𝐼𝐼𝐼

CHRISTOPHER

_______ se dirigió presurosa hacia aquel lugar, a pesar de lo peligroso que seria. Siempre fue así, impulsiva e ingenua, estas particularidades de su persona la llevaron a tomar decisiones equivocadas, como aquellos años que, por su inocencia, terminó siendo "empleada" de Marcos Marconi

El lugar no quedaba a mucha distancia del ayuntamiento, en menos de 10 minutos _____ ya se encontraba junto aquel edificio. Aparco el auto y al descender se quedó unos segundos analizando el lugar y, seguramente, dubitativa de si entrar o no, preguntándose ¿Por qué este sitio?

El lugar era una casa típica inglesa del siglo XVIII de dos plantas, bastante amplia de estilo tudor, con ventanas de marcos blancos, una puerta medieval y un gran cartel negro con letras doradas que tenia de leyenda "The Jolly Hunstman"; evidentemente era una posada.

No se debatió más, e ingreso al establecimiento.

T/N

Tras unos segundos de pensarlo, atiborrando mi mente de posibles peligros, entre. Ya estaba allí, no podía y creo que tampoco quería dar marcha atrás.

La recepción del lugar, no era otra cosa más que un bar, diría cervecería. Predominaba la madera, con las paredes revestidas de este material y el conjunto de mesas y sillas igual.

-Hola. - hablé al bartender en lo que me sentaba en una de las butacas.

-Buenos tardes, señora. - respondió aquel sujeto de aspecto irlandés, con barba y cabello rojizo. Llevaba un sofisticado uniforme negro con botones blancos. - ¿Qué le puedo servir? - me preguntó en lo que secaba una copa.

-Una copa de vino blanco sería ideal.

-De inmediato.

En lo que el bartender se dedicaba a su tarea, yo me dediqué a la mía. Observaba las personas que se encontraban en la sala. Algunos adultos mayores leyendo un libro o un periódico, una pareja risueña en una cita, una señora que aparentaba ser elegante, pero con solo observarla notabas que esas vestiduras no eran más que hilachas viejas, que en su momento eran delicadas telas.

Aquella mujer atrapo mi atención y me detuve a analizar sus acciones, análisis que se vio interrumpido por la voz del bartender.

-Creo que usted es muy observadora.

- ¿eh? - pregunte algo sobresaltada por la inesperada voz, volteando mi mirada hacia el frente, donde ya se encontraba depositada mi copa.

-Que es muy observadora.

- ¿Ella quién es? - el muchacho rio ante mi pregunta.

-Nadie de quien deba preocuparse. La señora Meredith, lleva años en este pueblo. En su momento era una de las más adineradas de la región, acumulando las enormes herencias de sus difuntos maridos. Luego, tras extrañas circunstancias, de la nada, se volvió loca y vago por las calles en esas ropas dejando todo su dinero y cuentas. Ahora nosotros le damos algo de comer y una habitación en invierno.

Mientras me contaba esta peculiar historia el muchacho se servía una cerveza negra en un gran vaso de vidrio.

>>Algunos creen que tuvo una experiencia extraterrestre, que le lavaron el cerebro.

-Que estupidez.

-oh, eres escéptica.

-Me resumo a las pruebas...preferiblemente terrestres.

- ¿Eres policía?

-Soy del FBI

Al escucharme el joven se enderezo. Su expresión cambio por completo, tornándose algo seria.

-Disculpe un momento, debo hacer algo. – y tras haber dicho eso y tomar un gran trago de su bebida, se dirigió hacia la izquierda, desapareciendo tras un pasillo.

No sabía que pensar de esa situación bastante sospechosa, instintivamente coloque mi mano sobre el arma en mi cintura, imperceptible por mi remera overzide.

Al rato una peculiar mujer aparece junto al muchacho. Esta señora tendría o estaría cerca de los 80 años, tenía un rostro maltratado por los años y los infortunios de la vida, parte de su cabeza estaba cubierto por un harapo, dejando ver un cabello desgreñado con alguna trenza perdida. De sus orejas colgaban unos enormes aros, su camisa floreada estaba cubierta por una tela de lana con flecos y acompañaba una falda larga negra, completaba tan peculiar conjunto, un ejército de anillos en sus dedos y una pipa humeante entre sus labios.

