09 - Todo acabó
Estaban preparando los caballos para irse. Estarossa, Zeldris, Monspeet, Fraudrin, Galand, Meliodas y Elizabeth irían con el emperador. Cath había salido la noche anterior, por lo tanto ya estaría allí.
Elizabeth estaba por subir al caballo pero no pudo, Meliodas se le acercó y le preguntó si quería que la ayudara. Ellos dos sabían muy bien que era porque a ella le dolía un poco la cadera.
— ¿Que pasa Eli? — preguntó Galand, ambos miraron hacia atrás y los chicos estaban sonriendo — ¿Te duele la cadera? — Elizabeth rodó los ojos y Meliodas soltó uba risita, subió al caballo y Meliodas la imitó.
— Que malos que son — dijo Elizabeth.
Todos salieron a todo galope, llegarían a la ciudad por la noche, al atardecer comenzarían la festividad más importante del año. Habrían fuegos artificiales, comida, manualidades y el emperador diría unas palabras.
Dicho y hecho, el grupo de guerreros llegaron casi al anochecer, todo el mundo estaba en la entrada del gran palacio, antes de las escaleras, allí estaba Arthur junto a Cath.
Habían adordos, luces de todos los colores y un disfraz de un gran dragón que varios hombres sostenían desde dentro.
Fueron rápidos para llegar al emperador, pero no lo suficiente. Varios de los hombres de Los 4 Arcángeles salieron del disfraz y se llevaron al emperador hacia adentro del palacio. Nuestros guerreros trataron de abrir la puerta pero esta estaba cerrada por dentro.
Elizabeth los veía golpear la puerta pero era inútil, así jamás llegarían al emperador. Ella logró divisar unas columnas que conectaban con el primer piso.
Todos tuvieron una gran idea. Galand, Zeldris, Fraudrin y Monspeet se disfrazarían de mujeres. Buscaron maquillaje y ropa que les quede.
Daba gracia como habían quedado, ¿Parecían mujeres? Sí, pero horrorosas mujeres. Cada uno tomó un pañuelo y comenzaron a trepar por las columnas. El plan era distraer a los guardias para que Meliodas y Estarossa pudiera ir con el emperador.
Mientras tanto, Arthur fue llevado hacia un segundo piso donde había un gran balcón donde se podía apreciar a todos sus súbditos. De repente apareció Mael detrás de él, le dijo a sus hombres que cuiden la entrada, a lo lejos se podía apreciar un águila volando hacia ellos. Se destranformó dejando ver a Merlín, vestía un vestido de color violeta con un escote profundo.
— ¿Merlín? — preguntó Arthur sorprendido — Creí que habías muerto — agregó.
— Pues ves que no. Sobreviví luego de que me abandonaras como un perro — contestó con odio. Arthur solo bajó la mirada y cerró sus puños.
— Por favor Merlín, jamás quise dejarte, tienes que creerme — le dijo.
— ¿Por qué debería creerte?
— Porque te amo.
Merlín quedó tiesa al oír su declaración, pero no pasó mucho cuando Mael le gritó para que se vaya, ella no tuvo otra opción, mientras se alejaba oía los gritos de su exnovio y casi su marido.
Cuando el descubrió que ella tenía magia, unos enemigos la mataron, según Arthur, aun seguía viva cuando oyó aquellas palabras que salieron de la boca de su amado "No importa, dejémosla, es una bruja". Sabía que el debía proteger a su pueblo, pero en ese entonces ella no era una amenaza. Luego de eso, se volvió amargada y llena de odio hacia Camelot y su emperador.
Mientras que Mael hablaba con Arthur para que lo reverenciara, los guardias y los demás Arcángeles estaban en la puerta vigilando.
— ¿Alguna pregunta? — susurró Elizabeth.
— ¿Me veo gordo con este vestido? — preguntó Fraudrin. Elizabeth le dio un golpe en el brazo y el soltó un quejido. Ella dio la señal y salieron tapando su cara con un abanico, riéndose.
— ¿¡Quién anda ahí?! — preguntó Sariel levantando su espada. Ludociel lo tomó del brazo y le susurró.
— Son concubinas.
— Horrorosas concubinas — contestó Tarmiel.
