Capítulo 1

Uno de los reinos más nombrados en las cortes, era Südseen, un reino de extenso territorio, pero tierras con escasas riquezas sin iguales, los cultivos producían apenas producían lo suficiente para los habitantes del reino, pero el hecho de encontrarse junto al mar del sur lo convertía en el principal exportador de pescado.

Mas el hecho de ser un pueblo pesquero o era lo que lo ponía en vista de todos, sino el impresionante hecho de que los Reyes Harold y Gretel habían traído al mundo a nada más ni nada menos que 25 Príncipes, cada uno de ellos había crecido para convertirse en el orgullo del reino, todos habían resultado ser hombres fuertes e inteligentes, cada uno de ellos había resaltado luchando en batalla, así como también en algunas ramas de las artes, la belleza de los Príncipes era algo que se susurraban las doncellas en secretos, todo esto provocó que miembros de la realeza y nobleza  desearan comprometer a sus hijas con alguno de los Príncipes.

Así pues, Südseen  por medio de uniones matrimoniales logró crecer aún más, obteniendo  mayores riquezas y poder  que lo convertían en uno de los reinos más importantes, más tanto los Reyes como los Príncipes no se conformaba con su actual situación de su reino,  los Príncipes que aún se encontraban  solteros  iban en busca de cortejar  a Princesas herederas o a hijas de hombres importantes en el mundo de los negocios y la nobleza.

La mayoría de ellos, en el pasado había intentado (al igual que muchos otros) cortejar a la entonces Princesa Vivianna de Mystbelle, después de que la ahora Reina enviudara algunos de ellos habían vuelto a tener interés en convertirse en esposo de la mujer.

Cada uno de ellos fue amablemente rechazado por la Reina.

Sin embargo esto no provocó ningún tipo de disputa entre ambos reinos y años después se envió una invitación para que alguien en representación de Südseen acudiera a la fiesta de cumpleaños número 15  de la joven Princesa Genoveva  de Mystbelle; la hermana menor de la Reina Vivianna.

Fue el Príncipe Thomas el elegido por su padre para acudir en representación de su reino, guiándose por el hecho de que éste jamás había mostrado interés en cortejar a la Reina Vivianna, por lo cual concluyó que éste no provocaría algún problema  de gravedad que comprometiera la paz que existía entre Mystbelle y Südseen,  así como también podría proponerle a la Reina un tratado comercial que beneficiaría a ambas partes, sin hacerle desconfiar a Vivianna acerca de sus intenciones.

Así bien, Thomas se embarcó rumbo a Mystbelle en un viaje de varias semanas. Visitando por primera vez aquel reino del que tanto había oído, e incluso antes de llegar al muelle pudo observar a la distancia la belleza que tanto mencionaban las personas que habían visitado aquel reino, pero ningún comentario que había escuchado al respecto le hacía justicia a lo que sus ojos veían.

El muelle estaba muy concurrido, su llegada había coincidido con la de muchos otros. El lugar estaba elegantemente adornado con motivo del festejo de la joven Princesa, había comerciantes vendiendo todo tipo de objetos y alimentos aprovechando la llegada de los extranjeros, así como también importantes dignatarios dando la bienvenida  a los visitantes.

Los carruajes no paraban de llegar e irse, para conducir a los extranjeros hasta el palacio. Todo parecía estar en un constante y rápido movimiento, pero eso no impedía en lo absoluto admirar y enamorarse de cada detalle, el paisaje que ofrecía no era siquiera comparable con las más bellas ilustraciones en los libros de cuentos de hadas, la arquitectura aunque sencilla era exquisita, el dulce aroma de flores entremezclado con el del pan recién horneado era capaz de seducir a cualquiera y hacerlo desear quedarse allí por siempre.

—    Enderézate, Genoveva. — Habló la mayor de las hermanas con la frialdad que solía aparentar. La Princesa rápidamente acató la orden, su hermana asintió con la cabeza levemente dándole a entender que su postura era correcta ahora. —, necesitaré que te comportes, es importante crear una buena impresión.

