22🥃

Nico movió el cuello de un lado a otro intentando acomodarse en su silla, estaba satisfecho, pero necesitaba dormir con urgencia. Anoche no había pasado nada más que el roce en el sofá, se sintió bien, más que bien, pero no era suficiente. No podía creer que estuviera pensando en obtener más cuando sabía perfectamente su situación. Nico miró a la puerta cuando entró su secretaria, ella se detuvo para dejar unos papeles frente a él y dio un toque sobre ellos.

—Acaban de traer los documentos, el abogado dice que todo está en orden.

—Gracias —la secretaria no se marchó luego de eso y Nico la miró.

—El señor Eros quiere verlo, está esperando fuera.

Nico maldijo internamente, quería evitar los encuentros con él todo lo que pudiese, sin embargo, su primo sí que estaba interesado en verlo.

—Dile que pase.

—Sí, señor —Eros caminó hasta sentarse frente a él, había heredado el cabello rojizo de su madre y los ojos verdes de su padre, él sonrió como si realmente estuviesen en buenos términos.

—Pensé que nunca me verías —Nico se encogió de hombros.

—Estoy ocupado y espero que la visita sea rápida.

—¿Qué forma es esa de tratar a tu familia? —Nico se carcajeó mirándolo.

—¿Desde cuándo somos familia?

—Primo, sólo vine a hacerte una visita social.

—Claro.

—Nico, deberías alejarte de este negocio de una vez o en serio saldrás perjudicado —Nico levantó las cejas, eso le había sonado a una amenaza. Era bastante irónico que Eros, teniendo un nombre tan amoroso, fuese un maldito cactus. Nico resopló, al final él también tenía sus espinas.

—¿Vas a matarme? Esas gallinas que enviaste por mi salieron despavoridas sin poder hacerme nada —Eros hizo una mueca.

—Yo no tuve nada que ver en eso —y esa mentira fue demasiado obvia. Nico se enojó.

—Vete de mi oficina —gruñó, él negó.

—Deberías hacerme caso por una vez en tu vida.

—¿Y dejarte las cosas tan fáciles? No, eso no pasará y deja de amenazarme.

—Yo no amenazo, Nico, deberías saberlo, sólo es una advertencia.

—Vete de vuelta al infierno de donde saliste.

—Por cierto, ese barman no está nada mal —Nico lo agarró de la corbata y gruñó.

—Aléjate de él —Eros se carcajeó.

—Que reacción tan buena.

—Él no tiene nada que ver con esto.

—Ya veremos — dijo su primo soltándose y retirándose de una vez.

Nico salió temprano de la empresa y llegó a casa, su madre estaba en el sofá viendo la televisión, en cuanto lo vio lo abrazó con fuerza, estaba cansado de lo mismo de todos los días.

—Mi niño, que bueno que viniste, te extrañé tanto.

—Mamá —murmuró, su madre lo miró con una sonrisa.

—¿Ya dejaste a ese veterinario?

Nico suspiró, no era justo que le hiciera esto, ella no podía hacer que él se convirtiese en Killian, de todas formas, le siguió el juego por esa noche. No quería golpes, no necesitaba la piel irritada cuando vería a Henry en unos minutos.

—No, aún no y sabes muy bien que no lo haré.

—Piensa en tu futuro, Killian, ¿vas a dejar la empresa en manos de tu hermano? Él no está hecho para eso, tú naciste para ese puesto, sabes muy bien que Nico no es…

—Ya basta —gruñó, ella dio un paso atrás—. Iré a mi habitación.

—¿Estás enojado?

—No, descansa.

Nico subió a su habitación y se detuvo frente al espejo. ¿Qué tenía que hacer para que todos dejaran de ver a Killian y empezaran a verlo a él? Él se carcajeó mirando su reflejo. ¿Cómo quería que lo hicieran si era como ver a Killian? Él nunca importó, sólo era el segundo gemelo, el menor, la sombra, aunque ya no estuviese la luz.

Nico se deshizo de su ropa y entró a la ducha, el agua caliente lo calmó un poco, pero no lo suficiente. Suspiró bajo el agua. ¿Qué estaba haciendo con su maldita vida?

Nada, no podía hacer nada porque su vida no era suya.

Saber la respuesta no hizo nada por consolarlo.

Nico negó y abrió su armario, miró todos los conjuntos y frunció el ceño. Quería ser él mismo por un día, sólo uno y quizás las cosas serían mejores, se puso una fina camiseta y una chaqueta de cuero, un pantalón del mismo material y botas por encima del tobillo. Había comprado la ropa por capricho, sabía que ya no podía usarla, pero comprarla lo hizo sentir bien, ahora, viéndose al espejo sabía que no podía bajar de esta forma o su madre en serio lo mataría.