El grupo se acercó a ellos sonriendo y abanicándose la cara. Tarmiel saludó a Elizabeth con la mano mientras sonreía, Ludociel le dio un golpe y el bajó la mano.
Detrás de la columna se encontraban Meliodas y Estarossa tocando su frente con exasperación, el plan no era muy bueno pero era el único. El rubio ardió de celos al ver que Tarmiel tomaba de la cintura a Elizabeth. No tardó mucho cuando ella le dio una golpiza y sus compañeros sacaron sus espadas para pelear. Elizabeth derribó a Tarmiel, subiéndose a su espalda y con el arco que el tenía, lo inmovilizó colocándoselo en el cuello.
— ¡Corran! — gritó Elizabeth.
Pero cuando los chicos subieron, no se encontraron con nadie.
— ¡No hay nadie aquí! — gritó Estarossa.
— ¿¡Que?! — Elizabeth le dio un golpe a Tarmiel en el cuello, matándolo de una vez. Salió de ahí y corrió hacia el gran salón del trono — ¿¡Majestad?!
— Imposible — dijo Merlín saliendo detrás del trono — ¿Una mujer liderando las tropas de un hombre?
— ¿Dónde está el emperador? — preguntó, Merlín fue acercándose lentamente a Elizabeth, bajando por las escaleras — Tenías razón, somos iguales
— Con tan solo una diferencia — dijo la pelinegra — Ellos te aceptaron, pero jamás me aceptarán a mi.
— Dijiste que no me aceptarían y que era imposible que me mostraran piedad y a pesar de eso aquí estoy, probando que nosotras tenemos un lugar.
— No — negó Merlín — Es demasiado tarde para mí — agregó frenando su paso.
— Aun no es tarde, puedes tomar el camino honorable. Por favor, ayúdame.
Merlín se abalanzó contra ella transformándose, Elizabeth la esquivó y vio como salía volando por la ventana. Comenzó a correr, ella iba por los patios para luego llegar a la torre más alta. Se dio cuenta que ella la estaba guiando.
No habían guardias por ningún lado, corría por el lugar tratando de alcanzar aquella torre que estaba lejos.
Merlín se destranformó y miró a Arthur, el estaba sorprendido y Mael un tanto enojado. La mujer estaba cruzada de brazos y miraba al albino desafiadamente y con el ceño ligeramente fruncido. Meliodas y los chicos corrían por el palacio en busca de Elizabeth, no fue muy raro encontrarse con hombres de Los 4 Arcángeles, eran poderosos y rápidos. Sus movimientos no eran humanos y eso les asustaba.
Merlín se acercó a Mael y le sonrió.
— ¿¡Quién vendrá a salvarte Arthur?! ¡Tus guerreros cayeron con nuestras espadas, murieron por nuestras flechas! — gritó — Y ahora tú bruja ¿¡Que diablos estás haciendo aquí?! — Mael estaba furioso.
— El ataque se enfrenta a una resistencia muy feroz — dijo.
— ¿¡De quién?! — preguntó.
— De una joven omega — contestó, Arthur miró sorprendido a Merlín, la cual estaba cada vez más feliz — De una pequeña aldea — agregó — Una mujer, una guerrera. Ella guía la tropa y no es ningún perro desechado.
Mael abrió sus ojos como platos y miró como Elizabeth corría por los jardines. Volvió a mirar a Merlín y le dijo "¿¡La has guiado?!" Tomó una flecha y apuntó hacia la pelinegra pero rápidamente soltó la flecha en dirección a Elizabeth.
— ¡NOOO! — gritó Merlín transformándose en águila. Salió disparada hacia Elizabeth, interponiéndose entre la flecha y ella. Aquella bara con filo atravesó su carne, caía a una gran velocidad, viendo pasar ante sus ojos los grandes momentos que pasó con Arthur. Sintiendo como la muerte se apoderaba de ella, dejándola sin una gota de poder. La caída fue amortiguada por las manos de Elizabeth, al tocar suelo se destranformó. De pronto, por una de las puertas del jardín aparecieron Meliodas y sus amigos.
— Toma tu lugar, Elizabeth - dijo Merlín — Déjame aquí... Vete — agregó — ¡Vete!
