El limbo

SenioritaRMDeJeon

Era un día cualquiera, o al menos eso creía Melanie, aunque algo dentro de ella le decía que no era así. - No me siento bien, murmuró, sintiendo un escalofrío que le recorría la espalda. - Desde aquella mañana sentía algo raro, una sensación de inquietud que la recorría como una corriente eléctrica. Un escalofrío le recorrió la espalda, sin motivo aparente, y de repente sintió que alguien la observaba. - ¿Quién está ahí?- preguntó, volteando rápidamente, pero no había nadie.

Al llegar a la universidad, la sensación de ser seguida se intensificó. Sentía que alguien la observaba desde que salió desde su casa, pero cada vez que volteaba, no había nadie. - Debo estar imaginando cosas-, pensó, tratando de tranquilizarse, pero su corazón latía con fuerza y la piel se le comenzaba a eriza.

Mientras caminaba por el pasillo hacia su salón, un libro se le cayó de las manos sin razón aparente. Se agachó para recogerlo, y al hacerlo, sintió un escalofrío que la recorrió por completo. - Fue solo el viento-, pensó, pero no pudo evitar sentir una extraña sensación en el estómago. Era como si alguien hubiera pasado a su lado, pero no sin dejar rastro alguno.

En ese momento, la luz del pasillo parpadeó y se apagó por un momento. - ¿Qué está pasando?-se preguntó Melanie, con el corazón latiendo con fuerza. ¿Era solo su imaginación, o algo extraño estaba pasando ?

Con el corazón latiendo a una velocidad desenfrenada, buscó su asiento en el salón, donde el profesor apenas estaba acomodando sus cosas para la clase. Ella se sentó en su asiento, tratando de ignorar la inquietud que la invadía. El profesor comenzó a hablar, pero sus palabras parecían no poder llegar a sus oídos como si sus palabras no fueran audibles por aquella chica. Su mente estaba llena de recuerdos y pensamientos que no podía controlar.

De repente, un pequeño y brillante objeto llamó su atención. Era una Antigua pluma, de un inusual color plateado, que descansaba sobre su pupitre. - ¿De dónde habrá salido esta pluma?- se cuestionó Melanie, sintiendo una extraña sensación de familiaridad. - No recordaba haberla visto antes. La tomó con cuidado- y comenzó a examinarla.

En aquel momento, el profesor se quedó en silencio, mirando a Melanie con una extraña expresión. - Melanie, ¿puedes ver eso?- preguntó, señalando un punto en el aire frente a ella.

La joven siguió su mirada, pero no vio nada. - No, profesor, no veo nada-, respondió, sintiendo un nuevo escalofrío recorrer su espalda.

El profesor suspiró y continuó con su clase, pero Melanie no podía concentrarse. La pluma entre sus manos se sentía cada vez más fría, y una sensación de miedo la comenzaba a envolve. - ¿Qué está pasando?- se preguntó, sintiendo que sus pensamientos se volvían cada vez más confusos. - ¿Era real lo que estaba sintiendo, o solo era producto de su imaginación?

La clase terminó, pero Melanie no se movió de su asiento. Se quedo observando aquella pluma en su mano, sintiendo una creciente sensación de inquietud. - ¿Por qué la había encontrado en su pupitre?

Decidió ir a la oficina del profesor para preguntarle si ya antes habiap visto una pluma similar a esa. Al llegar, descubrió que la puerta estaba entreabierta. Escuchó una conversación entre el profesor y otra persona, pero no podía desifrar las palabras. - Debo estar escuchando mal-, pensó, tratando de ignorar la conversación.

Se quedó indecisa durante un momento, sin saber si debería entrar o no. De pronto, sintió una sensación familiar, esa sensación que la había acompañado durante toda la mañana. -¿Quién está ahí escondiéndose?- preguntó, volteando rápidamente, pero no logro ver a nadie. - Era como si alguien la estuviera observando.