Nico se tiró a la cama y suspiró, este era él, no el que se vestía con trajes elegantes o se comportaba como un estirado, sólo fingía, su vida era una maldita mentira de la que no podía huir. Su teléfono sonó con una notificación, Nico sonrió al comprobar que era Henry preguntando si esta noche no iría.

Planeaba darle una sorpresa a ese creído.

Nico miró la ventana e hizo una mueca, era la única opción vistiendo esto, él torció los ojos, colocó su billetera y las llaves del auto en el bolsillo interno de la chaqueta, subió el cristal de la ventana y comenzó a bajar. Una de las ventajas es que eran sólo dos pisos. Nico descendió con cuidado y saltó cuando estuvo lo suficientemente cerca, sacudió sus manos y caminó al auto, condujo lo más rápido que podía hacia el bar.

Varias miradas le dieron la bienvenida, él sonrió al divisar a Henry, el barman se había quedado de piedra al verlo e incluso había terminado derramando la bebida que estaba sirviendo. Henry tomó un paño y limpió la barra, Nico se sentó en la barra y esperó a que llegara.

—Esto fue una agradable sorpresa.

—No necesito saber lo excitado que estás —Henry gruñó por lo bajo.

—Cuidado, Nicholas, sí que te gustaría saber, tus ojos no mienten —y entonces humedeció sus labios, Nico tragó, quería besarlo.

—Podríamos… —el llamado de alguien interrumpió sus palabras, Henry ladeó la cabeza mirando al otro lado de la barra.

—Espera —murmuró Henry y fue a atender a otra persona, Nico hizo las manos un puño viendo de quien se trataba.

Ese maldito infeliz de Eros estaba ahí sonriéndole a Henry como si se conocieran de toda la vida. Henry le entregó el trago y se carcajeó de algo que dijo el imbécil, Nico estaba ardiendo en furia. Él se acercó nuevamente y se apoyó en la barra, Nico miró a su primo levantar su vaso a modo de chantaje.

—¿No puedes decirle a otra persona que atienda a ese tipo? —Henry frunció el ceño.

—¿Por qué? —Nico se encogió de hombros.

—Lo conozco, no es bueno que estés tan cerca de él, es bastante retorcido —Henry se carcajeó mirándolo directamente.

—¿Incluso más que tú?

—Sí, incluso más que yo —aceptó, Henry lo miró.

—Entonces tampoco debería estar cerca de ti.

—Yo soy distinto.

—¿En qué eres distinto, Nico?

Henry soltó una risa al ver que Nicholas se quedó sin palabras, eso no solía suceder. Se alejó y regresó con el pelirrojo para servirle otro trago, podía cedérselo a otro barman, pero tampoco quería dejarse manipular por Nico como si fuese un idiota. Justo cuando planeaba retirarse sin otro inconveniente, el contrario agarró su muñeca y le sonrió.

—¿Peleaste con Nico? —Henry achicó los ojos.

—¿Por qué te importaría eso exactamente? —gruñó, él se encogió de hombros mirando a Nico.

—En realidad no me importa.

—¿Quién eres, por qué conseguiste alterarlo tanto?

—No debería decírtelo —murmuró haciendo una mueca.

—¿A qué te refieres?

—Si te lo digo podrías darte cuenta de que no es la persona que dice ser —Henry se apoyó en la barra y le sonrió.

—¿No viniste para hablar? —El pelirrojo le sonrió de vuelta.

—¿Te dijo que era su primera vez interesado en un hombre? —Henry no reaccionó y eso fue exactamente lo que le dio la respuesta a su acompañante—. Le dice lo mismo a todos, incluyéndome.

—¿Y?

—Sólo sabe utilizar y mentir, una lástima que esté haciéndolo contigo —murmuró por lo bajo, el hombre dejó tres billetes en la barra y se puso de pie—. Aquí tienes, quédate con el cambio por el buen servicio.

Henry guardó el dinero y no regresó a donde estaba Nicholas hasta pasada una hora cuando no pudo evitarlo, Nico agarró su mano.

—¿Por qué carajo me evitas?

—¿Por qué lo dices? —Nico levantó las cejas y resopló.

—Antes actuaste como si estuvieses realmente caliente y luego no te acercaste otra vez —Henry achicó los ojos.

—Supongo que no estabas lo suficientemente atractivo.

—¿Qué?

—Suéltame, tengo que trabajar —Nico soltó su agarre y lo miró sin entender nada.

—¿Qué te pasa conmigo?

—Nada, sólo odio a los mentirosos, pero que iba a esperar de alguien como tú —agregó fulminándolo con la mirada.

