Día 20: Celos

Para celebrar el compromiso de los Caballeros de Cygnus y Andrómeda, Saori organizó una fiesta. Esta vez se aseguró que todos los Santos pudieran asistir, para evitar otro fiasco como el de San Valentín.

Entre los invitados también se encontraban algunos civiles, como Miho, Shunrei, el pequeño Yakov y Eri Aizawa.

Respecto a la última chica, Saori dudó si debía o no invitarla, estaba al tanto de que entre ella y Hyoga había existido algo, aunque muy fugaz. Para evitar incomodidades, la peli-lila decidió preguntarle primero al rubio su opinión.

-No veo porque no. Es una buena amiga, me gustaría que estuviera presente. De hecho pensaba invitarla a la boda.- fue la respuesta del ruso.








Durante la reunión, Shun permaneció a lado de Hyoga en todo momento, recibiendo felicitaciones y algunos obsequios de los invitados.

-Muchas felicidades, Shun.- June de Camaleón, amiga y compañera de entrenamiento de Andrómeda, saludó cortésmente a la pareja. Aunque cuando hablaba, la chica se refería únicamente a Shun; eso a Hyoga lo sacaba de quicio, y cuando la rubia se alejó, soltó un gruñido.

-¿Acaso estás celoso, patito?- preguntó Shun con una adorable sonrisa, a la vez que abrazaba a su pareja y le llenaba de besos. Aquellos fueron suficientes para calmar al rubio.

La tensión no terminó ahí. Después de la llegada de June y el resto del clan de la Isla Andrómeda, Camus, Isaak y el resto de los Caballeros Dorados; llegaron los invitados del Norte, incluidas por supuesto Hilda y su hermana menor, Freya.

Shun había notado la forma en la que la muchacha veía y le hablaba al Cisne, y no le agrada en absoluto. Durante su misión en Asgard, intentó controlarse, después de todo no tenía una relación con Hyoga en ese momento, sin mencionar que tenían problemas más grandes y el rubio probablemente sólo estaba siendo amable.

Los rubios se saludaron con un abrazo que duró demasiado, al parecer del peliverde. La chica seguía viéndolo con esos ojos soñadores y el ruso tenía esa sonrisa estúpida que ponía cada vez que estaba con ella. Shun contemplaba la escena mientras echaba humo por las orejas, hasta que Hägen, el novio de Freya, interrumpió el eterno abrazo, sin tacto alguno.

Parecía que a Merak le molestaba la relación de aquellos dos tanto como a Shun, y aunque en un principio no le agradó, pues siempre se mostró hostil con el ruso, en ese preciso momento era su héroe.

Hyoga regresó al lado de su prometido, a quien poco a poco se le fue bajando el enojo.

Después de un rato, ambos novios tomaron rumbos separados para atender a sus invitados. Y mientras el Cisne iba del tingo al tango, notaba que Shun se quedaba exclusivamente con June. Primero estaba con Mime y... June; en otro momento lo vio con Shaka... y June; más tarde se lo volvió a encontrar, esta vez con Albiore... y June.

Hyoga estaba a punto de llevarse a rastras a su prometido cuando vio que alguien más llegaba a la fiesta.

Eri Aizawa.

En ese momento, Cygnus olvidó todo lo que le aquejaba y embobado se dirigió a darle la bienvenida a su amiga.

-Creí que no vendrías...- le dijo con suavidad a la chica, mientras depositaba un beso en su mejilla. Inconscientemente, la rubia se sonrojó.

-No podía perdérmelo...

Durante las siguientes tres horas, Hyoga se la pasó pegado a Eri, ambos se comportaban de una manera muy idiota.

-Hace mucho calor, Hyoga ¿podemos salir?- preguntó la chica inocentemente.

-¡Claro!- el ruso guió a la rubia hacia el jardín, donde se sentaron a seguir charlando en una fuente.








Se estaba haciendo tarde, y varios invitados ya se estaban retirando, en el proceso buscaban a los novios para despedirse, pero sólo lograban encontrar a Shun.

El peliverde, extrañado por la ausencia de su prometido, comenzó buscarlo.

Lo buscó por toda el área de la fiesta, pero nada, no había rastro de Hyoga. Después buscó en su habitación, pensando que tal vez su batería social había muerto y se había retirado sin despedirse; pero no lo encontró.

Finalmente decidió salir a tomar aire fresco, tal vez, de pura casualidad, el Cisne estaría afuera.

Contempló el paisaje nocturno y disfrutó del aire que sacudía su suave cabello verde. Todo era paz y calma, el barullo de la fiesta no llegaba hasta allá, y no se escuchaba más que la naturaleza... a excepción de unas risitas.

Desconcertado, Andrómeda fue en busca de las risas, y se detuvo en seco cuando vio a Eri, no tenía idea de que ella vendría ¿con quién estaría hablando? Una voz masculina respondió a su interrogante. Reconocería esa voz donde fuera. Hyoga.

La cara del japonés se puso colorada de furia. Intentó controlarse, respirando profundamente.

-Sólo están hablando es todo...- pensó. Pero era difícil creérselo cuando estaban tan cerca el uno del otro.

Sin darle tiempo de pensar, Eri se arrojó a los labios de Hyoga. Shun ahogó un grito, la sangre le hervía de celos y quería vomitar, cerró sus puños e intentó no explotar, pero quería golpearlos a ambos.

Inmediatamente, el Cisne se separó abruptamente de la rubia.

-¿¡Qué te pasa!?- le espetó el ruso.

-Creí que...

-¡Nada! Lo nuestro acabó, Eri... ¡Me voy a casar! ¡Por Dios!

-Es que pensé que...- la muchacha no terminó su frase, pues sus ojos se posaron sobre...

-Shun...

Hyoga se giró violentamente. Era el fin.

-¡Shun!- gritó, mientras abandonaba a Eri y se dirigía tras su prometido.

-¡No! ¡Aléjate de mí, Hyoga!

Eri no sabía qué hacer o decir, y antes de que Hyoga descargara su ira contra ella, se escabulló y dejó la Mansión.

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