Dia 17: Él ya no es Kibou

Himawari y Sara voltearon a su alrededor, no era la primera vez que iban al castillo, pero si la primera vez que tenían que tratar un asunto de suma importancia, era algo que no podía posponerse más.

—Wow, estamos flotando —Sara quiso golpearse la cara al escuchar a una de sus hermanas, aunque no era la única emocionada.

Ninguna de sus familias, pese a ser reconocidos en el mundo mágico, habían pisado el consejo mágico y era por eso que todo les causaba emoción, en especial a los más jóvenes, porque en su caso, ellos no presentaban rastro alguno de magia.

—Chicas —La voz de la abuela de Hima hizo que todos se detuvieran— ¿Saben? En situaciones normales podríamos entrar pero...esto no es una situación nada normal —terminó mientras se señalaba a sí misma y al resto.

—Ya lo sabemos, solo...no abran la boca y estaremos bien —Hima no estaba de humor, había muchas cosas que estaban mal y una regresión de edad por culpa de un hechizo era la menor de sus preocupaciones.

Sin más que decir, siguió avanzando a paso seguro hasta que llegó donde estaban dos servants, a quienes por su vestimenta y su escudo, asoció rápidamente con su maestro: Bastian.

—Buenas tardes, vengo a una reunión con el consejo mágico, aquí está mi eslabón —Himawari alzó su mano bronceada donde tenía su pulsera, su catalizador de magia.

—¿Y ellos? —Dijo el servant, una vez que revisó el catalizador de Sara, un collar con un rubí incrustado en forma de corazón.

—¿Acaso ves que tienen magia? —le respondió una de ellas de mal humor— Es de suma importancia que vengan con nosotros y...

—Los seres no mágicos no están permitidos, que esperen afuera.

Himawari perdió la paciencia.

—¡Mira bola de grasa..! —Estuvo a casi nada de sacar uno de sus pergaminos así como el servant de atacar, pero una voz femenina los interrumpió.

—¡Hércules! —Sara gruñó, era Andromeda, una bruja de belleza exorbitante, cabello morado oscuro, largo, casi tanto como el de Himawari y unos ojos oscuros, que tenían una mirada de superioridad.

—Queridas, una disculpa, últimamente Bastian carece de...calidad para hacer buenos servants —Ahora fue el turno de Hima de gruñir, nadie y mucho menos esas bruja de cuarta tenia permitido decir algo de su maestro.

—¿Podemos pasar, Andy querida?

—Claro, claro —Y con un guiño a los hombres presentes se desapareció meciendo sus caderas enfundadas en vestido largo color blanco.

—Maldita perra —Sus padres la vieron escandalizada por el lenguaje, pero Sara los ignoró— ¿Qué esperan? ¿Una invitación?

Comenzaron a caminar a paso lento, viendo cada uno de los cuadros que se exhibían en el largo pasillo.

—¿Son ustedes? —Preguntó con voz suave Sakura, la madre de Himawari.

—Así es, tía —Para Sara era impensable no contestarle de buena manera a la persona que tanto a había ayudado de niña.

—¿Quienes son los demás?

—Eso ya no importa —Intervino Hima— Ya hemos llegado, como ya les he dicho, no abran la boca y estaremos bien —Dicho esto toco la puerta.

Hubo una corriente de aire que los envolvió y a continuación estaban frente a los máximos representantes del mundo mágico.

Sara y Himawari no tardaron en arrodillarse brevemente, aunque sólo ante su maestro.

—Nos han convocado a una junta de urgencia, señorita Tachibana ¿qué es tan importante como para traer a seres no mágicos ante nuestra presencia?

La chica de cabello castaño volteó a ver a Reed, el anciano con más antigüedad en el consejo y por mucho el que más odiaba a las criaturas no mágicas, el porqué seguía siendo un misterio, aún así Himawari no vaciló al sentir su mirada y respondió con seguridad.

—Ellos tienen magia, pero han sido atacados por un hechizo de regresión.

Ahora fue turno de Magali de obsérvalos con detenimiento.

—No todos están bajo el hechizo y eso me parece que lo sabes muy bien.

Himawari se mordió el labio, no quería pelear con Magali ni con Reed, pero abiertamente la estaban llamando mentirosa frente a su maestro y era algo que no se podía permitir, iba a defenderse cuando una potente voz los dejó en silencio.

—Ve al grano, Himawari ¿qué es lo que quieres?

—Maestro yo...—Desvío un poco la mirada, pero volvió a ver a ese hombre imponente— Vengo a rogar por su ayuda, la bruja del Páramo ha...ha hechizado a Kibou Yagami y a Seujiro Kouta —Sara ahora también lo miraba— Quisiéramos... —Reed tomo la palabra en ese momento.

—Si han sido hechizados por la bruja del Páramo deben ser puestos en búsqueda y captura.

—Pero...

—Reed tiene razón, ambos son magos muy poderosos, es un peligro que estén sueltos, una vez que sean capturados, serán ejecutados —Magali apoyo a su igual.

Ambas quisieron replicar, sin embargo, la madre de uno de los implicados replicó:

—¡No los pueden tratar como objetos! ¡Es su deber ayudarlos! ¿No son parte del gremio?

Reed se levanto de su silla con una sonrisa un tanto perversa.

—¿Quién te ha dado permiso de hablar, asquerosa humana?

—¡Mira tu...!

—¡Silencio! —Bastian volvió a imponerse— Quiero a tus amigos fuera, esto es entre ustedes y nosotros —Hizo una seña para escoltar a los invitados y a Sara afuera, dejando solo a Himawari.

—Ahora que ya no tenemos interrupciones, voy a ser claro, a partir de ahora Kibou Yagami y Seujiro Kouta están sentenciados a muerte ¿Ha quedado claro?

—Si, pero quisiera pedir un favor.

—¿Qué es?

—Quiero matarlo yo misma.

Bastian pareció pensarlo un momento hasta que asintió.

—Tienes un mes, no me falles.

—Entendido maestro —Hizo una reverencia y estaba a punto de ir cuando Bastian volvió a hablar.

—Y Himawari...

—¿Si?

—No dejes que los sentimientos te nublen, él ya no es Kibou.

Ella no respondió, pero el consejo pudo ver cómo una lágrima traicionera bajaba por su mejilla.

Después de todo, no todos los días eres consiente de que tienes que matar a tu alma gemela.

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