Decidió entrar, con el corazón latiendole cada vez más fuerte. Al entrar, vio al profesor hablando con un hombre alto y delgado, con una fría y penetrante mirada. El hombre llevaba un largo y oscuro abrigo, su rostro estaba oculto en la sombra. - ¿Qué estará tramando este hombre?- se preguntó con curiosidad en su mirada, sintiendo como un nudo se le comenzaba a formar en el estómago.

-¿Profesor, puedo hablar con usted un momento?- preguntó Melanie, sintiendo una extraña sensación.

El se giró hacia ella, con una muy evidente expresión de sorpresa. -Melanie, ¿qué haces aquí?- preguntó. Te estaba buscando para hablar de tu trabajo.

-¿De qué trabajo?- preguntó Melanie, confundida.

El profesor la miró con una extraña expresión. - ¿No lo recuerdas?- Te pedí que hicieras una investigación sobre un caso paranormal que ocurrió en esta misma universidad hace muchos años.

Melanie sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. No recordaba haber recibido ninguna tarea de ese tipo. - No, profesor, no recuerdo haber recibido ninguna tarea así- respondió, sintiendo un repentino miedo.

El profesor frunció el ceño. -Bueno, no importa-. Te lo explicaré más tarde. Ahora tengo que hablar con el caballero.

Aquel hombre alto y delgado se giró hacia la joven, con una mirada que la heló hasta los huesos. - No te preocupes, Melanie-, dijo con una voz suave y amenazante. No te haremos daño.

Melanie sintió un repentino escalofrío que le recorrió la ee recorrió todo el cuerpo. - ¿Quién era aquel hombre?- se cuestionó a si misma, sintiendo que el miedo la consumía. - ¿Qué era lo que estaba pasanso?

Melanie se quedó paralizada, sin saber qué hacer. La mirada de aquel hombre la llenaba de un miedo que nunca antes había sentido. Sentía que algo malo estaba por suceder, pero no podía decifrar bien qué.

El profesor, sin darse cuenta de la tensión que se habia formado en el ambiente, se volvió hacia el hombre y le dijo: - Bueno, ya te he contado todo lo que sé-. Espero que puedas ayudarme a resolver este misterio.

El hombre asintió con la cabeza, sin dejar de mirar a Melanie. - No se preocupe, profesor, yo me encargo de todo. Esta joven no tiene nada que ver con esto. -

Melanie sintió un escalofrío que la dejo completamente helada. - ¿Qué quiere decir con 'no tiene nada que ver con esto'?- se preguntó, sintiendo que la estaban involucrando en algo sin su consentimiento.

El hombre se acercó a Melanie, y ella sintió que el miedo la paralizaba. -No tengas miedo, pequeña, dijo con una voz suave y amenazante. Yo solo quiero ayudarte.-

Melanie se sintió atrapada. No podía escapar, no podía gritar, no podía hacer nada. El hombre se inclinó hacia ella, y su frío aliento le rozó la oreja. - Te necesitamos, Melanie-, susurró. Nosotras necesitamos de tu ayuda.

Melanie sintió un escalofrío. - ¿Nosotras?- preguntó, sintiendo que su voz comenzaba a temblar.

El hombre se rió, una risa seca y gutural. - Sí, nosotras, dijo. Somos muchas, y todas necesitamos tu ayuda para salir de este lugar.-

Melanie quedó paralizada durante un momento, sintiendo que el miedo la consumía. - ¿De qué lugar están hablando?- se preguntó, sintiendo que su mente se nublaba. ¿Quiénes eran nosotras? ¿Y por qué la necesitaban?

La chica sintió que el miedo se comenzaba a apoderar de ella. Se obligó a respirar hondo, tratando de mantener la calma. - No entiendo-, dijo, con voz temblorosa. ¿De qué lugar están hablando? ¿Quiénes son nosotras'?

El hombre se alejó un poco, con una expresión de comprensión. - Lo siento, Melanie-, dijo. -No debería haberte dicho nada- Es peligroso para ti saberlo. Pero te necesito, te necesitamos.

Melanie se sintió aún más confundida. - ¿Por qué me necesitan?- preguntó, sintiendo que su voz se comenzaba a quebrar.

