Día 19: Chupón

Ikki estaba en la sala, perdido en sus pensamientos. Desde que su hermano había regresado de Sochi, actuaba muy extraño, casi parecía que lo evitaba.

Sólo había un culpable, sin duda alguna...

Hyoga de Cisne.

Seguro algo le había dicho que ponía a Shun de esa manera.

Días atrás, notó que el Santo de Andrómeda tenía la mano vendada, y como el hermano mayor responsable y sobreprotector que era, le preguntó qué le había ocurrido.

-¿Cómo te lastimaste?

-Aaaaa... es sólo una torcedura... nada grave, estará bien en un par de días...- balbuceó el menor, evitando hacer contacto visual a toda costa y huyendo enseguida.

Ikki no le dio importancia, aunque le quedó la duda de cómo se había torcido la mano, después se percató de que Shun jamás respondió a su pregunta.

Los días pasaron y la actitud de su hermano menor era cada vez más rara. La mano derecha seguía vendada, pero a veces cacahaba al peliverde usándola como si nada.

-No deberías hacer mucho esfuerzo con esa mano, Shun-chan...

-¡Ah! No hay cuidado, nii-san. Está bien.

Al día siguiente, fue cuando su preocupacón comenzó a crecer. Durante la cena, Shun actuó mucho más estrambótico que antes: hacía movimientos extraños con su boca; además, de repente decidió botar los cubiertos y comenzar a comer su ensalada de uva con las manos; sin mencionar que tenía la cara colorada y la respiración agitada, como si tuviera fiebre. La intranquilidad que acechaba al Fénix se intensificó aún más cuando Andrómeda se levantó abruptamente de la mesa. Y lo que más le chocó fue que a Hyoga no parecía importarle en lo más mínimo, juraba que estaba sonriendo mientras se excusaba de la mesa y se iba detrás del japonés.

A la mañana siguiente, estaba totalmente mentalizado para confrontar a su hermano y preguntarle de una vez por todas que sucedía con él.

Varias cosas pasaron por su mente, cada una peor que la anterior: ¿acaso Hyoga finalmente había logrado ponerlo en su contra? ¿Tendría una enfermedad terminal? ¿Había sido poseído por alguna fuerza alienígena que saldría violentamente de su pecho durante la hora del té? Ikki no lo sabía, pero estaba dispuesto a averiguarlo.

Pero, para su sorpresa, Shun no bajó a desayunar; y para su desgracia, Hyoga sí.

-¿Dónde botaste a mi hermano, pato?- preguntó hostilmente mientras el Cisne disfrutaba sus waffles.

El rubio lo miró, y dudó un momento, luego de un rato de soportar la mirada acusadora del Fénix, finalmente contestó:

-Estaba exhausto, y dijo que tomaría el desayuno en su habitación.

-¿Tuvo una mala noche?- inquirió Seiya, muy inocentemente. Hyoga intentó reprimir una sonrisa.

-Ammm... no del todo, diría yo.- Seiya lo miró extrañado. -Sólo... no tuvo muchas horas de sueño...- ni Ikki ni Seiya le dieron importancia al comentario del Cisne. Shiryu por otro lado, entendió perfectamente a lo que Hyoga se refería, y casi se ahoga con su jugo de naranja.

Tanto el Fénix como Pegaso miraron desconcertados al Dragón.

-Iré a verlo después...- agregó Ikki.








Shun estaba frente al espejo del baño, observando cómo diablos le haría para ocultar aquella marca que su prometido había dejado en su cuello. Se sobresaltó cuando escuchó la puerta abrirse.

-Me asustaste, Hyoga. ¿Por qué entras tan estrepitosamente?

-Tu hermano viene para acá, y no está feliz.- respondió Hyoga, mientras revolvía sus cajones.

-¿Qué le dijiste?

-¡Hey! ¿Por qué si tu hermano está furioso debe de ser mi culpa?

-Porque normalmente es así...- el Cisne le entregó una bufanda. -¿Qué es esto?

-Para cubrir ese chupetón ¿o prefieres que nos mate a los dos?

-¿Y de quién es la culpa? ¿eh?

