five.
"Aférrate a lo que te mantenga caliente por dentro."
El tiempo pasa.
Los meses van y vienen y el padre y la hija los acompañan, se mueven de un lugar a otro, permanecen todo el tiempo necesario y se marchan antes de que surja cualquier posibilidad de sospecha. Bucky y Svetlana, lenta pero seguramente, hacen sus vidas lo mejor que pueden, sin importar cuán pequeñas y limitadas puedan ser.
Svetlana continúa creciendo, la niña entra en las primeras etapas de la adolescencia a medida que aprende más y más sobre el mundo. Se hace un poco más alta. Su cabello crece un poco más y la primera vez que Bucky intenta cortarlo es un completo desastre, pero lo realmente importante es que lo intentó... o eso dice Svet. Quizás lo más notable es cómo el espíritu de la niña se vuelve un poco más viejo. Tal vez esa sea una de las cosas más hermosas de ser liberada de HYDRA. Le permitió ser una niña durante al menos un tiempo y dio lugar a su asombro por el mundo. Pero no importa cuánto aprenda, no importa la cantidad de meses que pase, su maravilla nunca será robada.
Eso no significa que la chica no reconozca la oscuridad.
La conoce mejor que la mayoría, después de todo.
Pero, en los meses que han pasado, ella ha encontrado una manera de vivir a pesar de ello, y hace todo lo posible para ayudar a su padre a través de sus propios monstruos al igual que él ayuda con los de ella.
Así es como sobreviven.
Y así es como han llegado hasta aquí.
Gruesos copos de nieve caen del cielo oscuro, centelleando como pequeñas estrellas a la luz de la luna. Los trozos de hielo rozan los rostros temblorosos del padre y la hija que se quedan juntos para mantenerse calientes. Caminan penosamente por las calles vacías de Austria, que yacen pesadas con una fría manta blanca. Suaves luces amarillas brillan de los edificios que a su alrededor, reflejándose en la nieve como el cristal.
Mientras Bucky observa sus alrededores tan cuidadosamente como siempre, Svetlana no puede evitar maravillarse de la ciudad que se brilla en mitad de la oscuridad. Trata de ver todo lo que puede, sabiendo que será la última vez que los dos puedan viajar durante unas semanas. Decidieron que es mejor seguir hacia el interior, pero el clima finalmente se ha vuelto demasiado frío para continuar, especialmente para Svet.
El hombre se detiene en un callejón cercano, sus pies crujiendo en la nieve mientras suavemente detiene a su hija aún bastante distraída. Svet, a regañadientes, aparta la vista de su entorno para mirar a la boca de su padre, esperando que él hable. En cambio, sus ojos oceánicos se arrastran lentamente por el costado del edificio blanco grisáceo y Svet sigue su mirada; ambos portan expresiones pensativas a juego. Con sus intrincados diseños y arquitectura tallada, el edificio es obviamente mucho más bonito que cualquiera de los otros en los que generalmente se refugian. Tienden a quedarse en las partes más peligrosas y oscuras de cualquier ciudad, donde están más a salvo de miradas indiscretas y policías excesivamente celosos.
Bucky vuelve a mirar a Svet, que está agarrada a los bordes del cuello de su abrigo marrón, tratando de sostenerlo sobre su nariz fría y amarga. Ella lo despega para darle una sonrisa tranquilizadora antes de levantarlo apresuradamente para cortar el frío. Ambos saben que ella no puede soportar estar así por mucho más tiempo. Por mucho que luche por demostrarlo, está prácticamente congelada hasta los huesos.
—Espera aquí, ¿de acuerdo? Tengo que ver si es seguro —Bucky habla despacio para asegurarse de que capta las palabras en la oscuridad.
Svet asiente con la cabeza rápidamente, sus palabras salen amortiguadas por su abrigo.
—Da, papa. Esperaré.
—Buena chica —él besa suavemente la frente de la niña antes de girar hacia el callejón casi negro.
No parece tan temeroso de mostrarle el tipo de afecto que cualquier padre volvería a sentir. Durante un largo tiempo, mientras Svet crecía, no recordaba cómo no ser rudo y descuidado, por lo que evitó mostrarle afecto. Sus manos habían mutilado, torturado y asesinado, y cómo ser amable con su hija no estaba exactamente en el repertorio de habilidades enseñadas por HYDRA. Incluso después de que la devolvieran a la Habitación Roja, ambos temieron que alguien supiera que el Soldado la había recordado. Pero ahora se está defendiendo del Soldado y Bucky Barnes está resurgiendo lo mejor que puede.