-Hola jovencita. - hablo sacándose la pipa y apuntándome con ella. Su voz se oía más ronca de lo que una mujer tendría, consecuencias de una vida de fumadora constante. – Tienes un cuarto alquilado aquí.

-No, disculpe que la contradiga, pero yo acabo de llegar.

La señora coloca un enorme cuaderno, inflado por el uso, lo abre y comienza a buscar en lo que parecía una lista de inquilinos.

-Aquí está... ¿Usted es _______ _______?

-Pues si...pero yo...

-perfecto. - me interrumpió y cerro con fuerza el libro. - Su habitación es la 109

El muchacho pone la llave casi sobre mi nariz, con una incómoda sonrisa. La tome con algo de duda, sabía que estas personas eran de lo más extrañas, pero también me indicaba que en esa habitación podría encontrar respuestas, es decir, la misma persona que colocó la nota en el auto, alquilo este cuarto, es más que evidente.

Bajé de la butaca con un pequeño salto y me dirigí a las escaleras, que se encontraba del lado derecho de la barra, frente a la puerta de acceso. En el primer piso note que las habitaciones comenzaban desde el número 100, así que supuse que la "mía" estaría en ese piso; y así fue.

Hasta ese momento estaba confiada, pero en el momento en el que coloqué la llave frente a la cerradura, comencé a temblar levemente, me mordí los labios con duda y mi respiración era más acelerada.

Me iba a ir, el miedo se estaba apoderando de mi persona, pero mi acción se vio interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose, dejando ver una mujer en la pequeña abertura.

-Pss- me susurro desde la habitación. – Ven.

Sé que sonara estúpido, pero no dude en entrar, algo en esa persona me inspirada confianza.

Al entrar me detengo a analizarla, era una mujer de tez negra muy delgada, tenia en cabello rizado hacia arriba y llevaba puesto un vestido de mezclilla abotonado en la parte delantera. 

-Disculpa que todo sea tan misterioso y sin en algún momento te asuste.

-En todo momento me asustaste.

-Es que debía hacer esto en el anonimato.

-Evidentemente. – le respondo en lo que analizaba la rustica habitación. - ¿sabes que es un delito lo que hiciste?

- ¿Dejarte un papel es un delito? - me preguntó indignada

-Hablo de lo de la escultura.

-Oh, pero, yo no fui quien rompió la escultura.

- ¿Entonces quién fue?

-Lo siento, no tengo idea.

-Entonces... ¿Por qué tanto misterio? ¿qué es lo que quiere usted? - Me estaba alarmando esta sombría situación.

- No se asuste, solo soy una ciudadana de Castle Combe. Lamentó que esto tenga que ser así, pero no encontré otra forma de acercarme a usted sin levantar sospechas, ni alertar a nadie. - Me explicaba en lo que tomaba asiento en uno de los sofá que daban al balcón.

-No la estoy entiendo. - Expresé, en lo que me sentaba en el sofá aledaño.

-Usted es la única con la que puedo hablar, las demás madres no se quisieron hacer presente por si esto no funcionaba.

- ¡Pero explíquese mujer! - vocifere impaciente.

-De acuerdo, es que no es un tema fácil de tratar. En la ciudad, no solo en Castle Combe, en todo el condado y más allá han desaparecido gran número de niños de diversas edades. Nadie sabe nada, la policía no se mueve demasiado, intentamos hablar con el alcalde e incluso quisimos llegar al senado o al primer ministro, pero en todos lados nos cierran las puertas, estamos desesperadas.

- ¿Cómo podría yo ayudarlas? No tengo...

-La vimos ingresar al departamento del ayuntamiento y a la comisaria, claramente, por su trabajo, tiene influencias. Usted desde adentro puede ayudarlos. Creemos que nos están ocultando información, incluso el desinterés de parte de todas las autoridades nos ha llevado a creer que ellos ocultan algo.

