I

—Siempre contigo, hermana.


Los gritos de Vi terminaron por despertarla del profundo sueño en el que se encontraba o, mejor dicho, pesadilla. Ese y cada uno de los malos momentos en su vida se repetían una y otra vez en su cabeza, no podía evitar que la culpa, el miedo y el dolor llenaran su pecho de sensaciones horripilantes que no la dejaban dormir por las noches. Anhelaba que su "mala suerte" se terminara de una vez por todas, después de todo, ya había comenzado a romper el ciclo.

Sudaba en frío, con las manos temblorosas buscó algo que sostener que le diera la fuerza suficiente para mantenerse firme ante sus propios pensamientos, sabía que, de no controlarse pronto, tendría una crisis mucho más severa. Tomó todo el aire que pudo contener dentro de los pulmones, tratando de recobrar la compostura.

Una calidez inminente le recorrió la punta de los dedos hasta llegar a su manga. Isha la miraba adormilada, masajeando sus párpados entrecerrados, tiró de su ropa, como intentando ser de ayuda.

Jinx la miró entre la oscuridad, sus ojos ambarinos la miraban angustiados y brillantes. La joven colocó con delicadeza su mano en el rostro de la pequeña y le sonrió, tranquilizándola. Isha se abrazó a su pecho y el calor que le transmitió fue suficiente para que Jinx volviera en sí. Le rogó al cielo que todo eso no fuera un sueño a punto de transformarse en pesadilla.

—Lo siento, niña —le susurró, alejándola del abrazo y poniéndose de pie—, vuelve a dormir, iré a tomar aire.

Salió hasta donde el árbol se encontraba, se acercó con una sonrisa mientras acariciaba su corteza, se sentó con la espalda contra el tronco y levantó la vista para observar sus frondosas hojas verdes.

—No es fácil dormir en una cama decente, ¿eh? —preguntó Ekko, acercándose hasta ella.

—Ah, ¿eso era una cama decente? —respondió sarcástica.

Ekko sonrió, tomando asiento a su lado, mientras ella jugueteaba con los pies sobre el césped y miraba de momentos el mural con los rostros de todos los que habían perdido.

—¿Qué harás después? —preguntó el muchacho—. Es decir, a partir de ahora.

Jinx se encogió de hombros, abrazándose a sus rodillas.

—Podrías... intentar quedarte —siguió él, sin poder mirarla a la cara.

—No hay lugar para mí aquí, Ekko.

Ambos miraron hacia la nada, rodeados por un silencio que parecía eterno. Ekko estuvo a punto de volver a abrir la boca, cuando Isha salió corriendo directo hasta ellos, llevando en las manos un escarabajo de colores vívidos que se retorcía asustado, se lo mostró entusiasmada a Jinx, quien lo tomó entre sus dedos, analizándolo.

—Hum —dijo—, no está mal, nada mal, pero le faltan detalles, ¿no crees? —Isha asintió, orgullosa por su captura—. ¿Quieres la revancha?

La niña sonrió de oreja a oreja y capturó de nuevo al escarabajo entre sus manos. Tomó a Jinx de la mano y la llevó consigo. Ekko sonrió para sí mismo mientras las miraba alejarse.

Isha utilizó un montón de pinturas que encontró en uno de los cajones de Ekko y comenzó a dibujar sobre el animal mientras Jinx la miraba con una sonrisa. Cuando Isha le mostró su obra de arte con los ojos iluminados, la joven no dudó un solo segundo en abrazarla con fuerza, Isha soltó al insecto que salió volando para pegarse en una de las paredes y correspondió su abrazo; luego se alejó de ella para mirarla con el ceño fruncido, Jinx miró al techo, tratando de evitar sus ojos insistentes, pero Isha comenzó a golpear el piso con la punta del pie.

