8. Cuore Spezzato.
8. Cuore Spezzato
REGINA.
Hugo, quien no despeja su perenne ceño fruncido, habla con Natsuki y le muestra sus prototipos, algo que es más de lo que esperaba de él. Un alemán taciturno, workaholic y que jamás dice palabras extras. Giovanni y él se toleran dentro de los laboratorios, fuera no. El romano es extrovertido y escandaloso. Congenió con Natsuki apenas mencionó la diversidad de galletas que preparan en The Crunchy.
Para ser hombres de ciencia y comprender los riesgos de las arterias, son bastante adictos al azúcar. Yo ni siquiera llego a ese nivel de obsesión con el chocolate.
Espero que los tres hagan buen equipo. Por su propio bien, debe ser así. El momento de la verdad llega y recibo en mis manos uno de los avances más importantes de Minerva. Los de Hugo son mayormente para áreas energéticas. Industria. Los de Giovanni son más delicados, tecnología de punta que podríamos usar en nuestro día a día en los próximos tiempos.
Mi piel se eriza.
La sensación es inefable.
Alucinada y maravillada, le devuelvo las gafas a Giovanni. Son por mucho más ligeras que las HoloLens y las Magic Leap One.
—Faltan algunos ajustes, igual el sistema operativo necesita cambios —explica el romano con una sonrisa—. Pero es posible que estén listas para que las expongas en julio. Una muestra de lo que verdaderamente serán. Quiero que las vayan conociendo y las ansíen.
Clifford niega con la cabeza, la sonrisa de Giovanni decae.
—No pienso llevarlas a las exposiciones —aclaro—. No hasta que asegure el terreno de Alphagine y ASysture. Tus gafas son la cereza del pastel para nuestra marca. En Gitex y la CES, presentaremos holografía y lo motores de Hugo.
Giovanni tuerce la boca, su mandíbula apretada.
—Mis bebés necesitan financiamiento, Regina.
—El dinero llegará —aseguro, confiada—. Yo misma pondré una parte. Ya comencé a negociar con nuestros productos a base de grafeno. Tyler Specter está interesado en probar las turbinas de Hugo para generar electricidad eólica e hidráulica. Firmé un convenio con Theodore Corrigan para distribuirle piezas y baterías para sus coches eléctricos y, de regreso a Chicago, abordaré el tema de una alianza mixta con Charlotte Keegan. ASysture está en cambios administrativos, una vez todo se estabilice, aplicaré a sus mejores ingenieros para que apoyen en el software.
—Entiendo, pero... ¿Cuándo las llevaremos al público? ¿El próximo año? —insiste Giovanni, terco como un niño pequeño. Quiere ser el centro de atención. Yo también busco los reflectores, pero aún no es el momento—. La patente no está completa. ¿Y si alguien se nos adelanta? Debemos hacernos notar.
Enarco una ceja con advertencia.
—Nadie sabe del desarrollo de las gafas. —La patente no está completa porque no quiero filtraciones gubernamentales. Registramosel grafeno optimizado y los primeros productos, pero no el zifreni. Mi único respaldo es la candidata a senadora de Chicago con quien tengo un trato. De llegar la información a otros políticos, Minerva podría volverse un proyecto con interés Nacional, incluso armamentista, y si tenemos en cuenta mi nueva fama de criminal, me quitarán los derechos. Perderé el control, así como con Azzagor Enterprises—. Los únicos rumores que existen van sobre las llamadas holográficas. A pesar del chismorreo, siguen siendo un mito en el mercado. Concéntrate en las cámaras y proyectores de telepresencia sin descuidar lo otro.
Abre la boca para refutar, pero nota que no me esfuerzo por ocultar la oscuridad en mis ojos, y termina apretando sus labios. Bien. Es así como debe ser. No puedo dudar o alguien podría malinterpretarlo como debilidad.
—Se hará como digas, Regina. —Giovanni asiente y vuelve a su expresión bonachona.
No soy experta en biología, informática o química, pero sí en matemáticas, economía, leyendo personas y anteponiéndome a las situaciones. Ellos desarrollan y no me meto en eso, mas soy la única que decide qué sale a la luz, y qué no. Qué venderé bajo mis marcas y qué suministraremos para otros.
El grafeno que empezamos a producir gracias al nuevo sistema de Hugo es diferente al de otras empresas. Usarlo junto con otros elementos nos convierte en los poseedores de una aleación que pronto se volverá indispensable en nuestros productos y codiciada a nivel mundial. Una receta secreta que no planeo vender y protegeré cueste lo que cueste.
La competencia a nivel global será ruda.
Mejorar mi reputación para que no me trunque los negocios es mi prioridad. No aceptaré más excusas, ni rechazos absurdos por mi arresto o el desfalco.
Ya va siendo hora de que la reina vuelva a su trono.
***
La sede de Minerva está compuesta por dos edificios, uno para la acción y el otro administrativo con la residencia de los empleados. Áreas verdes para caminar los rodean, el ala este con acceso a un muelle y una playa. Poso mi mano sobre el cristal en la recepción fuera de la oficina de Giovanni, añorando la sensación de la arena bajo mis pies descalzos.
Acabamos de finiquitar detalles y ya puedo dar por terminada mi misión en la isla. Natsuki se internará en la sede y comenzará a trabajar. Mañana me comunicaré con Logan para platicar sobre un nuevo cargamento de metales. Le indico a Mashiro con una seña que me entregue mi móvil personal. Entre tantas notificaciones, alzo una ceja por un mensaje en específico.