Después de ver a su padre desaparecer, Svetlana deja escapar un aliento blanco y ajusta sus brazos sobre su pecho para mantener el calor. La cautela la invade inmediatamente ahora que está sola. Sus ojos se estrechan muy ligeramente y, lentamente, retrocede. Se ve obligada a detenerse cuando sus hombros se presionan contra una pared cercana, lo que le permite tener una mejor vista de la calle sin que nadie se acerque sigilosamente. Sus botas de gran tamaño golpean con cansancio los adoquines nevados, enterrando la nariz y la barbilla en el abrigo, estudiando su entorno. No hay nadie, todos están retenidos dentro de sus hogares cálidos y acogedores. Cadenas de luces decoran algunas de las tiendas vacías que bordean la calle. Los colores rojo, verde y blanco son fuertes y profundos, lo que hace que la niña sonría un poco.
Svet recuerda que su padre dijo que hoy es Navidad.
No está muy segura de lo que eso implica, pero puede descubrir lentamente las tradiciones desde la vista que tiene de las ventanas que la rodean. Grandes árboles verdes se alzan en las esquinas y hermosos ángeles o estrellas plateadas se quedan en la parte superior. Cuerdas de palomitas de maíz se enroscan en las ramas y adornos brillantes cuelgan de entre los pinos. Sus ojos parpadean con un ligero dolor, observando una niña unos años más joven que ella corriendo hacia quien Svet supone que debe ser su madre. La madre se ríe y la abraza fuertemente, hablando felizmente entre ellas. El resto de su familia está de pie, abrazándose mientras se pasan tazas de algo dulce y cálido.
No puede evitar preguntarse qué están haciendo Natasha, Steve y Sam en este momento. Supone que siguen en América. ¿Están celebrando las vacaciones con sonrisas en sus rostros? ¿Están a salvo? ¿Se acuerdan de ella? ¿La echan de menos?
Una mano se coloca sobre su hombro, obligando a la chica a salir de sus pensamientos.
Retrocede en defensa antes de suspirar de alivio al ver a Bucky.
—¿Sveta? Ty v poryadke? —¿Sveta? ¿Estás bien?
—Da, papá. Estoy bien —asiente rápidamente, pero sus ojos vuelven a la ventana donde la familia aún celebra—. Um, sí, ¿es seguro?
Él no responde, sus ojos siguen los de ella hacia la gran ventana. Su rostro se vuelve distante y respira lentamente en el frío. Ella fuerza una gran sonrisa, tomando su mano, levantando las cejas con expectación. Él vuelve a mirarla, permaneciendo en silencio mientras obliga a su cabeza a asentir breve y agudamente.
No lo discuten más.
Dos pares de pies aterrizan en silencio, subiendo a uno de los apartamentos desocupados que Bucky examinó. El padre sigue frente a la hija, por si acaso se olvidó de alguien. Si bien el espacioso y muy bonito apartamento no tiene personas, está lleno de una enorme cantidad de cajas. El entusiasmo se apodera de la chica, haciéndola apenas preocuparse por el peligro potencial mientras deja lentamente el lado de Bucky para mirar curiosamente dentro de una. Una colección de viejos libros encuadernados se encuentra con ella y sus ojos se iluminan y deja escapar un suspiro de sorpresa.
Svet deja escapar un suspiro renuente cuando ve a Bucky pasarla, dirigiéndose a la puerta para bloquearla, igual que hace en algunos de los lugares donde se quedan. Se muerde el labio antes de separarse de la caja y hacer un espacio para dormir en la esquina, preparándolo con bastante rapidez comparado con su ritmo habitual. Tan pronto como termina, salta de las pocas mantas que ha tendido para correr de regreso a las cajas, apenas esquivando a Bucky en un esfuerzo por hurgar en ellas.
No una hora después, está casi cubierta de libros y se obliga a profundizar en las historias, tratando de sacar de su mente las ideas de la familia en la ventana. Y no dirá que no está disfrutando los libros que la rodean, pero esa pequeña familia le recordó a Natasha, Steve y Sam, y ahora parece que no puede olvidarlo. Suspira para sí misma, cruzando las piernas y mordiéndose el borde del labio. Su suéter de gran tamaño cae sobre sus muslos bien vestidos mientras mantiene su nariz enterrada en un libro, centrándose en las palabras elegantemente impresas en páginas amarillentas. De repente, un calcetín enrollado golpea su hombro, haciéndola mirar confusamente a Bucky, quien se para al otro lado de la habitación.
