Resultados "Última noche del año"
Traemos los resultados del reto de Año Nuevo. Una vez más, gracias a todos los que participaron.
Fandom: Yu-Gi-Oh — Puzzleshiping
Amándote a kilómetros de distancia
Y llegó el ansiado día. Hoy sería el último año que compartiría con la persona que amo.Yugi , se iría del país por nuevas oportunidades. A decir verdad, estaba emocionado de que él pudiera alcanzar sus metas de manera rápida. Pero, me ponía triste el hecho de no poder verlo más. Para esto, el señor Mūto decidió que pasara junto con ellos esta gran festividad.
Acabé saliendo de la tienda con una botella de champán en forma de agradecimiento. Caminé con rumbo a la tienda de juegos en donde vivía mi novio. Aún recuerdo cuando en la cena de la navidad, me decidí a no callar más los sentimientos que tenía hacia el de ojos amatistas. Las luces navideñas presentes en el patio que había decorado para este día. Las guirnaldas color verde también hacían su aparición dándo un ambiente cálido. Las palabras que aquella vez dije, reflejaban los verdaderos deseos y sentimientos que tenía hacia Yūgi, y él aceptó cada uno de ellos. Dejé de divagar en cuando llegué a mi destino y entré sin más.
La sala estaba decorada de una manera muy conmovedora. Los marcos con fotos de momentos entre nosotros estaban ahí. Yūgi me comentó que siempre lo hacía, era una pequeña tradición que había generado junto a su abuelo para atesorar cada momento vivido durante el año. Seguí observando las distintas fotos, la mayoría eran de años pasados, se sentía tan nostálgico, de un momento a otro estos recuerdos se irían en cuánto él él se fuera. Lo saludé con un corto abrazo que no esperé hacer. Claro que Yūgi no tardó en sorprenderse , luego sonrió.
Sabía que él quería ese abrazo tanto como yo. Decidimos que , por este año, escribieramos en pequeño papeles color blanco, situaciones negativas y positivas por las que pasamos. El abuelo nos explicó que de niño, el había creado esa pequeña tradición entre los Mūto. Escribimos bastantes anécdotas que luego leeriamos en voz alta. Me divertí al recordar cada situación y lo mucho que extrañaría eso. Después , el abuelo nos trajo un pequeño envase de cristal, dentro, uvas. Nunca pude entender del todo la tradición , así que el abuelo decidió explicarnos.
— Hace mucho, las personas creían que , comer uvas tienen que ver con los doce meses del año , puedes pensar en la persona que más amas, y tratar de recordar momentos que llevaste a su lado. Muchas veces éste era como la suerte acompañada de el cariño de esa persona especial.— Finalizó saliendo del lugar con una sonrisa.
Hicimos lo que pidió, y no pude evitar pensar en lo que había pasado junto al pequeño. Tenía miedo de dejarlo ir, que se olvidara de los momentos que viví con él.
El miedo fue callado por los pequeños labios de Yūgi que se posaron con delicadeza sobre los míos. Era demandante, nos extrañariamos el uno al otro. Pero, sabía muy en el fondo que, por más kilómetros que nos separarán, los recuerdos siempre estarían como prueba de nuestro pequeño experimento llamado "amor".
Fandom: Fairy Tail
Mi primera Nochevieja en el gremio
Usualmente, para todo el mundo, Nochevieja es una noche muy especial. Algunas personas se reúnen con su familia en una gran mesa y disfrutan de su compañía compartiendo anécdotas y experiencias divertidas vividas durante el año. Otras en cambio, deciden salir de fiesta y pasarlo bien en compañía de sus amigos. Hagan lo que hagan, esa noche suele estar plagada de sonrisas, destellos en la mirada y de recuerdos forjados junto a seres queridos.
Pero para mí, en cambio, hacía muchos años que dejó de ser especial. Desde que murió mi madre, todo en mi mundo comenzó a volverse oscuro. Y mi padre, que era lo único que me quedaba, comenzó a obsesionarse con su trabajo y a aislarse del mundo. Para él, ya no eran importantes los villancicos, ni los regalos, ni las tradiciones navideñas, ni tan solo el amor que yo como hija suya le ofrecía. Todo lo verdaderamente bello dejó de tener importancia en su vida.
Por suerte, no todo era malo. La señora Supetto, la mujer que prácticamente me crió, cada año se esforzaba en decorar la mansión con miles de luces navideñas y guirnaldas de todos los colores. Todo por mi felicidad.
Recuerdo que me gustaba sentarme frente al árbol de Navidad del salón y observar cómo las luces cambiaban de color una y otra vez. Me hacía sentir que mamá aún estaba con nosotros, y que todo estaba bien. Me transmitía una paz indescriptible.
