𝑽𝑰
T/N
Con Jordan nos encontrábamos frente a las escaleras que dirigían a la puerta principal de la casona Collingwood, donde funcionaba el orfanato.
- ¿Crees que está bien que interroguemos a los niños? - Le pregunte dubitativa a mi compañero, luego de escuchar su idea.
-Los niños confían entre ellos, quizás alguno dijo o vio algo que no se animó a contar al servicio.
-Si, tiene sentido lo que dices. No me gusta someter a niños a interrogatorios, pero es una buena opción para saber algo.
Luego de debatir con quienes debíamos hablar y cuáles eran las preguntas más relevantes para intentar obtener algo de información, subimos y golpeamos dos veces la aldaba contra la dura madera.
Tras unos minutos de espera, nos recibe una mujer, entreabriendo una de las dos ventanas que decoraban la puerta.
- ¿Si? ¿En qué puedo ayudarlos?
-Buenos días, soy la oficial ____- presentado mi carnet policial. - y el oficial Nall. Queremos hacerles algunas preguntas.
- ¿Preguntas? ¿De qué? - preguntó con voz insegura.
-Quédese tranquila. - hablo Jordan. - Es algo rutinario.
- ¿Desde cuándo?
-Desde hoy. - respondí de forma severa.
Jordan trato de salvar mi evidente mal genio con una sonrisa teatral.
-Es que, ante los recientes acontecimientos...- Se vio interrumpido por una voz dura y varonil que se emitía del lado izquierda de la mujer.
- ¿Qué sucede Ofelia?
-Disculpe director, es que hay unos oficiales que quieren hacer unos interrogatorios.
El director se asomó por la ventana, dejándonos asombrados.
-Padre Demetrio. – expresó asombrado mi compañero.
- ¿Usted es el director? - lo interpelé.
-Pues, así es señorita. Es un gusto verla, la última vez no fue muy afortunado nuestro encuentro.
-Ni me lo diga. - bromee recordando mi maratón tras ese personaje misterioso, y mi sospechoso principal.
-Pasen, por favor. - finalmente nos permitió el ingreso. - Están en su casa. - apartándose para abrir la puerta. – A decir verdad, es bueno que existan estos controles de vez en cuando, pero el oficial White no me informó nada. -
- ¿Tiene contacto con White? - cuestione.
-Bueno, es un condado pequeño.
-claro. - expresé con obviedad.
-Acompáñenme a mi despacho, allí...
-Preferiría la sala principal, ¿Puede ser? - Pregunte con una amabilidad teatral, al notar ante mí la sala tras una enorme puerta doble, con uno de sus lados semiabierto.
-Sí, claro cómo no. – aceptó gustoso el cura. – Ofelia, prepara unos cafés para mí y los oficiales.
-Seguro señor. - acató la mujer. En lo que ella se retiró nos fuimos acercando a la sala.
- ¿Cuál es el puesto de ella? - Preguntó Jordan al notar mi mirada perdida analizado el edificio y buscando a los niños.
-¿Ofelia? Oh ella es la guía. - contestó Demetrio.
- ¿Guía? - pregunte volviendo mi atención al escucharlo. - ¿No es algo joven para ese puesto?
-Bueno, es muy buena en su trabajo y posee experiencia y estudios. Así como usted, se ve muy joven pero aún así forma parte de un importante departamento del FBI.
-Sí, supongo. - respondí anodina, en lo que tomaba asiento en uno de los sillones frente a la chimenea.
- ¿Cuál es la historia de esta casa? Tengo entendido que hace años funciona.
-Pues sí, desde mucho antes que yo naciera.
-Si...hablando de eso, es un hombre joven usted.
-Pues sí. - rio. - gran observación la suya. - bromeo.
- ¿Nunca se sintió tentado por una mujer? - lo intercepte de forma rotunda, a lo que Jordan me miró con los ojos exageradamente abiertos.
-No le voy a mentir oficial, también soy hombre y me he encontrado en esa situación, pero mis votos son sinceros y mi devoción aún más.
-Ya veo. - respondí cruzando mis piernas y acostándome en el respaldo del sillón.
Se hizo un incómodo silencio que fue interrumpido por Ofelia. Ahora, me detuve a observarla. Era una mujer bella, de cabello castaño claro y ojos grandes y verdes, con una mirada seductora. Su rostro era ovalado, con pómulos salientes y labios gruesos. Estaría en sus treinta años.
Cuando finalizó de entregar los cafés y colocar un plato con masas dulces en la mesa ratona frente a nosotros, le ordene que se quedara.
Ofelia mira al cura y este, con un ligero movimiento de cabeza le dio la autorización.
-Dígame Ofelia, ¿Dónde están los niños ahora?
-Pues...están en clase.
