Resultados "Sube la radio"
Usuario/a: Elendil_Osore
Fandom: IT (ESO) [Ben Hanscom x Beverly Marsh].
Habían pasado veintisiete años. Eso era; veintisiete largos, morosos y opuestos años. Dicen que cuando un niño crece y se hace mayor busca otros caminos distintos que aspirar en la vida, completamente diferentes a los que solía soñar. Que ignora su niñez, madura y empieza una vida independiente como una persona adulta. Pero Ben Hanscom jamás olvidó. No al menos a aquella chica a la que tanto quería y seguía amando después de tantos años. Aquella chica de cabellos taheños y ojos brillantes que siempre sonreía cuando se lo encontraba por las calles de Derry. Aquella chica que le firmó su cuaderno escolar en el último día de curso cuando nadie más lo hizo. Aquella chica que era cálida como los rayos de sol y suave como las llamas de una chimenea a punto de apagarse. Aquella chica llamada Beverly Marsh que había crecido hasta convertirse en una mujer.
Ben, recostado en el sofá de su suntuosa nueva vivienda, no podía dejar de pensar en lo que estaría haciendo ahora la tenaz Beverly. Se la imaginaba con un cigarro en los labios mientras se arreglaba en el espejo y vestía con aquellas prendas que solía llevar cuando era una cría. Faldas que aunque ya nadie las vistiera, tenían un significado y una historia detrás. Aún se acordaba la ternura que sintió él cuando le escribió aquel ridículo poema a la muchacha.
«Tu pelo es fuego invernal,
brasas de enero.
Allí ardo yo.»
—Un mensaje que enamore...—murmuró Ben mientras reflexionaba sobre aquel día. Una carta que aunque no era pedir mucho, tan solo una contestación, jamás obtuvo respuesta.
Cabe decir que a pesar que aquel el verano del año 1989 fue extremadamente terrorífico, también adquirió un sabor bello y precioso. Beverly acostumbraba a bailar cuando estaba sola porque la presencia de su padre la impedía ser una niña feliz.
—Sube la radio, Beverly. Súbela más.—solía decir Ben aquellos tiempos mientras la observaba de reojo.—Súbela porque así la música te acompaña.
A veces Ben Hanscom se preguntaba por qué Beverly solía andar tan sola. La respuesta era fácil; Alan Marsh se encargaba de que ella no se acercara a ningún chico porque era "la niña de papá".
La brisa estaba cerca de los alrededores de la ahora adulta Beverly Marsh. Se estaba maquillando en el lavabo, ausente de lo que pasaba en el exterior de la sala mientras dejaba que las horas pasaran rápido. Estaba escuchando una canción de los «New Kids on the Block». Una música que siempre solía compartir con Ben.
«Please don't go girl.», mencionaba la canción. Por un instante, Beverly dejó lo que estaba realizando y volteó la mirada hacia el receptor. Poco a poco fue subiendo el volumen, acordándose de todo lo que vivió al lado de Ben Hanscom hacía veintisiete años atrás. Una solitaria lágrima se escapó de su ojo hasta finalmente esbozar una reconfortante sonrisa al recordarlo.
—Sube la radio.—murmuró la mujer, seguramente al mismo tiempo que Ben sin percatarse.—Súbela.
Usuario/a: aygalindez
Fandom: Marvel - Viuda Negra (Natasha Romanoff).
Eran las 19:00, Natasha apagó las luces del pequeño departamento rentado, en el séptimo piso del edificio más viejo en la calle Libertad.
Nunca tuvo pijamas, las espías como ella, sobre todo las que acaban de escapar del yugo de la KGB, siempre deben tener ropa lista y lo suficientemente cómoda como para escapar sin aviso previo.
Lo que llevaba puesto, el conjunto de zapatillas, jean y remera negra desteñida, eran una de sus pocas posesiones en esos días.
Su patrimonio se limitaba a una mochila, dos paquetes de galletas y una manzana, el shampoo que había en el baño junto a tres ítems más de higiene, dos pistolas Sig Sauger XM17, una Beretta M92F calibre 9×19, un par de granadas y un juego de cuchillos que solía esconder bajo las mangas.
No se puede huir con mucho, pero tampoco podía huir de ellos, con menos que eso.
Se sentó en el piso frente a la ventana. Miró hacia abajo en la calle y sus ojos hallaron, en la puerta del edificio de enfrente, una figura familiar.
Contó como un segundero humano hasta 20 y la puerta del departamento de enfrente, en el séptimo piso del otro lado de la calle Libertad, se abrió, iluminando el inmueble con la luz del pasillo detrás de la chica desalineada que finalmente llegaba a su hogar.
