Dia 20: La desición de Joanna

Joanna no podía dormir, por más sedantes que su madre le hubiera proporcionado o caricias que su padre le hubiera dado, en estas fechas los acontecimientos que marcaron su juventud eran tan nítidos que solo podía llorar en silencio mientras recordaba como había perdido a su bebé.

(...)

Al fin lo habían hecho, su familia se había enterado de la relación entre Joanna y su primo, Noah. Las reacciones habían sido variadas, pero las que más le habían dolido a ella habían sido las de sus padres, sentía que los había traicionado, en especial su confianza y lo que con tanto esmero le habían inculcado.

Pero ahora sería diferente, iba a tener un hijo de Noah y aunque nadie lo sabía, estaba segura que sería un niño querido y amado por su familia, solo eso la hacía sonreír como hace mucho no sonreía.

Acaricio su vientre aún liso y comenzó a hacer la cena para darle la noticia a sus padres, quería decirles a ellos primero antes que a nadie, bueno y a su hermano también, ella a diferencia de su novio adoraba a su familia y quería que todo saliera bien.

Estaba preparando el postre cuando un dolor en su vientre la hizo doblarse y todo fue aún peor cuando noto un líquido bajar por sus piernas.

—No, no por favor —lloró mientras la sangre seguía corriendo por sus piernas— Noah...Noah ayúdame —Quería que alguien llegará y la ayudará, que su bebe estuviera bien.

(...)

Para cuando sus padres llegaron ya era muy tarde, ella se había desmayado por la pérdida de sangre y su bebe ya no existía más, de solo recordarlo no podía controlar su llanto, lo que no sabía era que su mamá estaba pendiente en la puerta de su cuarto.

Ella cerró la puerta con mucho cuidado y bajo las escaleras para ir a la sala donde estaban su marido y su hijo, esperándola.

—¿Cómo está? —Fue lo primero que le preguntó Edward a su madre, su padre estaba muy silencioso, ella negó con la cabeza.

—Me parte el alma verla llorar...mi princesa, lo que desearía por ahorrarle ese sufrimiento —Sara no sabía que hacer y estaba comenzando a desesperarse— Ya no le quiero dar más calmantes.

—Igual no sería lo más prudente —Nathaniel hablo por primera vez— No podemos estarla medicando cada que tenga una crisis, ya han pasado tres años, Noah la ha dejado y tiene que reponerse en vez de estar pidiendo días en el trabajo, mi hija es luchadora y va a salir de esta.

Ambos padres eran muy optimistas, pero Edward no.

—Miren lo que mi hermana necesita es alejarse de todo, buscar un nuevo trabajo o cuando menos pedir un traslado, Noah es veneno para ella y lo sabemos.

—Pero Washington es su hogar ¿Qué hará sola en otra parte? ¿Y si intenta hacer algo? —Sara parecía desesperada por ayudar a su hija mas no sabía cómo.

—¿Más del daño que se hace aquí? Mamá por favor.

—Haber —los calmo el patriarca de la familia— No sacaremos nada si seguimos discutiendo, lo importante aquí es ayudar a Joanna a superar lo que venga, el doctor nos dijo que podría tener más bebés.

—Nate, ella quería a ese bebé no a otros.

Mientras la familia de Joanna seguía discutiendo, la chica en cuestión había dejado de llorar y ahora estaba determinada a una sola cosa, que el dolor acabara y sabía cómo hacerlo, solo que para eso tenía que tomar una decisión que marcaría su vida para siempre.

Ya no le quedaba nada: su supuesto gran amor la había cambiando por otra cuando todavía estaba convaleciente en el hospital y no conforme con eso, tuvo que enterarse de la boca de su hermano, porque Noah no tenía los huevos para enfrentarla, tampoco tenia a su hijo, a ese pequeño que esperaba con tanta ilusión y que ahora solo podía visitar en su pequeña tumba.

Aunque no todo estaba perdido, Joanna sabía que contaba con su familia y con sus colegas del trabajo, ellos eran los que no dejaban que se rindiera y solo por ellos era que había tomado esa decisión.