-Ah, parte del personal también son maestros. ¿Estos están siempre?
-Pues claro. - respondió, de forma sarcástica e incluso con connotación molesta Demetrio, - Se van rotando los cursos. - volviendo a su tono empalagoso.
- ¿Podría, por favor, darme la lista de todos los empleados y sus puestos? - le pedí a la mujer a mi derecha. - Supongo que la tienen ¿no? - dirigiéndome hacia el cura.
-Por supuesto, pero es un arduo trabajo. Si me permite una semana...
-Un día. No debe ser tan difícil imprimir una lista que ya está hecha. ¿No, Ofelia?
-Está bien, para mañana la tendrán. - interrumpió el cura, impidiendo que la guía hablara.
-Bien, por el momento, me gustaría visitar las instalaciones y hablar con algunos niños.
-¿Hablar con los niños? Eso sí que no se lo puedo permitir. - me negó severamente Demetrio.
- ¿Por qué no?
-Los niños están en clase y hoy tienen muchas actividades.
-Bueno, pero una excepción podemos hacer. No pedimos hablar con todos. - Le respondió Jordan.
-De acuerdo. - aceptó. - déjeme que los busque. - se puso de pie.
-No.- lo detuve en seco. - nosotros vamos a por los niños. ¿no le molesta, ¿verdad?
-No, para nada. Ofelia, llévalos a los salones.
Ofelia nos llevó curso por curso. Había pasado media hora y no teníamos nada relevante, por lo menos no de mi parte, pero podía notar que Jordan si tenía algo en su mente.
-Bien, este es primer grado. - comentó Ofelia antes de abrir la puerta e ingresar, interrumpiendo las lecciones de matemática.
-Disculpe maestra, necesitamos sacar a un niño del curso para conversar.
- ¿Pasa algo señorita? - preguntó preocupada la maestra.
-No, para nada. Es algo tonto.
-Disculpe, pero si no es importante no creo que sea necesario sacarlos del curso. - hablo firme la docente.
-Disculpe. - interrumpí. - Es con nosotros con quien va a hablar el niño, es importante, sino no estaríamos aquí. -
-Comprendo, en ese caso, si pueden. - me autorizó cordialmente.
-Ven, Mark...- llamó Ofelia a un niño entre los primeros asientos.
-No, Mark, quédate allí. - interrumpió Jordan. Acercándose a uno de los últimos asientos en la esquina del salón. - ¿Tu nombre compañero? - preguntó a un pequeño niño algo harapiento, poniéndose a su altura.
- Louse*. - respondió por lo bajo el niño, mirando sus pies.
- ¿Louse es tu nombre? - al niño asintió. - Supongo que será un apodo. Ven un segundo con nosotros.
Louse se pone de pie y acompaña a Jordan hacia la salida, los seguí y tras de mi Ofelia.
-Disculpe, puede alejarse un poco, no queremos incomodar al niño. - Le pide gentilmente, pero con autoridad a Ofelia, esta acata la orden. – Bien Louse, toma asiento. - Le pide en lo que señala un conjunto de sillas contra la pared tras el niño.
- ¿Qué planeas? - Le preguntó a mi compañero.
-Luego, te explicó, tengo algo en mente. - me explica en un susurro. - Dime Louse. - comienza su interrogatorio. - ¿Qué edad tienes?
-Tengo seis. – responde tiernamente.
- ¿Y tienes hermanos o amigos aquí?
-Tengo amigos.
- ¿Notaste algo raro en ellos?
-No...bueno...algunos hace mucho no los veo, los más grandes me dijeron que seguro los adoptaron, pero no se despidieron.
-Ya veo...-responde Jordan, estaba pensativo. - ¿Podrías decirme el nombre de esos amigos, quizás podamos decirles que vengan a jugar contigo?
- ¡Claro! - afirmó animado. - Son Johnny y Gabriel.
-De acuerdo, apenas pueda los traeremos. –
El niño se limitó a sonreír y aplaudir de la emoción. Cuando levanto sus manos, las mangas de la camiseta, unos talles más grandes, caen, dejando ver parte de sus muñecas, algo llamó mi atención, tomó su mano.
- ¿Cómo te hiciste esto? - le pregunté en lo que tomaba su brazo derecho y levantaba la manga hasta la fosa cubital. Tenía varias heridas de forma circular, algunas más recientes que otras.
Louse dejo ese lado animado que tenía hace unos segundos, para dar lugar a un rostro asustadizo y cabizbajo, mismo que tenía cuando entramos.
-Ya es tiempo. - Habló Ofelia poniéndose frente a nosotros.
-Aún no terminamos. - insistí duramente.
-El niño debe volver a clases.
-Deja. - me indico monótonamente mi compañero.
-De acuerdo, sigamos con el resto de alumnos.
