7🥃
Klaus miró al gran perro rojo caminar por su casa olisqueando cada rincón, debía admitir que estaba asustado de tener a un animal tan grande en casa. Bastian no parecía un perro en absoluto, el animal encontró su cama y dio varias vueltas antes de echarse. Klaus arqueó una ceja, sus miedos parecían ser infundados, acarició su cabeza, Bastian lo miró y ladró haciendo un gran estruendo.
—Bien, tu comida está por aquí —Bastian fue detrás de él con normalidad, al menos era obediente—. Jordan la eligió para ti, así que espero que te guste —murmuró, colocando las croquetas especiales que había comprado para él, Bastian las devoró sin dudarlo y luego comenzó a retozar con los juguetes en la esquina.
—Mientras estas en eso, voy a bañarme —Klaus tomó su toalla, se quitó la ropa y se metió a la ducha.
Jordan era increíblemente testarudo, pero lo entendía, Killian era una persona especial, más especial a sus ojos cuando no le dejó ver mucho de su miserable vida. Klaus nunca podría ganar contra eso, sabía muy bien donde estaba parado.
Klaus se colocó la bata, cepilló sus dientes y salió secándose el cabello, Bastian estaba durmiendo en su cama como si fuese el dueño de la misma, tuvo un tic nervioso mientras lo miraba.
—Por Dios, baja de mi cama antes de que colapse de una vez —Bastian lo hizo al instante y se sentó a los pies de la cama mientras lo miraba con ojos tristes—. Te compré una cama —dijo, Bastian gimió—. No vas a dormir conmigo.
Bastian lloriqueó aún más, así que Klaus suspiró y fue a buscar la cama, colocó todo a los pies de su cama y lo miró con reproche.
—Sólo puedo hacer esto por ti, puedes dormir cerca, no conmigo —Bastian se conformó con eso, rodeó la cama y se echó en sus mantas.
Despertó incluso antes que su despertador, Bastian estaba ladrando como los últimos días para llamar su atención, se levantó y abrió la puerta para él.
—No vayas muy lejos —murmuró, mirando su reloj, sólo faltaban veinte minutos.
Bastian al menos era útil despertándolo, sin embargo, en los últimos diez días rompió dos pares de zapatos, Klaus negó, no pensaría en ello otra vez, ya había discutido lo suficiente con él. Bastian regresó a los cinco minutos, Klaus se arregló y dejó comida en su plato, luego condujo a la universidad. Klaus dejó su maletín en el buró apenas entró a clase, la mayoría de sus alumnos se callaron mirando hacia él.
—Buenos días a todos, ya es hora de que presten atención, ¿verdad? —los chicos de los últimos puestos se acomodaron—. Bien, abran el libro en la página ciento cincuenta. ¿Alguien puede recordarme donde lo dejamos?
Matías levantó su mano, Klaus le asintió.
—Nos estaba explicando las habilidades que debe tener un buen ingeniero.
—¿Y una de ellas es…?
—Debemos tener una gran capacidad analítica, así podremos desarmar algo, comprender sus funciones y de la misma forma volverlo a ensamblar.
—Bien, la creatividad también…
Klaus terminó temprano ese día, no quería que Jordan lo evitara marchándose temprano, así que recogió a Bastian y se dirigió a la clínica. Como sospechó, Jordan planeaba irse temprano. Klaus siempre terminaba provocándolo, esas eran las únicas reacciones que podía arrancar de ese hombre. Sin embargo, ese día se equivocó en demasía y de alguna u otra forma terminó sobre el escritorio de Jordan, con él presionándolo.
Entró en pánico una vez comprobó la fuerza de Jordan, no podía deshacerse de su agarre y estaba en una posición de inferioridad que no lo favorecía en ningún sentido, podía decir que no le gustaba, tampoco la forma en la que Jordan lo estaba mirando. Él lo empujó colocando las manos sobre su pecho, Jordan lo miró con ironía, esa mirada lo estremeció por completo.
—¿No era esto lo que querías? ¿No querías sexo?
—Esto no…
—Podemos tener sexo, pero luego olvídate de mí.
Klaus tembló ante el rudo beso de Jordan, hincó los dientes en su labio inferior haciendo un hematoma, logró hacerlo enojar y estas eran las consecuencias de ello.
—Detente… —murmuró, Jordan le agarró las manos e hizo que se apoyara en el escritorio.
—¿Por qué? —Jordan desgarró su camisa, Klaus tragó al sentir los labios de Jordan recorriendo la piel de su cuello hasta la clavícula donde mordió suavemente haciéndolo gemir.
Desabrochó su pantalón y lo giró sobre el escritorio, Klaus quedó bocabajo con la erección de Jordan presionándole el trasero, lo cual le hizo entrar en pánico. Jordan bajó su ropa interior, Klaus se sentía aún más miserable e intentó luchar, luego de no obtener ningún resultado se relajó y lloriqueó sobre la madera.
—Por favor, Jordan, detente —murmuró con lágrimas en los ojos, era bochornoso, pero esperaba que al menos funcionara.
Jordan lo soltó y se alejó mientras suspiraba. Deslizó una mano por su cabello tratado de calmarse, había perdido neuronas y esto sólo era un efecto de eso. ¿Qué pensaba hacer? ¿Cómo había perdido la cabeza de esta forma? Joder, se odiaba ahora mismo.
