08 - ¿Me darías una oportunidad?
¡Advertencia! Este capítulo contiene temáticas sexuales, te recomiendo que si no te gusta no leas el capitulo.
Sin más comencemos UwU
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Cabalgaba con rapidez hacia el campamento, Hawk le decía que si se mostraría una vez más la matarían. Elizabeth creía que este era un asunto de suma importancia, sí, el emperador estaba en peligro. Todo había sido un engaño, Los 4 Arcángeles y sus secuaces les llevaban días de ventaja y pronto estarían en la gran ciudad.
Al adentrarse en las puertas del nuevo campamento, el cual se encontraba en una aldea, comenzó a gritar "capitán Meliodas" llamando la atención de todos.
Bajó del caballo y se acercó rápidamente a todos, se puso de rodillas y juntó el puño y la palma de su mano, mostrando respeto.
— ¿Que significa esto? — preguntó Meliodas.
— Capitán Meliodas, debemos ir con el emperador, su vida corre peligro.
— El emperador está a salvo — dijo Cath.
— Mael quiere que creamos eso — informó. Era increíble como se les había pasado eso y nunca se dieron cuenta.
— Mi espada — dijo Meliodas a Cath.
— Mátame si tienes que hacerlo pero primero escuchen — dijo Elizabeth, frenando el paso de Meliodas — Los ataques a las guarniciones fueron una distracción, Mael centró el ataque por un camino, así para usar el otro y adentrarse en la gran ciudad para asesinar al emperador — agregó, bajó las manos y comenzó a levantarse les suelo — Nos lleva días de ventaja, un ejército no podrá detenerlo pero un grupo pequeño bien entrenado, sí.
— Solo un necio podrá hacerle caso a cuya mera existencia es una mentira.
Los ojos esmeralda de Meliodas cruzaron con los ojos zafiro de Elizabeth. Estaba dicho, ambos estaban enamorados, pero él prefería hacer las cosas bien y eso significaba que tal vez ella muera en sus brazos a causa de su espada. Sus ojos lo dijeron todo, quería aventársele encima, darle muchos besos y preguntarle que fue de su vida cuando él desapareció de la suya.
— Usted confió en Elías — dijo Estarossa — ¿Por qué no confía en Elizabeth? — preguntó, se dio la vuelta y habló para todos — Ella es más valiente que todos nosotros juntos aquí, arriesgó todo al revelar su verdadera identidad y es la mejor guerrera que nosotros tenemos.
Comenzaron a saltar "yo confío en Elizabeth" de muchos, de Zeldris, de Fraudrin, de Galand, de todos. Al final de todo, sus amigos la querían a pesar de ser mujer.
Meliodas se acercó a Elizabeth dejando la espada de lado, cuando estuvo a una distancia cuestionable le dijo:
— Tu mentira ha traído deshonor a todo el ejército, a tu familia y a tu nación, pero tu valentía y lealtad están fuera de discusión — se dio la vuelta y les dijo a todos que saldrían al alba — Solo unos cuántos iremos y tú Elizabeth, nos llevarás con el emperador.
Se dio la vuelta y salió caminando hacia su tienda junto a Cath. Estarossa le sonrió a Elizabeth y ella le devolvió la sonrisa. Los chicos se acercaron a ella y la abrazaron por el hombro, comenzaron a preguntarle de todo, se sentaron alrededro de una fogata y ella comenzó a contar todo desde el principio.
En la mitad de la historia un guardia llegó y le entregó ropa nueva, eran unas mallas con un kimono rojo de su talla junto a una remera de tirantes blanca. Ellos le habían dicho que si quería bañarse, había una laguna hermosa a metros del campamento, lo suficientemente lejos para que nadie la vea, ellos se encargarían de que nadie vaya a bañarse cuando ella esté allí.
Comenzaron a preguntarle sobre la relación que tenía con el capitán, ya que ambos se miraban con deseo y amor y eso se podía notar a kilómetros.
Era entendible que ella se sienta un poco incómoda. Estaba sentada mirando la laguna y la luna cuando de repente alguien se sienta a su lado, dio un pequeño saltito debido a que se asustó. Era Meliodas, y Elizabeth presentía por el cual estaba allí con ella, mirando la luna.
— Eli — le dijo. Se sorprendió pues hace años que él no le decía se esa forma o bueno, casi nadie le decía de esa forma.
