Día 18: Seducirse mutuamente
⚠️ ADVERTENCIA ⚠️
Este capítulo presenta contenido de índole sexual (disque XD) pero como a mi no se me da bien escribir ese tipo de cosas, pues está muy light jaja.
De todos modos pongo el aviso por si acaso.
Cuando los Caballeros de Bronce arribaron a Tokio lo primero que hicieron fue evitar a toda costa que el Santo del Fénix viera la sortija en la mano de su hermano menor, por lo menos hasta encontrar un momento adecuado.
Sin embargo, era terriblemente difícil, pues al llevarlo en la mano derecha, Shun no podía prescindir de ella todo el tiempo y ocultarla en el bolsillo de su pantalón. Tampoco podía llevar guantes, estaban en pleno julio y eso levantaría más sospechas.
Entonces, al Caballero de Andrómeda se le ocurrió una idea. Vendó su mano derecha, de tal modo que la sortija quedara oculta bajo la tira blanca. Eso ayudaría en lo que se decidían a decirle al Fénix sobre su compromiso.
En la sala, Seiya y Shiryu estaban jugando videojuegos. Algunas cosas habían cambiado mientras Andrómeda y Cygnus estuvieron en Sochi, y una de esas era la sorpresiva, pero inminente, relación entre el Santo de Draco y Pegaso.
Consecuentemente, Seiya decidió que era hora de quitarle a su novio lo rígido y serio, y se dispuso a enseñarle a jugar videojuegos, desplazando a Shun como su compañero predilecto de consola.
Así pues, Shun decidió que le haría compañía a Hyoga mientras este terminaba su libro. No estaba haciendo nada en particular, tenía su mentón sobre el hombro del rubio y la mano puesta cuidadosamente sobre su pierna.
Ocasionalmente comenzaba a leer la página que se mostraba, si iba a quedarse ahí al menos se entretendría con algo. Pero al parecer Hyoga leía más rápido que él, y apenas comenzaba a entender de que se trataba el libro cuando el Cisne cambiaba de página.
Aburrido, Andrómeda pensó en divertirse un rato. Estaba pensando que cosa tenía a la mano cuando Hyoga recargó su cabeza sobre de él. Un sentimiento cálido lo invadió y esbozó una sonrisa.
Dios, cómo amaba a ese hombre... tal vez demasiado...
Con una mirada pícara en sus ojos, el Santo de Andrómeda comenzó a deslizar sutilmente su mano por la pierna del Cisne, quedando en un lugar muy peligroso.
Hyoga se percató del movimiento, abrió los ojos como platos y volteó a ver a su prometido, este ni se inmutó. El rubio se acomodó intentando regresar a su lectura, pero le fue imposible.
La inocente mano del peliverde, apretó suavemente la entrepierna del ruso. Este último intentó contener un gemido. Carraspeó para indicarle a su pareja que ya estaba bueno y que parara de hacer lo que fuera que pretendía.
Shun comprendió el mensaje, pero decidió ignorarlo, la diversión apenas comenzaba.
Como quien no quiere la cosa, su mano pasó de la pierna al miembro del Cisne.
Cualquier intentó por disimular fue inútil, y Hyoga soltó un grito que posteriormente intentó ahogar, pero ya había llamado la atención de los otros.
-¿Qué te pasó?- preguntó Seiya, parando el juego y volteando a ver a su amigo.
En ese momento, Shun quitó su mano y la puso sobre la suya, el rubio puso el libro sobre su miembro, para ocultar su inminente erección.
-Es qué... lo pisé sin querer... jeje...- se apresuró a decir el japonés, posteriormente sonrió adorablemente.
Seiya volvió a lo suyo, Hyoga temía lo que su prometido fuera a hacer a continuación. No obstante, el peliverde desistió y se retiró, era demasiado arriesgado.
Hyoga se quedó confundido... ¿acaso eso era todo? Sólo estaba seguro de una cosa... las cosas no se iban a quedar así.
Durante la cena, Shun parecía haber olvidado el juego de más temprano, sin embargo, estaba tan fresco en la mente del Cisne como en el momento en que ocurrió y estaba a punto de ejercer su venganza.
Miró fijamente a Shun, cada bocado que se llevaba a la boca, cada movimiento de su mandíbula, cada acción que realizaba el japonés, por sutil y pequeña que esta fuera, tenía su completa atención.
