inclinó levemente hacia ella.

—Te ves hermosa — Susurró el pelirrojo haciéndola sonrojar.

—Gracias — Asintió levemente con la cabeza — Tú también luces bien — Admitió nerviosa.

— ¿Sólo bien? Creo que tantas pruebas con el sastre y toda la mañana de arreglos no fueron suficiente, vaya decepción — Intentó ser gracioso.

— ¿Asustado, Alteza? — Intuyó que su actitud se debía a la presión de la boda.

— ¿Debería? — Devolvió la pregunta.

No les fue posible continuar con su conversación entre susurros dado a que la ceremonia dio inicio, aunque la pareja no prestaba demasiada atención a las palabras del sacerdote por estar intercambiando miradas entre ellos.

Tanto Anders como Vivianna tenían calculado los momentos en los que debían decir o hacer algo, tal y como lo fue el colocarse las sortijas el uno al otro, pronunciar sus respectivos votos, etcétera.

—Príncipe Anders de Fredeborg, ¿Acepta usted como esposa a su Majestad, la Reina Vivianna de Mystbelle? — Finalmente llegó el momento de dar las respuestas definitivas.

Él pensó en responder de manera cómica, pero era consciente de que ella se molestaría si provocaba un escándalo al faltarle el respeto a una ceremonia religiosa.

—Acepto — El sacerdote le hizo la misma pregunta a ella e igual respondió afirmativamente.

Entonces, llegó el momento del beso que dio fin a la ceremonia.

Fue corto y rápido, siendo este el beso menos romántico que habían compartido, sintiéndose como haber firmado un contrato que sellaría la alianza entre ambos reinos.

—El blanco te queda — Comentó su hermana menor sonriendo de forma juguetona, sintiéndose triunfante al haber logrado que Vivianna cambiara el color del vestido.

—Tuve que adaptar muchas cosas al cambio de vestido — Dijo ella —, pienso que es probable que muchos me odiaron debido al repentino cambio, pero estoy satisfecha con los resultados, supongo que debo darte las gracias por insistir.

—Es una boda de ensueño, todo es simplemente perfecto — Opinó la Princesa.

—Espero que siga así — Dejó entrever el hecho de que no se encontraba disfrutando del todo del evento ya que en todo momento se encontraba pendiente de hasta el más mínimo detalle.

—Todo estará bien, Mystbelle no sufrirá daños si su Reina deja de preocuparse por unos minutos y disfruta de su boda — La mayor no creía que eso fuese posible, sin embargo le prometió a su hermana que intentaría relajarse para que la menor se tranquilizara.

En algún momento de la celebración Anders se acercó a ella junto con sus padres; los Reyes de Fredeborg con los cuáles apenas y había convivido, las conversaciones que habían mantenido habían sido con el único fin de establecer las cláusulas de la alianza matrimonial, es decir, que le ofrecería cada reino al otro y cuáles serían los beneficios que se obtendrían una vez efectuada la boda.

Intercambiaron unas cuantas palabras cordiales en dónde los Reyes extranjeros le comunicaron sus mejores deseos a los recién casados, le dieron la bienvenida a la familia a la joven Reina y se disculparon en nombre de sus otros hijos; los cuáles no habían podido asistir.

Hubo unas cuantas conversaciones con otros invitados que se acercaban a los ahora esposos con el mismo propósito: felicitarlos y agradecer la invitación.

Fue hasta el momento del vals cuando Anders y Vivianna pudieron conversar sin que alguno de los invitados estuviese involucrado en la plática.

— ¿Disfrutas de la fiesta? — Preguntó ella.

—En realidad me gustaría poder pasar más tiempo con mi esposa — Respondió.

—Tampoco disfruto mucho de esta clase de eventos, demasiadas personas... — Entendió a lo que él se refería, tenían que conservar las apariencias frente a todos los invitados y era agotador cuidar cada uno de sus movimientos y palabras en todo momento — pero terminará antes de que nos demos cuenta, resiste — Bromeó un poco — La tortura llegará a su fin.

—No lo llamaría una tortura si te tengo junto a mí — Su ya tan conocido lado cursi salió a relucir haciéndola sonreír —. Pareces todo un ángel y soy el hombre más afortunado del mundo al tenerte como esposa, desearía que este baile nunca termine.

—Pides demasiado, querido esposo. 

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