El grito

Van dos amigos a un bar del centro, después del colegio, en busca de los mejores licuados de la zona.

El lugar es de esos lugares clásicos donde es más común ver a jubilados leyendo el diario, que a dos adolescentes como ellos. Pero no les importa: los licuados de don Lucas y las medialunas de manteca que venden ahí valen la pena.

Colgados de las paredes, mitad revestidas de madera oscura, mitad pintadas de beige, hay fotos de distintos cuadros famosos. Entre ellos, "El Grito", de Munch.

—Che, mirá, es el del emoji —le dice Diego a su amigo Sebastián.

—Posta. Mirá, boludo, mirá —responde él, emulando el gesto.

—¡Pero si estás igual! —grita el primero, medio cantadito.

Sueltan una carcajada los dos, ganándose la mirada reprobatoria de don Julio, otro habitué del lugar. De fondo, canta alguien un tango de la época de Matusalén. Como es temprano, no hay nadie más para escuchar sus tonterías. Por la ventana, lo mismo, no pasa nadie por la puerta de ese bar de barrio.

—Disculpe, don Julio. Fue sin querer —le dice Sebas, con una media sonrisa pícara.

—Tan desubicados como siempre, ustedes dos —se queja, volviendo la vista a su diario.

Los amigos piden lo de siempre, un licuado de banana y manzana y tres medialunas para cada uno.

—¿Qué habrá visto? —se pregunta Diego.

—¿Quién? —consulta Seba, mirando para todos lados —¿Don Julio?

—No, boludo —se burla—. El tipo ese del cuadro.

—Ahhhh. Avisá. ¿Qué sé yo? Le habrán pisado el pie —aventura,sin pensarlo demasiado.

—Sos re básico, Seba. ¿Te pensás que un tipo famoso va a pintar a un tipo que le pisaron el pie? ¡Pensá más fuerte!

—¡Eu! —se queja— A ver, vos que sos taaaan inteligente. ¿Por qué grita?

Diego mira la pintura unos momentos, pensando a toda máquina. Sabe que tiene que estar a la altura de las circunstancias y parecer más nerd de lo que es, pa'no pasar vergüenza, ¿vio?

—Bueno, capaz la novia le dijo que estaba embarazada —medita—.Eso me asustaría a mí. ¿Te imaginás? Si Belén viene y me dice eso, yo me muero.

—No, no —discute Seba—. Es más feo que mi hermana sin maquillaje. No puede tener novia. Es otra cosa.

Los dos se estremecen con el recuerdo de Florencia.

—Bueno, es mejor eso que tu teoría de que le pisaron el pie —retruca.

—Cierto, pero no puede ser lo que decís vos. Es fulero, el pobre.

De repente, se ríe. Se tienta con un pensamiento que se le cruza y no puede parar. Trata dos veces de hablar y a la tercera lo logra.

—¿Sabés qué parece? ¿Viste esos muñecos inflables que ponían en los lavaderos de autos y en los talleres mecánicos? Esos que se movían así. —Levanta los brazos y los ondula como si los llevara el viento, poniendo caras raras, como las de esos muñecos.

—¡Es verdad, man! —se ríe Diego, haciendo lo mismo.

—Chicos, les dejo el pedido —los interrumpe Jorge, el mozo cuarentón que los atendía.

Tiene una sonrisa apenas contenida. Esos chicos eran unos payasos y le caían muy bien. Posa los vasos largos en la mesa, junto a las facturas. Los dos chicos le bailan desde sus asientos, haciendo más muecas graciosas.

—Provecho —les desea, riéndose.

—Mirá, Jorge, mirá. ¡Mueva! ¡Mueva! ¡Mueva! —dice Seba, exagerando aún más los movimientos—. Somos los del cuadro ese, ¿ves?.

—Ja, ja. Tienen razón —concuerda, riendo más fuerte —. No hagan tanto bardo, que se enoja don Julio y se la agarra conmigo.

—Tranqui —dice Diego, dejando de hacer el tonto—. Te prometo que nos callamos.

Jorge se va y vuelven a su debate.

—¿Y si el tipo le tenía fobia a los payasos? —reflexiona Seba —. Viste que los payasos de antes eran re feos. Vi fotos en el Face el otro día. Te juro que algunos eran como para no dormir por unos días.

—Posta que sí —dice Diego—. Un payaso en un puente... Mmm no sé, no me convence.

—Ufa, a vos no te convence nada. Yo te digo que sí. Ese tiene cara de miedoso, aparte de feo. O capaz se vio al espejo —concluye.

—Dale, boludo. Está en un puente. ¿Qué te fumaste? —lo cuestiona.

—Bueno, entonces vio un payaso fulero repartiendo globos —se planta.

—No, tiene que ser algo más grosso. Algo como un incendio o algo —contradice Diego.

—¿Pero no ves que los de ahí atrás están re panchos paseando? —señala Seba.

—Porque todavía no escuchan los gritos. Vas a ver que cuando se acerquen van a ver lo mismo que el sapo ese. Y ahí se va a armar. Van a llegar los bomberos y va a ser Trending Toppic en Twitter. #Fuego #Aiuda #VamonoALaV*Wey y todas esas cosas.

—Me gusta más lo del payaso —dice, encogiéndose de hombros—. Y ellos no tenían Twitter.

—Ya sé. Pero, digo, si tuvieran, pondrían eso —puntualiza—. Y todos lo filmarían con el celu sin hacer nada.

—Maaaal —concuerda—. Y después harían memes y todo.

—Pobre loco, encima de feo, viralizado en internet —reflexiona Diego—. ¿Te imaginás?

—Por eso, te decía yo que era mejor la del payaso—concluye Seba, dándole un sorbo a su bebida.

*****

Reto de Sonia, sobre el famoso cuadro "El grito", de Munch. Tenían que ser dos personas debatiendo sobre el motivo del grito del sujeto, con dos opiniones opuestas.

Espero que ese hayan divertido!

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