No era la primera vez que nos veíamos, ese tigre solía venir al cuartel generaluna vez por semana al menos, aunque últimamente se había aficionado a visitarnos diario, Satoshi decía que era mi aura lo que lo atraía, yo pienso que solo es el olor de la comida, pero todos parecen opinar lo contrario.

No me molesta que venga, lo que me molesta es que siempre que lo veo, mi mente se llena de recuerdos: mi padre, mi madre...Cerberos.

"—¡Princesa! ¡Princesa! —Mis cuidadoras corrían por todo el pasillo buscándome, no era la primera vez que me escapaba, a veces sentía pena por ellas, pero no me gustaba estar encerrada.

Había nacido en cuna de oro y lo odiaba, yo era un alma libre, me encantaba salir al pueblo, visitar a los niños en el orfanato, cuidar los caballos y muchas cosas más que siendo la "flor de Merilya" no podía hacer, llamaba mucho la atención.

Por eso me escapaba de mi dama principal y de quienes me cuidaban, aunque ahora era por pura maldad, iba a darme la vuelta para irme cuando choqué con un cuerpo peludo y vi esos ojos rojos viéndome con reproche.

No me dejo ni explicarme cuando me tomo con su hocico del cuello y como un lobo que lleva a su cría para ir a acusarme con mi mamá."

Por eso no me gusta que venga ese tigre, porque el rojo y el verde se vuelven a enfrentar y esta vez no hay nadie con quien acusarme, no había risas, mi padre y mi madre ya no estaban ni Kero tampoco.

Y me odiaba por ello.