Reto Sorpresa: Escrúpulos

El robot era defectuoso, los directivos de Artech lo sabíamos. Pero los números no mentían y cuando éstos se transformaron en dinero, ya no había nada que hacer. La triste realidad era que resultaba más redituable afrontar las demandas, que intentar resolver el problema a esa altura de la fabricación. Entonces todos callamos, ocultamos y fuimos cómplices del desastre. Escrúpulos es una palabra muy curiosa después de todo.

Se lanzaron al mercado 200.000 ejemplares. Nuevos, relucientes, innovadores y defectuosos. Con una estética agradable, cuidada y alejada lo suficiente de la apariencia humana como para no caer en el valle inquietante.

Los reclamos no tardaron en llegar, el robot realizaba los quehaceres domésticos casi a la perfección, hasta emitía sonidos blancos o música durante la noche para que los consumidores descansaran tranquilos. El inconveniente se presentaba ante la tarea de poner la vajilla sobre la mesa. En ese momento el robot hacía un bailecito ridículo y estrellaba todos los platos contra el suelo.

Tuvimos que despedir a nuestro mejor programador, Alessandro Antonópulos, su bromita nos había costado muy cara.

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