—    Pensé que este baile era por mi cumpleaños. — Comentó Genoveva sintiéndose repentinamente desanimada, convencida de que su fiesta se había convertido en otro de los muchos eventos diplomáticos aburridos.

—    Lo es. — Dijo Vivianna. —, pero ya no eres una niña, has cumplido quince años y eso significa que es momento de pensar en tú futuro, ya eres elegible como esposa y si deseas poder aspirar a un buen esposo debes cuidar las apariencias, una mala primera impresión podría provocar un daño irreparable. — La Princesa no estaba conforme con la situación y su hermana mayor se percató de los deseos de la menor por reclamar algo. — Papá y mamá hubiesen organizado esto para ti, pero ahora que ellos no están con nosotras es mi deber como Reina y hermana mayor, no tienes que elegir un marido hoy, de hecho ni siquiera yo lo aprobaría.

—    ¿Entonces?, ¿Cuál es la necesidad de hacer este baile ahora? — Cuestionó Genoveva.

—    Presentarte ante la sociedad como mujer, también darte la oportunidad de conocer a los hombres elegibles en persona. — Respondió Vivianna. —, ya he recibido propuestas por tu mano en matrimonio por parte de Príncipes, Duques, Condes, incluso Reyes, pero preferiría que al menos tuvieses el privilegio de elegir a tu futuro cónyuge.

—    ¿Eso es un privilegio? — Cuestionó la menor aun inconforme con la situación. Vivianna estaba consciente de que su hermana era joven y seguía siendo una niña en muchos aspectos, su dulce hermanita seguía creyendo que podría aspirar a una historia de amor digna de una novela romántica y ella daría cualquier cosa para poder darle derecho a una, pero sus veintiséis años de vida le habían enseñado de una manera cruel que aquello no era algo posible en la vida real y que como parte de la realeza muchas veces el deber y el amor no iban de la mano. — Ni siquiera alguien me ha preguntado si me siento lista para el matrimonio, tampoco si casarme está dentro de mis planes.

—    Genoveva, no está a discusión. — La detuvo la Reina. —, yo tampoco me sentía cómoda con la idea de este baile cuando fue mi quinceavo cumpleaños, intenté atrasar el elegir un esposo lo más que pude, yo quería primero demostrar que podía hacerme cargo del reino sin tener un hombre a mi lado.

—    Dorian era un buen hombre. — Habló Genoveva, Vivianna asintió con la cabeza.

—    Yo lo elegí como esposo por esa razón. — Dijo Vivianna mirándola de reojo. —, nuestros padres habían muerto y el consejo real estaba decidido a casarme de alguna manera u otra, incluso habían elegido a alguien por mí. — Suspiró. — Entonces me vi apresurada a elegir a Dorian, a pesar de todo, estoy segura de haber hecho la elección correcta. — Guardo un momento de silencio antes de llevar la conversación hacía otra dirección. — El consejo real estaba más que dispuesto a elegir por ti, temiendo que tuvieses la misma actitud que yo tuve a tu edad, pero los he convencido de darte la oportunidad de conocer a los prospectos y elegir por ti misma, posiblemente logres entablar una relación amistosa con algún hombre y el matrimonio sería más fácil de esa manera. Muchas mujeres desearían tener esa oportunidad, la mayoría ni siquiera tiene derecho a opinar, algunas se enteran de sus bodas el día que deben caminar hacía el altar.

—    ¿Qué tanto tiempo tendré para elegir? — Cuestionó la menor, aparentemente resignándose.

—    Un año. — Respondió la Reina. —, es lo más que pude lograr. Yo me comprometí a los diecinueve años, pocos meses antes de cumplir los veinte y perdí a mi esposo un año después, me culpan por haber tardado en elegirlo como esposo y creen que de haberme decidido antes ya hubiera un heredero a la corona.

—    ¿No han insistido más?

—    Les he dicho que elegiré un esposo pronto. — Respondió Vivianna. —, comprendieron que por el momento debía concentrarme en tu presentación, pero una vez que el baile termine y todos nuestros invitados regresen a sus respectivos reinos, yo deberé tomar una decisión.

