III
Ekko se adentró a la enorme habitación de paredes de mármol blanquecino, seguido de cerca por Jinx e Isha; mientras la muchacha miraba desconfiadamente a su alrededor, incluida a la chica rubia que los había guiado hasta ahí, Ekko fijaba su atención al centro del lugar donde, sobre una enorme y elegante cama, dormitaba aparentemente apacible Heimerdinger.
—Imposible... —balbuceó el muchacho y se aproximó rápidamente hasta él, se hallaba inconsciente, pero con vida. Ekko miró a la rubia—. ¿Cómo es que...?
La muchacha dio un paso al frente, posándose junto a Jinx.
—Lo encontramos así a las afueras de Demacia —suspiró—, lo único que logró decir antes de desvanecerse fue tu nombre, Ekko.
Jinx volvió una mirada hostil hasta ella.
—¿Cómo es que conoces su nombre? —preguntó.
La rubia retrocedió un paso ante los ojos encendidos de la joven.
—Conocemos el de ambos, de hecho —respondió, comenzando a dudar si hablar era la mejor idea—, desde que el Profesor Heimerdinger apareció... bueno, nosotros... hemos estado infiltrando gente en Zaun para poder averiguar cómo traerlo de regreso... —desvió la mirada después de sentir que Jinx parecía querer estrangularla—, p-pero sin un punto de partida nos ha sido imposible...
—¿Punto de partida? —interrumpió Ekko, logrando que Jinx desviara su atención de la joven demaciana.
—Eres el único que sabe qué fue lo que le pasó —explicó la rubia.
Ekko, entonces, retuvo las miradas de todas, pero se mantuvo en silencio, observando con pesar a su viejo amigo y compañero. La rubia se aclaró la garganta.
—Les daré un tiempo a solas —añadió—, si necesitan algo búsquenme, mi nombre es Lux, un placer.
Intentó despedirse de todos, pero al notar su evasión, se dirigió directamente a Isha con una sonrisa cálida, sin embargo, la desconfianza de la niña fue más grande y terminó ocultándose detrás de Jinx, mientras la mirada abrasiva de la chica se mantenía fija en ella.
Lux comprendió que después de todo lo que habían pasado era normal que siguieran sintiendo el impulso de mostrarse a la defensiva con ella y con los suyos, no los culpaba en lo absoluto, de acuerdo a lo que habían logrado averiguar de ambos jóvenes, si ese palacio aún seguía de pie, era porque Heimerdinger se encontraba en él. Tomó aire y se alejó hacia la puerta.
Jinx se acercó hasta Ekko, colocándose a su lado.
—¿De dónde lo conoces?
—Él terminó en Zaun después de que lo desterraran del consejo de Piltover, juntos logramos mucho para los Firelights y para el mundo en general —se arrodilló junto a la cama—, creí que había... muerto en aquella otra realidad.
—¿Cómo es que aquí lo conocen?
—No lo sé, nunca me habló de este lugar, pero tomando en cuenta la edad que tenía... posiblemente vivió aquí durante un tiempo.
Isha se acercó y se arrodillo junto a Ekko, mirando con tristeza a Heimerdinger, mientras recostaba su cabeza sobre la cama.
—¿Cómo es que lo conoces? —le preguntó Ekko.
Isha miró al muchacho y luego a Jinx, moviendo las manos para responder su pregunta, pero la joven quedó impactada con lo que la niña le había revelado, definitivamente aquella respuesta no había sido lo que esperaba.
—¿Qué? —preguntó Ekko—. ¿Qué te dijo?
—Bueno —comenzó Jinx, ligeramente incrédula—, dijo que él cuidó de ella... pero no entiendo cómo...
—Es que fue él quien se la llevó de aquí en primer lugar... —interrumpió Lux, que había hecho tiempo para marcharse sin que ellos lo notaran. Los miró apenada e intentó excusarse—. L-Lo siento, no debí interrumpir, pero es que yo...
—Olvídalo y explícate —ordenó Jinx con una ceja alzada.
Lux tomó aire profundamente y dio un paso al frente, la verdad es que le temía a la joven de cabellera azul, pero también había algo en ella que la animaba a seguir intentando acercarse a ambos, no estaba segura si era simple curiosidad o su deseo desesperado por obtener ayuda.
—En ese entonces, Demacia y Piltover negociaban un acuerdo de paz y mercadeo, el profesor Heimerdinger desde hacía décadas era una eminencia aquí por los vastos conocimientos que compartió con nosotros, él fue el elegido para venir en representación de Piltover, pero... no resultó como esperábamos, el acuerdo se canceló y todo permaneció como hasta ahora.
Jinx y Ekko la miraron con el ceño fruncido, como si lo que hubiera dicho no fuera ni la mitad de la historia que esperaban escuchar.
—N-No me parece correcto que ella escuche lo demás... —susurró, señalando a Isha con la cabeza.
Jinx rodó los ojos y la tomó con fuerza del brazo, tirando de ella para llevarla hasta afuera de la habitación y cerrando la puerta detrás de sí, dejando a Ekko y a Isha mirándose el uno al otro, completamente confundidos.
