Chapter 22: Abismo

Dolido no era la palabra que le quedaba en ese momento, para nada, él estaba en una completa agonía. Había metido la pata en grande, lastimando a Hinata y alejándola de él.

Fue un idiota, un patán y estúpido que antepuso su venganza por encima de todo, y de todos. Si no hubiera querido vengarse, nada de esto le estaría pasando, nada de esto le estaría matando lentamente como veneno de serpiente.

Todas aquellas lecciones que veía en la T.V o leía en los libros con respecto a la venganza no le enseñaron nada.

Una espada de doble filo, un platillo que se servía frio, nada de eso importaba ya. Arruino no solo su vida, sino también la de Hinata, la de Naemi y la de sus dos "mejores amigos". Aunque estos dos lo tenían merecido, la culpa no dudo nada en atormentarle.

No se debería tratar de tomar venganza o cobrar el daño que las personas te han hecho, puesto que al karma no le gusta que hagan su trabajo, y que al hacerlo te hará pagar con lágrimas de sangre.

Si su hermano estuviera ahí, le miraría con aquella superioridad, negando con la cabeza y cruzado de brazos diciendo:

"-Te lo dije-"

Para evitarse aquella escena, se quedó en la casa de playa. Había limpiado lo de la fiesta en un desesperado intento por distraer sus pensamientos y tratar de sentirse mejor. Cosa que no le funciono.

Tarde o temprano tendría que regresar y rendirles cuentas a todos. Tarde o temprano iba a regresar para afrontar los hechos que causo, uno de ellos, afrontar el dolor que sembró.

Aún seguía en esa casa envuelto en la completa oscuridad que le podría brindar. Daba gracias a que el sol se mantuviera oculto tras aquellas nubes grisáceas y evitaría molestarlo más.

¿Habían pasado días?, claro que sí, pero él no sabía cuántos exactamente. No sabía cuánto tiempo hacia estado dentro de su propio abismo. No había probado bocado alguno, su apetito se había esfumado y solo se llenaba de alcohol y más alcohol.

Algunas de las botellas de whisky que había comprado estaban vacías en su entorno al igual que las demás botellas de alcohol. De lo único que estaba seguro era que si se atrevía a fumar estallaría como una bomba a causa de tanto alcohol que recorría su sistema.

Bebía con tal de no llorar, dormía con tal de no estallar en cólera, y se la pasaba sumido en la oscuridad por ser el único lugar donde se sentía seguro. Se odiaba demasiado que no soportaría verse.

Había perdido al único rayo de luz que poseía, y ahora estaba en esa misma oscuridad que tanto fue su hogar en el pasado.

Recargo la cabeza en el respaldo del sofá, extendió sus brazos a lo ancho del mismo con la botella de whisky en su mano izquierda. Miraba atento el techo que era su entreteniendo en esos días, dejando que su mente se perdiera en sus pensamientos y esos recuerdos que logro en esos meses.

Se llevó la botella a la boca y le dio un largo sorbo directo para después volver su pose inicial. Mirando el techo, tratando de sofocar todo el dolor y rencor que sentía. Trataba de ahogar sus penas en esa bebida.

¿Por qué las cosas le habían salido mal?, ¿Por qué no salió como esperaba?... ¿esos meses que pasaron habían hecho algo más de lo que pensaba?

Eran demasiadas preguntas que surgían como tornados en su cabeza, causándole un terrible dolor. Volvió a beber, ahora dando un sorbo más largo, lo suficiente para que aquella botella quedara semivacía.

Sentía tanto odio recorriéndole las venas, tanta rabia por que las cosas no salieran bien, que ese mismo odio exigía salir de su cuerpo de alguna manera. Se puso de pie como pudo, apoyándose sobre el sofá para mantener el equilibrio y tratar de llegar a la cocina para tomar más alcohol.

Dejo la botella sobre el piso y camino torpemente hasta llegar a la cocina, donde saco la última botella de whisky que le quedaba. Regreso al sofá, dejando caer todo su peso y soltando un suspiro.

Logro abrir la botella y tras darle el primer sorbo, sintió como todo a su alrededor empezó a darle vueltas, volviendo todo oscuro.

