14
Realmente no sé qué pasó. No recuerdo cuándo Jungkook llegó ni qué hicimos los segundos o minutos posterior a ello, lo único que sé es que una cosa llevó a otra y terminamos en la habitación de mi padre. Hasta ahí no debería haber nada demasiado raro, pero definitivamente lo es si terminamos teniendo sexo.
Me siento ligeramente perturbada por lo que estamos haciendo en este lugar, pero a la vez hay una emoción indescriptible que florece en lo bajo de mi abdomen. Me recuerda a esos días en donde lo conocí e iba detrás de él para ver si tenía alguna oportunidad.
Hasta que lo logré.
Lo estamos haciendo en la cama del hombre que me dio la espalda, que es el mismo hombre que le quitó a Jungkook unos objetos tan preciados. Y es emocionante. Demasiado emocionante. Aunque bastante sucio si me pongo en el lugar de mi progenitor.
La camiseta de Jungkook está tirada en algún lado de la habitación, dejándome ver la parte superior de su cuerpo sin que nada lo cubra y yo estoy de la misma forma, con mi cuerpo expuesto solo para él. Mis ojos viajan por su piel, deleitándome con cada uno de sus músculos y perdiéndome en cómo se marcan cada vez que empuja en mi interior. Jungkook es caliente, tan caliente que siento que cualquiera se podría derretir tan solo con estar un segundo en mi lugar. Su mirada profunda me está devorando y ni siquiera puedo apartar mis ojos de él. Estoy hechizada por su amor al punto de querer perderme en su mirada sin importar nada más.
Sus expresiones son muy atractivas. ¿Cómo puede existir alguien tan guapo?
—Te dije que te iba a gustar... Tan sólo mira cómo me estás recibiendo —de forma automática le hago caso y bajo mi mirada hasta donde nuestras pieles se unen, viendo de paso parte de su corrida anterior regada por mi abdomen.
Este hombre no puede ser real. Su resistencia no parece ser de este mundo. Sabe dónde tocar, también qué ritmo llevar.
—Eres un desvergonzado.
Mis manos viajan hasta sus pectorales para sentir su corazón latiendo, pero en su lugar a último momento mis dedos viajan hasta donde está ese tatuaje que llamó mi atención. Sin embargo, él me detiene para llevar mis manos por sobre mi cabeza. En su rostro se forma una sonrisa burlesca, pero sumamente atractiva.
—Pondré mi mano en tu cuello, no te vayas a asustar —trago de forma sonora mientras siento sus dedos fríos acariciar la piel del lugar. De seguro el anillo que lleva luego va a dejar una marca—. Cada vez que te vienes, puedo sentir como tu sangre bombea con más fuerza a tu cabeza y tu corazón parece querer explotar, lo siento en el latir de tu vena.
Dejo que haga lo que quiera conmigo. La culpa a ratos me invade cuando la razón aparece, pero él se encarga de mantener mis pensamientos ocupados para que no haya protestas al respecto. Me conoce tan bien que incluso da un poco de miedo, nunca pensé que alguien podría llegar a conocerme tanto.
El suave tacto se vuelve ligeramente más duro, pero todavía siendo soportable. Aunque cuando sus embestidas aumentan, de repente siento que el aire no está pasando como corresponde. Me está asfixiando, solo un poco, pero lo hace.
—Ju-jungkook —intento llamar su atención, pero parece estar muy ensimismado en lo que está haciendo—. Es mucho... No puedo respirar bien. M-me duele...
Y aunque pensé que no me estaba prestando atención, de repente sus ojos se detienen en los míos. Veo un tanto borroso por las finas lágrimas que se acumulan en una mezcla de placer y nervios, pero siento su mirada tan nítido y profunda.
Su cadera se retira y regresa para impactar con fuerza, llevando un ritmo que me hace apretar los dientes. Hay una fina línea entre dolor y placer, y sinceramente ya no sé muy bien en dónde estoy parada. La división es tan difusa que ni siquiera me tomo el tiempo de pensar más en ello.
—¿Te puedo contar algo? —por la forma en que me sostiene no soy capaz de asentir, pero hago un esfuerzo por responder un sí despacio—. Tu padre puso sus manos alrededor de mi cuello de la misma forma que lo estoy haciendo ahora... Aunque parece que tuve una mejor resistencia que tú, cariño. ¿Será porque tu cuello es más delgado? A veces siento que se podría romper si presiono un poco más.