—Bien, bien, bien —dijo, poniendo los ojos en blanco—, te lo diré, pero no creo que sea una buena idea. —Se sentó junto a ella y tomó aire—. Yo... te perdí en aquella explosión, ese día —comenzó, mientras el poco aire que había capturado escapaba entre sus labios—. Después de eso, hubo una guerra, una batalla con un final un tanto complicado... Cuando todo terminó, Ekko vino a impedir que me fuera de Zaun, me dijo que podría ayudarme a salvarte, a traerte de vuelta... aquí conmigo. —Isha miró hacia la puerta por donde habían entrado y donde habían dejado a Ekko atrás—. De no ser por él, bueno... te habría perdido para siempre, no estarías aquí —tragó en seco—, y yo tampoco.

Isha permaneció estática, pensativa, mirando hacia el suelo. Jinx ni siquiera podía mirarla a la cara, pero había intuido que esa sería su reacción, después de todo, nadie recibe fácilmente la noticia de que murió o pudo haberlo hecho, mucho menos una niña, incluso si esa niña era tan fuerte como sabía que Isha lo era.

La pequeña se puso de pie de un salto, tomando por sorpresa a Jinx, y se colocó frente a ella comenzando a mover las manos para hacerle una única pregunta.

«Pero lo hice. Logré salvarte, ¿verdad que sí?».

No era mucho lo que Jinx sabía sobre lenguaje de señas, pero había hecho un gran esfuerzo para poder comunicarse con Isha el tiempo que estuvieron juntas, aquello lo había logrado entender en un solo intento. Sonrió, conteniendo las lágrimas.

—Sí, niña, lo hiciste.

Isha sonrió, conmovida, y se colgó a su cuello en un abrazo que terminó por desbordar las lágrimas de ambas.

Ekko se aclaró la garganta, apenado, mientras entraba a la pequeña habitación con un cesto lleno de frutos, en cuanto Isha lo vio, se lanzó directo hacia él, levantando las manos para intentar alcanzar el cesto, Ekko se lo dio con una sonrisa, mientras ella se sentaba justo ahí para comenzar a comer.

—Tiene un apetito feroz —comentó.

Jinx asintió entre risillas y luego lo miró con seriedad.

—Ya sé lo que haré —dijo—. Me iré —señaló a Isha con la cabeza—, con ella —Ekko intentó objetar, pero Jinx no le cedió la palabra—. No puedo seguir aquí, a expensas de que Vi sepa que estoy contigo... Este lugar es asombroso, es todo lo que alguna vez soñamos de niños, pero no es un lugar al que yo pertenezca. Tiene... muchos recuerdos.

—No todos son malos.

—No, no lo son —se apresuró a decir—, pero son justo eso: recuerdos.

Ekko dirigió su mirada hasta Isha, que seguía demasiado concentrada en su alimentación como para prestarles atención.

—¿A dónde piensas ir?

—No estoy segura, pero a donde sea sé que voy a estar bien —lo miró con una sonrisa—. Gracias otra vez, por todo lo que hiciste, de no ser por ti... Debió haber sido difícil, habiendo tantas personas a las que pudiste haber salvado... incluido Benzo, y ahora tu máquina está prácticamente destruida...

Ekko negó con la cabeza.

—Haber traído a cualquiera de ellos hubiese significado un cambio radical en nuestro presente... prefiero que las cosas se mantengan tal y como están, a pesar de todo.

—A pesar de todo... —repitió Jinx—. No lo sé, tal vez si esa Powder no hubiese entrado a ese departamento en primer lugar o... si no hubiera ido detrás de Vi esa noche, las cosas habrían sido diferentes.

Esta vez Ekko permaneció en silencio y se sentó junto a ella, donde Isha había dejado un espacio libre.

—En cualquier realidad, la única forma en que los de arriba hubieran entendido que todo estaba mal era si... un inocente perdía la vida.

Jinx lo miró profundamente confundida y asustada.

—¿De qué hablas? —preguntó—. ¿Te refieres a esa realidad de la que me habías contado? ¿Quién fue? ¿Quién murió? —Ekko permaneció en silencio—. ¿Fue Claggor? ¿Mylo? —el joven siguió sin responder, con la mirada clavada en el suelo, Jinx se levantó de su asiento—. ¿Fue Vi?

Ekko asintió después de varios segundos inmóvil, Jinx retrocedió un paso para evitar caer de lleno al suelo.