Elizabeth depositó un beso en su frente, viendo como la chica cerraba los ojos. Enfurecuda, dirigió su mirada hacia la torre y tomó su espada y salió corriendo siendo seguida por Meliodas y los chicos.
Mael estaba por matar a Arthur, pero Estarossa le dio un golpe apartándolo de él. Elizabeth indicó que se llevaran al emperador. Tomaron unos pañuelos y bajaron colgados de una soga que conectaba al patio principal donde estaban todos. El albino golpeó de tal forma a Estarossa que él quedó inconsciente en el suelo. Ella no lo pensó dos veces y cortó la soga, haciendo que Mael soltara un grito de enojo. Meliodas puso a Elizabeth detrás de él, protegiéndola con su cuerpo.
— ¡Tu te robaste mi victoria! — le dijo a Estarossa. Elizabeth se apartó de Meliodas y golpeó la cabeza de Mael con uno de sus zapatos.
— ¡No! — gritó — Lo he hecho yo — agregó haciendo con su cabello un rodete.
Se acercó a ella amenazantemente, Elizabeth se colocó una vez más el zapato y salió corriendo de ahí mientras Meliodas ayudaba a Estarossa.
Para hacer un poco de tiempo, la albina cerró la gran puerta de madera que separaba la torre del palacio.
Hawk apareció y le preguntó si tenía un plan pero no tenía ninguno hasta que vio fuegos artificiales y el cerdito rosado comprendió al instante. El se encargaría de eso y ella de Mael.
La puerta se rompió y Elizabeth se asustó, no tenía su espada, estaba frita, bien frita.
Esquivaba sus golpes pero eso no pasaría por mucho tiempo. Se subió a una columna que conectaba con el techo, pero Mael rompió aquella columna con su espada ya que estaba hecha de madera muy fina.
Aquel cilindro cayó sobre la pared que daba al exterior y esta se rompió. Elizabeth, al dar un salto pudo colgarse del techo.
— ¡Está arriba! — gritó alguien desde abajo.
La albina pudo subir al techo a dos aguas, y se paró en la punta. Dio un respingo al sentir como Mael rompía la madera detrás de ella.
Ahora ambos estaban bien arriba, un paso en falso y caerían a su muerte segura.
Mael se acercaba con maldad y ella buscaba con que poder defenderse, lo único que encontró fue un abanico.
— ¿Que sucede? — preguntó — ¿Se te acabaron las ideas?
Dirigió su espada hacia Elizabeth pero ella esquivó la espada y esta se incrustó en el abanico, así, dándole la posibilidad de quitarle la espada.
— No lo creo — dijo la chica — ¿Listo Hawk? — preguntó, Mael miró hacia atrás y el cerdito traía un gran fuego artificial.
Elizabeth le dio una patada en la cabeza a su contrincante tirándolo al suelo. Hawk prendió el fuego artificial y este salió disparado hacia Mael. Cuando esa cosa llegó donde habían más explosivos. La albina tomó a Hawk y a la espada y se lanzó al vacío para que no la alcancen los fuegos artificiales. Se colgó de varias lámparas y cuando vio que estaba a una altura no tan alta se tiró encima de Meliodas, el cual bajaba las escaleras.
— ¡Elizabeth! — gritó el joven acercándose a ella y besándola con intensidad.
Se oía unas fuertes explosiones que salían disparadas hacia distintos lugares del cielo.
Sus amigos se acercaron rápidamente a ellos y les dieron un gran abrazo.
Cath bajaba las escaleras con enojo gritando.
— ¡Háganse a un lado! — gritó — Esa cosa no merece protección — agregó refiriéndose a Elizabeth.
— ¡Pero si es una heroína! — defendió Meliodas.
— Es una omega, jamás será digna de nada — dijo. Meliodas lo tomó de las solapas de su camisa enojado pero el emperador lo detuvo.
— Majestad, yo puedo explicarlo — dijo, el le hizo una seña y todos se apartaron del camino. Elizabeth se inclinó y Arthur comenzó a hablar.
— Elizabeth Goddess, he oído hablar mucho sobre ti — dijo — Robaste la armadura de tu hermano. Escapaste de tu casa. Suplantaste a un soldado. Deshonraste al ejército. Destruiste mi palacio y... — agregó mientras Meliodas y los chicos se escogían de hombros — Nos has salvado a todos.