— ¿Eli? — preguntó ella.
— ¿Acaso no recuerdas cuando te llamaba de esa forma? — ella asintió y rió — Lamento haber desaparecido de tu vida sin decirte nada Elizabeth y también lamento que lo nuestro haya terminado tan mal, es obvio que estás enojada.
— No, no lo estoy — contestó. Dio vuelta la cabeza y le sonrió.
Los siguentes 30 minutos se la pasarían hablando de sus vidas hasta que se metieran a la laguna juntos, el prometió no mirar, habían hecho eso en su adolescencia. Claro, sin que nadie se entere.
Meliodas dejó de ser vírgen hace mucho cosa que Elizabeth seguía conteniéndola, ella siempre tuvo la esperanza de que él regresaría por ella.
Ambos estaban dados vuelta, no se atrevían a mirarse a los ojos, querían lo mismo pero ninguno se animaba a dar el primer paso. Era lo más común que un alfa sea el primero que comience todo, ya que a una omega se la consideraba incapaz.
Ambos retrocedían, querían darse la vuelta y al chocar espalda con espalda no pudieron evitar soltar una carcajada. Meliodas tomó la mano de Elizabeth y la entrelazó con la suya. Ella, al darse la vuelta se encontró con los ojos esmeralda de su chico, eran tan brillantes que se podía decir que eran como gemas.
Sus labios se juntaron por fin, ese beso era tierno, lento y delicado pero luego fue convirtiéndose en algo más lujurioso. Meliodas tomó a Elizabeth de la cintura y ella pasó sus manos detrás de la nuca. Apretó levemente su trasero haciendo que la albina soltara un pequeño gemido que le dio la oportunidad a Meliodas de meter su lengua y explorar cada centímetro de su boca. Al separase por falta de aire, un hilo de saliva aun los unía, el cual no duró mucho ya que Meliodas la cargó a modo princesa fuera del agua.
A pesar de que ambos estén totalmente empapados por el agua, el calor que había en sus cuerpos hizo que las gotas de agua que se encontraban en su piel se evaporaran.
Era simplemente magnífico, Meliodas lamia y mordía el cuello de la chica, haciendo que esta soltara unos cuantos gemidos. Meliodas creía que era un lugar perfecto ya que estaba alejado del campamento.
— Por favor Eli... — susurró Meliodas — ¿Podrías perdonarme y darme otra oportunidad? — Elizabeth debía pensar bien su respuesta, pero estaba tan sumida en el deseo que contestó con un "si".
Ahí comenzó todo. Meliodas unió sus labios con los de ella una vez más, ese beso era fuerte y lujurioso, sus lenguas jugaban mientras que las manos traviesas de Meliodas recorrían el cuerpo desnudo de Elizabeth. El bajó sus besos a sus pechos, se metió uno a la boca rápidamente mientras que con una mano acariciaba el otro. El sabía que la debilidad de las chicas muchas veces son sus pechos.
Si lengua recorría toda su areola y apretaba con sus dedos el pezón del otro pecho. Elizabeth no podía estar más mojada, sentía que esos líquidos ya iban a recorrer su pierna en cualquier momento.
Meliodas bajó hacia su intimidad y soltó una risita al ver lo mojada que estaba.
— Mmmm estás tan mojada Eli — su voz se volvió más ronca de la habitual.
— P-por f-favor — susurró Elizabeth.
Su lengua comenzó a lamer toda su intimidad y antes de que pudiera decir algo, parecía que aquel alfa estaba devorándola. Siempre se supo que los alfas en el sexo son los más dominantes y apasionados. Que terminarían partiendo al medio al omega con el cual estén haciendo sexo.
Devoraba su intimidad como si no hubiera mañana, al succionar aquella piel rosada Elizabeth se aguantó las ganas de gritar de placer. Su lengua entraba y salía mientras que las piernas de la peliplateada temblaban. Eran muchas emociones al mismo tiempo. En el momento que metió no uno sino dos dedos en su interior, soltó un grito de placer. Sacaba y metía sus dedos cada vez más rápido, al punto de que Elizabeth creyera que ya no podía más.
Succionó una vez más y Elizabeth terminó por correrse en la boca de su rubio. Sus piernas temblaron una vez más y su respiración volvía a estar normal.
Meliodas se acercó a ella y colocó su miembro en la entrada de la chica. Elizabeth acarició aquel abdomen bien marcado y lo miraba a los ojos.