Jordan vio a Klaus arreglar su ropa, la camisa no tenía remedio, pero al menos tenía la chaqueta con la que se cubrió. Klaus pasó por su lado y le chifló a Bastian para que fuera con él, el perro obedeció y ambos salieron a toda velocidad de ahí. Necesitaba dormir, él nunca se había comportado así.
Jordan cerró la clínica y caminó por las oscuras calles, no supo a donde iba hasta que sus piernas se detuvieron frente a una casa conocida. Eran dos pisos de recuerdos sin contar los artículos que estaban dentro, podía ver los cristales de las ventanas brillando por la luz de la luna, el color naranja de las paredes apenas se veía gracias a la oscuridad. Las plantas se removían gracias al aire frío que había comenzado a soplar, Jordan se estremeció y le dio la espalda.
No podía hacer nada más que verla.
Caminó más rápido, pero no llegó al motel, esta vez fue a parar a casa de Henry, Jordan tocó, su mejor amigo lo recibió tres minutos más tarde.
—Jordan. ¿Qué haces aquí? —murmuró, Jordan se estremeció gracias al frío, Henry lo jaló hacia el calor de la casa—. Entra, vas a congelarte.
Henry cerró la puerta a su espalda, Jordan caminó a la sala y se sentó directamente en el sofá, había latas de cerveza sobre la mesilla y el televisor estaba prendido.
—Pensé que si iba al motel me sentiría peor, intenté entrar a casa, pero fue un fracaso —murmuró. Henry se sentó a su lado y lo envolvió con una manta, luego apagó el televisor. Jordan pudo oler el alcohol en él, había una botella con menos de la mitad del contenido.
Eso era increíble, Henry no bebía, rechazaba el alcohol por completo.
—Estás congelado, eso no fue lo único que pasó, ¿verdad?
Jordan negó y suspiró, sus manos se apretaron en la manta, a pesar de estar borracho seguía conociéndolo demasiado bien.
—Es este hombre del bar, no dejaba de insistir y perdí la cabeza por completo —Jordan no podía creer su bajeza, estaba culpando a Klaus de algo que era definitivamente su culpa, Henry frunció las cejas.
—¿De qué hablas?
—Me enojé, y de alguna manera intenté acostarme con él —murmuró.
—¿De dónde vienes?
—De la clínica.
—¿Desde cuándo estás viéndolo? —Jordan no entendía por qué preguntaba tanto, pero de todas formas contestó mirándolo a los ojos.
—Desde que peleamos ese día en el bar.
Henry colocó una mano en su mejilla, no era extraño que ellos se tocaran, pero este contacto parecía ser más íntimo de lo normal. Los ojos verdes y dorados de Henry tampoco estaban muy visibles, sólo un aro verde podía verse, tenía las pupilas completamente dilatadas.
—Pensé que no estabas preparado para salir con nadie.
—Yo…
Jordan no sabía que contestarle, Henry se acercó aún más.
—Estoy aquí desde antes, no deberías verlo a él.
—¿Qué?
—Jordan… —Henry lo besó ligeramente, luego su lengua se deslizó por su labio inferior.
Jordan abrió los ojos perplejo, esto no había pasado nunca por su cabeza, no había forma de que Henry, su mejor amigo, hermano, tuviera sentimientos por él. Se conocían desde los ocho años, habían pasado por todo tipo de etapas juntos y nunca existió nada inapropiado entre los dos. Jordan lo empujó, Henry se vio un poco más lúcido, el alcohol en su cabeza pareció desaparecer por un momento.
—Jordan, lo siento —murmuró con arrepentimiento, Jordan se puso de pie y corrió a la puerta.
—Tengo que irme.
Henry fue detrás de él, Jordan abrió la puerta, la mano de su mejor amigo se cerró alrededor de su muñeca.
—Espera, lo siento.
—Henry, me voy ahora —gruñó, jaló su mano y dio un portazo.
Henry maldijo mirando a la puerta cerrada, esto no formaba parte de sus planes. Jordan no tenía que enterarse sobre sus sentimientos, era algo que tenía que permanecer como un secreto toda la vida.
Sabía cuáles eran sus oportunidades con Jordan, nulas, por ende, no quería perder su amistad, su hermandad, y había echado todo eso a la basura sólo porque no toleraba bien el alcohol. Nunca bebía.
¿Qué lo había llevado a esto precisamente hoy?
Un día como hoy había aprobado todas sus pruebas y lo hicieron bombero de forma oficial, extrañaba su antigua vida, su vida, la adrenalina. Ahora simplemente le servía a extraños prepotentes que se creían con el derecho de comprarlo.
Como si fuera una fulana, el trabajo era un asco.
Quería regresar a lo que hacía, pero le había hecho una promesa a su madre, eso estaba carcomiéndolo, no quería faltar a su palabra, pero ser bombero era su vocación.
Agarró una chaqueta y salió, necesitaba encontrar a Jordan, tenía que arreglar las cosas con él. Henry bajó las escaleras y a la mitad uno de sus pies se enredó, el alto alcohol en sangre que tenía adormeció sus reflejos y terminó rodando por los últimos escalones.
Genial, tenía que ser justo esta noche.
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