Nico no volvió a llamarlo, él simplemente esperó a la hora de cerrar, Henry no quería hablar con él, pero Nicholas se levantó apenas colocó el cartel en la puerta y lo acorraló contra el cristal.

—Ahora vas a decirme cuál es el problema —Henry lo miró enojado y colocó las manos en su pecho tratando de alejarlo, pero sin ejercer mucha fuerza.

—No quiero hablar contigo, así que puedes irte.

—¿Crees que esperé toda la noche para irme sin más? —Murmuró, Henry miró a la pared—. ¿Qué fue lo que te dijo ese imbécil de mí?

—Nada que no supiera, que eres un mentiroso.

—Maldición, sólo dime lo que te dijo —gruñó Nico en su oído presionándolo aún más contra el cristal, él deslizó una mano bajo la camisa de su uniforme y le acarició la espalda. Nico le mordió la oreja y se detuvo en las cicatrices rodeándolas con los dedos.

—¿De qué son estas cicatrices?

—No quiero hablar sobre eso —Nico torció los ojos.

—Por lo que puedo ver no quieres hablar sobre nada.

—Suéltame —Nico lamió su oreja y mordió levemente, su mano desbrochó el botón del pantalón, mientras deslizaba la que había estado en su espalda más abajo.

—Puedes soltarte si quieres, Henry —Henry gimió y lo agarró de la muñeca. Ahora no era el gato en este juego y empezaba a incomodarse.

—Detente —Nico resopló y acarició su erección dolorosamente dura con su mano libre.

—No lo dices en serio —Nico se arrodilló frente a él, Henry abrió los ojos y lo miró con sorpresa.

Nicholas sacó su erección y lamió la punta, este hombre estaba absolutamente loco, él estaba apoyado en una puerta de cristal y cualquiera podía verlos. Nico se aferró a su cadera con las dos manos y metió la mitad a su boca, Henry lo agarró del pelo largo que había traído suelto y guio sus movimientos. Nicholas deslizó la lengua alrededor mientras lo chupaba, Henry gruñó e hizo que fuera más profundo, Nico resistió y eso lo hizo enojar más pensando en lo que había dicho ese hombre.

Nico lo miró y lo dejó ir, antes de que pudiera protestar siquiera acarició su erección con una mano, él mojó sus dedos con saliva y los deslizó más atrás. Henry iba a quejarse, sin embargo, Nico no pasó a más, sólo acarició mientras volvía a lamerlo.

La sensación era buena, incluso casi había olvidado que estaba enojado con él, no lo suficiente.

Nico arqueó una ceja adivinando sus pensamientos e introdujo un dedo en su interior, suavemente, Henry volvió a agarrarlo del pelo casi con un gruñido hasta que tocó justamente lo que debía y gimió de forma vergonzosa.

—¿Vas a correrte en algún momento? Ya estoy adolorido —Henry arqueó una ceja y lo dirigió de nuevo a su erección.

—Sólo aguántalo por un momento —gruñó, Nico se aferró a sus muslos y en serio resistió mientras él follaba su boca de forma brusca.

Henry se detuvo a punto de correrse y alejó a Nico levemente, Nico lo miró con burla.

—Termina de una vez —Henry se acarició a sí mismo y terminó derramándose, su esencia cayó justo en el rostro de Nico.

Nicholas se puso de pie y se limpió con un pañuelo, Henry jadeó y cuando pudo acotejó su ropa.

—Ahora dime que te dijo ese imbécil.

—Que no era tu primera vez con un hombre —Nico se carcajeó.

—¿Y eso te enojó?

—No te burles, dijo que estuvo contigo.

—Ni en un millón de años —gruñó Nico haciendo una mueca.

—No te rías, él no está mal como para… —Nico lo cogió de la ropa y jaló.

—Acabo de darte sexo oral, Henry, así que mejor no sigas esa línea —Henry mordió su labio inferior—. Sería bastante asqueroso meterme con Eros cuando él es mi primo.

Henry se quedó de piedra.

—¿Tu primo? —Nico suspiró.

—Sí, él sólo puso sus garras sobre ti para joderte y lo consiguió.

—Yo… me siento bastante…

—¿Avergonzado? —murmuró con una risa, Henry negó—. ¿Por qué estabas tan enojado exactamente? ¿Por pensar que no serías el primero?

—Cállate —Nico sonrió y agarró sus mejillas.

—¿Henry, podemos ir a tu casa?

—Sí.

Henry accedió, pero Nico sólo le dio algunos besos y finalmente se marchó luego de unos toques. Si le preguntaban sobre Nicholas sólo podía decir una cosa.

No podía entenderlo en absoluto.

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