Natasha se pegó al vidrio, no quería perderse un segundo de la deliciosa rutina de su vecina. Para alguien como ella que vivió entre muertes y mentiras, abriéndose camino entre la peor violencia del mundo, ver a aquella chica de su misma edad, levantarse para ir a trabajar, prepararse un café por la mañana, abrirse una cerveza por la noche, acariciar a su gato, discutir con su novio, llorar por una película, era casi como ciencia ficción en los ojos de una espía.
Al principio comenzó a estudiarla por la posibilidad de utilizarla, como le habían enseñado en su entrenamiento.
Podría entrar al departamento, robar sus documentos y pertenencias, matarla y hacerse pasar por ella para escapar del país sin dejar rastros. Después de todo, el secreto de mantenerse a salvo era nunca dejar de moverse, jamás quedarse en el mismo lugar demasiado tiempo.
Pero luego, después de tanto mirar, finalmente la pudo ver. Una vida sin violencia, aunque rutinaria y aburrida, era realmente una vida.
Comenzó a pensar en todas las cosas que podría haber sido, en la persona que quería ser. En la diferencia entre vivir y sobrevivir.
Siempre le había echado la culpa de todos sus males a la KGB. Pero esta vez si la mataba, la culpable sería ella.
Esa chica podía ser su salvación y también su condena.
De repente, su vecina encendió la radio a todo volumen y una canción las hizo bailar a ambas, olvidándose de su amor y su odio, libres de adentro hacia afuera. Natasha se sintió como un fantasma, rondando la vida que nunca podría tener y entonces...decidió obtenerla
Usuario: MymindTired
Fandom: Why Don't we (Daniel Seavey).
Sábado, mi último día de trabajo. Mi alarma avisaba que era la hora de levantarse, sonaba la voz de mi novio y sus amigos, me gustaba despertar escuchándolos ellos habían cambiado mi vida de una linda forma dándome fuerzas para seguir adelante con mis sueños, pero hoy en especial eso no se sentía así. Me encontraba cansada y harta, me disgustaba escuchar la voz de Daniel seavey nada más despertar, ¿porque? Porque se había ido de gira con su banda why don't we, y ahora no respondía mis mensajes hace dos días.
Me levanté apagando mi alarma de una buena vez, luego de ducharme rápidamente me puse el uniforme de mi trabajo de fin de semana. Este constaba de una blusa y una falda tubo color beige, totalmente pasada de moda.
Salí de casa tras haber hecho toda mi rutina mañanera, hoy todo parecía oscuro, como si una nube negra me persiguiera, pues todo estaba triste y sin color.
Al llegar a mi destino entré para comenzar con mi labor, ayudar a bajar las sillas de las mesas para abrir el local de comida, mis compañera notó mi disgusto por lo cual no me habló mucho.
Todo el día transcurrió de forma lenta y muy típico, gente iba y venía con sus amigos o familia a disfrutar juntos una buena comida entre risas.
Entre cada momento libre revisaba mi celular, algo de mi seguía esperando una respuesta a ese último mensaje de amor que mande, pero esta no llegaba, aún recuerdo las claras palabras de mi compañera antes de irse.
—Sigues esperando una respuesta.—miró mi celular con una expresión seria, casi como si le molestara.— un mensaje que enamoré no es pedir mucho, pero si no existe respuesta, no insistas
Luego de eso ella se marchó, ahora debía trapear el piso antes de irme, puse la radio y una canción que desconocía empezó a sonar su ritmo era pegajoso, cerré los ojos disfrutando de ella, mientras pasaba el trapeador me dedicaba a danzar como si no hubiera un mañana, de cierta forma me ayudó dejar lo malo, me sentía libre por un momento, cuando esta terminó escuche como el locutor daba una noticia, why don't we estaba en esa radio, la cual era una que siempre escuchaba.
Quedé paralizada, como si alguien con un control remoto hubiera puesto el «stop», de pronto escuché la voz de mi novio, pues le habían hecho una pregunta sobre mí.
—Ella es perfecta , no tengo más que decir. Sé que está esperándome en casa, incluso puede estar escuchando y si es así, cariño te amo, nos vemos en unos días.
Sonreí de inmediato, subí el volumen de la radio para la próxima canción que ellos interpretaban y según Daniel era para mi, mis labios se inundaron de esta, él seguía pensando en mí y eso me alegraba completamente.
Ahora todo cambiaba, hasta las calles me parecían el mejor escenario gracias a ellos y sus palabras.
—Te amo también.—susurré escuchando atentamente la radio.
Muchas felicidades
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top