Resultados "La boda de mi mejor amigo"
¡Wow! Está ronda de relatos estuvo increíble. Recibimos muchos más que en el reto de "un último adiós" ¿Les gusta el drama, verdad? Lo han hecho genial y ha sido bastante difícil para el jurado elegir, pero al fin lo hicimos.
Bueno, como ya es fin de semana y mañana hay reto nuevo, aquí les dejamos a los ganadores de "la boda de mi mejor amigo."
Fandom: Yuri!!! On Ice
Es otoño. Las hojas caen al ser tocadas por el gélido viento otoñal, mientras el corazón de Yuri Plisetsky se encoje con pesar.
¿Por qué tuvo que pasarle esto?
De haberlo sabido antes no se hubiera callado lo que tenía que decir. Hubiera dejado su cobardía de lado para hacer aquello que le dictaba su corazón.
Pero, ¿Cómo debería haber reaccionado a aquello?
"¡Me voy a casar!"
Expresó con gran alegoría Yuuri Katsuki, su más grande amigo de la infancia; y el dueño de su amor.
Sin duda esa llamada por video chat le provocó una amarga sensación en el pecho, sintiendo como algo dentro de él se rompía.
No pudo hacer nada más que aceptarlo.
Ya no había tiempo para arrepentirse, hoy era el gran día. Él estaba de camino a la casa del Katsudon para ayudarlo con su ataviado matrimonial. No le veía el porqué ir, pero negarse no podía; no si era él.
...
Ya las horas habían pasado, y el japonés se hallaba listo. Para Yurio, no había cosa más hermosa que el ser situado frente a él, con una sonrisa plena de oreja a oreja. Las flores colocadas de tiara adornando su rostro de porcelana.
«Simplemente perfecto» Pensó para sí, acomodando ese ornamento.
¿En serio iba a dejar ir a algo tan valioso? Dudaba que Nikiforov supiera darle lo que se merecía; no era una mala persona, pero no lo consideraba nada adecuado. Sólo había una persona capaz de ser todo aquello que él necesitara...
—Yuuri...
Y así, a minutos de salir al gran altar...
—... no te cases.
... Yurio se decidió a no dejarle ir.
La cara de desconcierto que portaba el japonés era todo un poema, así como la abochornada del rubio.
—Por favor. —Yurio pidió, con un rostro de quien no quiere perder lo más preciado que posee— No te vayas con otro, Katsuki. No me dejes con éste sentir que quema mi pecho cada día desde que te conozco. —Apretó con ligereza las manos que sostenían los hombros contrarios— Yuuri, yo... no pude evitar enamorarme de ti, y no puedo dejar de hacerlo ahora. Simplemente... no puedo.
»Sé que es repentino, quizás egoísta, pero te lo pido, no lo hagas. Maldita sea, no lo hagas. No sé qué haría sin ti.
»No quiero verte en los brazos de otro hombre que no sea yo, no quiero que otro robe tu felicidad, no quiero que otro posea algo tan inmerecido como lo es tu sonrisa...
»Yuuri... No quiero ser sólo tu amigo.
Yurio no quería alzar su mirada, no deseaba ver el rostro enojado que seguramente tenía su amado.
—Por favor, no me odies por amarte.
Luego de un rato sin reacción, el mayor separó las manos del rubio que le tenían. Yurio levantó su mirada, esperando todo lo malo por parte del otro... todo menos eso.
—Yuuri, ¿Por qué lloras? —Se asustó en gran manera. ¿Lo había herido al apretarlo muy fuerte?
Sus miedos pasaron a duda, al ver como el otro negaba mientras una sonrisa se asomaba.
—No, Yurio. Sólo que... siempre esperé a que dijeras eso.
«¿Qué?»
Mayor fue su sorpresa al sentir como sus labios eran profanados por los contrarios. Un etéreo roce que luego fue separado por el causante.
Él temblaba, mientras el pelinegro le mostraba una sonrisa cómplice que logró comprender. Pues un "Te amo" sobraba en un momento como éste.
—¿Eso significa que puedo robarme al novio? — Preguntó, sabiendo con certeza la respuesta.
—Si no lo haces ahora te obligo.
Plisetsky no necesitó escuchar más, para tomar al pelinegro en brazos y volver a unir sus labios en un efímero beso sin reservas, con más de un sentimiento encontrado.
Ese día ninguno de los dos novios asistió a la falsa boda, pues nunca se iba a hacer en realidad. Y ese mismo día, un par de amantes, llenos de nada más que amor por el otro, juraron no mermar lo que sentían; mucho menos guardárselo nuevamente. Hayan los problemas que hayan. Pues si había algo de lo que Yuri Plisetsky no se arrepentía, era de haberse robado al novio.
Fandom: Harry Potter
¡No te cases!
Lo había soportado lo mejor que pudo. Merlín sabía que sí; nadie más que él merecía el premio al: «mejor idiota, soportando ver a su mejor amiga con un tipo que no la merecía», aún si ese tipo se trataba de su hermano menor. Demonios, ni siquiera le importaba que su hermano estuviera en medio de ello.
La quería a ella y estaba apunto de perderla, para siempre...
Eso último golpeó cada parte de su ser y, mientras estaba sentado allí sintiéndose miserable, observando en completo silencio a todo el mundo acomodado en sus lugares asignados para ver la unión oficial, decidió hacer la mayor estupidez, posiblemente, desde hacía mucho tiempo. ¿Qué era lo peor que podía suceder? ¿Perder su amistad con ella? ¿Qué el corazón se le fragmentara aún más de lo que ya estaba?
