RETO XVI. "PUNTO CENTRAL"
Desperté del largo letargo junto a mi compañera de viaje y, en cuanto estuvimos a punto, fuímos a los mandos.
—Odisea, informa.— pedí al ordenador de la nave.
Nos habíamos embarcado en este proyecto a sabiendas de que, quizás, sería lo único importante que haríamos en esta vida. Pero era algo grande. Irrepetible. No sabíamos qué nos encontraríamos ahí fuera, pero lo habíamos conseguido.
—Objetivo "Centro del Universo" cumplido. Coordenadas 0.0.0. concretadas. Ausencia de atmosfera.
Miré con curiosidad por la claraboya. Un espectáculo lumínico de gases multicolor nos rodeaba.
—Vamos a ponernos las escafandras, Adam. ¡Necesito hacer ejercicio!— dijo Evie, entusiasmada. Tras siglos surcando el espacio en estado de criogenia, era normal sentir esa euforia.
Una vez fuera, de pronto descubrimos que teníamos compañía.
Estábamos rodeados de una especie de seres de luz. Eran figuras humanoides, pero indefinidas, con varios halos multicolores a su espalda asemejando etéreas alas de luz.
—¡Ángeles...!— exclamó Evie.
Dos de ellos se nos acercaron y nos tocaron. Una gran calma nos inundó. Entonces, supimos que lo eran. Y también supimos lo que éramos nosotros: el yin y el yang de uno de estos seres.
—Bienvenido seas. Te perdimos, pero has regresado.— dijeron.
Porque de él nacimos nosotros, cuando necesitó sobrevivir.
Al entenderlo, nos descompusimos en luz, y luego nos juntamos para constituir de nuevo un solo ser, sumando los genomas que la humanidad nunca había perdido desde el inicio de su existencia. Porqué nosotros eramos Yo. Y por fin, Yo, estaba en casa.
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