—    ¿Y ya has elegido? — Cuestionó Genoveva algo sorprendida, no recordando algún nombre mencionado por su hermana que pudiese pertenecer a algún pretendiente; mucho menos un prometido.

—    Sí, pero preferiría no compartirlo por el momento. — Contestó conservando su apariencia serena. —, su propuesta es buena, beneficiará al reino y hemos intercambiado correspondencia por las últimas semanas. — Informó antes de agregar algo más. — Vendrá al baile.

—    ¿Lo amas? — Preguntó la Princesa, recibiendo una discreta carcajada como respuesta. —, enamorarse es una posibilidad, no pretendas que el amor es algo irreal e imposible de encontrar.

—    El amor no es una prioridad. — Habló recuperando su frialdad. —, no me interesa enamorarme de él, sólo buscaba alguien con quien pudiese entenderme, coincidir en opiniones, para así no atarme a un matrimonio tormentoso, pero ¿Amarlo?, sólo hemos mantenido conversaciones por medio de cartas y no han sido demasiadas ni muy profundas y nadie puede enamorarse tan rápido. — Genoveva seguía negándose a aceptar completamente el renunciar al amor, así como tampoco deseaba que su hermana viviese sin experimentar un enamoramiento, tan sólo esperaba que ese misterioso pretendiente lograse ser digno del corazón de Vivianna; con algo de suerte ambos lograrían enamorarse el uno del otro. — Es hora. — Informó la mayor al ver como el primer carruaje llegaba, siendo seguido por muchos otros. — Que comience el espectáculo.

La música inundaba cada rincón del salón, se podía escuchar incluso estando fuera de él, sin embargo estando dentro no era demasiado alta como para incomodar a los presentes. El agradable sonido de los instrumentos musicales era combinado con alegres murmullos y risas fingidas e hipócritas. Cientos de faldas elegantes ondeantes hipnotizaban a quien observaba.

—    Príncipe Thomas de Südseen. — Anunció Louis; empleado del castillo encargado de presentar a cada invitado que se acercase a la Reina y Princesa.

—    Es un honor estar frente a ustedes, Majestad, Alteza. — Hizo una perfecta reverencia. — Si me permite decirlo, tienen un reino hermoso y agradezco la invitación.

—    El honor es nuestro, Alteza. — Dijo en respuesta Vivianna — Agradezco que haya aceptado la invitación, espero que su viaje haya sido agradable y sin ninguna complicación.

—    Bienvenido a Mystbelle. — Intervino Genoveva no disfrutando ser dejada de lado el día de su fiesta de cumpleaños, mas esta acción le costó una mirada de reproche por parte de su hermana.

—    Es usted muy amable, Princesa Genoveva. — Dijo Thomas sonriéndole a la Princesa, un gesto que a Vivianna no le agradó del todo por alguna razón; siendo víctima de un mal presentimiento que apareció de la nada y sin ningún motivo en concreto. — feliz cumpleaños, espero que disfrute del baile y quizá más tarde me conceda el honor de bailar una pieza conmigo.

—    Lo pensaré. — Respondió Genoveva con una sonrisa traviesa, algo que podría ser (era) considerado bastante inapropiado, por lo cual la Reina sentía la enorme necesidad de pedirle amablemente al Príncipe extranjero que se retirara simplemente para tener oportunidad de reprender a su hermana menor y pedirle que se comportara como era debido.

Thomas se percató del semblante molesto de la Reina de Mystbelle, si bien intentaba no demostrarlo, era obvio que aquella conversación había dejado de ser de su agrado, así que tras añadir un comentario amable más se excusó con las hermanas para apartarse y dirigirse a otra parte del salón.

—    Creí haberte pedido que te comportaras, Genoveva. — Murmuró la mayor. — No comprometas tu integridad ni reputación.

—    Simplemente fui amable con él, creo que me agrada. — Se defendió la menor de las hermanas.