Es extraño que sus palabras me sigan calentando y a la vez me produzcan un miedo que nunca antes había sentido. Si bien no es la primera vez que es más brusco, lo que dice logra dejarme la sangre helada. ¿Por qué menciona a mi padre de repente? ¿Tuvieron problemas que fueron más allá de lo económico? Sé que mi padre no es el ser más bueno del mundo, pero herir físicamente ya es otro nivel. ¿Acaso también estuve viviendo con un matón? Eso definitivamente ya sería el pack completo de malas cualidades.
—N-no entiendo. El aire no...
De repente sale de golpe de mi interior y se queda observándome sin sacar su mano de mi cuello. Puedo ver su miembro tan duro como al principio y el agarre de mi cuello solo desaparece cuando lo tengo literalmente a centímetros de mi cara. Toma su miembro y da suave golpecitos en mi mejilla, nada parecido a lo bruto que estaba siendo segundos atrás.
Está húmedo y caliente. Mi mejilla queda con la marca húmeda que es una mezcla de fluidos. Paso saliva aprovechando la libertad de mi cuello, sintiendo mi respiración pesada intentando ingresar aire a mis pulmones como normalmente lo haría.
—Shh... No desperdicies el aliento en palabras sin sentido. Mejor demuéstrame lo mucho que me deseas. Vamos, abre tu boca un poco —en automático pongo mis manos a los costados de su ombligo, deteniéndolo para que no siga avanzando— Bien, si no quieres, no te obligaré. Pero al menos dime lo mucho que te gusto... Lo mucho que me amas... Tal vez de esa forma sienta un poco de lástima, ángel.
El apodo, lejos de estar cargado de dulzura, se siente como una burla. Su voz baja y ronca cargada de excitación es como un hechizo. Aunque no sé bien lo que está pasando, mi cuerpo sigue rogando por él y por sentirlo de nuevo.
La razón me dice que debo parar y salir corriendo de ahí mismo, pero mi corazón parece tener una idea diferente.
—Te amo.
Otra sonrisa se instala en su rostro. Pasa uno de sus dedos por mi mejilla manchada, sacando ese rastro que él mismo dejó.
—Que chica tan buena. ¿Te he dicho lo dulce que eres?
Se mueve hacia atrás en la cama, volviendo a la posición en la que estaba antes. Su rostro baja hasta el mío y me besa con intensidad mientras juguetea con mis senos. Una gota de sudor se desliza por su mandíbula hasta caer en mi cuello. Nuevamente la temperatura de mi cuerpo vuelve a subir ante su gesto. No sé cómo, pero logra darme la vuelta mientras presiona mi centro con su hombría.
—Así está mejor, ¿verdad?
De a poco vuelve a ingresar en mí. Apoyo mis antebrazos en el colchón intentando buscar algo de apoyo, pero es imposible, pues una vez que embiste, siento que toda la fuerza de mi cuerpo desaparece. Su ritmo es lento pero profundo y lo mantiene por un rato, como si supiera a la perfección que de esa forma la excitación me vuelve a invadir con fuerza.
—Paremos un momento —su voz acaricia mi nuca—. No puedo ver tu cara siendo que te ves tan linda cuando sufres un poco. Tus lágrimas me encienden de una forma que no te imaginas...
Pero no hace nada para voltearme, y en su lugar empieza a ingresar con suaves movimientos.
Aunque sea difícil admitirlo, me encanta que me envuelva con su gran cuerpo. Si bien es despiadado cuando quiere, sus besos y manos gentiles contrarrestan su brusquedad. Al penetrarme presiona todo su cuerpo contra mi espalda, obligándome a estar pegada al colchón sin poder moverme.
¿Por qué me siento bien al ser tratada así? Parece que me voy a correr en cualquier momento.
Estoy loca. Él me volvió de esta forma... ¿O acaso siempre fui así?
—T-tengo miedo —digo apenas. Me asusta lo bien que me siento por su trato.
Cada vez parece que pierdo un poco más el conocimiento. El roce de su piel contra la mía es como un poco de anestesia. Su mano derecha otra vez llega hasta mi cuello, y lo envuelve para tirar hacia él. El anillo en la cadena queda bajo su palma y presiona contra mi garganta.
