La cueva de los dos panes
Esta es una pequeña leyenda que cree para un concurso. A ver qué os parece.
En lo más profundo de la montaña se encuentra una pequeña cueva delante de la cual siempre hay dos panes. Si preguntas a la gente del pueblo la razón estos te contarán la siguiente historia.
Hace mucho tiempo vivía en la región una hermosa joven de clase humilde, debido a su condición se casó con un joven también humilde, pero trabajador y de buen corazón, concibiendo dos hermosas hijas. Sin embargo, la mujer no estaba satisfecha con su destino, convencida de que, con su belleza, era merecedora de una vida mejor. Por eso, cuando conoció a un rico hombre de la región, ocultó su condición de casada hasta que, cuando este le propuso matrimonio, planeó deshacerse de su familia. Sin embargo, la noche antes de llevar a cabo su plan tuvo un sueño en el que los espíritus de su esposo e hijas la perseguían por toda la eternidad como venganza, así que, preocupada por el sueño, fue a consultar a una vidente. Esta le explicó que aquello había sido un sueño premonitorio y que, si quería evitar que se hiciese realidad, debía cumplir con las instrucciones que la adivina le iba a dar. En primer lugar, debía envenenar a su marido, tirándolo al río antes de morir para que, al fallecer ahogado, no pudiese culparla a ella. Y en cuanto a sus hijas, debía llevarlas a la montaña, encerrándolas en una cueva y prometiéndoles ir a verlas y llevarles un pan cada día, debiendo cumplir con su promesa hasta el día de su muerte o el mal se cerniría sobre ella. La mujer hizo lo que la vidente le indicó, tirando a su marido al río y encerrando a sus hijas en una cueva en lo más profundo de la montaña, acudiendo todos los días, sin falta, a llevarles el pan mientras se casaba con su amante, teniendo hermosos hijos que crecieron sanos y fuertes en medio de la abundancia.
Muchos años pasaron, tantos que la mujer empezó a olvidar su promesa, dejando de acudir a la cueva donde la esperaban sus hijas hasta que los infortunios comenzaron a sucederse, arruinando la sequía las cosechas, anegando los campos las inundaciones, pero las desgracias no se detuvieron allí y perdió a su hijo menor por unas extrañas fiebres que ningún médico supo curar, a otro lo perdió en un extraño incendio y a una tercera hija, ahogada en el río. Aquella sucesión de males, hicieron que la mujer recordase su promesa, comenzando a llevar de nuevo el pan a la cueva, pero aquello, lejos de hacer que los infortunios cesasen, los aumentaron, viéndose obligada finalmente a recurrir a una afamada vidente de la región, ciega desde niña.
Esta le dijo que sus hijas estaban furiosas porque, durante mucho tiempo, no había cumplido su promesa por lo que debía acudir con dos panes a partir de ese momento y rogar su perdón. Durante las siguientes semanas la mujer subió todos los días a la montaña, despertando los recelos de su marido, que encontraba sospechosas las salidas de su esposa. Un día, el marido la estaba esperando al pie de la montaña, sorprendiéndola a su regreso y acusándola de serle infiel, por lo que lo no le quedó más remedio que confesar la verdad.
Cuando el marido supo que su esposa había asesinado asangre fría no sólo a su primer esposo, sino a sus propias hijas, se horrorizó divorciándosede ella y echándola de casa, pero cuando la iba a expulsar del pueblo, laadivina apareció y le advirtió que si la mujer no acudía todos los días a lacueva de las hijas, las desgracias que afectaban a la mujer se extenderían primeroal pueblo, luego a la región y, finalmente a todo el país. Aquello obligó aaquel hombre a permitir la presencia de su anterior esposa en el pueblo, lacual se vio obligada a vivir en una pequeña y desvencijada choza a las afuerassiendo obligada a subir todos los días a la montaña a pesar de su edad para quecalmase el espíritu de sus hijas.
En un principio aquello apaciguó a las niñas, peroal cabo de un tiempo, cada vez que la mujer regresaba, las desgracias se sucedían,y los niños y ancianos enfermaban, en los campos y graneros ocurrían extrañosincendios y los animales desaparecían por más bien atados que hubiesen estado.Tan sólo cuando la mujer estaba delante de la cueva pidiendo perdón, lashermanas parecían apaciguarse y nada ocurría en el pueblo.
Aquello hizo que lagente obligase a la mujer a pasar cada vez más tiempo en la montaña pidiendoperdón a sus hijas hasta que finalmente se reunieron tomando una decisión. Llevarona la mujer a las montañas encerrándola en la cueva para que pudiese pasar el restode su vida disculpándose, siendo ellos los encargados a partir de ese día dellevar los dos panes a las hijas, consiguiendo apaciguar, por fin, losespíritus de las dos hermanas.
Y se dice que, si te acercas con cuidado a lacueva, aún puedes escuchar a la mujer pidiendo perdón a sus hijas.
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