Abrió los ojos, viéndose ahora de pie delante de un espejo en su habitación. Llevaba puesta una camisa blanca y un pantalón negro, sin zapatos y con todo el cabello despeinado.

Alguien llamo a la puerta. Creyó haber dicho un adelante, dado que no escucho su voz, pero la persona que entro sí.

Aquella silueta, esa sonrisa, y su largo cabello. Era su Madre, Mikoto. La mujer entraba a su habitación con una de sus sonrisas radiantes y hermosas, llevaba puesto un kimono elegante de color rojo, con flores adornándole el mismo. Su cabello elegantemente recogido y adornado con flores.

"-¿Por qué aun no estas arreglado?, ¡Llegaremos tarde al festival!-"

Se quedó mirando a su Madre, con las lágrimas saliendo de sus ojos. No pudo contenerse y se lanzó a sus brazos, diciendo que la amaba, pero por más cosas que le dijera, no podía escuchar su propia voz.

"-Yo también te quiero hijo mío... ¡Pero anda que ya estas tarde!-"Con su amable sonrisa, ella camino hasta el armario y saco su Yukata en color azul oscuro. Se la lanzo diciendo que se diera prisa para que se marcharan.

La mujer salió dejándole solo en su habitación otra vez, la alegría de haber estrechado a su Madre en sus brazos le dejo demasiado contento y tranquilo como para no ponerse a pensar en nada más. Se vistió con el yukata y salió de su alcoba.

Al salir y bajar por las escaleras, estaba el resto de su familia. Su Padre y hermano con sus yukatas, su Madre y su tía Midna en sus hermosos kimonos. Sus Tíos y Naemi.

En cuanto llego a su nivel, Naemi le miraba con una sonrisa brillante como las de siempre. El solo pudo quedarse mirándola con sorpresa.

"-¿Y Naruto?, ¿no vendrá?-"La voz de Obito le hizo posar sus orbes en él.

"-Dijo que lo vería en el festival-"le respondió.

Recordar a su amigo, le causo un horrible dolor de cabeza, obligándolo a llevarse ambas manos a la misma. Apretó los dientes a acusa de aquello, y cuando se pudo recuperar, ya estaba en ese festival. Sus Padres estaban en un puesto de comida junto a sus Tíos.

Itachi estaba jugando con sus amigos, y Naemi le miraba con preocupación. Ella movió sus labios, pero el no escucho nada.

Se reacomodo en su lugar, ante la atenta mirada de ojos azules. Antes si quiera poder decir algo, un rubio alegre con su respectiva yukata abrazaba a Naemi con sumo cariño. Naruto tomo a Naemi en sus brazos, le saludo con una sonrisa y tras aquello se llevó a Naemi hacia donde estaban los Padres del Uzumaki.

"-Sa-Sasuke-"Aquella voz tierna, le hizo girarse hacia ella. Y justo delante de sus ojos, estaba su hermosa Hyuga.

Hinata estaba hermosa en su kimono lila con adornos de flores, mirándole con aquel encantador peinado y maquillaje que había usado en aquella cena en el restaurante cuando su relación se había vuelto sería. Sus mejillas adorablemente sonrosadas y esa tierna sonrisita en sus labios.

La envolvió en sus brazos, mientras algunas lágrimas salían de sus ojos. Empezó a suplicar y pedirle perdón, pero su voz nunca se escuchó. Se dejó caer de rodillas a ella, abrazándole la cintura y hundiendo su rostro en su vientre.

Algo tibio cayo en su cabeza, y aquello le hizo levantar su mirada. Su corazón se rompió solo con verla.

Hinata había cambiado su mirada a una triste y dolida. Lo que le había caído eran las lágrimas que surgían de aquellos hermosos ojos perlados como cascadas.

Mas lagrimas salieron de sus ojos, cayéndole en su rostro. Siguió pidiendo perdón, pero ella no parecía escucharlo, ni él tampoco se escuchaba.

Siguió suplicando y llorando, pero Hinata empezó a alejarse de él, mirándole aun con esa mirada lastimosa. Se alejó, hasta que unos brazos la atraparon.