—Entonces... no importa la realidad en la que estemos —mencionó entre dientes—, algo igual va a separarnos.... —miró nuevamente a su compañero—. Ella, la otra "yo", en realidad está sola, ¿no es cierto?

Ekko permaneció en silencio, trayendo de vuelta a su memoria aquella escena en el bar, con Mylo, Claggor, Vander y Silco, sabía perfecto que aquella Powder no estaba sola, su familia no dejaba que se sintiera así, pero de momentos comprendía que el dolor de haber perdido a Vi era constante y persistente.

—No lo está del todo, pero sí está muy triste.

Jinx notó la mirada ensombrecida del joven en cuanto éste la desvió.

—¿Cómo era ella? —preguntó—. Mi "yo" de esa realidad.

—Ya te lo había dicho.

—No, sólo mencionaste que con ella lograste crear el mismo artefacto con el que trajiste a Isha, solo me dijiste que ella te hizo confiar en que... yo podía ser alguien diferente, alguien mejor, por eso decidí ir contigo, pero yo quiero saber cómo era —tomó aire, Ekko se sonrojó ante la insistente mirada de la chica, Jinx se dejó caer sobre su lugar, descansando la espalda en la mesa de trabajo—. Ah, claro —notó, un tanto decepcionada—. Supongo que era más agradable que yo.

El muchacho giró inmediatamente su atención hasta ella.

—No, no, no intentaba dar a entender eso —se excusó—, es solo que... bueno, era diferente...

—Sí, lo sé —sonrió—, si ella nunca llegó a ser Jinx y solo siguió siendo Powder... supongo que mucha gente permaneció con vida gracias a eso.

El semblante de la joven por un momento se oscureció mientras abrazó su propio cuerpo con fuerza. Era una guerra, ella sabía que se trataba de matar o morir, pero había personas que hubiese preferido jamás herir, incluso para disgusto de Ekko, Silco era uno de ellos.

—Sea lo que sea —siguió Ekko—, yo no podía permanecer en esa realidad, esa no era mi vida, yo pertenecía a este mundo, para bien o para mal, pertenecía a donde fuera que estuvieras tú.

Había hablado más rápido de lo que esperaba hacerlo, tanto que ni siquiera había meditado las palabras que salieron de su boca casi por inercia. Jinx levantó una ceja, aún confundida, si bien era una mente brillante, la verdad es que los sentimientos no se le daban del todo bien.

Ekko se sonrojó nuevamente, esperando que Jinx dejara de pedirle una explicación con la mirada. Estaba evitando las palabras que pedían a gritos salir por su garganta cuando Isha se aproximó hasta él, colocando el cesto vacío en sus piernas.

—¿Quieres más? —preguntó con las cejas arqueadas y una sonrisa de agradecimiento por haberlo sacado de ese aprieto.

Isha negó con la cabeza e hizo otro gesto que Ekko no logró comprender, avergonzado miró a Jinx para que lo auxiliara.

—Te está dando las gracias —dijo ella—, por todo.

Isha asintió y tiró de la mano de Ekko para que la siguiera de vuelta al exterior, plantándose junto a él justo al pie del mural, mientras el sol del amanecer entintaba todo de rojo y naranja.

—Todos ellos son héroes —comentó Ekko—, fueron personas increíbles que dieron su vida por nosotros, personas que amamos y llevaremos en nuestros corazones por siempre.

Isha lo miró con el ceño fruncido, saltó a la plataforma frente al mural y corrió hasta el retrato de Heimerdinger, señalándolo con insistencia.

—Él murió —aseguró Ekko—, de no ser por él ninguno de nosotros estaría aquí...

Isha negó rotundamente con la cabeza y siguió señalándolo. Ekko pareció realmente avergonzado por no poder comprenderla.

—Hey, viajero del tiempo —llamó Jinx—, deberías venir a ver esto.

Ekko se aproximó hasta Jinx, que se encontraba a unos metros lejos de ellos, mirando con la cabeza ladeada unos garabatos en el suelo hechos por la niña, aquellos se miraban similares al dichoso personaje que con tanta insistencia Isha quería mostrarles a ambos. La niña los miró molesta, con los brazos cruzados, como si lo que intentaba decir hubiese sido más claro que el agua.

