- fenix-
Marco no podía resistirlo más, Ace era la cosa más hermosa y perfecta que había llegado a su vida. Literalmente, para él, su aroma era tan exquisito y embriagador que lo hacía sonrojarse cada vez que el pecoso se cruzaba por su camino. Para más remate, Ace tenía una fruta del diablo con la habilidad del fuego, y él era un feliz que buscaba cada momento el maldito fuego.
Ace cada vez olía más sus feromonas. Thatch se metió a su cuarto con lo que parecía ser un paquete de pastillas.
¿Qué es eso, Thatch? - Él se dio la vuelta para mirar a su hermano cocinero. Lo que sea que él traía en la mano le llamaba la atención.
Son pastillas para el celo, Ace. - Ace miró un poco impresionado a los medicamentos. - Usualmente, los omegas no suelen tener este tipo de medicamentos, pero a papá le gusta que todos estemos bien cuidados. Tal vez nunca las has visto en tu vida, así que vengo a enseñarte como buen hermano mayor cómo demonios se usan.
¿Y cómo se usan? - Ace se acercó a Thatch y se sentó al lado de él. El cocinero le entregó los medicamentos, y Ace los examinó cuidadosamente.
Bueno, solo se supone que tomes una pastilla al día. Se supone que debe ser solo en el celo, pero esto es porque son débiles, así no nos afectarán en la salud como las otras. - Ace no sabía a qué se refería Thatch; él solo asentía.
¿Esto alivia los dolores del celo? Últimamente siento que me duele en el vientre. - Ace bufó; este nuevo sistema en su cuerpo era un poco incómodo.
Sí, lo hará. Así también evitará embarazarte si no lo quieres, aunque siempre tienes que usar condón. Ya sabes, por si no funcionan bien. - Ace asintió.
¿Los alfas también tienen de esto? - Ace miró, y Thatch revolvió su cabello.
Sí, solo que ellos no necesitan los ingredientes para el embarazo. También tienen celo, recuérdalo. - Ace asintió mientras el cocinero lo dejaba solo.
Marco entró repentinamente al cuarto de él con una caja en la mano y sonrojado.
¿Marco? - Marco movió sus ojos hasta Ace y vio lo que tenía en la mano.
¿Vas a entrar en celo, yoi? - Ace asintió y se recostó a lo largo de su cama, mirando las pastillas en sus manos.
Oye, Marco, tú eres médico. ¿Estas cosas son seguras? Es la primera vez que voy a pasar un celo completo fuera de casa, y creo que tengo miedo. - Ace hizo un puchero, y Marco sonrió sentándose al lado de Ace.
No tienes que pasarlo solo, yoi... - Ace abrió los ojos sonrojado y se levantó para quedar cara a cara sentado en la cama junto a Marco.
¿Tú... tú me estás ofreciendo? - Ace miró a Marco, que estaba moviéndose de un lado a otro.
Sí, yo... traje esto para ti, ya sabes... como cortejo. - Ace tomó la caja que Marco le dio en sus manos y la abrió. Era un collar, de rubí rojo, con dos pulseras decoradas también con joyas rojas.
Marco... - Ace nunca fue de mucha joyería, pero era hermoso.
Se supone que si te gusta, tienes que usarlo, yoi. - Marco miró a los ojos de Ace, que estaba sonrojado; de repente, una sonrisa decoró el rostro del pecoso.
Bueno, no lo usaré. - El corazón de Marco se apretó. ¿Ace lo había rechazado? Oh... tal vez sí era demasiado grande para Ace, o no era de su gusto o... - Porque quiero usarlo durante mi celo. - Marco levantó la vista para ver los ojos de Ace con un brillo coqueto en ellos.
¿Me estás dando permiso para pasar tu celo contigo, yoi? - Marco tragó duro, su corazón revivió a mil por hora y su fénix estaba chillando de pura felicidad.
Sí... si tú quieres, claro. - Ace puso su mano en su cuello sonrojado.
Ace... ¿Me permitirías morderte, yoi? - Ace lo miró sonrojado.
Muy rápido para nuestra primera vez, Marco, pero si funciona todo... ¿Tal vez pronto? - Marco no podía pelear nada a los ojos de Ace en este momento.
¿Cuándo al gran pirata Puño de Fuego le han gustado las cosas lentas? - Ace se derritió en los brazos de Marco.
Si eres un alfa malo, te lanzaré al mar y te dejaré morir ahí. Papá me dio permiso. - Ace se rió cuando comenzó a recibir besos en el cuello de parte de su piña favorita.
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