04 - Soy el capitán Meliodas
El rubio se les quedó viendo seriamente.
— Soy Meliodas Demon, su capitán al mando — dijo — No permitiré peleas de este tipo en mi campamento ¿Quedó claro?
— ¡Sí, comandante! — recitó con voz firme el joven de cabello púrpura, Elizabeth asintió y el rubio frunció el ceño.
— Con tu voz, soldado.
— ¡Sí, comandante! — dijo.
Entonces Meliodas les entregó las espadas a ambos, al ver la espada de Elizabeth, se le quedó viendo.
— ¿Cómo te llamas? — preguntó.
Elizabeth se quedó paralizada, no había pensado en eso. Pensaba y pensaba en un nombre, pero su mente se puso en blanco. Hawk le susurró las siguientes palabras "Dile que te llamas Elías"
— Elías Goddess — contestó Elizabeth o mejor dicho, Elías.
— ¿Es tu espada familiar? — preguntó Meliodas.
— Le pertenece a mi hermano, Ban Goddess — contestó, el rubio asintió y soltó la espada. Se dio la vuelta y caminó hacia el principio de la fila y ambos chicos volvieron a formarse.
(...)
Elizabeth se encontraba en la entrada de la carpa en la cual estaban un grupo de hombres. Se preguntaba cada minuto si fue una buena idea en ir ahí. Casi todos estaban en ropa interior y algunos desnudos con una toalla alrededor de la cintura. Hawk le dijo que solo debía mirar a algún lugar en la carpa en donde no haya nadie, pero era imposible, estaba repleto de hombres.
Suspiró y dio un paso al frente, al dar cuatro más, a un muchacho frente a ella, se había quitado la pequeña toalla que le cubría su intimidad. Elizabeth cerró rápidamente los ojos y bajó la mirada al suelo para disimular. El lugar era hediondo y repugnante.
Oyó una voz que provenía de una entrada lateral de la carpa.
— ¡Fórmense para ducharse! — gritó el rubio — Huelen asquerosos — Elizabeth quería matarse, que haría para que no la descubrieran. ¿Los milagros existen? Eso no importaba, porque acababa de suceder uno — ¿Quien se postula para hacer la primera guardia? — preguntó.
— ¡Yo! — gritó rápidamente, Elizabeth — Perdón, ¡Yo, comandante!
El hombre asintió y Elizabeth se salvó de ser descubierta. Ni siquiera era el primer día y ya quería irse, no sabía cuanto tiempo más iba a engañarlos pero no sería mucho.
Al estar afuera, pudo respirar un poco más de aire puro, pero le costaba ya que la faja que traía le apretaba demasiado. Ella tenía ojo de halcón, tenía una vista inigualable, así que ese pequeño trabajo lo disfrutaría. Comenzó a llover de repente. Un olor a tierra mojada inundó sus fosas nasales dejándola pensando ¿Que pasaría si su collar se rompería? O mejor dicho ¿Que le harían? Sabía que la matarían si descubrieran su engaño.
Tras pasar 3 horas, el turno de ella había terminado, entró a la carpa y vio a todos durmiendo, buscó su lugar que le habían asignado para dormir y se sentó. Tenía de acompañante a un chico que parecía ser amigable a simple vista.
Miró para todos lados y se quitó el uniforme para poder quitarse la faja. Debajo traia un kimono blanco que usaría para dormir. Se recostó dándole la espalda al chico. Éste, de repente de dio la vuelta y abrazó a Elizabeth, dormido. Ella le dio un codazo para que se apartara y así pasó.
Toda la noche fue una pesadilla, pensaba en lo mal que fue dejar a su familia así y lo tanto que había lamentado no ser una buena omega hembra, pero debía hacer lo que estaba haciendo para salvar a su hermano de la muerte.
Por otro lado, el capitán Meliodas se le hacía extrañamente conocido, como si lo hubiera visto antes en alguna parte. Tal vez el había sido el que había entregado la hoja de reclutamiento de la última guerra contra los invasores.