— Te amo Elizabeth... Y quiero que esta noche seas mía — dijo
— Yo también Meliodas, te quiero en mí, quiero sentir tu piel con la mía.
Dicho esto, Meliodas comenzó a introducirse dentro de ella lentamente, al llegar a esa barrera que decía que era vírgen, le dio un beso en los labios y se introdujo por completo rápidamente, el grito de Elizabeth fue ahogado por el beso. Meliodas, al ver que tenía pequeñas lágrimas en los ojos, le sonrió tiernamente y acarició su mejilla.
— Prometo no ser tan rudo — dijo.
Tomó de las caderas a Elizabeth y comenzó a moverse lentamente. Sabía que no debía ser muy brusco con ella, a pesar de que parezca que es fuerte, si sus embestidas fueran demasiado duras o rápidas, terminaría rompiéndola.
Sus estocadas iban más y más rápido a pedido de Elizabeth, soltó sus caderas y tomó los hombros de la chica para poder impulsarse mejor. Cada estocada iba acompañado de un gemido.
Lágrimas, sudor y saliva de placer emanaban del cuerpo de la chica, no podía dejar de gemir, una cantidad grande de líquido salía de Elizabeth, el cual había comenzado a mojar la parte baja del abdomen del rubio.
— ¡Ahhh! ¡Meliodas! — gritó.
— Ese es el único nombre que dirás por siempre — exclamó soltando luego algunos gemidos de placer.
Sus palabras derrochaban posesividad, cuando un alfa se fija en una omega es muy difícil que se aleje.
Meliodas salió de ella y la tomó por la cintura para que se ponga en cuatro. Era muy común entre ellos coger en modo perrito, y era lo que su instinto animal hacia.
Elizabeth trató de mirar hacia atrás pero Meliodas jaló su cabello impidiendo que pudiera mover su cabeza. Se introdujo en ella de un solo golpe, comenzó a moverse rápido mientras apretaba su trasero. Sacó la mano de su cabello y puso ambas en sus caderas. Cada golpe en su cadera iba acompañado de un grito.
Siguió embistiéndola sin cesar, mientras acariciaba la espalda de la chica.
Elizabeth comenzó a creer que Meliodas estaba en celo, su aroma lo decía todo, era por esa razón que estaba tan deseoso.
Ella comenzó a llorar de placer. Su interior se contrajo avisando que su orgasmo estaba por llegar, Meliodas bajó la velocidad de las embestidas, pero tenía más profundidad. Cuando su orgasmo llegó, no pudo evitar soltar un grito lleno de placer mientras sentía como algo se liberaba. Meliodas había terminado dentro de ella mientras apretaba uno de sus pechos con algo de fuerza. Ambos gimieron el nombre del otro.
Elizabeth jamás creyó que tendría una noche así, su lengua halló lugar fuera de su boca, nunca había sentido algo parecido. Cuando Meliodas salió de ella, la albina cayó al suelo con la respiración agitada, él la imitó y la abrazó.
— ¿Estás bien? — preguntó el rubio.
— Nunca estuve mejor — contestó quedándose en silencio por unos minutos, ella se acurrucó en su pecho y lo miró — Estás en celo ¿Verdad? — el la miró sorprendido y sonrió.
— ¿Cómo lo supiste? — preguntó.
— Tu aroma y forma de actuar — contestó — Volvamos, estoy exhausta y de paso te doy una pastilla — agregó.
Para su suerte, antes de irse de su casa tomó varias cajitas para el celo y las guardó en el bolso.
Comenzaron a vestirse y cuando Elizabeth trató de pararse, pero sintió un gran dolor de cadera, doblándola. Meliodas comenzó a reírse y la tomó del brazo para que se apoyara en él.
Al llegar al campamento, para no levantar sospechas, Elizabeth se mantuvo de pie como pudo, caminaba rengueando y gracias a eso, sus amigos le dedicaron una mirada pervertida, Elizabeth les sacó la lengua y entró a la carpa junto a Meliodas. Al parecer nadie había oído nada y estaba todo normal.
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Holaaa ¿Cómo están? Espero que bien, bueno, aquí les traigo otro capítulo UwU, el lemon se incorporó en esta historia. Espero que les haya gustado, el final está por llegar pronto así que prepárense.
Cariños♡
Moon_
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