03 - Soy Hawk y estoy a tu servicio
Diane se despertó sobresaltada, miró a sus lados y Elizabeth no se encontraba allí, sabía que algo no estaba bien. Al oír un alboroto en el sótano bajó para ver que sucedía.
Eran las 4:30am, el sol aun no había salido por el horizonte, pero Ban debía partir a las 6:00am para poder llegar temprano allí.
— ¡Mi espada! ¡Mi armadura! — gritó Ban mientras Diane bajaba las escaleras.
— ¿Quién pudo haber hecho eso? — preguntó.
Ban, al ver que la hoja de reclutamiento no estaba y estaba el broche de Elizabeth, se dio cuenta quién lo había hecho.
— Elizabeth... Fue Elizabeth — dijo mirando el broche.
Su madre quedó horrorizada al igual que Diane.
— Debes ir tras ella, los enemigos pueden matarla — dijo Emily.
— No, si descubro su engaño, nuestro pueblo lo hará.
Diane se tocó la barbilla con preocupación, su hermana mayor había sacrificado todo por su hermano. Ella era la más valiente de todos en el lugar, tal vez en el mundo.
Subió las escaleras de regreso a la sala y fue hacia el jardín para poder pedirle a los ancestros que cuiden de su hermana. Ella no sabía en lo que se estaba metiendo al colarse en el ejército imperial.
(...)
Las letras de una de las lápidas del templo, se iluminaron y de allí salió un espectro que había oído y observado toda la situación. Sabía que debía traer de nuevo a la rebelde de Elizabeth y necesitaría ayuda de la familia y de algún guardián familiar.
— Hawk... — dijo el ancestro de barba blanca — ¡Hawk! ¡Despierta!
Aquel rosado cerdito que estaba en un plato colgado calló al suelo despertándose al instante. Soltó un bostezo y miró a su alrededor, no pudo evitar gritar de la emoción "¡Estoy vivo!" Era un cerdito pequeño pero también podía ser de tamaño normal, solo que de esa estatura, podía camuflarse en donde sea.
— Dime que mortal necesita de mi protección gran ancestro — dijo mirando para todos lados.
— Hawk...
— Solo dime cuál es, cualquiera que se atreva a amenazar a nuestra familia lo pagará muy ca- — no pudo seguir ya que el grito del viejo ancestro restalló como un látigo.
— ¡Hawk! — soltó un suspiro y el pequeño rosado decidió ponerle atención — Estos son los guardianes familiares — dijo señalando varios animales de piedra.
— Ellos protegen a la familia — dijo rodando los ojos.
— Y tu que has sido degradado, haces sonar el bongo.
El cerdito suspiró y con su boca tomó un palo y comenzó a tocar el bongo para que los demás ancestros despetaran. Todos fueron despertando del gran sueño de la bella durmiente. Ya cuando todos estaban reunidos, comenzaron a discutir sobre a cual guardián llevar y sobre el problema que había causado Elizabeth. Toda la familia no se llevaba muy bien. Habían dos opiniones y dos puntos de vista y eran totalmente opuestos al otro.
Todo era un griterío, Hawk ya ni sabía a quien debía despertar, nadie se ponía de acuerdo con nadie.
— ¡Todos mis hijos fueron acupunturistas! — gritó una mujer.
— ¡Pero no todos pueden ser acupunturistas! — volvió a gritar un hombre.
— ¡Claro! ¡Pero no teníamos que ser travestis como tu bisnieta!
Todos comenzaron a gritar más fuerte, el gran ancestro trataba de calmarlos, esa familia siempre había sido muy alborotada.
— ¡Silencio! — gritó el anciano — Haremos que el guardián más poderoso la haga regresar — dijo refiriéndose al Gran Blanco.
Tomó a Hawk y lo lanzó por las escaleras para que vaya, el creía que estaban hablando de él cuando decían al más poderoso, pero todos comenzaron a reír sin parar. A regañadientes fue hacia la estatua del Gran Blanco y comenzó a tocar su bongo para despertar a aquella estatua. Al ver que no dabab resultado se colgó de su oreja y la golpeó un poquito, la oreja de la escultura se había roto pero aun no daba señales de vida. De repente toda la estatua se rajó y terminó rompiéndose, haciendo un gran estruendo.
— ¡Van a matarme!
Del templo se oyó un grito "¡Gran Blanco! ¡¿Despertaste ya?!" Hawk no tuvo de otra que contestar como si fuera el Gran Blanco. Sabía en el gran lío que se estaba metiendo, pero por otro lado, sabía que si hacía las cosas bien y traía sana y salva a Elizabeth, tal vez lo dejarían ser un guardián una vez más.
Estaba un tanto enojado porque debía ir a buscar a Elizabeth porque a ella se le ocurrió jugar a los soldaditos.
(...)
Mientras tanto, Elizabeth se encontraba practicando su voz de hombre, pero ninguna le iba bien, casi todas parecían forzadas y no le creerían.
Trató de sacar su espada pero se calló al suelo. Clemencia, su caballo comenzó a reirse, resfregando su lomo en el suelo. Elizabeth le lanzó un zapato a la cabeza y frunció el seño.
— ¡Estoy ensayando! — soltó un suspiro y vio el campamento — ¿A quien quiero engañar? Necesitaré un milagro para que no me descubran.
De repente una voz resonó por todo el lugar, asustando a Elizabeth.