Cuando llegaba la hora de las Campanadas, la señora Supetto se sentaba conmigo junto al árbol, y juntas nos cogíamos de la mano, cerrábamos los ojos y pedíamos un deseo para el nuevo año que en breve comenzaba.
Cada año mi deseo era el mismo: "Volver a tener una verdadera familia y celebrar junto a ella".
Quién me diría a mí, que aquél deseo cargado de inocencia y esperanza que yo repetía con insistencia, acabaría por cumplirse.
—¡Preparados, chicos! —la voz de mi amiga pelirroja me sacó de mi ensimismamiento. Había estado tan absorta en mis pensamientos que no me había percatado del inicio de los Cuartos, anteriores a las Campanadas.
Preparé rápidamente mis uvas, dispuesta a comérmelas todas antes del inicio del nuevo año. Sentí una mano en mi pierna, provocando que me girara inquisitiva hacia Levy. Ella me lanzó una mirada preocupada, a lo que yo le dediqué una sonrisa tranquilizadora en respuesta.
La primera campanada dio comienzo a la batalla. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce...
—¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS! —los gritos de euforia se hacían presentes en todo el gremio, impregnando el ambiente con pura felicidad.
Todos levantamos nuestras copas y brindamos, gustosos de estar juntos. Dejé que el champán bajara por mi garganta mientras felicitaba a todos mis nuevos amigos.
—¡Feliz Año Nuevo, Lucy! —la radiante sonrisa de Natu generó un leve sonrojo en mis mejillas justo antes de que me estrechara en sus brazos.
Y sonreí. Porque mi deseo se había cumplido. Fairy Tail era mi familia.
Fandom: Haikyuu!
Un año para recordar
Tooru adoraba la navidad.
Hajime, no.
Abrir regalos, celebrar mientras bebía y comía hasta que el cuerpo le aguantase era un paraíso que solo se repetía una vez cada año. Por tanto, Tooru aprovechaba al máximo esas festividades mientras Hajime siempre controlaba que no se pasara de la raya.
Solo quedaba una noche para terminar el año, y aunque esas festividades eran para pasarlas en familia, Tooru se excusó en exámenes y prometió a sus padres pasarse para celebrarlo pronto.
Aunque Hajime sabía que los exámenes tan solo era una excusa para Tooru, puesto que ya había armado una buena fiesta con uvas, champagne y guirnaldas por todo el apartamento que compartían, invitando a media universidad. Hajime se rio bastante cuando la mitad se negaron al ser fechas familiares.
—Obviamente, no todos son como tú —suspiró Hajime al verle tan deprimido—. Sugiero que volvamos a Miyagi, con nuestras familias.
—¡Vamos, Iwa-chan! ¡Podemos pasar un año sin nuestras familias y solo se te ocurre eso!
—La universidad se te ha subido a la cabeza, idiota. Deja de llamar y volvamos a casa.
Tooru suspiró y le tiró las llaves del coche.
—Siempre eres así —infló las mejillas, y Hajime rio.
—Solo pienso con la cabeza. Vamos.
Eran unas tres horas de viaje, así que para cuando llegaron a su ciudad natal, era ya la última hora del año. Se hizo ameno al ir viendo la decoración de las calles con luces navideñas y los fuegos artificiales.
Sin embargo, cuando llegaron a sus casas —vivían al lado—, la casa de Hajime estaba apagada mientras que la de Tooru bullía de actividad, y ambos podían imaginarse lo que sucedía.
No era ningún secreto que sus familias se llevaban bien, por algo eran amigos desde que tenían memoria.
Se miraron y sonrieron, tocando el timbre y poniéndose a ambos lados de la puerta para que no les pudiesen ver por la mirilla.
—¿Quién...?
—¡Sorpresa! —la madre de Tooru casi se caía hacia atrás del susto, pero luego sonrió y les abrazó.
—¡Pensaba que no ibais a venir!
—Ha habido un cambio de planes, mamá —dijo, y ella le besó toda la cara.
—Deberías venir más, ¡estás enorme! ¡Pasad, no os quedéis fuera!
Todos los recibieron con el mismo cariño, y les pusieron a escribir su tarjeta de los deseos para colgarlo en el árbol, como todos los años.
—Estoy mayorcito para esto... —gruñó Tooru, colgando su tarjeta.
—Deja de quejarte —Hajime le dio un codazo.
Tooru se lo devolvió y ambos empezaron una pequeña pelea de piques y codazos hasta que acabaron sentados en el sofá por orden de sus padres para ver las campanadas, a punto de empezar. Cogieron sus lacasitos y empezaron a comer al son.
Cuando el nuevo año se inauguró, se abrazaron entre sí deseándose un buen año.
Cuando a Tooru y Hajime les tocó abrazarse, sus padres les empujaron hasta que quedaron debajo de un muérdago, y rieron mientras cumplían la tradición.
Definitivamente, sería un año para recordar.
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