Triste despedida
Capítulo VI
Que triste y emotivo sepelio. Mi querida Sra. Martínez recibió los honores que merecía por sus años de dedicación a ayudar a los niños. Incluso el mismísimo presidente del país asistió al funeral donde le fue impuesta la condecoración póstuma por su ardua labor altruista a lo largo de su vida a pesar de tener siempre una salud delicada. Ezequiel visiblemente afectado, despidió a su esposa con el rostro lleno de lágrimas, compungido, recibió las condolencias de centenares de personas, incluyendo a los curiosos que se fueron poco a poco conglomerando al ver lo apoteósico del sepelio. Familiares y amigos dedicaron el último adiós a Elena de Martínez.
Las cámaras de las distintas televisoras de la nación, se dieron cita para dejar constancia de la importancia de la vida y muerte de la señora. Su legado trascenderá a través del tiempo para seguir vigentes en las diversas fundaciones que dejó bien constituidas. De eso no me cabe la menor duda.
Como su fiel asistente, me encargué de todo lo relacionado a su funeral. No podía dejar que algo fallará, en este trágico día, tanto los arreglos florales como la misa dejaron en claro mi alta estimación hacía mi querida señora y amiga.
Luego de finalizado el homenaje y funeral de la Sra. Elena. Traté de no ver a Ezequiel en muchos días; primero porque él debía estar sólo en su luto, además de que no sería bien visto que su asistente y el joven viudo estuvieran conviviendo en la residencia de la señora. Segundo y más importante, sólo iría a la mansión cuando el abogado lo estipulara para la lectura del testamento, estaba segura que no será nada agradable para él. Al menos eso creo luego de haber sembrado en la señora nuevamente la semilla de la infidelidad. Lo siento tanto mi querido Ezequiel, pero era imperativo darle un giro a mi vida, ahora que la señora no está ¿Quién cuidará de mi? Con ella aprendí muchas cosas, pero sin ella y sin su apoyo económico nadie me contratará no obstante no quiero comenzar de nuevo y lamer el suelo de aquellos que tienen el poder pero no el glamour ni la gallardía de Elena de Martínez, mi mentora, mi jefa y porque no decirlo... mi amiga.
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