Día 17: Plática antes de dormir
Era su última noche en Sochi, a la mañana siguiente tendrían que tomar un avión de regreso a Tokio, y encima de todo tendrían que decirle a Ikki sobre su compromiso. Ninguno de los dos quería volver.
Justo como Hyoga lo había prometido, su último día lo pasaron completamente en la cama, levantándose únicamente para lo esencial.
Pero el día había llegado a su fin, y la inevitable nostalgia de dejar aquel paraíso se hizo presente en ambos Caballeros, especialmente en Shun.
Ambos yacían en la cama, envueltos en las cobijas y muy pegados el uno al otro. Hyoga intentaba conciliar el sueño mientras sostenía a Shun en sus brazos, este último no tenía ganas de dormir, y sus dedos mataban el tiempo bailando sobre el pecho desnudo del rubio. Era verdad que habían pasado todo el día en la cama, pero había sido el día más agotador de todas sus vacaciones.
-Hyoga...- susurró el peliverde, volteando sus hermosos ojos hacia la cara del ruso. -Hyoga...- al no obtener respuesta, volvió a llamar. El Cisne seguía sin hacerle caso, así que el japonés procedió a sacudir ligeramente a su prometido.
-Hyoga...- lo llamó de nuevo, un poco más alto.
Ya fuera porque finalmente lo escuchó, o porque simplemente se dio cuenta de que Andrómeda no desistiría hasta que le hiciera caso, el ruso emitió un gemido somnoliento.
-¿Estás despierto?- preguntó el japonés.
-No...- respondió el Cisne sin abrir los ojos. Shun esbozó una sonrisa.
-No puedo dormir...- declaró suavemente.
-Trata...- Hyoga seguía sin abrir los ojos, parecía que esperaba que aquella conversación durara poco.
-Ya lo intenté...
-Trata más fuerte...
-¡Hyoga!
-¡Bien!- el ruso abrió los ojos y se acomodó para encarar bien a Shun. -¿Qué sucede?- dijo, Andrómeda sonrió satisfecho, por fin había obtenido la respuesta que quería.
-¿Cómo le diremos a mi hermano sobre esto...?- Shun extendió la mano que traía el anillo que el rubio le había entregado.
Hyoga juntó su mano con la de Shun, observando lo bien que lucía la banda dorada en la nívea mano de su prometido.
-Le diremos en lugar público y exterior, así se controlará un poco y podremos huir sin problemas...- bromeó el ruso.
-Lamento que se tan gruñón...- agregó el peliverde.
-No hay problema, es natural que no le agrade. Eres la única familia que tiene, ha de pensar que te alejo de él o algo así...
-Patito... no quiero hacerte sentir mal, pero incluso antes de que saliéramos, no le agradabas... ¿sabes?
-¿Y aún así aceptaste salir conmigo?
-Tengo mejor gusto que él...- Andrómeda sonrió a la vez que Hyoga depositaba un beso en su frente. -¿Qué crees que piensen los demás?
-A Saori le encantará de seguro... Shiryu se portará tan sereno como siempre y Seiya siempre se pone feliz por todo...- ambos rieron.
-Tendremos que mudarnos... a Ikki nii-san tampoco le gustará eso...
-A tu hermano no le gustará nada que tenga ver conmigo, así que ya lo veía venir. Pero vamos un paso a la vez, ¿de acuerdo, Shunny?- este asintió adorablemente.
Se quedaron un rato en silencio, Hyoga comenzaba a cerrar sus ojos para dormir de nuevo, pero antes de que pudiera conciliar el sueño, Andrómeda volvió a hablar.
-No te lo dije antes, pero...- Shun contemplaba el anillo de compromiso en su dedo. -... lo pusiste en la mano equivocada.
Efectivamente, la sortija se encontraba en la mano derecha del peliverde. Hyoga rió por lo bajo.
-No es así...
-Creo que va en la mano izquierda, mi amor; no te dije nada porque pensé que ya estabas demasiado nervioso y no quise arruinar el momento. ¿De qué te ríes?
-Aquí en Rusia lo usamos en la mano derecha.- mencionó el rubio entre risas.
-¿De verdad?- el Cisne asintió.
-Y cómo estamos en Sochi, pensé que era apropiado ponerlo ahí. Si no, el resto de las personas del restaurante me hubieran creído idiota ¿te imaginas?
Shun soltó una carcajada y se acurrucó más cerca de su prometido. Este le abrazó.
-Pero eres libre de llevarlo en la mano que gustes любимый...
-Mmmm... creo que lo dejaré ahí...- finalizó Andrómeda, mientras cerraba sus ojos, dispuesto a dormir por fin.
-¿Hyoga?- volvió a llamar después de un rato.
-¿Mhm?
-Te amo, y mucho...
-Y yo a ti...
-Desearía que esto jamás terminara...
Hyoga besó suavemente los labios de su pareja, este le correspondió. Después, ambos se acomodaron; y luego de unos minutos, los Caballeros estaban profundamente dormidos.
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