El propietario de los brazos salió, mostrándose con una fastidiosa sonrisa de niño bueno, a juego con su odiosa mirada de superioridad. Toneri, sostenía a su amada en sus brazos.

Hinata le correspondió al abrazo mirándolo aun, con esa tristeza y aun con las lágrimas que le adornaban el rostro.

Toneri aun mirándole con su superioridad, tomo a Hinata por el mentón, acercándola poco a poco a sus labios, y justo en el momento en que estaban por unirse, grito con todas fuerzas, sintiendo como su garganta se rasgaba a causa de aquel grito. Todo se volvió oscuro otra vez.

Abrió los ojos, sumido en la oscuridad, espero a que su vista se acostumbrara a la misma, permitiéndole saber que estaba aún en la casa. Todo había sido un horrible sueño.

Arrojo la botella que aun posaba en su mano con todas sus fuerzas hacia la pared. El horrible sonido de la botella partiéndose en pedazos, fue el mismo que sintió el dentro suyo.

Las lágrimas empezaron a salir, quemando sus mejillas, traicionándolo completamente.

Ese momento en la que botella de había quebrado, él también lo hizo.

--

Después de que Toneri le hubiese dejado en su casa, la mansión Hyuga. Evito a toda costa cualquier contacto con su Padre u alguna otra persona.

El viaje había sido tranquilo, y silenciosos. Incluso le agradeció al albino que le hubiese ayudado, en su estado ya no le importaba nada, solo llegar a casa y sumirse en su cama.

Toneri, por su lado, había tratado de ayudarle, pero ella rechazo su ayuda con su poca "amabilidad" que tenía en ese momento. Por más que le hubiera gustado hacer alguna movida para atraerla, ella no reaccionaba a nada de lo que le decía, parecía estar muerta. Frustrado por no haber podido hacer alguna de sus movidas, se resignó a mirarla y procurar demostrarle que él estaría hay para ayudarle.

Se ofreció a hacerle compañía un rato si lo necesitaba, pero Hinata le negó con una sonrisa triste y lastimosa.

Una vez que hubieran llegado a la mansión Hyuga, y agradecer a Toneri, entro a su casa sin hacer ruido y rezar por que su Padre no le escuchara. Menos mal que no pasó nada.

Tan solo llegar a su alcoba y quitarse la ropa en busca de algo más cómodo. Una de sus pijamas que se habían quedado fue la elegida. De color azul claro tanto pantalón y playera.

Se dejó caer sobre la cama, envolviéndose hasta la cabeza con las sabanas. Una vez dentro de aquella protección, empezó a llorar.

Llorar como si no existiese un mañana, dejar escapar todo el dolor que se acumuló en su corazón, y esperar a sentirse mejor.

Le dolían las palabras de Sasuke, le dolía saber que era Sakura a quien el realmente amaba, aun cuando ella le había entregado las piezas rotas de su corazón para que el pudiera sanar el suyo.

La punzada en su pecho era agonizante, tanto que no sabía si esta vez su mente y corazón podrían soportarlo. Porque ahora estaba sola, no había nadie que pudiera ser su farola para ayudarla a salir del abismo en el que se sumergió, nadie estaría a su lado como la última vez.

Que había contado con...

-...Sasuke...-aquel sollozo que llevo su nombre, salió de sus labios como agonizante gemido de agonía.

Sus lágrimas aun salían con más ganas tan solo recordarlo, tan solo recordar cada cosa que pasaron juntos alimentaba su agonía. Tanto como lo amaba, era tanto como dolía.

Su almohada se llenó por completo de sus lágrimas, y poco a poco, el cansancio reino, haciendo que llorara hasta quedarse dormida.

Habían pasado días... mas no podría decir cuántos exactamente. Su Padre ya sabía de qué estaba en la mansión, y tras lo que le dijo Neji, quien se enteró de boca de Tenten, no quiso molestarla. Ordenaba a una de las sirvientas que le llevara de comer, pero la sirvienta siempre baja con la bandeja intocable.