Lux borró el gesto de dolor de su rostro en cuanto la mirada insistente de Jinx se fijó en ella.
—Continúa —exigió la muchacha, cruzando los brazos frente a su pecho.
—Desde que esa niña era muy pequeña, Rhena, su madre, notó que no sería capaz de emitir palabra alguna, incluso fue el profesor quien le confirmó lo que ella ya sospechaba —suspiró Lux—, me temo que esa no fue su idea más brillante, ya que inmediatamente Rhena intentó... deshacerse de ella; ni siquiera fue capaz de nombrarla, simplemente no quiso hacerlo... —Lux tragó en seco—. Le suplicamos al profesor que la convenciera para que le permitiera a él llevársela consigo, de otra forma...
—¿Deshacerse de ella? —interrumpió Jinx, indignada y enfurecida—. ¿Así como si no fuera nada?
—Así exactamente —interrumpió Rhena, llegando y mirando despectivamente a la rubia a su lado—. Hablar de historias que no te pertenecen, deberías estar avergonzada, Luxanna.
Lux bajó la mirada, pero Jinx permaneció con la suya fija en la mujer frente a ella, estaba colérica, sintiendo como cada uno de sus músculos se tensaba. Rhena volvió su atención hasta ella, mirándola de arriba hacia abajo.
—¿Tienes algo que decir? —preguntó.
—Tengo muchas cosas que decir, pero siempre he preferido que mis acciones hablen por mí —amenazó ella, rechinando los dientes—. ¿Cómo te atreviste a secuestrarla incluso después de haber sido tú misma quien la desechó como si fuera... basura?
Jinx escupió aquella última palabra como si le quemara la lengua. Rhena soltó una carcajada al aire.
—Yo no lo hice, niña, fueron ellos —señaló a Lux con el pulgar—. Créeme, de haber sabido que se trataba de mi hija yo misma habría detenido esta estupidez, lo último que quería era ver su rostro de nuevo.
—¿Cómo pudiste dejarla sola? ¿Abandonarla a su suerte? —gruñó Jinx—. Ni siquiera fuiste capaz de ponerle un nombre, tuvo que hacerlo alguien más por ti.
—No vivió mucho tiempo conmigo, de cualquier forma —respondió la otra despreocupadamente—. Después de todo, ella se convirtió en hija de Zaun, no es más que basura zaunita...
Antes de poder seguir hablando, Jinx le soltó un puñetazo en la cara, tan fuerte que le hizo el labio sangrar y casi la tira de lleno al suelo. Los hombres que acompañaban a Rhena tuvieron que retener a la muchacha de los brazos para evitar que siguiera golpeándola. Ante todo el ajetreo, Ekko e Isha salieron aprisa de la habitación, mientras el muchacho le sacaba de encima a ambos hombres a Jinx, la niña se aferraba a su cintura, tirando de su ropa para llamar su atención, Jinx fijó su mirada en ella y se agachó a su altura con una sonrisa fingida.
«¿Estás bien?», preguntó la niña.
Jinx sintió como el corazón se le hizo pequeño en cuanto miró sus ojos llorosos preocupados por ella, no alcanzaba a entender cómo alguien podía despreciarla de la forma en que su propia madre lo había hecho. Jinx asintió y se puso de pie, mirando a la mujer frente a ella con el mayor odio que había sentido en su vida, y abrazó a la niña a su cuerpo.
Rhena miró a ambas con un gesto amargo y se marchó sin decir nada más.
—¿Qué demonios pasó aquí? —preguntó Ekko, pero Jinx ni siquiera lo miró, permaneció inerte, acariciando los cabellos de la pequeña, mientras ella fijaba sus curiosos ojos ámbar en la mujer que se alejaba por el corredor.
⧗
Rhena entró echando humo por las orejas y cerrando la pesada puerta detrás de ella. Uno de los hombres que la seguían siempre le quitó el abrigo que sostenía sobre sus hombros para que ella pudiera sentarse en un enorme sofá de cuero, miraba su rostro contra un espejo de mano decorado con rubíes, tocando a puntadas su labio hinchado y rojizo.
—Esa estúpida zaunita —bramó—, cómo se atrevió a hacerme esto. —Sus acompañantes iban y venían de un lado al otro para ayudarla a curar su labio, pero sin decir ninguna palabra—. Es más fuerte de lo que creí que sería y, para terminar, está encariñada con esa mocosa —se quedó mirando a la nada—. Esa niña... no creí que sobreviviera tanto tiempo sola en las calles de Zaun, justo por esa razón ni siquiera me tomé la molestia de ponerle un nombre, desde que nació no fue más que una decepción y ahora vuelve a restregarme en la cara que incluso para deshacerme de ella fracasé.
Un fuerte estruendo se escuchó detrás suyo, haciéndola temblar al igual que a sus acompañantes.
—Si sigues hablando sola comenzarán a creer que estás loca —dijo una voz masculina que provenía de entre las sombras.
—No estoy hablando sola —respondió Rhena, volviendo a incorporarse y señalando a sus hombres.
