Golpe de suerte

Año 2170.

La humanidad, de la mano de la globalización, hace años que se unificó en una sociedad con características muy marcadas, pero donde destacan sobre todo dos: un individualismo exacerbado y la incesante búsqueda de la satisfacción inmediata de los deseos. Por extraño que pueda sonar, a esta realidad se ha sumado la Naturaleza, la cual, a través del azar, ha convertido a los humanos en receptores de una especie de "puntos de suerte" que se van sumando día a día y que la gente puede emplear para casi cualquier fin. Pero, a causa de los hábitos consumistas adquiridos desde niños en esta irreflexiva sociedad, y al sinfín de tentaciones alcanzables con tan sólo desearlo, nadie llega a acumular demasiados de esos puntos.

No hace mucho los científicos anunciaron algo terrible. Habían descubierto que un asteroide se acercaba peligrosamente a la Tierra y que, según sus cálculos, avanzaba en rumbo de colisión contra nuestro planeta. Ante esta grave situación, y tras descartar las soluciones aportadas tanto por los científicos como por los militares, el gobierno llevó a cabo un desesperado llamamiento a nivel mundial para que todos aquellos que no hubieran gastado recientemente sus puntos de suerte trataran de salvar nuestro mundo. Por desgracia, ninguno de los cientos de miles que respondieron a la llamada de auxilio había acumulado puntos suficientes para evitar la catástrofe. Se llegó así al convencimiento de que la Tierra y toda la vida que alberga estaban condenadas. Era el fin del mundo... y se desencadenó el caos.

«Contra todo pronóstico, tres días antes de la llegada del asteroide se produjo un increíble golpe de suerte. En el Hospital Central de la capital yo, Martín, un huérfano sin familiares conocidos, desperté del coma profundo en el que había caído tras recibir una paliza -una más de las muchas que solían propinarme- de varios compañeros del colegio, y que ningún mayor trató nunca de evitar. En condiciones normales una noticia como esa no hubiera sobrepasado el ámbito local, pero esta vez alcanzó una repercusión mundial. La presidenta del gobierno acudió de inmediato al centro médico para verme, y me explicó la desesperada situación en la que todos nos encontrábamos. Comprendí la terrible dimensión del problema, y accedí a emplear mis puntos de suerte para salvar mi mundo de la destrucción.»

***

«Han pasado unas horas desde el brutal choque del asteroide contra el planeta. Y yo, Martín, el último ser humano, contemplo desde el mirador de esta gigantesca nave alienígena los restos de lo que una vez fuera un astro repleto de vida... y también la más terrible y cruel de las prisiones: la Tierra.»

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top