Duele mucho. El metal se entierra en mi piel, de seguro ya dejando una marca, pero no le importa y por consiguiente a mí tampoco.
—No te preocupes, todo va a estar bien. Solo te voy a matar... de placer.
No puedo ver su cara, pero siento como si estuviera poseído por algo.
***
Es imposible seguir más, mi cuerpo pide un descanso. Cada centímetro de mi ser está cubierto de sudor y jadeo en busca de algo de aire. Mi cabeza está inclinada hacia un lado y no hago ningún esfuerzo por enderezarla. Soy un peso muerto en el colchón.
Jungkook fue muy duro. Nunca había actuado hasta llegar a ese límite en el que siento que perdí el conocimiento más de una vez. Los recuerdos son fragmentos difusos que no logro hilar.
—Oh, no... Creo que ya tenemos cerca un espectador. Lo estaba esperando, pero demoró más de lo que pensé.
No alcanzo a procesar sus palabras cuando la puerta de la habitación es abierta de golpe. Los pasos fueron imperceptibles para ni yo cansado, pero el sonido de la puerta fue claro.
—¿Por qué estás con él, Jihee? ¿Qué haces junto a este tipo? ¡¿Por qué mierda está aquí?! —a lo lejos siento la voz de papá. Mi cuerpo duele tanto que no puedo abrir los párpados o decir alguna palabra. Estoy tan cansada que solo quiero dormir— Aléjate de ella... ¡No te atrevas a tocarla!
—¿Así me recibes, Doseok? Después de tanto tiempo sin vernos... Es una lástima que sigas siendo una persona tan horrible...
Su tono de voz es serio, pero tiene una pizca de burla. Su sonrisa viene a mi mente, esa misma que se burló de mí cuando le decía que ya no podía seguir su ritmo.
—¿Qué le hiciste a mi hija? —su voz está temblando. Es la primera vez que escucho a papá con un tono de miedo tan fácil de detectar— ¡¿Por qué está así?!
Aunque no lo puedo ver, juro que siento el temblor de su cuerpo a pesar de la distancia que nos separa. Y una profunda inquietud me invade. Aunque estemos peleados, algo me dice que hice mal en acercarme a Jungkook.
Tuve que mantener la distancia y no ir detrás de él una y otra vez.
—Hey, no me eleves la voz —algunos flashbacks de cuando discutí con papá vienen a mi cabeza por esa frase—. Primero déjame empezar diciendo que definitivamente tu hija es lo mejor que pudo salir de ti. Es tan bonita... aunque algo ingenua. No entiendo cómo la dejaste abandonada, pero te lo agradezco. Gracias a ti me gané su confianza muy rápido. Las chicas abandonadas son las primeras en buscar algo de atención... —Jungkook sigue a mi lado, lo siento desde lo más profundo. De repente el colchón se hunde, dejándome una sensación de lejanía—. Por cierto, ¿te gustaría saber lo que estuvimos haciendo aquí en tu habitación? Creo que, lamentablemente, no te gustará y tendrás que quemar todo, porque nos la pasamos muy bien ensuciando el lugar. Es cosa de ver a tu hijita...
Una repentina sensación de frío recorre mi cuerpo. ¿Tengo puesta la ropa? No la siento. En verdad, creo que nada me está cubriendo, pero no tengo fuerzas para moverme y hacer algo al respecto.
—¿Q-qué carajos dices? Jihee no... Eres un... Mi hija no estaría contigo, ella no está contigo porque tú estás, tú estás...
—¡Cállate! —su tono me paraliza más de lo que ya estoy. Su voz que siempre ha sido agradable, se vuelve rasposa y cargada de dolor; un dolor que incluso siento en mí como si fuera propio, aunque no lo comprendo—. Jihee se entregó por completo. Ni siquiera le importó de dónde vengo, ¿puedes creerlo? Tu hija se metió con un don nadie. ¿Qué piensas de eso, eh? A tu hija se la folló alguien que no vale nada. ¡Y le encantó! No sabes las veces que me rogó por más. Como lloró diciendo mi nombre... ¿Acaso tú también sentiste este sentimiento? Por supuesto que lo sabes a la perfección. Tan solo recuerda cuando estuviste con...