Recordó lo último que le dijo a su hermana dormida, sabía que no la había oído, pero tenía que soltar todo lo que tenía que decir, las palabras fueron estas "Es mi deber proteger a mi familia" acompañado de un beso en la frente, antes de salir de su casa, introduciéndose en el oscuro bosque.
(...)
Los Arcángeles estaban listos para atacar la aldea del noroeste.
Mael, su lider se encontraba mojando un pañuelo color azul en una fuente de agua, dentro de su carpa. La bruja llamada Merlín estaba con el.
— El emperador mandó a sus guardias a proteger la frontera del noroeste — dijo caminando hacia Mael, el cuál le estaba dando la espalda. Caminó hacia el otro extremo de la fuente y lo miró.
— Bien — dijo — Aplastaré a cada uno hasta que la tropa imperial se rinda... y luego nuestros hombres invadirán la ciudad imperial y personalmente me encargaré de matar al emperador — agregó escurriéndo el pañuelo mojado, lo sacudió un poco, recitando unas palabras que enfurecieron a Merlín — Has mostrado tu utilidad arpía.
Merlín de un movimiento rápido lo tomó del cuello fuertemente, mirándolo con furia. Ahí, Mael dirigió su mirada hacia ella y un ambiente denso se creó en el aire.
— Arpía no, guerrera — dijo — Si yo quisiera, en este momento estarías hecho pedazos.
— Pero no lo harás — dijo Mael con tono tranquilo — No olvides que deseas que tus poderes no los vean como una maldición, sino como un don — agregó — No lo conseguirás sin mí — tomó la mano de Merlín y la apartó lentamente de su cuello — Cuando te encontré, te habían desterraron como un gato. Cuando yo esté en el trono, todos esos ingratos verán que detrás de ese gato, hay una fiera imparable.
Merlín bajó su mano y dio unos pasos atrás, no pasó mucho cuando una sonrisa siniestra se asomó por su cara. Se dio la vuelta y salió hacia a fuera convirtiéndose en un halcón para volar por los aires.
Tiempo después, los refuerzos habían llegado y se encontraban reunidos con los 4 Arcángeles. Mael estaba dando su discurso cuando Merlín entró en su forma de animal volando y quedándose al lado de Mael.
— ¡Pero nos ayuda una bruja! — gritó uno y todos lo apoyaron.
— ¡Silencio! — gritó Mael — ¡La bruja me sirve a mí, por lo tanto a todos ustedes! — hizo silencio unos segundos mirando al suelo para luego levantar la mirada — Ella sabe quién manda aquí.
Merlín lo miró y el le hizo una seña para que lo siguiera, se fueron a un lugar alejado y ahí ella se destransformó.
— Ya lo entiendo — dijo la mujer — Soy la esclava, yo te sirvo.
— Y deberías no olvidarlo — dijo mirando hacia la pequeña aldea que se veía a lo lejos — Allí está la siguiente aldea, destrúyela — agregó para irse.
Merlín soltó un suspiro y voló hacia la aldea para que en unos minutos, quedara desierta y destrozada.
Los 4 Arcángeles hacían lo que hacían por una sola razón al igual que Merlín, el emperador había matado a su padre y querían venganza, sangre y dolor. Querían ver a Arthur retorcido de dolor suplicando para que no lo mataran, imlorando que los dejaran en paz a todos. Querían que el sufriera lo que sufrió su padre al ser asesinado y Merlín quería por una vez en su vida ser aceptada por alguien, tener un hogar. Pero si Arthur seguía en el trono, nada cambiaría para ella...
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Holisss UwU ¿Cómo están? Espero que muy bien, ¿Les gustó? Se que tal vez es un poco tarde, pero quería publicar un capítulo hoy, ¿Es San Valentín no? ¿Cómo los iba a dejar sin capítulo?
Pobre Merlín, ustedes creen que ella cambiará su forma de pensar o no? Díganmelo en los comentarios nwn.
Cariños♡
Moon_
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