Lo primero que hizo fue secarse las lágrimas, ya no valía la pena llorar por algo que había pasado hace tres años, en sus años de universidad, si había perdido a su hijo, pero por él también saldría adelante, como que se llamaba Joanna Josette Keller Alexander.

Primero llamó a su superior en el FBI y compañero, Jack Pikes.

—¡Hola! —Él siempre era efusivo a pesar del trabajo que tenía como agente del FBI— ¿Estas mejor? El jefazo me ha dicho que estabas enferma, curioso ¿no? Desde que entraste al departamento siempre te enfermas en estas fechas.

Joanna maldijo la perspicacia de su compañero, pero eso no la hizo desviarse de su objetivo.

—Si, ya me siento mucho mejor, gracias Jack, pero iré directo al grano: ¿Sabes cuando comienzan los trámites para pedir un traslado?  —Generalmente ella era más bromista y sarcástica, algo que había heredado de su padre, pero por ser el día que era no tenía ganas de andarse con rodeos, menos con algo que decidiría su futuro proceder.

Por otra parte Jack estaba procesando lo que su compañera acababa de decirle ¿Quería pedir un cambio? ¿Acaso no era feliz en la unidad? Quería pedirle tantas explicaciones, pero notaba que no estaba tan receptiva como otras veces y lo dejo estar.

—Las convocatorias cerraron hace poco, pero ha ocurrido una baja en la sede de Nueva York y Currie quiere mandar a alguien a cubrirlos allá ¿te interesa? Para decirle.

—¿Cuándo puedo mudarme?

—¿Tanta es tu prisa por irte? —Jack parecía consternado, pero eso no le importaba a Joanna, ella solo quería lograr su objetivo— ¿Es necesaria alguna documentación? ¿Pruebas?

—No, tú expediente es de los mejores que tenemos en la fuerza, Currie lamentara ya no tenerte más en el equipo, pero estoy seguro que aprobará tu cambio sin problemas.

—Gracias Jack, comenzare a ver lo de mi alojamiento y los boletos de avión.

—Joanna...

—¿Qué? —Carraspeó un poco— Perdona Jack, hoy...hoy no es un buen día.

—Descuida, espero que tengas suerte con lo que deseas lograr.

—Muchas gracias Jack.

Después de arreglar lo de su trabajo comenzó a hacer una maleta con lo esencial: ropa interior, ropa de vestir y ropa casual, su plancha de cabello y sus múltiples cremas y maquillaje, así como su neceser, lo demás podía quedarse, no quería nada que le recordara a Noah ni lo necesitaba.

Espero a que sus padres y su hermano subieron a dormirse y salió con sigilo con su maleta a cuestas, bajo las escaleras y estaba casi en la puerta cuando alguien prendió la luz de la sala.

—¿A dónde vas?

Joanna se tocó el corazón asustada.

—¡Ed! —susurró un poco más alto de lo que hubiera querido— Me diste un susto de muerte ¿qué haces despierto? Pensé que mañana entrabas temprano al trabajo.

—Así es, pero escuche tu conversación con uno de tus colegas ¿te vas a ir? ¿A donde?

—No te puedo decir, Edward, entiende y por favor no le digas nada a mis papás.

—Jo... —Edward trataba de entender a su hermana— Yo estoy de acuerdo, pero ¿no decirle a mamá y papá? Los harás sufrir mucho.

—Los haré sufrir más si me quedo aquí, Ed, entiéndeme hasta tu estas sufriendo, ¿crees que no se lo qué pasa con Lia?

Edward tuvo la decencia de ponerse rojo.

—No digas nada por favor no estamos listos.

—Te lo juro, pero déjame ir.

Inesperadamente, Edward la abrazó.

—Quiero que sepas que siempre te voy a querer, pitufa.

—Y yo a ti grandote —Joanna le devolvió el abrazo para después salir de casa.

Fue la última vez que miro atrás, era hora de que se olvidara de su pasado.

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