El sonido de algo estrellándose contra la pared resuena con fuerza en mis oídos. Incluso puedo jurar que algún trozo del objeto cae sobre mi cuerpo, que con suerte está cubierto por alguna manta, si es que Jungkook se apiadó y me cubrió con algo. Aunque sinceramente lo estoy dudando bastante.
Para este punto realmente pienso que lo mejor sería desaparecer. Había llegado a creer que en Jungkook había hallado todo ese amor que alguna vez había soñado, pero escuchándolo, entiendo que al final no ha sido más que una tonta ilusión. Sus palabras solo me hacen pensar en lo estúpida que fui al abrirle mi corazón y dárselo por completo.
¿Acaso de esta forma se sentían los hombres que alguna vez habían caído rendidos a mis pies? Me siento el ser más vil al pensar en el dolor que causé. No ser correspondido por la persona a la que se mira con ojos embelesados es realmente doloroso. Mi corazón de a poco se está agrietando, es como si lo pudiera escuchar mientras algunos trozos se desprenden y caen.
—¡¿Quién te crees para venir a decir tanta mierda en mi propia casa?! ¡¿Por qué apareciste solo para atormentarme?! ¡Ella no tiene nada que ver! —papá está desesperado y un poco de lástima me invade.
Algo más se estrella contra la pared, y esta vez sí puedo sentir como algo llega hasta mi rostro. No entiendo lo que está ocurriendo, y tan solo quiero que esto sea otra horrible pesadilla. Pareciera que los hombres solo saben causar daño y me siento sorprendida de haber estado entre los brazos de tantos. Si hubiera sabido que todos serían así... Tal vez habría tomado otras decisiones, tal vez habría intentado alejarme de todo desde un comienzo para no terminar con el inmenso dolor en mi pecho que pareciera que en cualquier momento me hará retorcerme de dolor.
Si tan solo no hubiera tomado esa sucia chaqueta... Si mis cosas no hubieran sido robadas...
Un grito de mi padre me estremece hasta los huesos. De repente todo se vuelve silencioso, como si no hubiera ocurrido nada. Sin embargo, mi corazón está latiendo con mucha fuerza, tanta que lo siento en mis oídos y en todo mi cuerpo.
—Oye... ¿estás bien?
Esa frase viaja por mis recuerdos hasta que me doy cuenta de que la estoy escuchando en el presente. Como si fuera una señal, mis ojos se comienzan a abrir de a poco y mi cuerpo vuelve a sus sentidos, aunque algo adormecido. Llevo una mano a mi mejilla derecha, percatándome de una sensación húmeda, la cual no estoy segura de si solo se debe a las lágrimas que comienzan a salir de mis ojos, al sudor producto del miedo que recorre todo mi cuerpo hasta llegar a lo largo de mi columna o a algo más.
Como puedo me incorporo en la cama, sintiendo los trozos de los objetos rotos esparcidos sobre el colchón. Mi respiración se comienza a acelerar, incluso si no estoy haciendo ningún esfuerzo que implique que mis pulmones necesiten más aire.
—¡P-papá! —desde el fondo de mi garganta escapa la palabra, incluso antes de ser consciente de lo que iba a decir.
En una imagen borrosa lo veo tirado en el piso, ahí sin más. No se mueve, ni siquiera lo escucho quejarse y un inmenso terror recorre toda mi columna.
—¿Acaso no querías vengarte? Debe ser un pecado dejar a una chica tan linda como tú abandonada a su suerte. Agradéceme por este favor... Te estoy salvando de un destino todavía peor —su rostro, el cual siempre se me hizo jodidamente atractivo, me parece distinto... como si sus facciones estuvieran inundadas de dolor, de rabia... Y algo me dice que ni siquiera me puedo mover para socorrer a mi padre—. Por cierto, ten de vuelta esto.
Me percato de que está vestido, y por lo mismo es que de uno de los bolsillos traseros de su pantalón saca una tela arrugada, la cual me lanza y cae sobre mis muslos que finalmente sí estaban desnudos, al igual que el resto de mi cuerpo. Con manos temblorosas lo tomo entre mis dedos para ver de qué se trata, aunque muy en el fondo tengo la sensación de que es algo que conozco, es más, es algo que me pertenece.
