Dia 19: Nuestra cancion
—¡Hima! ¡Tienes que venir al festival! —Sara le rogaba a su prima mientras caminaban por el pueblo mágico, Santa Elena.
—Tengo muchas cosas que hacer, sabes que desde que entré al consejo no tengo tiempo libre, aparte pronto entraremos a la universidad, deberías pensar en eso, Sari.
—¡Precisamente por eso debes de relajarte! —Se paran justo frente a la entrada al castillo, el cual es la morada del consejo mágico— Deja que Bastian se encargue por un día y aprovecha.
—¿Tienes un plan que no me has dicho? ¿Alguna intención oculta?
—¡Claro que no! Solo ven —Sara le guiña el ojo y se va.
—Si claro...como si eso fuera a pasar.
(...)
DÍA DEL FESTIVAL, POR LA NOCHE.
—No lo puedo creer —Himawari estaba incrédula ¡Se habían confabulado en su contra! Y no sólo su prima, sino también su maestro y sus padres, todo para que fuera a un mugroso festival.
Siguió caminando entre los puestos de comida y juegos, hasta que se paró en uno muy peculiar.
—¡Señorita Himawari! Es un placer verla de nuevo —Rod, el tendedero, la atendió con una sonrisa— ¿El joven Kibou no viene?
La sola mención del innombrable bastó para borrar la cálida sonrisa de la joven y se puso peor aun cuando escuchó una voz conocida.
—¿Cómo iba a perdérmelo? Este año no pienso fallar, el oso sería mío ¿O no? Ohimesama.
Himawari lo ignoro y luego tras una breve despedida hacia Rod, se fue caminando como si nada.
—Te la está poniendo difícil ¿no? —Kibou sonrió— Debes entenderla, es difícil ser la otra.
El mago borró su sonrisa.
—¿Disculpe?
—Puede que no digamos nada, pero todos lo sabemos, ten cuidado Kibou, Himawari es muy querida por todos, que tengas buena noche —dicho eso se retiro a atender a más clientes.
Kibou lo sabia, sabia todo el daño que le hacía a su princesa al no decidirse o más bien a anteponer a esa mujer a Himawari, pero no podía hacer otra cosa, ella tan valiosa que no podía arriesgarla, era consiente que tenía que poner distancias, pero algo que jamás haría seria romper la promesa que le hizo hace tantos años atrás.
"—¡Mira! ¡Son los fuegos artificiales! Dicen que cada mago hace un conjuro diferente para que tengan su marca al explotar.
—¿Tus papás saben cómo hacerlos? —Himawari asintió— ¿Crees que nos quieran enseñar?
—Saben hacerlos, pero les gusta más la tradición de soltar un farolillo al cielo con ta pareja, dicen que así la diosa del amor y de la felicidad bendecirá su amor hasta el fin de los tiempos.
—¿Crees en eso? ¿Enserio Hima?
—Mis padres me han enseñado a creer en el amor para siempre.
Kibou sonrió con ternura y la tomo de la mano.
—¡¿A dónde vamos?! ¡Kibou! Ya va a empezar el lanzamiento de farolillos.
—¡Sígueme! —Llegaron al puesto de Rod donde el niño le pidió amablemente dos faroles y después se llevó a su prima a un lugar alejado, cerca del lago.
—Ya comenzó —Suspiró enamorada y un poco sonrojada, sonrojo que aumentó más al sentir los delicados labios de Kibou en su mejilla.
—Eres mi dulce girasol, Hima. Te prometo que en cada festival bendeciremos nuestro amor frente a los dioses, para demostrarles que somos almas gemelas."
Nunca había fallado su promesa, esta vez no sería diferente; los dioses y el destino los habían unido y ni siquiera su parentesco o una mujer los iba a separar.
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