Inevitablemente, Shun sintió la mirada del ruso sobre él, y volteó a verlo. Casi al instante en que sus ojos se encontraron, el peliverde sintió un escalofrío. Los ojos de Hyoga no solamente eran seductores, mirándolo de modo lujurioso, en ellos se reflejaban cada una de las cosas que pensaba hacerle una vez que se encontraran solos.
Shun se estremeció y tragó nerviosamente. Tomó un poco de agua para calmarse y pensar en otra cosa, y fue cuando notó que el Cisne no le quitaba los ojos de encima. Comenzó a respirar pesadamente y la temperatura de su cuerpo comenzó a elevarse. El rubor subía por sus mejillas colorándolas. Sus pupilas estaban levemente dilatadas y la mano le temblaba. Su corazón latía con fuerza mientras sentía que perdía el control.
-¿Shun?- la voz de su hermano lo sacó abruptamente de aquel trance, haciéndolo brincar. -¿Estás bien?
-S-Sí...- Hyoga reía sutilmente al ver las reacciones de su prometido. -Es sólo que... ha-hace calor...
Ikki lo miró extrañado y luego volvió a lo suyo.
-Bien... con que así quieres jugar...- pensó Andrómeda y acto seguido, se irguió y pasó su lengua lenta y sensualmente por sus labios, enmarcándolos por completo y dejándolos cubiertos con un sutil brillo.
Hyoga esbozó media sonrisa, Shun no era rival para él. Pero justo mientras aquella idea pasaba por su mente, el japonés tomó una uva de su plato con sus dedos, jugó con ella por unos momentos y luego procedió a llevársela a la boca. En el proceso, dirigió su mirada al rubio, quien lo veía totalmente embobado. Mordió la fruta y comenzó a masticar lentamente, pasando su lengua por sus labios de nuevo. Cuando terminó, comenzó a chupar los dedos que habían quedado impregnados con el jugo de la uva. Hyoga ya se imaginaba lo que la lengua de Shun era capaz de hacer, y el simple hecho de pensarlo hizo que ahogara un gemido y desviara la mirada.
-Demonios, amor, eres bueno...- dijo en su mente. Shun lo miraba triunfante, había ganado el round dos.
Durante el resto de la cena, ambos Caballeros se la pasaron haciendo cosas sugerentes para intentar quebrar al otro. Hasta que Shun se rindió.
Rápidamente se levantó de la mesa, intentando ocultar la creciente erección que se asomaba por entre su pantalón.
-¿Shun? ¿A dónde vas? ¡Shun!- gritó Ikki, preocupado por el comportamiento de su hermano.
-Lo siento, creo que no me siento bien...- balbuceó el peliverde mientras salía patéticamente de ahí.
Hyoga sonrió triunfante y se levantó también. -Iré a verlo. No te preocupes Ikki, seguro no es nada.- el Fénix bufó, no le agradaba nada lo que veía, pero aún así, no interfirió.
En la habitación, Shun intentaba recobrar el aliento mientras desabrochaba su camisa para bajarse el bochorno. Justo en ese momento, entró el rubio.
-Te pasaste, Hyoga- declaró el peliverde cuando escuchó a su prometido entrar. Desde que habían vuelto de Rusia, ambos compartían el cuarto de Shun, el Cisne no había pisado su recámara desde ese entonces.
-¿De qué hablas? Comenzaste tú... y fuiste mucho menos sutil que yo.- Cygnus lo abrazó por detrás, besando su cuello.
Andrómeda por fin pudo soltar una gemido sin necesidad de reprimirlo.
-Yo gané, amor, y ahora quiero mi premio...- la mano bronceada del ruso se deslizó por el torso de Shun, desabrochando el resto de su camisa.
El japonés sonrió pícaramente, mientras cerraba los ojos, disfrutando de la sensación de Hyoga sobre él.
-Veamos quién aguanta más...- murmuró Shun, haciendo sonreír a su pareja.
-Mmmm... dadas las circunstancias... creo que yo tengo la ventaja...- la mano del Cisne tomó el miembro de Shun y lo apretó, haciéndolo gritar de placer.
El peliverde se volteó para ver a Hyoga a los ojos.
-¿Sabes qué significa Andrómeda?- le preguntó en un tono suave, pero antes de que pudiera responderle besó los labios del rubio.
-Domadora de hombres...- le susurró al Cisne en el oído; este rió.
-De acuerdo... vamos a ver si eres digno del nombre...- Hyoga lo empujó a la cama y comenzó a besar su cuello, labios y pecho desesperadamente.
Aquella noche estaba por ponerse mejor.
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