-No sea conspiranoica mujer. – proteste. – el alcalde y el policía White parecen buenos sujetos.

- ¡Por favor, señora! - expreso con vehemencia en lo que se arrodillaba ante mí y tomaba mis manos con fuerza. - De una madre a otra.

Esa simple oración logro conmoverme por completo, toco en lo más profundo de mi corazón, donde habitan protegidos mis hijos y en ese instante, al ver los ojos cristalizados, ojerosos y con una cálida pero cansada mirada, empatice con aquella mujer frente a mí.

-De acuerdo. Haré lo que este a mi alcance para ayudarlas.

- ¡Muchas gracias! - vocifero alegre apoyando su cabeza en mis manos, en señal de agradecimiento. - Por favor. – volvió a hablar serena y a mirarme a los ojos. - Investigué en secreto, no queremos que alguien con poder se enteré, ya no confiamos en nada.

-Bien. No se preocupe, encontraré a su hijo.

Me quede un rato más acompañando a, quien sabia ahora, se llama Juliette. 

Su hijo, Chad de 14 años, desapareció hace 15 días bajo circunstancias sospechosas. El niño, se suponía, debía regresar a las 6 p.m. a su casa, tras el entrenamiento de Fútbol de la escuela. Evidentemente, eso no sucedió.

La madre a las 6.30 p.m. llamó a la policía, la cual llego una hora después, cosa que no tiene sentido, porque la casa se encuentra a menos de 30 minutos del departamento. La excusa fue un presunto conflicto vecinal (a investigar).

Con Chad, la sumatoria de niños desaparecido, era de 10. Todos de diversas edades, sexo, religión y etnia.

-No tiene un patrón. - Pensé en voz alta, en lo que analizaba mis notas tomadas ante el testimonio de la víctima.

- ¿Cómo? - me pregunto confundida Juliette.

-Es un pueblo, un condado pequeño. Es claro que hay una o un grupo de personas cometiendo los crímenes. Pero no sigue un patrón, no se basa en etnia o sexo...solo en el hecho de que son menores.

- ¿Un pedófilo?

-Lo más probable- expresé con la misma mueca de angustia que mi contraria, la cual ante mi afirmación se removió incomoda en el asiento, reteniendo las lágrimas. - Sígame contando.

-Nosotras hicimos nuestra propia investigación, juntando toda la información en un archivo.

- ¿Tiene aquí dicho archivo?

-Por su puesto. - expresó ansiosa en lo que se ponía de pie e iba hacia su bolso sobre la cama tras de mí, habíamos cambiado los sofás para quedar enfrentadas. – Es este. - entregándome un pendrive. – Allí juntamos imágenes de nuestros hijos, dibujos y explicaciones de lo que llevaban ese día, donde fueron visto la última vez y algunos testimonios de los vecinos, pero hasta allí llegamos.

-De acuerdo. - exprese en lo que guardaba el pendrive en mi bolso.

Me quedé un rato más, inclusive, la señora extraña de la recepción nos llevó algo de cenar. Dicha mujer, de nombre Rose, resultaba ser, no solo la dueña del lugar, sino también la abuela de uno de los desaparecidos. Ella se sumó a la charla contándome los detalles de su nieta.

María Elisabeth Pattinson, de apenas 6 años. Es mestiza, de cabello castaño y enrulado. La última vez vista llevaba un vestido estilo hindú con estampados de elefantes y unas sandalias marrones.

-Bien señoras. - Hable en lo que me ponía de pie y terminaba de guardar los objetos en mi bolso, asegurándome de no olvidar nada. - No pierdan las esperanzas, como les dije, aunque suene muy frío, por lo menos no encontraron un cuerpo. Así que, pronto daremos con sus niños.

-Muchas gracias oficial, gracias por escucharlos. - agradeció con vehemencia Rose. Aquel rostro tan peculiar ahora me resultaba de lo más tierno y gentil, como el que solo una abuela puede tener.

Tras unas despedidas más, me retiré del edificio, no sin antes haber alquilado, esta vez sí, aquella habitación en la que nos encontrábamos conversando. 

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