Ha estado mirando a través de las cajas que llenaban el lugar, tratando de encontrar algunos artículos que podrían necesitar para continuar hacia el interior en las próximas semanas. Sin embargo, su mente ha estado divagando, pensando en lo mismo que Svet trata de no pensar. Y luego lo encontró; otra de las muchas cosas que no ha visto en setenta años.
—¿Puedes venir? —una de sus manos hace que la chica se acerque, queriendo que vea lo que ha encontrado, con la esperanza de que sus mentes se alejen de la familia.
Con una expresión curiosa, Svetlana se leven y mete el libro debajo del brazo.
Camina cuidadosamente por el espacio desordenado, inclinando la cabeza al preguntar.
—¿Qué pasa, papa?
Sus manos de carne y metal extraen con cuidado un dispositivo extraño y anticuado de una de las muchas cajas. Svet luce confundida mientras lo deja en el suelo antes de girarse a la caja. Tiene un raro tubo de latón que se enrolla y se abre en una boca grande. El metal está conectado a una caja cuadrada de madera y tiene una gran base circular en la parte superior.
Svet intenta levantar el dispositivo antes de volver a colocarlo cuidadosamente, un poco sorprendida por lo pesado que es. Lo mira con el ceño fruncido, tocando las diferentes partes del objeto. Bucky de repente se voltea, agachándose frente a ella, dejando un disco negro en la parte superior de la base que parece una sartén. Una vez que está seguro de que el dispositivo funciona, baja lentamente un mango con una aguja en su extremo y el disco negro comienza a girar.
Una pequeña sonrisa aparece en el rostro de Bucky, a pesar del dolor de los recuerdos que vienen a su mente. Svet mira la cara de su papá con una sonrisa, no siendo capaz de entender qué es lo que lo hace tan feliz, pero aún así disfrutando. Él hace eso más continuo. Los tiempos aún son raros y altamente reservados para Svetlana, pero él está mejorando. Ambos intentan mejorar. Svet se lleva los muslos al pecho, apoyando la barbilla contra las rodillas, todavía mirando al hombre.
Sus ojos encuentran su rostro y sonríe un poco más, diciéndole:
—Es un fonógrafo.
—Fonógrafo —Svet repite en voz baja, asintiendo con la cabeza y moviendo la barbilla hasta las rodillas—. Eto krasivo, papa —es hermoso.
—Sí —se queda agachado ante el dispositivo, apoyando sus antebrazos sobre sus muslos—. Reproduce música. Esta canción es de cuando yo era pequeño.
La sonrisa de Svet titubea apenas lo suficiente para que la vea. Sabe que existe la música, aunque nunca la ha escuchado. Incluso en la Habitación Roja, estaban las sinfonías con las que Demetri hacía bailar a las chicas, pero siempre tenía que sentir los cambios de ritmo y tono en el suelo. Nadie le ha dicho nunca por qué no puede oír y, por lo que su papá le dice, él tampoco lo sabe. Tal vez fue por el abuso de sus primeros años o una condición con la que nació. Quizás nunca lo sepa. Por supuesto, hay cosas mucho peores y nunca se atreverá a quejarse. Sin embargo, cualquiera que sea la música, está segura de que debe ser encantadora.
Bucky la mira y ella le da otra sonrisa, sin molestarse en expresar sus pensamientos. Sin embargo, él sabe lo que está pensando. Bucky generalmente suele saberlo. Cuidadosamente, toma sus manos aún bastante pequeñas y las coloca en el cuello del fonógrafo, pronto ella puede sentir las vibraciones de la música corriendo contra sus dedos.
Es cierto que ella sonríe un poco más, pero solo reacciona cuando Bucky comienza a cantar bajito las palabras que parece recordar tan bien. Sus labios retroceden en una sonrisa llena de asombro mientras lo observa. Con una mano tentativa, se estira y le toca la garganta, sonriendo aún más al sentir sus palabras en la punta de los dedos. De repente él se queda en silencio, sacudiendo la cabeza y mirando el disco con una mirada distante en los ojos.
—¡No, papa, no pares! —Svet empuja suavemente su hombro, haciéndole levantar las cejas—. ¡Me gusta!