El hombre se acercó de nuevo a ella, con una mirada que la llenaba de inquietud. - Porque tú eres la única que puede ayudarnos-, dijo. Tú eres la única que puede vernos.

Melanie se quedó paralizada. -¿Verlas?- preguntó, sintiendo un escalofrío que la paralizada. ¿A quiénes?

El hombre se inclinó nuevamente hacia ella, y su frío aliento aliento le rozó nuevamente su oido. - A nosotras-, susurró. Las que estamos atrapadas aquí. -

Melanie sintió una extraña sensación de mareo. - ¿A quiénes se refería?-penso, sintiendo que estaba perdiendo la cabeza.

El hombre se alejó de ella, y se dirigió al profesor. - le agradezco su ayuda, profesor-, dijo. Ahora me voy. Le avisaré cuando tenga noticias.

El profesor asintió con la cabeza, con una expresión de alivio. - Gracias, estoy deseando saber qué pasa- dijo.

El hombre se giró hacia la joven, y le dirigió una última mirada. -Recuerda lo que te he dicho, Melanie-,dijo. Nosotras te necesitamos.

Y con esas palabras, el hombre desapareció, dejando a Melanie sola con el profesor.

Melanie se quedó allí, sin saber qué hacer o pensar. - ¿Había estado hablando con un fantasma?- se preguntó, sintiendo que la realidad se tambaleaba. - ¿O solo había sido una alucinación producto de su miedo?

El profesor se acercó a ella, con una expresión de preocupación en el rostro. - ¿Estás bien, Melanie?- preguntó. Te ves pálida.

Melanie se obligó a sonreír. - Estoy bien- respondió. Solo estoy un poco cansada.

El profesor asintió con la cabeza, sin parecer convencido. - Bueno, si necesitas algo, no dudes en llamarme-dijo.

Melanie salió de la oficina, con la cabeza llena de preguntas. - ¿Qué había pasado?- se preguntó, sintiendo que el miedo la consumía. - ¿Quién era ese hombre? ¿Y qué quería decir con nosotras?

Mientras caminaba por el pasillo, sintió una fría mirada sobre su espalda. Volteó rápidamente, pero no logro ver a nadie.

La joven se apresuró a salir de la universidad, con la sensación de que estaba siendo observada.

Melanie salió a la calle, con la cabeza llena de pensamientos confusos. El sol de la tarde la cegó por un momento, y sintió que la realidad se tambaleaba. - ¿Había sido todo un sueño?- se preguntó, sintiendo que su mente se nublaba. ¿O había sido real?

Mientras caminaba por la acera, sintió una presencia a su lado. Se giró rápidamente, pero no había nadie. Sin embargo, la sensación de ser observada no desaparecía. Era como si alguien estuviera justo detrás de ella, invisible a sus ojos.

Apresuró el paso, tratando de alejarse de esa incómoda sensación. Pero la presencia la seguía, como una sombra que se extendía a su alrededor.

De repente, sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. Era como si alguien le hubiera susurrado al oído. Se detuvo en seco, con el corazón latiendo con fuerza.

- ¿Me escuchas, Melanie?-

La voz era suave, casi imperceptible, pero Melanie la reconoció. Era la misma voz que había escuchado en la oficina de su profesor.

Melanie se giró lentamente, con la mirada fija en el vacío. - ¿Quién eres?- preguntó, con la voz temblorosa.

Pero no hubo respuesta. La voz se había desvanecido, dejando a Melanie sola con su miedo.

Se dio la vuelta y comenzó a correr, sin saber a dónde iba. Solo quería escapar de esa sensación de ser observada, de esa presencia que la perseguía.

Mientras corría, sintió que algo la seguía. No podía verlo, pero lo sentía. Era como si una fuerza invisible la empujara hacia adelante, obligándola a correr cada vez más rápido.

De repente, tropezó con algo y cayó al suelo. Se levantó rápidamente, con el corazón acelerado.