Hinata no comía, solo bebía el vaso de agua que la mujer le dejaba y nada más. Sus lágrimas salían hasta que sus ojos soportaban, dado que, por más que ella quisiera ya no llorar, el dolor de su corazón era tan fuerte como el amor que le juraba al Uchiha. Por lo tanto, sus lágrimas salían una tras otra, tras otra hasta que se quedaba dormida.

Hundida en la oscuridad, herida, y lastimada.

Neji había tratado de hablar con ella muchas veces, pero la Hyuga no hacía caso omiso a sus palabras, Tenten también hablado con ella, pero siempre era el mismo resultado.

Hiashi, quien siempre se mostró indiferente a los problemas juveniles de sus hijas, esta vez no pudo pasarlo por alto. Su hija sufría, y él no había hecho nada por ayudarla. Su esposa estaría muy avergonzada si lo viera.

Una tarde, había terminado de hacer los arreglos para irse tanto él como Hinata y Neji a la casa de sus Padres a pasar las fiestas. Salió de su despacho, casi al mismo tiempo la sirvienta baja con una bandeja de comida, que su hija no había si quiera probado. La mujer le vio y suspiro antes de seguir con su camino.

Sabía que ya no podía dejarla así, ya no podía dejarla así. Tomo una bocanada de aire, y después subió las escaleras hasta llegar a la puerta de la habitación de Hinata. Llamo a la puerta, y tras dar un par de golpes, entro.

Aquella habitación completamente en oscuridad, y un silencio que se veía roto por los débiles y frágiles sollozos de su hija, quien descansaba sobre la cama, envuelta en las sabanas hasta la cabeza.

-Hinata-llamo con voz fuerte, esperando la respuesta de su hija. Quien tras haber escuchado a su Padre, se retiró débilmente las sabanas para destaparse y acto seguido sentarse sobre la cama con la mirada perdida.

Hiashi se acercó a ella, y se sentó en la cama, antes de hablar, decidió mirarla, llevándose una horrible sorpresa.

Hinata tenía el cabello despeinado, su piel más pálida de lo que recordaba, sus ojos hinchados a causa de tantas lágrimas, sus mejillas enrojecidas, y su mirada totalmente vacía, carente de su habitual alegría y amabilidad.

Llevo una mano a la mejilla de su hija, y limpio con la yema de su pulgar aquella lagrima solitaria que atravesaba su mejilla. Hinata reacciono a su contacto, mirándole, pero segundos después, volvió a posar su vista sobre la cama.

Era difícil, sobre todo para alguien como él. Y... ¿ahora que debía decirle?

-Entiendo que estas mal...-rompió el silencio entre los dos.- Y la verdad, no entiendo como debes sentirte...-

Hinata trataba de prestar atención a lo que su progenitor decía, pero su mente estaba tan caótica que no podía escuchar nada que no fuera el bombeo de su corazón.

-Pero... quiero decirte, como mi hija... que eres fuerte...-Aquella palabras hicieron que Hinata posara sus ojos sobre él, sorprendía.- Has demostrado fuerza en otras ocasiones, tras la muerte de tu Madre, fuiste fuerte por Hanabi, ocultando tu dolor y superándolo más rápido para ayudarla a ella.- Explicaba con una extraña sonrisa pequeña en sus labios.-Y eres bondadosa como tu Madre... porque supiste perdonar a un Idiota que te lastimo, y pudiste amar a un chico que estaba inmerso en la oscuridad-

La sonrisa de Hiashi demostraba el cariño hacia su hija, un cariño que no solía mostrar, un cariño que fue capaz de llegar hasta su roto corazón.

-Sé que serás capaz de salir de esto... No solo porque eres una Hyuga, sino porque eres mi hija- Dejo de acariciar su mejilla, y la acerco a él, para envolverla en sus brazos, concluyendo su plática en un abrazo entre Padre e Hija.

Hinata sintió con aquel abrazo, como cada parte rota de sí misma se unía otra vez.

A veces olvidaba que no siempre se debe de recurrir a los amigos para sanar tus heridas, a veces solo es necesario un abrazo de tus Padres, para sentir que todo saldrá bien. O al menos para sentirte mejor.

