Capítulo 7.5
Escrito por loveless223 y anniepellegrino7
Stan Hurley llevaba más de veinte minutos observando el informe que le había enviado uno de sus hombres. En aquel documento podía leerse que un edificio en Rusia había sido reducido a escombros luego de un terrible incendio: la noticia no parecía ser importante, pero dentro del sobre manila que el militar sostenía, había varias fotografías, las cuales habían sido tomadas por sus agentes.
La primera imagen parecía una especie de almacén incendiándose. En la segunda podían apreciarse varios autos siendo consumidos por las llamas, y en la tercera, había un par de tipos husmeando entre los escombros.
La última fotografía era la importante.
A pesar de la mala calidad, en aquella imagen podía distinguirse la figura de un hombre de mediana estatura. Un chico de facciones malditamente familiares: Mitch Rapp. Su mejor elemento. Su aprendiz. El mocoso que llevaba casi un año buscando. Ese jodido niño finalmente aparecía.
Sin siquiera pensarlo dos veces, el ex marine había movilizado a sus mejores agentes, exigiéndoles que siguieran los pasos del americano, hasta que él pudiera llegar al lugar donde lo habían ubicado.
Nada lo preparó para el escenario que le recibió al bajarse del auto. Apenas puso un pie en territorio ruso, el ex marine había escuchado el sonido atronador que hacían las armas al ser accionadas. También había gritos. Muchos gritos provenientes del interior del edificio que su gente estaba rodeando.
¿Acaso había criminales allá adentro o qué mierda estaba ocurriendo? Stan estaba absolutamente confundido, pero esa confusión dio paso a la incredulidad, cuando uno de sus agentes se acercó a explicarle que era Mitch Rapp quien estaba disparando. Y el chico parecía estar completamente fuera de sí, porque hasta ahora, había herido a cuatro de sus antiguos compañeros.
Eso no podía ser posible. El militar se negaba a creer que su pupilo estuviese actuando como un lunático. Debía haber una explicación para ese comportamiento. Quizá Mitch estaba confundido.
Quizá pensaba que nuevamente los rusos estaban detrás de él, quizá...
Hurley levantó la cabeza en el momento exacto en que uno de sus agentes salió por la puerta principal, maldiciendo, mientras presionaba la herida de bala en uno de sus hombros.
—El imbécil de Rapp perdió el juicio, no deja que nadie se acerque a menos de dos metros de él, señor. Tal vez debería considerar la posibilidad de volarle los... —Una mirada del ex marine bastó para que aquel pobre agente cerrara la boca y agachara la cabeza, viéndose ligeramente intimidado.
—Lo que debería hacer, es regresarlos a todos ustedes a la academia de entrenamiento. Jodidos inútiles. Es inconcebible que una docena de agentes bien entrenados, no pueda lidiar con Mitch Rapp —sin agregar nada más, el ex marine se había encaminado hacia el interior de aquel edificio, sacando el arma de su cinturón, a pesar de que no tenía pensando usarla en contra de su mejor elemento. Pero sus instintos le decían que algo no estaba del todo bien con Rapp. Después de todo, el chico había estado desaparecido por diez largos meses.
Había sido casi un año sin saber de él.
Formando una fina línea con los labios, el ex marine le había hecho una seña al agente a su lado, para que se adelantara un par de pasos y buscara al escurridizo castaño.
Dos minutos después, Stan lo percibió: un leve gruñido se hizo escuchar a sus espaldas, haciéndole girar sobre sus talones, para observar al muchacho que estaba a un par de metros de distancia. Y el pequeño imbécil le estaba apuntando con una pistola.
En silencio, el americano había observado la figura de Mitch Rapp, reparando inmediatamente en los múltiples cortes que decoraban su rostro: el niño estaba sucio, golpeado. Su cabello castaño parecía haber sido el nido de un ave y había una espesa barba cubriendo su piel.
Pero lo más extraño de todo, era la expresión que el castaño tenía plasmada en el rostro. Era desconfianza, confusión... Y temor.
Por primera vez en toda su vida, Mitch Rapp parecía tener miedo.
—¿Qué mierda te pasa, chico? Creí haberte enseñado modales —el castaño no dio muestras de haber escuchado al militar. En todo caso, su postura se había puesto todavía más rígida.
¿Qué demonios significaba ese show barato? Hurley intentó reducir la distancia que le separaba del castaño, pero casi inmediatamente, Mitch había retrocedido.
—No des un puto paso más —Rapp sacudió la cabeza, mientras sus mieles observaban la figura del sujeto que estaba bloqueando la única salida visible. No parecía ser la gran cosa. Había eliminado a tipos muchos más imponentes en las últimas tres semanas. Sin embargo, aquel hombre le ponía ligeramente alerta. Y eso no le gustaba ni un poco.
—Mitch... Baja esa arma. Ahora mismo —su nombre en la boca de aquel sujeto le había hecho abrir enormemente los ojos, pero en lugar de responder, el castaño se había pegado contra una de las paredes, gruñendo maldiciones, mientras sentía una nueva punzada de dolor en la cabeza.
—¡¿Qué mierda quieren que mí?! ¡No soy su puto experimento!
Un segundo de distracción. Solamente eso había bastado, para que el militar se acercara al castaño, forcejeando con este, hasta que finalmente, consiguió quitarle la pistola de la mano. Pero Mitch todavía seguía peleando, a pesar de la evidente debilidad de su cuerpo.
Cuando uno de sus hombres entró por la puerta, Stan simplemente había gesticulado "tranquilizante". Desafortunadamente, Rapp no parecía estar de acuerdo con sus planes, porque un segundo más tarde había vuelto a patalear, gruñendo todo tipo de insultos.
Stan no hizo caso a las amenazas de su pupilo, no, él simplemente lo había mantenido sometido de que cara contra el suelo, mientras el otro agente se encargaba de inyectarle el tranquilizante en el brazo.
Pasó una eternidad, antes de que Mitch dejara de moverse. Suspirando con evidente aturdimiento, el ex marine se había puesto de pie, apretando los dientes, mientras contemplaba la figura durmiente del castaño: Mitch Rapp no lo había reconocido a primera vista. Eso podía ser una amnesia temporal, o, por el contrario, un problema muchísimo más serio.
¿Qué demonios le habían hecho?
—Tenemos que regresar de inmediato a América. Asegúrate de que nuestros mejores especialistas estén listos para tratar al agente Rapp... —Haciendo una pequeña pausa, Stan se había inclinado hacía abajo, para revisar entre las ropas del castaño. Después de ello, entregó su móvil al hombre junto a él—. Y una cosa más, Walter. Llama a Alexander Jones.
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