- ¿Estás bien, Melanie? -

La voz volvió a susurrarle al oído. Melanie se levantó, con la mirada fija en el vacío.

- ¿Quién eres?- cuestionó, con voz temblorosa.

La voz se rió, una risa seca. - No importa quién soy- respondió. Lo importante es que te necesitamos.

Melanie sintió un escalofrío que la recorrió por completo. - ¿Qué quieren?- preguntó, con una mezcla de miedo y angustia en la voz.

La voz se acercó a su oído, y le susurró: - Queremos que nos ayudes a salir de este lugar -

La joven se quedó paralizada, sin saber qué hacer. - ¿De qué lugar?-preguntó, sintiendo que su mente se comenzaba a nublar. - ¿Y cómo podía yo ayudarlas?-

La voz se desvaneció, dejando a la chica sola con un repentino miedo. Se levantó del suelo y comenzó a caminar, sin saber a dónde iba. Solo quería escapar de esa presencia que la perseguía, de esa sensación de estar atrapada en un lugar que no podía comprender.

De repente, se encontró frente a un espejo. Se miró en él, y sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. No era ella misma. Su rostro estaba completamente deformado, sus ojos eran oscuros y penetrantes, y una boca que se curvaba en una maligna sonrisa.

Melanie se quedó paralizada, sin saber qué hacer. - ¿Era ella misma?- se preguntó, sintiendo que la realidad que conocía se comenzaba a tambalear. ¿O era otra persona?

En aquel momento, la voz volvió a susurrarle al oído. - Te necesitamos, Melanie, dijo. Nosotras te necesitamos-

Melanie se quedó paralizada, sin saber qué hacer o decir. - ¿Quiénes son 'nosotras'? preguntó, sintiendo que el miedo la consumía. - ¿Y por qué la necesitaban a ella?

La voz se desvaneció, dejando a la pobre Melanie sola con su miedo. Se dio la vuelta y comenzó a correr, sin saber a dónde iba. Solo quería escapar de esa presencia que la perseguía, de esa sensación de estar atrapada en un lugar que no podía comprender.

Mientras corría, sintió que algo la seguía. No podía verlo, pero lo sentía. Era como si una fuerza invisible la empujara hacia adelante, obligándola a correr cada vez más rápido.

De repente, tropezó con una piedra y cayó al suelo. Se levantó rápidamente, con el corazón latiendo rápidamente.

- ¿Estás bien, Melanie? -

La voz volvió a susurrarle al oído. Melanie se levantó, con la mirada fija en el vacío.

- ¿Que quieres? preguntó, con voz temblorosa. -

La voz se rió, una risa burlona - No importa quién soy, dijo. Lo importante es que te necesitamos-

La voz se desvaneció, dejando a Melanie sola con su miedo. Se levantó del suelo y comenzó a caminar, sin saber a dónde iba. Solo quería escapar de esa presencia que la perseguía, de esa sensación de estar atrapada en un lugar que no podía comprender.

De repente, se encontró frente a una antigua biblioteca, un edificio de piedra con una fachada imponente y un aire cargado de misterio. Sin saber por qué, sintió una atracción irresistible hacia aquel lugar. Era como si la biblioteca la estuviera llamando, como si guardara las respuestas a todas sus preguntas.

Entró en la biblioteca, y la oscuridad la envolvió. El aire fresco y húmedo le hizo estremecer. El silencio era absoluto, roto solo por el crujido de las viejas tablas del suelo bajo sus pies.

Caminó por los pasillos, rodeada de estanterías llenas de libros antiguos, con títulos en lenguas que no reconocía. El polvo se levantaba a su paso, formando una tenue nube que provocaba que le picabara la nariz.

De pronto, escuchó un ruido en la parte trasera de la biblioteca. Era un susurro tenue, como si alguien estuviera hablando en voz baja.

Melanie se acercó cautelosamente, con el corazón latiendo con fuerza. Al llegar a la parte trasera, descubrió una pequeña sala, iluminada por una lámpara de aceite que proyectaba sombras inquietantes en las paredes.

