Mihawk estaba buscando algunas hierbas en el bosque de su isla, cuando de repente vio lo que parecía ser una especie de cosa verde que se movía en círculos una y otra vez.

Cuando se acercó, vio a un chico de unos 18 años con piel morena y tres espadas dando vueltas, ¿tal vez se había perdido?

¿Estás perdido? - Zoro se dio la vuelta para mirar esos intensos ojos dorados; apenas hicieron contacto, Zoro y Mihawk lo sintieron.

¿Tú...? - Mihawk no pudo terminar porque su jodida alma gemela había comenzado a correr por todo el bosque, ¡con los babuinos!

Mihawk siguió el haki del mocoso y comenzó a seguirle rápidamente la pista. ¡Y este niño seguía corriendo en círculos!

En un momento se detuvo detrás de un árbol, intentando esconderse, pero su cabello verde lo hacía cantar como sangre entre la nieve.

Mihawk estiró su mano y tomó el brazo del chico, evitando que se escapara.

Tú... vienes conmigo - Zoro trató de forcejear.

¡Suéltame, déjame! - Zoro no quería saber nada de su alma gemela, no después de que el mundo le diera una después de Kuina.

¡Eres mi alma gemela y vienes conmigo! - La voz de Mihawk causó un eco en Zoro, haciendo que el chico bajara la cabeza y caminara, ¡pero él no lo mandaba, eh!