—Sí —respondió el otro, poco convencido—, en realidad es como si ellos no existieran —se burló, saliendo de su escondite y sentándose en uno de los sofás vacíos a su lado—. A sabiendas de que no te gustaba escuchar más opiniones además de la tuya, debiste haber conservado a esa niña contigo.
El hombre de aspecto pulcro y elegante la miró por debajo de las cejas con una sonrisa ególatra, mientras su cabello rubio se acomodaba detrás de sus orejas. Rhena lo miró por el rabillo del ojo con desagrado, pero con cierto atisbe de miedo o respeto, tal vez un poco de ambos.
—Conservarla habría sido una pérdida total de mi tiempo, que siempre ha sido tan valioso —insistió con arrogancia.
—En ese entonces tal vez sí, pero ahora... —El hombre se arrellanó en el sofá y volvió a fijar su mirada en ella—. Todos creemos que deberías reconsiderarlo.
Por fin la mirada de Rhena se clavó en él con mucha más seriedad y, después de unos segundos, sonrió burlona.
—¿Ahora de qué estás hablando?
—Analiza mejor la historia de cómo es que ella sigue en este plano terrenal, Rhena —respondió, volviendo a ponerse de pie—, estoy seguro de que te resultará... interesante.
La mujer desvió la mirada un segundo, pensativa, pero para cuando la volvió, él ya se había marchado.
⧗
—Sigo sin entender qué hacemos aquí, Ekko.
Jinx miró a su compañero con el ceño fruncido mientras ambos caminaban a lo largo de las calles de Demacia. Lux había logrado conseguirles ropas con las que pudieran pasar desapercibidos los tres, Ekko quería conocer más de la ciudad, Jinx, por otro lado, solo parecía querer evitarla, de alguna forma le recordaba a lo que Piltover había sido alguna vez.
—¿Preferías quedarte encerrada en ese castillo? —preguntó el muchacho. Jinx refunfuñó por lo bajo—. Además, a ella no parece molestarle en lo absoluto.
Ekko señaló a Isha con la mirada, la niña llevaba ya varios pasos delante de ellos, miraba todo con curiosidad, cada puestecillo callejero y local abierto, de vez en cuando volteaba hacia atrás buscando la atención de Jinx para mostrarle cada artilugio extraño que llegaba a descubrir.
En un momento, la niña se detuvo en seco, observando un casco similar al que había perdido durante esa última batalla, que se encontraba colgado en un perchero de uno de los últimos locales de la calle. Jinx se acercó hasta ella, notando evidentemente la nostalgia que emanaba de su gesto, la tomó por los hombros para intentar reconfortarla, y a sí misma. Recordar ese momento le traía pesadillas en las que parecía que todo lo que Ekko había hecho por ambas hubiese sido solo una fantasía y dónde ella despertaba en esa fría celda para darse cuenta de que Isha ya no estaba.
Ekko dio un paso al frente y tomó el casco, colocándolo sobre la cabeza de la niña con una sonrisa. Isha sonrió ante el gesto e inmediatamente se miró al espejo que colgaba frente a ella.
—Le falta un poco de... Jinx —añadió Ekko, bromista, la muchacha rodó los ojos con una sonrisa. Definitivamente le faltaban detalles que lo harían único, tal cual Isha lo era.
Así siguieron por un par de horas más hasta que la noche cayó y los tres se mostraban ya agotados, al menos Jinx y Ekko llevaban más de dos noches sin dormir, debido al viaje para llegar hasta ahí. Y seguramente Isha, como era de esperarse, tampoco había podido conciliar el sueño durante el tiempo que se mantuvo alejada de ellos.
La niña comenzó a disminuir la velocidad en su avance, bostezando cada vez más seguido y llevando los ojos adormilados mientras arrastraba los pies. Jinx, que ya llevaba varios pasos más adelante, se detuvo para retroceder hasta ella, quitándole el casco de la cabeza.
—Vamos, niña, ya no falta mucho.
Isha la miró desde abajo con las ojeras colgándole de sus cansados ojos ambarinos, Jinx pudo notar lo agotada que estaba, colgó el casco en su cinturón y se dispuso a tomarla en brazos, pero Ekko fue más rápido.
—Ven, niña, sube —le dijo, hincándose de espaldas hacia ella y mirándola de reojo con una sonrisa.
Isha miró a Jinx y ésta asintió, alentándola. La niña trepó a la espalda de Ekko y se abrazó a su cuello en cuanto él se puso de pie, después de que ambos jóvenes caminaron unos cuantos minutos por las tranquilas e iluminadas calles de Demacia, Isha terminó por quedarse dormida, mientras los tres volvían al castillo.
────── ∘°❉°∘ ──────
No olviden votar, seguirme y comentar. Adoro leerlos a todos y cada uno de ustedes. ¡Muchas gracias por leer!
Si les gusta el contenido de Arcane, síganme! Espero escribir más sobre él, sobre todo de Isha y Jinx!
❤❤ Espero lo disfruten, no olviden dejar sus estrellitas y comentarios ❤❤
Y que tengan un Feliz Año Nuevo! ✨
────── °∘❉∘° ──────
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top