Le abrazo con fuerza, dejando que más lagrimas escaparan de sus perlados ojos, pero las lágrimas ya no eran a causa del dolor, eran lágrimas de alegría... una extraña, pero reconfortante alegría.

--

Tras que los Jinchurikis hubieran llegado al antiguo departamento de Naemi, la Uchiha se había recluido en su habitación, pidiéndoles que no entraran.

Conocían esa rutina en ella, iba a estarse en esa soledad de su oscura habitación para sanarse a sí misma. Pero quizá esta vez, ni la oscuridad serviría.

Gaara y Bee decidieron quedarse los siguientes días con ella, el resto iba a diario a visitarla, pero por más que lo trataran ella se negaba a salir. La única persona que podía entrar era Yagura para dejarle un sencillo vaso de agua y poco más.

Naemi quería tragar todo el dolor, y encerrarlo en su pequeña caja para que este jamás volviera a molestarla, pero había olvidado que aquella caja tenía un límite, y su dolor era demasiado para aquella pequeña caja.

Sabía que todo esto pasaría, pero no pensó que el dolor iba a ser tan agonizante. No pensó que el dolor le consumiría hasta la más recóndita fibra de su ser.

Un dolor que no podría desaparecer así por que sí. Un dolor que la arrojo al mismo abismo del cual, fue testigo hacía mucho tiempo en Sasuke y Hinata.

No era seguro decir que odiaba a Sasuke, o si se odiaba a si misma por permitirlo. Ella sabía... lo sabía desde un principio, y aun así siguió con eso hasta el condenado final.

Las lágrimas habían dejado de salir hacia mucho tiempo, y ahora solo mantenía su mirada sobre el techo de su habitación. Dejando que su mente se perdiera en la finita oscuridad del sueño, y despertar solo para escuchar el golpeteo de lo que alguna vez fue llamado su corazón.

Era fuerte... pero a la vez débil, era lista, pero a su vez una tonta. Había firmado el contrato con la muerte, como Yagura le había advertido hacía tiempo, el lobo cerro su hocico para destrozarle y no dejar nada más que un simple trozo de carne muerto que era lo que le bombeaba sangre.

Debía salir, salir del abismo al que ella misma se permitió caer... Y lo haría de la única forma que conocía... cantando.

Salió de su habitación, en medio de la noche, donde nada más salir vio a su amigo pelirrojo dormido sobre el sofá, una sonrisa lastimosa salió de sus labios. Camino hasta el piano, ese hermoso y preciado piano en color negro. Se sentó sobre el banquillo y paseo sus manos por encima de las teclas sin tocarlas.

Cerró los ojos,... un latido... dos latidos... tres latidos...

Dejo caer las manos sobre el piano, empezando a tocar lo que su corazón dictaba. Siguiendo su ritmo, sus manos obedecían y la música lleno el departamento despertando a Gaara y a Bee.

Sus orbes azules miraban el piano y seguían el ritmo. Sacando en cada una de sus teclas, en cada uno de sus sonidos el dolor, el odio y todo aquello que la mataba desde adentro.

Gaara la miraba tocar al piano al igual que Bee, ambos con sonrisas en sus labios, degustando de la música que creaba. Apreciando en cada acorde y ritmo el dolor, la tristeza y la resurrección de esa ave fénix que luchaba por surgir de sus cenizas.

A dichos acordes, empezó a acompañarlos su voz, cantando y dejando escapar cada sollozo y alarido de su agonía.

Cantando y tocando, dejando escapar el veneno de su sistema. Un par de lágrimas acompañaron su momento, y después, el acorde final.

En cuanto la música se detuvo, en cuanto el dolor se había esfumado... Giro a ver a sus dos amigos, que le miraban, sonrientes.

-Haz vuelto-dijo Bee.

Naemi sonrió, aun con las lágrimas saliendo de sus ojos, sonrió como hacía días no lo hacía...

Con felicidad.

--

Antes de haber llegado a su casa, llego a una estación de auto-servicio donde gasto cada centavo que llevaba en su cartera en ese momento en alcohol y botellas de whisky, entre otros.

Y una vez llegado a su casa, se encerró en la misma, y empezó a beber. Tratando de ahogarse en alcohol...

