El fantasma de la opera
La obra estaba por empezar en aquel teatro. Casa de tantas historias y musicales, aquel acogedor y enigmático teatro atesoraba tantas historias contadas como historias sin contar historias de cada tipo de genero, los actores estaban tras bambalinas esperando su tiempo de brillar en el escenario y dar un salto de fe a la fama. Gente importante entraba y salía del teatro, los hombres con sombreros de copa y trajes costosos de diseñador de alcurnia y de sus bellas acompañantes ni se diga, aquellas mujeres vestían elegantes vestidos enormes acompañados del mejor amigo de las mujeres los diamantes, cuyos portaban en el cuello, en carteras y en pendientes, usaban abrigos y chales de pieles de cualquier animal que se les viniera a la mente, en algunas a lo lejos se les podía oler la riqueza, insolencia y poder mientras a otras se les olía lo malévola que eran aparte de infieles.
Como en cada obra de teatro la sala se fue llenando de murmullos, cotilleos y de mas mientras tomaban sus respectivos asientos y aguardaban la espera de que la obra empezara y valiera cada centavo de lo que habían pagado mientras otras personas de la audiencia chismorreaba a las afueras del teatro mientras bebían sus costosas bebidas, otros les daban caladas a sus cigarrillos mientras nadie realmente miraba y prestaba atención a lo que realmente importaba y era las apuestas clandestinas que tomaban lugar en un lugar desconocido para muchos en este no solo se apostaba por ocio si no por poder y alardeo además de futuros planes a largo plazo entre esos planes estaban cambios grandes para el teatro ya que cambiaria de manos que lo llevarían a otra dirección-muy bien caballeros hagan sus apuestas iniciales para dar por iniciado el juego- dice un hombre regordete canoso medio calvo con un perfecto traje negro con corbata a color tomando asiento en la mesa redonda donde un mazo de cartas reposaban entre muchos vasos con bebidas de diferentes colores y una caja de madera abierta junto con un cenicero al que le salía humo señal de que recientemente un puro había sido apagado.
Mientras la obra transcurría sin problemas en la parte escondida transcurría un juego de póquer en el cual todos estaban concentrados, de vez en cuando algunas mujeres se encargaban de llevar nuevos tragos como prenderles sus puros con los encendedores- joder Joseph ya enseña tu juego por el amor de dios- dice uno de los participantes mientras daba caladas a su puro y tomaba de las caderas a una camarera para que se sentara arriba de el, la mujer no se dejo y enojada le saca el dedo de en medio mas una cachetada- yo se que me deseas mamacita- con agilidad toca su trasero-Fitz no te veo con prisa al contrario te veo muy entretenido siendo mandado a dar vueltas- dice el tipo que no mostraba aun las cartas- Jeanah esta viendo la obra por suerte me logre zafar con alguna excusa barata, que disfrute su ultima obra aquí porque pronto esto será un cabaret que me hará tener mucha fortuna- suelta sus cartas y amontona los billetes para llevárselos a donde esta. Al terminar tanto la obra como el juego el se quedo con los papeles del teatro, tomo un encendedor dorado con sus iniciales talladas, le encendió y dejo que quemara una montaña de papel, el fuego devoro la montaña de papel y se propago lentamente hasta tomar posesión de la mitad del lugar- quemare l lugar para luego construir desde cero y aquí muere las obras de teatro- se quita su sombrero de copa y lo lleva a su pecho como signo de hacer silencio de dar sus condolencias en algún funeral para luego salir del lugar a paso ligero y despreocupado.
Días pasaron para que el incendio del teatro fuera noticia, noticia que circulaba en todos los medios, desde televisión, radio hasta periódicos como noticia en primera plana este decía así: El teatro Monarca fue victima de un barbárico incendio que acabo con todo lo que fue alguna vez el teatro donde grandes artistas fueron reconocidos y lanzados al estrellato, una de nuestras fuentes dice que el incendio fue provocado por uno de sus nuevos dueños del teatro, le decimos adiós al teatro, hogar donde tantas historias fueron contadas, el símbolo mas emblemático con mucha historia y rumores entre ellos destacaba la muerte del fantasma de la opera y decían que su espíritu rondaba por los pasillos del teatro.
Justo en este día horas mas tardes se había dado la noticia del descenso del señor Fitz Marleque ahora dueño del teatro Monarca y dueño de la mitad del pueblo.
-¿por qué lo hizo? ¿cuándo dejara que el mundo sepa quien esta detrás de esa mascara?- pregunta Christine Daaè en el lugar donde se encontraban las cenizas de lo que había sido su primer hogar, su tan anhelado teatro Monarca - ¿por qué mato al señor Marleque?- dice viendo al hombre que portaba la mitad de una mascara a lo que el susodicho solo se dedico en callar unos segundos para luego dejar caer su enigmática mascara-nadie puede ser dueño del teatro, el teatro no es un objeto del que alguien puede poseer, el teatro es mi hogar como también es hogar de cientos de persona como yo- dice para luego mostrarle su rostro. Christine estaba demasiado impresionaba pues no se esperaba que fuera el quien estuviera tras la mascara no lograba creer que fuera el a quien tantas veces le dedicaba sus besos apasionaos- Sherlock Holmes ¿pero como? ¿cómo puede ser el?-
sus pechos suben y bajan al compas del otro y luego el responde- ¡No estoy loco! Mi realidad simplemente es diferente a la tuya- dicho eso se pego a ella tomo su cálido y perfecto rostro entre sus manos para luego besarla hasta el final de los tiempos.
Fin
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