-¿Me estás diciendo que no lo disfrutaste?- inquirió el rubio con tono seductor mientras abrazaba a Shun por la cintura. Este sólo sonrió de manera traviesa.

-Es pleno julio, patito, no engañará a nadie.

En ese momento, el Fénix tocó a la puerta, y Shun comenzó a enrollar la prenda alrededor de su cuello tan rápido como pudo.

-¿Shun?- cómo era de esperarse, Ikki tocó para anunciar su llegada, más no aguardó hasta que su hermano le abriera la puerta, entrando a la habitación por su cuenta.

-¡Nii-san!- Ikki frunció el ceño cuando notó la bufanda en el cuello de su hermano.

-¿Qué sucede contigo?- Shun tragó con dificultad e intentó fingir una sonrisa.

-N-Nada... tengo frío...

-Buen intento, Shun, pero estamos en verano.

-Tiene tos...- mintió el rubio, luego el japonés fingió que tosía; bastante mal, por cierto.

-¡Ya estuvo bueno! ¡Qué se traen los dos!- espetó el Fénix.

-Nada...- Shun sonrió lo mejor que pudo, pero estaba aterrado.

-¡Nada mis calzones!- Ikki comenzó a caminar en dirección a su hermano menor. -Desde que volvieron me evitas y ni siquiera me ves cuando te hablo, comes tu ensalada con las manos, estás en otro mundo y sales corriendo de repente.

-Nii-san, yo...- Andrómeda puso nerviosamente un mechón de cabello detrás de su oreja, con su mano derecha.

-¡Y también está eso! ¿¡Qué diantres le sucede a tu mano!?

-Te dije que me la torcí...

-Shun, lleva así dos semanas...- le reprochó el peliazul. -Y te he visto usarla sin problemas, no te hagas.

Hubo un momento de silencio. Andrómeda suspiró hondo y miró a Hyoga. El momento había llegado. Lentamente, Shun comenzó a quitarse la venda de la mano, Ikki lo miraba fijamente.

-Hyoga y yo...- por fin el vendaje descubrió sus finos dedos, mostrando la banda dorada. -Nos casaremos...

Ikki puso los ojos como platos; por un momento, Hyoga creyó que se desmayaría, jamás lo había visto quedarse sin palabras.

-Ah...- dijo finalmente. -Qué alivio, pensé que morirías...- suspiró el peliazul. Claro que aquella noticia lo golpeó como un tren. Era mucho pero que los escenarios que se había imaginado, pero al menos la vida de su hermano no corría peligro.

-¿No estás molesto?- preguntó Shun, con cautela.

-No me encanta, pero las últimas dos semanas pensé que algo muy malo te ocurría.- ambos hermanos se abrazaron.

-Perdóname...- murmuró Andrómeda, separándose de su hermano mayor.

-¿Estamos bien?- preguntó el ruso, pero la mirada fulminante de Ikki respondió su pregunta.

-Ya veremos, pato.

El Fénix estaba a punto de marcharse cuando se detuvo en seco.

-Pero hay algo que todavía no me queda claro... tu comportamiento extraño de anoche y... esa maldita bufanda.

Shun abrió los ojos y rió nerviosamente.

-¡No importa, nii-san! ¡Todo está bien!

-¿Shun?

Ikki comenzó a desenredar la bufanda, Hyoga estaba listo para emprender la retirada mientras Shun estaba completamente inmóvil y con los ojos cerrados. Cuando el peliazul terminó, la marca roja destacaba en el banco cuello de su hermano, y lo que comenzó como una cara de sorpresa, se transformó lentamente en una de ira pura.








-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡HYOOOOOOOOOGAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!

Seiya y Shiryu voltearon alarmantemente al escuchar el grito del Fénix, seguido del sonido estrepitoso de el ruso bajando las escaleras a toda velocidad.

-¡¡¡¡¡TE MATARÉ MALDITO GANSO!!!!! ¡¡¡¡¡LO JURO!!!!!

El Cisne pasó como bólido frente a Draco y Pegaso, saliendo hacia el jardín; detrás de él venía un muy furioso Ikki.

-¡Corre, Hyoga! ¡Corre!- Shun los había seguido hasta las escaleras, donde simplemente se limitó a darle ánimos a su prometido.

Ya era tarde para Hyoga.

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