Había dejado a Sakura, el "amor de su vida" por una... por una...

Gruño con fuerza, por más que sintiera odio hacia ella y el resto de Uchiha, no podía llamarla de otra que no fuera suya. No podía decir lo que pensaba, por que muy a su pesar, la seguía queriendo como un condenado imbécil.

La amaba, y eso le dolía. Pero no solo eso, también le molestaba. Cualquier persona en su sano juicio la dejaría de querer por lo que hizo, pero no... él no tenía un juicio sano. Estaba seguro de que la amaría hasta el final solo por ser diferente al resto de chicas, que la amaría por la eternidad. Se odiaba, y odiaba todo en ese momento.

Un idiota que se dejó engañar, un tonto que aun sabiendo que algo andaba mal no quiso salir de su nube de alegría. Ahora sufriría y se hundiría en su abismo.

Entre sueños, entre botellas, entre lágrimas amargas que se obligaba a sí mismo a reprimir, vivió los siguientes días. Recluido, e inmerso en la soledad.

Regresaba del baño, a paso lento y perezoso hacía su cómodo sofá, hasta que el sonido de la puerta lleno todo su departamento, gruño con la sola idea de pensar que sería el molesto casero, tomo el dinero que tenía oculto en la cómoda de la sala, para lanzárselo a la cara y cerrarle la puerta con fuerza en su asquerosa cara.

Pero al abrirla, estaba nada más y nada menos que su hermano menor, Konohamaru. Chasqueo con la lengua, enfadado por su intromisión.

-¿Qué quieres niño?- gruño.

Konohamaru se quedó mirándolo de pies a cabeza, con tristeza. Puesto que su "hermano mayor", no lucia para nada bien.

Desde las terribles ojeras que le adornaban el rostro, la carencia de alegría y energía que desprendían sus ojos, su característica sonrisa borrada por completo, su cabello despeinado y sucio, el horrible olor a alcohol que emanaba, y su semblante de molestia absoluta.

-¡Hermano Naruto, por favor no puedes seguir así!-soltó el pequeño.

Naruto rodo los ojos con molestia, gruñendo se alejó de la puerta hacia el sofá, seguido de Konohamaru que no dejaba de verle.

-¡¿Acaso no vas a escucharme?!-levanto su voz, esperando una respuesta del ojos azul, pero el rubio si quiera le hacía caso. Se había dejado caer sobre el sofá, tomando la botella de vodka que había dejado antes de irse al baño. Le dio un largo sorbo, ante la atenta mirada del pequeño.- ¡Hermano Naruto!- Reclamo su atención.

-¡¿Qué demonios quieres que te diga?!-levanto su tono de voz, mirando al pequeño, fulminándolo con la mirada.- ¡Tu no entiendes nada de estas cosas!, ¡Así que no vengas a decirme que hundirme en alcohol es malo, porque no sabes lo siento-ttebayo!-

-¡Eso no viene al caso!, ¡Tú siempre has dicho que debemos salir adelante superando los obstáculos que la vida nos ponga!, ¡Para hacernos más fuertes!-

-¡El amor es diferente!- Ambos habían empezado a gritarse, llamando la atención del resto de vecinos.

-¡No lo es!- Konohamaru se había acercado a él, mirándolo retadoramente.

-¡¿Y cómo mierdas lo sabes tú?!-Naruto se levantó de su lugar, causando que el menor retrocediera un par de pasos a causa de esa mirada llena de rabia.-¡¿Acaso te has enamorado a tal grado que duele?, ¡¿Has amado a una chica que pensaste que sería el amor de tu vida?!, ¡¿Se han vengado de ti, lastimándote donde más duele?!, ¡¿Te han mentido y jugado contigo?!, ¡¿Y que a pesar de todo aun amas a esa chica?!, ¡¿Te ha pasado?!- Naruto le sujeto, inconscientemente del cuello de su camisa, levantándolo hasta su altura.- ¡Responde!- Rugió furioso.

-¡No, No!-Konohamaru soltó algunas lágrimas al sentir el actuar de su hermano mayor, al ver esos ojos vacíos, y lo lastimado que estaba.