Él la mira un momento y ella sobresale de su barbilla, levantando las cejas a la par que espera obstinadamente. Finalmente, él rueda los ojos y suspira, aceptando sus demandas. Los de ella se llenan de la misma vieja maravilla mientras él canta en voz baja las palabras que coinciden con la canción. Está claro que está bastante avergonzado, pero no le impide cantar para ella. Su frente se dobla varias veces a lo largo de la vieja canción, como si estuviera tratando de recordar las palabras de su infancia hace mucho tiempo.
Cuando los ojos oceánicos de Bucky se disparan brevemente para encontrarse con los de su hija, parece que él acaba de tomar una decisión. Le da una sonrisa rápida y luego toma sus manos, tirando de ella al levantarse. Aún la sostiene cuando sus pies empujan algunas de las muchas cajas llenas de objetos. Svet lo mira con extrañeza mientras hace que la chica coloque su mano derecha sobre su hombro y entrelace sus dedos a su lado.
—¿Qué estás haciendo, papa? —ella deja escapar una risa suave, sacudiendo la cabeza hacia él como si estuviera loco.
—Sh, sh —sisea con una pequeña sonrisa antes de enderezar la espalda y mirarla unos momentos—. Estamos bailando.
—¿Estamos qué? —ella se ríe silenciosamente, observando cómo sus pies lo siguen, retroceden, luego van a un lado, luego al otro y hacia adelante una vez más—. No creo que esto sea bailar.
Él le golpea la parte inferior de la barbilla para que ella lo mire.
—Yest' drugiye vidy tantsev, chem balet, Svetka —hay muchos bailes diferentes al ballet.
Sus cejas se tuercen en confusión.
—¿Los hay?
Él responde levantándola, girándola para que sus pies se deslicen por el suelo. Ella deja escapar una carcajada que intenta apresurarse sofocar, preocupada por alertar a alguien de su presencia. Bucky la vuelve a bajar, moviéndola hacia los pasos suaves que parece haber hecho un millón de veces. Continúan en silencio por un rato mientras Svet observa cómo sus pies siguen el ritmo de Bucky.
—¿Hacías esto mucho? —ella lo mira con cuidado, necesitando saber la respuesta pero no queriendo obligarlo a recordar nada doloroso—. Antes, quiero decir.
Su ceño se tuerce cuando vuelven los recuerdos y asiente un poco.
—Creo que sí...
Ella asiente de vuelta.
—¿Y bailaste con esta canción?
Su padre hace una pausa.
—No... creo, pero es posible que mis padres sí.
Svetlana permanece callada, imaginando cómo podrían haber sido sus abuelos. Es triste pensar que nunca hubo la posibilidad de que la conocieran, mucho menos incluso de saber de ella. Ve la tristeza profunda mezclada con los ojos oceánicos de su padre, afligido por haberlos perdido y no poder recordarlos.
Entonces, Svetlana trata de cambiar el tema lo mejor que puede.
—¿Qué decían las palabras, papa?
Él le da una pequeña sonrisa.
—Solo quieres que vuelva a cantar, ¿verdad?
—¡Es que tienes que cantar! —ella sonríe juguetonamente, fingiendo picardía.
Él lanza un suspiro antes de sacudir la cabeza; Svet sonríe más.
Luego se aclara la garganta y canta las palabras para que ella pueda leerlas.
"Is it a sin? Is it a crime? Loving you, Dear, like I do?
If it's a crime, then I'm guilty... Guilty of loving you."
Él la levanta de sus pies otra vez, girándola antes de volverla a bajar. Una sonrisa permanente permanece en su rostro, todo pensamiento de esa familia en la ventana ha sido olvidado. Bucky continúa cantando y tarareando, permitiendo que la niña por primera vez en su vida se acerque lo más posible a escuchar música.
La empuja suavemente para poder sostener una de sus manos sobre su cabeza, ella se ríe alegremente mientras sus calcetines de punto la hacen girar contra las baldosas. Se desliza hacia atrás, aún sonriendo y levantando las cejas. Él se ríe un poco y continúan bailando antes de que la aguja salga lentamente del disco, el sonido se apaga cuando la canción llega a su fin. Svet no puede decir que la canción terminó y Bucky no se molesta en decírselo, sólo disfruta del momento.
—Me gusta este baile.
Bucky no responde, pero sonríe levemente.
—Bueno... —ella suspira, reflexionando—. Puedo enseñarte ballet la próxima vez.
Él se ríe en voz baja, aunque su mirada es completamente seria.
—No aprenderé ballet, Svetlana.
Ella solo sonríe, inclinando su cabeza hacia su pecho mientras continúan bailando alrededor del apartamento con poca luz.
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