Raven silbaba muy animado, el día estaba precioso, no había nubes que indicaran lluvia y sus hermanas no lo habían molestado cuando salió.

¡Y lo mejor de todo era su carnada del día de hoy! ¡Con semejante manjar tendría un montón de peces al final del día! Si señor, era un día espléndido.

—Pareces muy feliz —Un escalofrío recorrió la espalda de Raven al escuchar esa voz que nunca había podido olvidar— Al parecer nuestro trato nos ha beneficiado a ambos ¿no crees? —el ente cubierto por una capucha de color negro posa su mirada en la carnada de Raven— ¿Oh? Estas almas no me han sido reportadas ¿Acaso me estás jugando sucio, mi querido cuervo?

El susodicho trago saliva con fuerza, era ahora o nunca.

—No mi señor, para nada, es solo que...

—Silencio, ahora vas a saber porque me dicen "La muerte".

De ese lindo día nada quedo, pues los gritos de aquel pobre humano ensombrecieron cualquier rastro de felicidad en el bosque, bueno quizá no del todo...las almas que había matado para su carnada, reían y festejaban con júbilo la muerte de su ejecutor.

¿Acaso no es un lindo día para festejar a la muerte?