En el centro de la sala, sentada en una silla de madera, había una mujer de edad avanzada, con el rostro cubierto por un velo negro.

- ¿Eres tú? -preguntó Melanie, con voz temblorosa.

La mujer se giró lentamente, y Melanie sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. Sus ojos eran oscuros y penetrantes, como si pudieran leer sus pensamientos.

- Sí, soy yo-, respondió la mujer, con una voz suave y melodiosa. Te he estado esperando.

Melanie sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La mujer, con su mirada penetrante y su suave voz, le inspiraba una mezcla de miedo y fascinación. ¿Quién era ella? ¿Por qué la había estado esperando?

-¿Quién eres?- preguntó Melanie, con voz temblorosa. Y ¿por qué me has llamado aquí?

La mujer sonrió, una sonrisa tenue que no llegaba a sus ojos. - Soy alguien que puede ayudarte, Melanie. Al menos, eso espero -

-Ayudarme con qué?-preguntó Melanie, sintiendo que su mente se nublaba. ¿Qué está pasando?

La mujer se levantó de la silla, y se acercó a Melanie. Sus pasos eran silenciosos, como si flotara sobre el suelo. Su velo negro se movía ligeramente, como si estuviera guiado por una brisa invisible.

-Estás atrapada en un lugar que no puedes comprender, Melanie-, dijo la mujer, con una voz suave que parecía susurrar en su mente. Un lugar donde la realidad se desdibuja y la verdad se oculta.

¿Qué quiere decir? preguntó Melanie, sintiendo que el miedo la paralizaba. ¿Qué lugar es este? ¿De qué verdad está hablando?

La mujer se inclinó hacia ella, y le susurró: Estás atrapada en un lugar donde el tiempo se rompe, donde las fronteras entre el mundo real y el mundo de los sueños se desvanecen. Un lugar donde las sombras tienen vida propia, y los susurros se convierten en gritos.

Melanie sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. ¿De qué está hablando? preguntó, con la voz apenas audible. ¿Qué me está pasando?

La mujer se alejó de ella, y se dirigió a una de las estanterías. Tomó un libro antiguo, con una cubierta de cuero gastada y una portada en blanco. Se lo entregó a Melanie.

-Este libro te ayudará a comprender, Melanie- dijo la mujer. Te ayudará a encontrar toda la verdad.

Melanie tomó el libro con sus manos temblorosas. Era pesado y frío, como si estuviera hecho de piedra.

-¿Qué debo hacer?- preguntó, con la voz casi inaudible y llena de angustia.

La mujer sonrió, una sonrisa algo triste. Lee el libro, Melanie, dijo. Y luego, decide qué hacer.

Y con esas palabras, la mujer desapareció, dejando a Melanie sola en la biblioteca, con el libro antiguo en sus manos y un miedo que la congelaba.

Melanie se quedó mirando el libro en sus manos, sin saber qué hacer. La biblioteca estaba sumida en un silencio sepulcral, solo roto por el crujido de las viejas tablas del suelo bajo sus pies. La oscuridad la envolvía, y la sensación de ser observada no desaparecía.

Con un suspiro, abrió el libro. Las páginas estaban amarillentas y llenas de polvo, y el papel era tan fino que se desgarraba con facilidad. La letra era antigua y difícil de leer, pero Melanie se sintió atraída por ella, como si una fuerza invisible la obligara a seguir leyendo.

Las primeras páginas estaban escritas en un lenguaje que no reconocía, con símbolos extraños y palabras que no tenían sentido. Pero a medida que avanzaba, la letra se fue volviendo más familiar, y Melanie comenzó a entender el significado de las palabras.

El libro hablaba de un lugar llamado El Limbo, un lugar donde el tiempo se rompe y las fronteras entre el mundo real y el mundo de los sueños se desvanecen. Un lugar donde las almas perdidas vagan sin rumbo, buscando una salida a su sufrimiento.

Según el libro, Melanie estaba atrapada en aquel extraño lugar, y la única forma de salir era encontrar la llave que abriera la puerta a la realidad.