El niño fue corriendo a su salón y nosotros nos pusimos de pie.
-Sin embargo. - volvió a tomar la palabra Jordan. - El resto del recorrido lo hacemos solos.
-No le puedo permitir eso. - respondió de inmediato la contraria.
-Creo que sí. - reiteró corriendo un lado de su chaqueta, mostrando la placa en su cinturón.
-Son las reglas del instituto.
- Y yo son la autoridad. - habló con autoritarismo, la mujer cedió. – No me gusta abusar de mi poder, pero es evidente que su presencia pone nervioso a los niños, lo vengo notando hace varias aulas, pero principalmente con ese niño. – Se justificó cuando la tuvimos a una distancia prudente.
-Verdad que sí, yo también sentí esa vibra.
-Ahora, solos, los más grandes nos puedan contar con más detalles. ¿No te parece sospechoso lo de esos dos niños?
-Johnny y Gabriel, pues claro. Debemos investigar esas "adopciones". - dije haciendo comillas.
Continuamos nuestro trayecto por los infinitos pasillos de la mansión, hasta dar con el salón de los más grandes, los de 17 años. Tocamos la puerta y del otro lado se hizo sonar una voz varonil que nos invitaba a pasar.
-Buenos días profesor. – salude cordialmente, el docente suspiro.
- ¿Ahora que hicieron? - dirigiéndose hacia los alumnos, a lo que estos rieron.
-No hicieron nada. - respondí. - solo necesitamos hablar con uno de ellos, ¿Quién se ofrece? - nadie habló.
-Bien, lo íbamos a hacer por las buenas, pero hoy están graciosos. - hablo Jordan. - Mickey, ven aquí muchacho. - le ordenó a uno de los chicos de los últimos asientos.
-Vamos, Jordan.
-Ven, me debes un par de favores.
Sin otra opción el joven se puso de pie, su aspecto era el de un chico mucho mayor, podría rondar el metro noventa de altura y tenía una contextura física ancha, vestía un buzo de acdc y unos jeans rasgados. Salimos del salón.
-Si piensas que voy a delatar a algún compañero...
-No te atajes, no venimos por ninguna de sus travesuras. Necesitamos que nos cuentes sobre este lugar, siéntate.
La expresión del joven cambio a una de sorpresa e intriga, acato las órdenes del oficial.
- ¿Cómo te sientes aquí? - Le pregunte.
-Como la puta mierda. - alegó sin titubear.
-Más respeto en tus formas Mickey. - le ordenó Jordan.
- ¿Qué le puedo decir? La comida es como barro, el agua siempre esta fría, pero las chicas son divertidas, no sé si me entiendes. - hablo pícaro codeando al oficial. Este solo se limitó a mirarlo, no había forma de hablar serio con este chico.
- ¿Qué sabes de Johnny y Gabriel? - seguí mi interrogatorio, ignorando sus comentarios. Su aspecto soberbio cambio de inmediato.
- ¿Por qué me pregunta por ellos?
-Hablamos con Louge, él nos contó que se fueron.
-Así es.
- ¿Es normal ese tipo de adopciones?
-La verdad que no, por lo general nos juntan para despedir al compañero o el mismo se despide primero. Ellos solo se fueron.
- ¿Qué crees que paso?
- ¿Con honestidad? - asentimos. - para mí los mataron.
Esas palabras salieron gélidamente de su boca, como si estuviese acostumbrado a oír algo así o pensar suposiciones así.
- ¿Qué te hace creer eso?
-Pues que Ofelia es súper agresiva con los enanos, siempre los golpea con objetos, los mete en agua helada, los deja sin comer por días, a veces, apaga los cigarrillos en ellos. – nos comentaba mientras sacaba un papel de su pantalón. - Hace poco unos compañeros encontraron a la vieja guía de aquí, Flora y ella les dijo que cuando la necesitáramos acudiéramos a ellas, los más grandes tenemos su dirección y cuidamos de los más chicos. Quizás ella les pueda decir más sobre esos niños, los conocía más.
Jordan anotó en su libreta la dirección de la mujer, regreso el papel a su dueño y despedimos al joven. Luego de hablar con algunas coordinadoras, que poco respondían, nos despedimos del sacerdote y de Ofelia para dar fin a esa visita.
-La verdad pensé que obtendríamos algo más. - me lamenté cuando llegamos a la puerta del patrullero y nos dedicamos a mirar el gran edificio frente a nosotros.
-Bueno, algo obtuvimos.
- ¿Qué son unas mierdas de persona?
-Además, la dirección de esta coordinadora. Habría que ir a averiguar que sabe de todo esto, vamos ahora.
Respondí con un ladeo de cabeza y rodeé el auto para subir al lado del acompañante, Jordan arrancó saliendo del predio que rodeaba el orfanato Collingwood.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top