—    Ni siquiera lo conoces. — Hizo la observación. —, en la monarquía rara vez alguien actúa de forma honesta, mucho menos se muestra como realmente es.

—    Yo no quiero ser así. — Dijo Genoveva, siempre intentando desafiar las normas existentes. Sus ojos color miel reflejaban peligro; toda una mezcla de sentimientos resguardados dentro de ella se podían observar en ellos. — Y no porque tú seas así significa que todos en la realeza lo son, posiblemente él sea diferente, fue la primer persona que me saludó a mí y tuvo la decencia de felicitarme a mí, por sí no lo has notado, todos simplemente han hablado contigo, yo soy invisible aquí a pesar de que es mi fiesta. — Se quejaba la Princesa. —, él fue amable conmigo y quise corresponder el gesto, ¿Acaso es ilegal eso, Majestad? — Escupió aquella última pregunta con veneno en su voz.

—    No, pero no debes descartar la posibilidad de que ese hombre tan sólo fue amable para que caigas en su juego, y tú amabilidad podría confundirse con otra cosa. — Respondió con calma. —, no querrás que se esparza el rumor de que la Princesa Genoveva de Mystbelle es una mujer fácil.

—    ¿Por qué alguien pensaría eso?, ¿Por qué soy amable con alguien?, ¿Qué clase de enferma eres? — Atacó la menor.

—    La corte es un campo de batalla, Genoveva. — La mencionada se negaba a aceptar la realidad, todo aquel mundo al que su hermana se refería como un nido de víboras, lleno de traiciones y malas intenciones... no podía ser así, ella seguía pensando que había buenas personas, oportunidades de hacer amigos y aprender de cada persona que se conocía en el camino. —, si las personas empiezan a creer que eres fácil, dudarán de tu virtud y tus opciones se verán reducidas, sin importar si los rumores son falsos; podrían costarte caro y lo menos que quiero para ti es verte casada con un hombre de la peor calaña tan sólo para intentar salvar tu imagen.

—    Eres demasiado...dramática, eso no tiene por qué pasar necesariamente.

—    Mi esposo murió, Genoveva. — Le recordó ella. — Una cruel enfermedad acabó con su vida poco a poco, y yo estuve a su lado tan sólo viendo cómo se debilitaba con cada día que pasaba, busqué la ayuda de cuantos médicos fuesen necesarios, y sin importar los medicamentos, tratamientos e incluso supuestos remedios milagrosos que le fueron administrados lograron salvarlo. — La Princesa la miraba atentamente sin comprender el cómo se relacionaba aquello con lo que previamente estaban hablando. — No amaba a Dorian, pero le quería. Lo quise mucho y hubiese dado cualquier cosa para salvarle la vida, pero...le vi morir, y por más triste y desolada que me sintiera tenía que aparentar fortaleza, si demostraba como realmente me sentía otros reinos podrían aprovecharse de mi vulnerabilidad e invadirnos, pero lo que ocurrió es que me culparon de la muerte de Dorian y de nuestros padres quienes habían fallecido recientemente, hasta la fecha he oído toda clase de rumores que sugieren que yo misma lo asesiné, incluso algunos creen que soy una bruja y ofrecí a mi esposo en sacrificio. — Suspiró para mantener la compostura y no permitirle a sus emociones estallar en medio de aquella fiesta. —, el mundo es un lugar cruel, preferiría que no te dieras cuenta de ello de una forma demasiado...dura, ignorar el hecho de que existen personas mal intencionadas no te salvará de ellas, entre más pronto entiendas eso...menos sufrirás.

—    No puedes culparme por intentar cambiar las cosas. — Comentó la Princesa.

—    Sólo ten cuidado de no rebasar los límites.

Antes de que la conversación entre ambas hermanas pudiese continuar y profundizarse aún más,  un hombre junto con a una joven se acercaron y fueron anunciados por Louis.

—    El Duque Vladimir de Normandie y Lady Josephine. — Anunció Louis, los mencionados hicieron una reverencia... de vuelta al deber.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top