Y lo confirmo una vez que puedo ver claramente que es la ropa interior que quedó olvidada en el auto de ese tipo que me robó, justo esa noche que conocí a Jungkook.
Suelto la tela como si fuera algo que me quemara al tacto. Mi respiración vuelve a ser inestable y a mi alrededor el lugar se vuelve a sentir nublado, disperso. Siento que otra vez voy a perder el conocimiento en cualquier momento. El corazón me va a explotar por el terror que recorre cada una de mis venas y la escena frente a mí solo contribuye a que el miedo siga creciendo.
Estoy horrorizada. Mi sangre se siente como si estuviera congelada y solo viajaran cubos de hielo por mis venas.
—¿Q-qué mierda? —susurro apenas, viendo cómo camina hacia mí. Pasa al lado de papá, rozando con sus zapatos su cuerpo que no se mueve— ¿Por qué tienes esto? ¿P-por qué me estás haciendo esto? ¡Yo no te hice nada malo! ¡Tan solo te amé y te di mi corazón!
El colchón a mi lado se hunde y sus fríos dedos rozan mi pálida piel. Creo que mi presión está bajando con cada segundo que pasa.
—Lo sé, siempre fuiste un ángel precioso, pero lamentablemente... Eres la hija de un demonio. Aunque no me hayas hecho nada malo, estás condenada por tener la sangre de ese imbécil —sus ojos recorren mi cuerpo. No puedo sentir vergüenza, el terror me tiene dominada por completo—. Deja que te ayude poniéndote algo de ropa, será una pena que cuando me vaya alguien te encuentre en este estado tan vulnerable. La lavé —me indica tomando la ropa interior que me había dado—, ponte esta, la que estabas ocupando es todo un desastre.
No quiero que me toque, no quiero que esté cerca. Sin embargo, bajo su tacto mi cuerpo se vuelve débil y termino cediendo. Desliza la tela por mis tobillos y por lo largo de mis piernas hasta llegar a mi cadera. Coopero sin pensarlo, levantando un poco el trasero para que pueda acomodar bien la prenda. Su mirada, la cual es la de todo un depredador, se detiene en mis ojos y baja hasta mis labios, en dónde con uno de sus dedos toca la suave piel de la que fue dueño por largas horas.
Los ojos me duelen mucho, aun así, lágrimas comienzan a salir sin parar. No puedo creer que pensé que me había mirado con amor. Al final solo puedo pensar en que amor es lo que menos siente por mí. Alguien que me amara de verdad no me tendría en este estado ni me habría expuesto de tal forma frente a mi padre.
—Te odio, Jungkook. Eres tan malo. ¡Te odio con todo mi corazón!
Él seca mis lágrimas, pero los anillos en sus dedos están tan fríos que duele todavía más, por lo que aparto el rostro poniendo mucha fuerza en ello, por lo menos más de la que tengo. Y caigo en cuenta de que tiene el que estaba en mi collar, pues ya nada rodea mi cuello. La cadena de seguro está tirada por alguna parte.
—Odiar es una palabra muy fea viniendo de un ángel —me toma del mentón, obligándome a que lo mire. Y lo hago, lo hago porque mi cuerpo está totalmente hechizado por él y negarme solo sería más doloroso—. La pasamos bien, Jihee, quédate con todo lo bonito, ¿sí? —acerca su rostro al mío y me da un beso que siento que absorbe la poca energía que me queda. Es un beso fuerte, húmedo, desordenado, cargado de rabia pero con una pizca de amor, o eso quiero creer por la repentina paz que me invade—. Duerme tranquila, te haré el favor de que no veas nada mientras arreglo un poco este desastre. Tal vez no te amo, pero te agarré algo de cariño después de todo.
—T-tú... Maldito mentiroso... E-eres...
—Shh... Si te hace sentir mejor, puedes quedarte con cada te amo que alguna vez dije. Pensándolo bien, puede que no hayan sido del todo falsos
20/09/24
¡Y aquí el capítulo final de esta historia!
No digo más porque falta el epílogo y los agradecimientos, pero les dejo esto que me representa (bromita):
Y algo que sin duda representa a Jihee:
Algo de humor para todo lo que pasó 😃
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top