-¡Entonces no me vengas con el estúpido cuento de que puedo superar esto sin ahogarme en alcohol-dattebayo!-Dejo caer al pequeño quien a su lenta reacción cayo de nalgas al suelo.

Regreso al sofá, desplomándose sobre el mismo, y bebiendo de la botella de vodka otra vez, con la mirada clavada al frente.

Konohamaru se quedó unos momentos en el suelo, tratando de recuperarse por lo que había pasado. Nunca antes Naruto le hubiese puesto una mano encima, ni le abría gritado como esa vez, sin duda su hermano estaba peor de lo que pensaba.

Se levantó de su lugar, y camino hasta la puerta, una vez debajo del marco de la puerta se giró a verlo por última vez.

-Tú no eres el Naruto que yo admiraba...-apretó sus puños con fuerza a cada lado de su cuerpo.- ¡Eres un maldito vago y ebrio de porquería!- Sus palabras acompañadas por lágrimas.

-¡LARGO!-grito Naruto antes de lanzar la botella hacia él, quien pudo cerrar la puerta apenas unos segundos de que la misma llegara a él.

La botella se hizo pedazos contra la puerta, Naruto crujió sus dientes, enfadado.

Esa era la última botella de alcohol que le quedaba.

--

En la casa de playa, el moreno estaba mirando el techo, con la cabeza recargada sobre el respaldo del sofá. Había llorado hasta dormir, despertando hacía apenas unos minutos, mismos que le sirvieron para meterse en lo más profundo de su mente.

Estaba perdido, y no podía pensar con claridad. ¿Qué debía hacer ahora?, ¿Qué le quedaba?

Todo estaba perdido, todo estaba mal... y no había manera de por dónde empezar. O eso creía él.

Frunció el entrecejo, gruñendo por la forma en la que se estaba comportando. Era un maldito Uchiha, ¡por amor a Kami!, y debía actuar como tal.

Se levantó de su lugar como resorte, y emprendió su viaje a la salida de la casa, donde apenas salir, para recibir la ráfaga de aire salado y frío le causo nauseas.

Estaba demasiado ebrio que no pensaba con suma claridad, pero de algo si estaba seguro. Y eso era que iría a recuperar a la persona que amaba.

Quizá el alcohol le entorpeció sus neuronas más de lo que creyó, pero estaba dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias con tal de recuperarla. Si era necesario secuestrarla para poder hablar con ella, lo haría, y haría hasta lo imposible por recuperarla.

Avanzar un par de pasos, y lograr cerrar la casa habían sido todo un reto, pero lo había logrado.

Ahora solo quedaba conducir... Era de noche, y no tenía ni idea de que hora serian, pero ya no había más tiempo que perder, no podía esperar a estar sobrio o al menos en cuatro de sus cinco sentidos.

Subir al auto, y arrancar, conducir los primeros kilómetros no habían sido problema, pero si lo fue una vez que había llegado a la ciudad. Los focos de las lámparas le molestaban, y estas provocaban que su visión se distorsionara y varias veces su auto se moviera de forma brusca.

Tal parecía ser que era bastante tarde, porque no había ni un alma por las calles. Dio gracias a eso.

Se detuvo en un semáforo en rojo, en aquella amplia avenida. En la parte contraria a su carril, en otro semáforo, estaba un auto. Estaba quieto, haciéndole saber que él también tenía el alto.

Trato de enfocarlo, y al hacerlo, apretó el volante con fuerza. Ese era el auto de Naruto... mismo, quien también trataba de enfocarlo a él.

Naruto había salido, y realmente no tenía claro el por qué salió, solo lo hizo. Y ahora estaba en esa avenida, a varios metros de Sasuke.

El alcohol en sus venas era demasiado, entorpecían sus sentidos, y no pensaban con claridad.

Odio, eso era lo que les atravesaba el pecho al volver a verse incluso a la distancia. Naruto hizo rugir el motor de su auto, confirmando en Sasuke quien era. El Uchiha correspondió haciendo lo mismo.

Estaban solos, estaban inmersos en la confusión, en el odio y el dolor. Ya no pensaban bien...