— ¡Acaso alguien solicitó un milagro! — gritó Hawk, su sombra se reflejaba por al fuego que había.
Elizabeth y Clemencia se escondieron rápidamente detrás de una roca.
— ¡AHHH! ¡UN FANTASMA! — gritó la chica.
— ¡Prepárate Elizabeth, tu salvación está aquí! — dijo — ¡He sido enviado por tus ancestros para guiarte en este viaje! — Elizabeth salió de su escondite junto a su caballo y se acercó poco a poco — ¡Así que escucha bien! ¡Si el ejército descubre que eres una omega hembra! ¡Tu castigo será.... LA MUERTE!
— ¿Quién demonios eres tú? — preguntó.
— ¡Soy el guardián de almas perdidas! — contestó saliendo poco a poco de su escondite — ¡Soy el sorprendente Hawk!
Cuando se mostró ante Elizabeth, tenía una cara llena de orgullo, ella solo lo veía con confusión era como el Gran Blanco pero de color rosado y más pequeño. Clemencia se acercó y comenzó a pisotearlo con sus patas, Elizabeth la apartó y miró hacia el suelo. Tomó a Hawk y lo colocó en la palma de su mano.
— ¿Mis ancestros enviaron a un diminuto puerquito a mi rescate? — preguntó.
— ¡Soy un cerdo decente, no un puerquito! — contestó.
— Eres tan...
— ¿Grandioso? — preguntó interrumpiéndola.
— Pequeño — contestó.
— ¡Exacto! ¡Soy de bolsillo para tú conveniencia! — dijo caminando por todo su brazo hasta llegar a su hombro — Si fuera más grande, tu vaca moriría de miedo — agregó refiriéndose a Clemencia, esta trató de morderlo pero Hawk retrocedió un poco — Siéntate Clarabella — le ordenó.
Comenzó a pasear por sus brazos hablando de lo grandes que son sus poderes. Elizabeth estaba sorprendida y un poco extrañada. Aquel cerdito no parecía muy poderoso, pero si el la ayudaría, no estaría mal tener un acompañante.
— Por ejemplo — dijo saltando hacia una rama de un árbol — Mis ojos pueden ver a través de tu armadura — Elizabeth se sonrojó y de un golpe lanzó al suelo al cerdito rosado.
El se enojó y dijo que volvería a casa para contar todo el deshonor que había causado. Ella trató de detenerlo y así sucedió. Hawk le dijo que debía hacer todo lo que el le diga y que no debía golpearlo. Tal vez ella no sepa como actuar como un hombre, pero si sabía usar bien la espada. Su chi siempre fue muy poderoso, cuando lo mostró por primera vez, todos los de su aldea quedaron indignados, fue ahí cuando Ban le dijo que el chi era para alfas machos, no para omegas hembras. Elizabeth nunca supo el por qué, si estamos hechos de la misma masa, ¿Por qué se trataban diferente? Nunca lo entendió, pero decidió esconder su chi, o al menos no mostrárselo a nadie. Siempre practicaba a escondidas de todos, en los prados verdes llenos de flores.
Cuando llegó al campamento, dejó a Clemencia en un establo y caminó hacia el lugar donde todos se reunirían. Habían personas de todas partes del reino, eran como una tribu salvaje y extraña para ella. Algunos eran muy toscos y sabía que debía convertirse en una de ellos para poder encajar y para que no la descubran.
Todos se estaban formando en una fila, le daba asco estar entre ellos. Se sentía una impostora, o más bien lo era. De repente uno de los chicos empujó a otro haciendo que ella caiga al suelo. Un chico a su lado se río y le preguntó.
— ¿Necesitas ayuda? — tendiéndole la mano y sonriéndole. Tenía un bigote pequeño y el cabello púrpura.
— No dejes que te intimide e insulte — susurró Hawk desde su nuca.
Elizabeth frunció el ceño y le quitó mano, sacó su espada y lo amenazó con esta.
— Vuelve a insultarme y sentirás lo filosa que es mi espada — dijo seriamente, su voz varonil salió sola. Pero no importó que ella se diera cuenta. El chico sacó su espada poniéndola cerca de su cuello, tal y como hizo ella.
— La sueltas o...
— ¿O qué? — interrumpió Elizabeth.
Por lo que sabía, preguntarle a un alfa si quería de su ayuda, era algo muy malo y se lo tomaba como un insulto.
De repente apareció un chico con ojos esmeralda, cabello rubio y de estatura pequeña, hizo una toma, quitándoles las espadas a ambos, llamando la atención de todos en el lugar.
Tenia los rasgos de un niño, sus ojos brillaban como dos esmeraldas y su cabello parecía ser sedoso.
Cuando las miradas entre el y ella se cruzaron, algo en ambos se removió. Ella creía que lo vio en algun lugar, pero no sabía en donde, nunca olvidaba una cara.
Luego de unos segundos se dispuso a hablar, su voz era firme y severa, igual a la de un capitán...
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Holaaa UwU ¿Cómo están? Espero que muy bien. Bueno, aquí les traigo otro capítulo, toda la verdad saldrá a la luz, hay muchos secretos que aun están escondidos por ahí.
Por otro lado, les tengo una pregunta, la historia "12 canciones, un amor, una promesa" quieren que sea larga o corta. Lo que sucede es que es apta para ser corta y también está apta para ser larga, así que deseo que ustedes me digan como quiere que sea uwu, espero sus respuestas.
Cariños♡
Moon_
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