Shizuka por fin podía relajarse después de su último concierto en Odaiba, había sido todo un éxito y su familia y amigos lo presenciaron y en especial su marido, su querido Kibou.

En ese momento ya habían llegado a casa después de lidiar con periodistas y fans, él estaba cocinando y ella fue a cambiarse.

Después de ponerse unos jeans, una blusa suelta y un ligero suéter junto con sus converse, llegó a la cocina a abrazar por detrás a su esposo, recargando su cabeza en la espalda de él.

—¿Te ha gustado el concierto?

—No —Ella se separó sorprendida y quizo alejarse un poco herida, pero Kibou no lo permitió— No me ha gustado porque la joven que canta no eres tú, es esa idol, Zuka-Chan.

—Somos la misma persona ¿sabes?

Por primera vez él río y la llevo a sentarse al sofá que tenían en la sala.

—Quizá tú no lo puedas ver, pero yo si, mira —Toma la cámara que está a un lado y se la enseña— Está joven de aquí es Zuka-Chan, la idol que todos aman —El joven le señaló una foto que le tomó en el escenario, donde llevaba ropas ajustadas y coloridas con el pelo recogido.

—Pero está...esta es mi amaba esposa, la madre de mi hijo, la única persona que yo voy a amar: Shizuka Yagami.

La joven trató de no llorar de la emoción, Kibou había sacado una foto donde estaba escogiendo atuendos para su primogénito, quizá todavía fuera muy pronto pero ambos estaban emocionados y que su esposo tuviera el detalle de retratarla en tan hermoso cuadro...pudo con sus emociones.

—Descuida, Zuka-Chan no hará conciertos en el corto plazo, solo oirás a Shizuka cantarle a su fan número uno.

—¿A mi?

—No, a nuestro hijo —sonrió y besó a su marido.

Porque Zuka era la idol famosa, pero Shizuka era la mujer que tenía el mundo a sus pies, un mundo compuesto por su marido e hijo.