Y... el semáforo cambio a verde al mismo tiempo. Ambos arrancaron con violencia y emprendieron su camino a alta velocidad.

Dolor... fue lo que sintieron golpear sus cuerpos. Los dos coches habían colisionado con fuerza, pero no fue la suficiente para matarlos.

Salir fue difícil, sobre todo cuando algunas partes de sus cuerpos no respondían como debían. Naruto salió por la puerta del copiloto cuando su puerta estaba atrancada, y se arrastró tanto como su débil cuerpo le permitió. Sus piernas no respondían, y sentía que perdía sangre a chorros.

Sasuke también logro salir, y se arrastró hasta la altura de Naruto, ambos se quedaron boca arriba, mirando el cielo nocturno, y escuchando las llamas de su auto ardiendo como las mismas del infierno.

Era un milagro que no hubiese muerto.

Sus respiraciones estaban aceleradas, y sus cuerpos en el borde de un colapso. Bien podían morir hay, desangrados a causa de las heridas graves. Se intercambiaron miradas aun acostadas, tratando de decirse algo...

-Lo...siento...-jadeo Sasuke, haciendo que Naruto dolorosamente girara su cabeza para verlo.

-¿Q-Que?-

-Dije...que lo siento...idiota...-gruño dolorosamente el moreno. Naruto frunció sus labios, sacándose una mueca de dolor.

-Tan...También lo siento...Sasuke...-dijo.-No quería...hacerte...daño...-jadeaba con dificultad.

-Yo...tampoco...-respondió, mirando a su amigo a los ojos.-Pero...me...cegué por el odio...y ahora...-

-Fuimos...unos estúpidos...-Naruto le sonrió, dolorosamente.

-Si...-Sasuke sonrió sutilmente, pero que de igual forma le dolió.

Ambos se quedaron mirándose el uno al otro, habían llegado hasta ese grado para poder perdonarse, para poder hablar como era debido y pedirse perdón. Porque si, ambos habían metido la pata, ambos se causaron eso... y ahora pagarían uno de los precios mas altos que se puedan pagar.

-Teme...sino...-Jadeo el Uzumaki.

-No...no lo digas...-respondió Sasuke.-Saldremos...vivos...-

-Eso...me gustaría pero...-guio sus ojos hacia el fierro que tenía atravesado el vientre.-No...creo...-

-¡N-No...Naruto!- El sonido de las ambulancias empezó a sonar a la distancia al igual que las sirenas de los autos de policía.- ¡La...ayuda ya viene...re-resiste!-Ni él podía aguantar.

-Sasuke...-Ambos clavaron sus ojos en los del contrario.-Naemi...ella...- poco a poco sus ojos se iban cerrando. La pérdida de sangre era demasiada, el dolor ya ni siquiera lo sentía.

-¡N-No te....atrevas!-jadeo Sasuke con fuerza, pero él también perdía sangre y al igual que su amigo, pronto caería.

-Perdóname...Sasuke...-sus ojos ya estaban por cerrarse.-Perdón...Naemi...-

-Naruto...-El moreno vio cómo su amigo cerraba sus ojos. Su respiración se aceleró, las luces de la ambulancia calaron en sus ojos, los cuales sentía cansados. Se sentía cansado...

Giro a ver de nueva cuenta el cielo nocturno, pasando saliva duramente, observando la luna, esa luna que brillaba con fuerza aquella noche. Ese era el final...

-Hinata...-susurro antes de cerrar sus parpados y grabarse a fuego la imagen de Hinata, antes de que la oscuridad y el frío gobernaran su cuerpo. Obligándolo a caer en un sueño... del cual quizá no despertaría.

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No se que decir... solo que lloren conmigo (?) Okno.

Dolor, dolor, dolor y mas dolor.

Realmente no se que decir xD 

Ya queda poquito para el final :'c  

Como siempre doy gracias por el apoyo y que se desvelen leyendo el capitulo xD . Muchas gracias por el apoyo y leer .

¡Gracias personitas!

Att:

Midna-Nightly ;n;7

PD: U.U Apoyo a Sasuke y Naruto... 

PD: Perdón por la poca emoción que e puesto en mis cometarios, estoy muy cansada QnQ


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