Han pasado casi cinco meses desde el accidente y me sigo siento miserable de no poder ayudarlo, por más que lo intento, no se deja ayudar, es demasiado orgulloso para ello.

—Hades te traje...—Entro a su habitación en casa de sus padres y lo veo tratando de asfixiarse, dejo su desayuno en la mesita y corro hasta donde está— ¡¿Te has vuelto loco?! —le quito la almohada.

—¡Déjame en paz, Emma! ¡Deja de sentir lástima por mi! —Me grita y doy gracias a dios de que ni sus padre ni los míos están cerca— ¡¿Qué no me ves?! ¡Estoy ciego! Ese puto accidente me dejo ciego —comienza a llorar de impotencia, no se que hacer o decir.

—Hades...—quiero tocarlo, pero me evade.

—¿Por qué sigues aquí? ¿Lo haces por tus padres? ¿Por Aura? Fui un cabron contigo ¿Acaso quieres verme así de humillado?

Fruncí el ceño.

—No todos somos como tu ex novia, es cierto, me hiciste daño al dejarme por esa chica, pero ¿sabes? No te guardo rencor, tuviste tus razones y las respeto y no lo hago por nadie, lo hago porque me preocupas.

—¡Sientes pena por este ciego ¿no?!

—¡Hades! ¡Escúchame! —se que no me puede ver, pero lo sujeto por los hombros— Eres muy importante para mi y aunque estes ciego, manco o sordo, siempre voy a estar a tu lado, porque...—dude en decirlo, pero ya no tenia caso ocultarlo—Porque te sigo amando.

Él no dijo nada, yo regresé por su bandeja de comida.

—Por favor come, tía Claudia se asustará sino comes ¿quieres que te ayude?

—Vete.

—Hades...

—¡Lárgate! —aventó la comida que le traje.

Suspire cansada.

—Me gustaría que empezaras a ver con el corazón y no tratar de ver con tus ojos, con permiso.

Una lágrima recorrió mi mejilla, daría lo que fuera porque estuvieras feliz Hades, aún si tuviera que darte lo que más anhelas.