Elizabeth levantó la vista sorprendida y Arthur le sonrió. El se inclinó ante ella y Cath al ver esto, no tuvo otra opción que tirarse al suelo de rodillas.
Meliodas y los chicos asintieron e hicieron lo mismo. Elizabeth estaba sorprendida, muy sorprendida. Sin embargo ese no fue el final, al mirar hacia los costados vio como las personas se inclinaban ante ella, se dio la vuelta lentamente y todos los habitantes de Camelot estaban inclinados.
Cuando Arthur volvió a ponerse recto, Meliodas se levantó del suelo y tomó las manos de Elizabeth. Ambos se miraban sonriendo a los ojos, el acarició levemente su mejilla y le dio un beso lleno de amor y completamente tierno en los labios. Al separase, Elizabeth dirigió su mirada al cielo y vio un águila volar por los aires que se aproximaba hacia ella. Sabía que se trataba de Merlín y le ponía feliz saber que ella no había muerto. Al destransformarse, los chicos sacaron sus espadas pero Arthur les hizo una seña para que las bajen. Él se dirigió a la pelinegra y le sonrió.
— ¿Podemos olvidar el pasado y fijarnos en el ahora? — preguntó dándole una media sonrisa, Merlín sonrió y asintió.
No pasó mucho cuando el emperador pidió que el consejo se reúna junto a los guerreros. Elizabeth estaba arrodillada frente a Arthur y veía como Meliodas le sonreía.
— Elizabeth Goddess, el pueblo está agradecido y te debo mi vida — dijo — Como recompensa te invito a tomar tu lugar con nuestros guerreros élites como oficial en la guardia del emperador.
Elizabeth pensó bien su respuesta, esta era su gran oportunidad para ser alguien pero antes debía hacer algo.
— Majestad, en serio me honra su invitación, me disculpo humildemente, creo que no aceptaré — dijo, Meliodas la miró asombrado y extrañado ¿Que otra cosa quería Elizabeth más en el mundo? — Traicioné a mi familia, la abandoné y la dejé en la oscuridad de la noche — agregó — He prometido jurar la lealtad, la valentía... Y la verdad, si quiero cumplir con mi juramento, debo volver a casa pronto y pedirle perdón a mi familia.
Todos se quedaron mudos, Arthur sonrió y asintió.
— Me parece muy bien Elizabeth — dijo — La devoción a la familia es algo muy importante — agregó hablanado para todos — Es una virtud esencial.
Luego de eso, Elizabeth decidió partir, estaba por salir de la cuidad cuando sus amigos fueron por ella.
— ¿No puedes quedarte? — preguntó Estarossa.
— De veras me encantaría pero no puedo — contestó.
— Fuiste una gran amiga Elizabeth — dijo Galand para que luego todos le dieran un gran abrazo.
— ¡No puedes irte! — gritó Meliodas. Elizabeth se acercó a él lentamente y le dio una media sonrisa.
— El emperador de dio su permiso, ¿Pero tu no?
Meliodas desvió la mirada triste. La albina lo tomó del mentón y acarició su mejilla suavemente.
— Te prometo que nos volveremos a ver — dijo.
— ¿Pero si jamás nos volvemos a ver? — preguntó Meliodas — ¿Si ya no.... Me amas?
— Jamás dejaré de hacerlo Mel, prometo que vendré a visitarte si tu haces lo mismos — dijo soltando una risita. Meliodas tomó su mano y depositó un beso en ella.
— Claro que lo haré.
Al separarse Elizabeth se subió a Clemencia siendo saludada por todos. Ahora solo quedaba una prueba más y era en el cual debía enfrentar a su hermano. Tarde o temprano lo debía de hacer. La espada familiar se había perdido en la batalla y ella sabía que era algo muy importante para el y era lo que traía honor a la familia. Así que cabalgó hacia su aldea sin saber que pasaría.
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Nos falta el epílogo nada más! Perdonen por tardarme jsjs es que tenía muchas cosas en la cabeza, hubiera publicado el capítulo más temprano, pero la oculista me hizo un fondo de ojo y por varias horas vi borroso.
Espero que les haya gustado UwU. Nos veremos en el epílogo.
Cariños♡
Moon_
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