La llave, según el libro, era un objeto que se encontraba en el mundo real, pero que solo podía ser visto por aquellos que estaban atrapados en ese lugar.

Melanie cerró el libro con un golpe seco, sintiendo un escalofrío que le recorrió toda la espalda. ¿Era todo esto real? ¿Estaba realmente atrapada en un lugar donde el tiempo se rompe y la realidad se desdibuja?

De repente, sintió una presencia a su lado. Volteó rápidamente, pero no vio a nadie.

- ¿Me puedes escuchas, Melanie? -

La voz era suave, casi imperceptible, pero Melanie la reconoció. Era la misma voz que había escuchado en la oficina del profesor, y en la calle.

Melanie se giró lentamente, con la mirada fija en el vacío. - ¿Quién está ahí? preguntó, con la voz temblorosa. -

La voz se rio. - No importa quién soy, dijo. Lo importante es que te necesitamos-

Melanie sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. - ¿Qué quieren? preguntó, con la voz apenas audible. -

La voz se acercó a su oído, y susurró: - Queremos que nos ayudes a salir de este lugar.-

Melanie salió de la biblioteca, con el libro antiguo en sus manos y la cabeza llena de preguntas. La ciudad, que antes le parecía familiar y acogedora, ahora se sentía extraña y amenazante. Cada sombra, cada ruido, la hacía saltar. La sensación de ser observada no la abandonaba, era como si un par de ojos invisibles la siguieran a todas partes.

Mientras caminaba por la calle, sintió una presencia a su lado. Se giró rápidamente, pero no había nadie. Sin embargo, la sensación de ser observada no desaparecía. Era como si alguien estuviera justo detrás de ella, invisible a sus ojos.

Se apresuró el paso, tratando de alejarse de esa sensación incómoda. Pero la presencia la seguía, como una sombra que se extendía a su alrededor.

Melanie salió corriendo de la biblioteca, el libro antiguo apretado contra su pecho, la sensación de ser perseguida aún más intensa que antes. La oscuridad de la noche se extendía como una manta sobre la ciudad, y cada sombra parecía cobrar vida propia.

No sabía a dónde iba, solo corría, impulsada por un miedo visceral que la obligaba a seguir adelante. La voz, como un susurro constante en su oído, le decía que no podía detenerse, que tenía que encontrar la llave, la única salida de ese lugar.

De pronto, la calle se iluminó con el destello de un foco. Era un coche que se acercaba a toda velocidad, sus faros cegadores la obligaron a detenerse en seco. El coche frenó bruscamente a pocos centímetros de ella, y el conductor, un hombre de rostro cansado y ojos hundidos, la miró con una expresión de sorpresa.

-¿Está bien?- preguntó el hombre, su voz cargada de preocupación.

Melanie, aún conmocionada, solo pudo asentir con la cabeza. El hombre la ayudó a levantarse y le preguntó si necesitaba ayuda.

-No, gracias-, dijo Melanie, su voz apenas audible. -Solo estoy un poco desorientada- Pero gracias de todas maneras.

El hombre, sin insistir, volvió a encender el coche y se alejó lentamente. Melanie lo observó partir, una extraña sensación de alivio la invadió. Por un momento, la sensación de ser perseguida se desvaneció, y el mundo pareció volver a su normalidad.

Sin embargo, al mirar el libro en sus manos, la sensación de inquietud volvió a apoderarse de ella. El libro seguía allí, con sus páginas llenas de misterios y sus palabras que la invitaban a adentrarse en un mundo desconocido.

Melanie se levantó del suelo y comenzó a caminar, con la cabeza llena de dudas. ¿Había escapado de El Limbo? ¿O solo se había adentrado en otra dimensión, aún más oscura y peligrosa?

La voz, como un tenue susurro, volvió a susurrarle al oído: -Nosotras te necesitamos, Melanie-

Melanie se detuvo en seco, su corazón latiendo con fuerza. No sabía qué hacer, a quién creerle. El mundo que conocía se había desdibujado, y la realidad se había convertido en un laberinto de sombras y susurros.




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