—¿Lo conocías? —preguntó Ekko; cuando Isha asintió, el muchacho pareció aún más sorprendido—. Eso... no puede ser posible, él solo estuvo en Zaun después de ser desterrado del consejo, y nunca te vi por aquí, no en el santuario. A menos que... no lo hayas conocido aquí.

Isha desvió la mirada, dibujando la tierra con la punta del zapato.

—¿De qué hablas? —intervino Jinx—. Ella es zaunita, igual que tú y yo.

—¿Estás segura? —preguntó Ekko—, ¿cuánto conoces de ella en realidad?

—Lo suficiente.

Jinx parecía evidentemente molesta con la insistencia de Ekko, a ella no le interesaba en lo mínimo el origen de Isha, realmente no era necesario saberlo, el punto es que la niña había caído en sus manos por razones del destino y así lo pensaba dejar, así quería dejarlo, pero...

El sonido de un par de zapatos resbalándose en el lodo hicieron que ambos elevaran la vista, Isha se aferró a la cintura de Jinx, mientras esta la protegía con su propio cuerpo, Ekko se plantó frente a ambas en cuanto recordó que Jinx no llevaba arma alguna con ella.

Un montón de hombres con armaduras platinadas descendieron de la superficie, colándose entre los huecos de los ductos de ventilación y el poco cielo que había sobre ellos.

Tomaron a ambos jóvenes que, aunque opusieron toda la resistencia que pudieron y noquearon a más de uno, no tuvieron muchas oportunidades contra el gran número de soldados que los rodeaban.

—¡Isha! —gritó Jinx, desesperada, intentando zafarse de su atacante para correr a auxiliar a la niña, que era llevada en brazos por una mujer encapuchada.

Ekko intentó ayudarla, pero más de uno lo sostenían lejos de ambas. Cuando la mujer logró alejar a Isha de ambos jóvenes, los soldados comenzaron a marcharse uno a uno. Jinx intentó correr hasta ellos para alcanzarlos, pero las extrañas naves voladoras en las que viajaban no parecían darle oportunidad alguna. Ekko se acercó hasta ella en su aerotabla, ayudándola a montarse detrás de él.

—¡Apresúrate! —exigió.

—Eso hago —señaló él—, pero son demasiado rápidos.

Una luz brillante cayó sobre ellos, dejando sin vida al artefacto de Ekko y haciéndolos caer de vuelta entre los edificios de Zaun.

Jinx se levantó movida por la adrenalina, siguiéndolos unos pocos metros más, pero su esfuerzo fue en vano. Cayó de rodillas al suelo, soltando un grito al cielo, completamente destrozada. De nuevo esas horripilantes imágenes y voces aparecieron en su cabeza, como disparos brillantes en una oscuridad inminente. Ekko, temeroso, se acercó para ayudarla a levantarse del suelo, pero Jinx se negó, sosteniendo su cabeza entre sus manos, como intentando mantener sus pensamientos a raya.

—No puedo perderla otra vez... —murmuró—, no puedo...

Ekko odiaba verla así, conocía la versión de Jinx que Silco moldeó a su manera, conocía de lo que era capaz, pero habían sido pocas las veces que la había visto de esta forma, que por fin entendía su dolor. Se arrodilló a su altura y la tomó por las manos, forzándola a mirarlo a los ojos.

—La recuperaremos —aseguró.



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Antes que nada quiero agradecer el increíble apoyo que esta pequeña historia ha estado recibiendo, gracias a sus comentarios y votos es que decidí convertir lo que se suponía era un One-Shot en una historia más larga.

No olviden votar, seguirme y comentar. Adoro leerlos a todos y cada uno de ustedes. ¡Muchas gracias por leer!

Si les gusta el contenido de Arcane, síganme! Espero escribir más sobre él, sobre todo de Isha y Jinx!

❤❤ Espero la disfruten, no olviden dejar sus estrellitas y comentarios ❤❤

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