No quería arrepentirse de nada y ese era su momento. Así lo sentía.
Llegar a La Madriguera nunca se le había hecho tan eterno, tan difícil o las escaleras tan interminables. Nunca había sentido ese cúmulo de sentimientos que hacían latir su corazón de manera desbocada u otras terribles sensaciones de pánico, que convertían sus piernas en gelatinas. Cada paso dado había sido un martirio, cada pensamiento lo habían arrastrado al miedo más idiota. Pero nada se comparó una vez estuvo, finalmente, frente a la puerta de la mujer que, descubrió, amaba más de lo que se hubiera permitido.
—¿Hermione?
—¿Fred? —la puerta se abrió inmediatamente y dejó a la vista lo que él sólo se había imaginado en sueños. Se quedó sin ideas, sin excusas, sin habla. Ella tenía ese efecto sobre él, al menos desde ese día en que se encontró pensando en la joven Bruja día y noche, sin que lo hubiera podido evitar —. ¿Está todo bien?
Fred pareció despertar y miró hacia todas partes antes de meterse en la habitación. Cerró la puerta detrás de sí y se quedó nuevamente anclado en el suelo mirando a Hermione a los ojos.
—Te amo, no, no digas nada, en serio te amo. El gemelo más guapo de la familia, te ama y es incluso, absurdo para mí admitirlo. No sé cómo, cuándo, porqué sólo conozco con seguridad lo que siento por ti —cada palabra salía de sus labios, prácticamente sin aliento, mientras se acercaba a una Hermione completamente pasmada —. Es genuino y único. Y... fui un maldito idiota por haber intentado enterrar todo, todo, lo que siento por alguien como tú por miedo —murmuró enloquecido y la tomó de los hombros —. ¡No te cases! Por el amor a Merlín, no te cases con Ron o me veré obligado a robarte.
—¿Tanto me amas?
—Más de lo que crees —ella llevó sus manos a sus mejillas para luego sonreírle.
—Creí que jamás me lo dirías —Fred frunció el ceño confundido —. George, Ginny, Harry —este soltó una risotada.
—Supongo que soy muy obvio.
—Más de lo que crees.
—¿Entonces?
—La boda se cancela.
Fandom: Haikyuu!
Ella nunca le había gustado.
Desde el primer momento que la vio, cuando Iwa-chan se la presentó, supo que iba a traerle alguna desgracia a su vida. Lo veía en su rostro, en sus ojos pintados de inocencia.
No se equivocaba.
—Iwa-chan —sonrió—. ¿Qué tal? ¿A qué se debe...?
—Te tengo una gran noticia —interrumpió, con ese ánimo que solo tenía cuando marcaba el punto final de un importante partido.
—¿Sí? ¿Y qué es?
Casi podía verle sonriendo. Había visto su sonrisa muchas veces, demasiadas.
—Me voy a casar. ¿Te lo puedes creer? ¡En seis meses!
Qué.
No.
«No te puedes casar».
El teléfono aterrizó sobre sus piernas, y en esos momentos agradeció estar a cuarenta kilómetros de Iwaizumi. Así no podía ver su rostro pálido como la leche, ni sus lágrimas amenazantes, clavándose en sus ojos como cuchillos.
—Oikawa, ¿sigues ahí?
«No te puedes casar con ella. No puedes».
—S-sí... —recogió el teléfono y se lo puso de nuevo en la oreja—. Solo me... ha sorprendido la noticia.
—No eres el único, Makki y Mattsun también se quedaron sorprendidos —rió.
—No me extraña...
«No llores, idiota, no llores...»
—Y te tengo que pedir un favor, Oikawa.
Aguantando las lágrimas, y sintiéndose la peor persona del mundo por estar así ante la felicidad de su mejor amigo, Tooru musitó un «dime».
Lo siguiente, en definitiva, no se lo esperaba:
—¿Serías mi padrino?
★★★
Tooru había soñado muchas veces con ese día. Ese día en el que vería a su mejor amigo, a ese que le acompañó desde la más tierna infancia, en un traje elegante. Con esa sonrisa radiante. Con ese brillo en los ojos.
Solo que, en sus sueños, la situación era diferente. En sus sueños, sus ojos le miraban a él. Su sonrisa era solamente para él.
En sus sueños, Iwa-chan se estaría casando con él, y no con esa.
En sus sueños, Tooru sería el novio, no el padrino de una boda que no quería que se celebrase.
Y por esa razón estaba ahí. Para intentar recomponer esos sueños.
—Oikawa, ¿te pasa algo? Llevas todo el día raro.
Quedaban apenas horas para que se celebrase el evento, y estaba ayudando a su amigo a terminar de arreglarse en el cuarto del novio.
Sin decir palabra, echó el seguro de la puerta, tomó aire y se encaró a su mejor amigo.
«Es ahora o nunca».
—¿Oikawa?
—Iwa-chan, yo... —dio dos zancadas y le agarró de la americana. Las lágrimas brotaban—. Yo te quiero, ¿vale? Siempre, desde que estábamos en el colegio, yo... nunca me atreví a decírtelo, porque tenía miedo, no quería perderte pero... —cerró los ojos con fuerza—. ¡No puedes casarte, Iwa-chan! ¡No puedes...!
Golpeó su pecho con el puño, con poca fuerza y más resignación que enfado.
—Oikawa... —su tono sorprendido delataba que no se esperaba eso.
«Si no me voy de aquí contigo...»
Le atrajo más hacia él, recortando considerablemente la distancia.
«Por lo menos me iré con un beso».
¡Muchas felicidades a los ganadores!
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