Gwain: ¿Conociste a otro que te provoque más de veinte orgasmos en un fin de semana? No encuentro otra explicación al por qué llegas a mi isla y no vienes a visitarme.
Niego con la cabeza y tecleo una respuesta.
Regina: Mi trabajo es más importante que una polla.
Reviso otras notificaciones y en segundos recibo una foto de Gwain Goldskin dentro de un jacuzzi. La espuma difumina su cuerpo musculoso. Su sonrisa arrogante provoca una mía. Conozco lo que hay bajo el agua.
Gwain: Es lamentable que no quieras viajar al paraíso.
Regina: Me gustar arder en el infierno.
Gwain: Llévame allí.
Regina: Me desocupo tarde.
Gwain: Te esperaré. Soy un hombre paciente.
Muerdo mi labio inferior. La isla Ávalon pertenece a la familia Goldskin, sin embargo, me vendieron el terreno para la sede. Puedo ir y venir como se me dé la gana.
Clifford se detiene a mi lado.
—El helicóptero está listo —avisa con tono extraño, escéptico.
—Dilo.
Sacude la cabeza.
—No es nada.
—Di.me. —Aprieto su hombro.
Me mira por varios segundos a los ojos, las venas en su cuello marcadas.
—¿Volverás a Londres o te quedarás en el resort? Por la sonrisa que tenías sospecho que es lo segundo.
Mis hombros se relajan, pensé que tenía que refutar algo con respecto a nuestra reunión con los nerds.
—Lo estoy considerando. Los Goldskin forman parte de la realeza. Conseguir su apoyo no me viene mal.Además, Gwain folla rico. —Su mirada se vuelve sombría. Esbozo una sonrisa—. ¿Por qué te importa?
—No me importa —gruñe.
—Entonces, no entiendo esta conversación. —Cruzo mis brazos—. Lo que pasó entre nosotros fue antes de que empezaras a trabajar conmigo. Un desliz que quedó en el pasado. Te casaste. —Señalo su alianza—. Quieres una familia y, para eso, necesitas complacer a tu esposa; para eso, necesitas mantenerme contenta para que te pague bien y puedas comprarle la casa de sus sueños.
Mis palabras lo neutralizan. Su esposa es el tipo de mujer que depende de un hombre una vez contrae nupcias. Me adentro al pasillo para abordar el elevador. Clifford se apresura y mete la mano evitando que las puertas se cierren. No lo miro.
—Así te pasó con O'Conner —sisea—. La prensa continúa proclamando tu putería. ¿Quieres darle la razón y hacer que te recuerden como la mujer que se tuvo que acostar con todos para lograr sus...?
Mi mano se estampa en su mejilla antes de que pueda terminar. La fuerza que aplico es tal que le gira el rostro.
—Agradece que no te despido ya mismo, principalmente, cuando vine hasta aquí por tu negligencia —advierto. Sus ojos furiosos—. Seré recordada como la mujer que no dudó en emplear los métodos necesarios para lograr sus objetivos. El fin justifica los medios. Soy tu jefa y no tienes derecho a cuestionar mis decisiones. ¿Te ha quedado claro?
Asiente lentamente, contenido de soltarme algo. Tomo su barbilla, clavándole mis uñas.
—¿Quedó claro? —repito.
—Sí, Regina —farfulla.
Sonrío con cinismo y palmeo su mejilla.
—Buen chico.
***
El helicóptero aterriza en un terreno plano aledaño a la cabaña de Gwain. La iluminación de los reflectores incrustados en el suelo permite visualizar el espacio perfectamente. Miro el cielo unos segundos. Admirar las estrellas es todo un lujo, uno que no puedo permitirme.
El rubio carraspea, atrayendo mi atención. Se mantiene con las manos dentro de los bolsillos de su gabardina.
—¿Y tu helicóptero? —pregunto ya frente a él, toma mi mano para besar el dorso al más puro estilo inglés.
Sus ojos verdes brillan de expectación
—Pedí que lo movieran para que no bajaras tan lejos de mí.
Muerdo el interior de mi mejilla para no sonreír y tiro de su mano rumbo a la cabaña. Ríe entre dientes.
—¿Cómo estás? Yo bien, gracias por preguntar. ¿Qué tal tu estadía en Londres? ¿Quieres dar una vuelta por el club?
—Lo que haremos allá, podemos hacerlo aquí.
Estoy agotada mentalmente, me urge desconectar. Relajarme.
—¿Y el casino?
—¿No te quedó claro cuando fuiste a mi casa? Yo ya no juego. Ni en casinos, ni de forma clandestina—zanjo, seria.
Gwain viaja seguidamente a Chicago por negocios y en cada oportunidad me visita para follar. La última vez me propuso jugar póquer y apostar. Si él ganaba, yo le bailaba en lencería y después le haría una rusa. Si yo ganaba... no lo establecí porque me negué.
—¿Tienes miedo a perder?
—Evito complicarme con el montón de dinero que ganaré.
Controlar la bebida es muchísimo más sencillo que apaciguar mi sed de victoria. Los juegos de azar, justamente con los hermanos Goldskin, me llevaron a enviar dinero a las islas Caimán, casi voy presa por evasión de impuestos y me condenaron por falsificación. Niego con la cabeza y me quito el abrigo. Mashiro se queda a un lado en discreto segundo plano. Enrique y Rivers están afuera. A Clifford lo envié en otro helicóptero. Por ahora, no soporto mirarlo a la cara.
—No vine a charlar, vine a que me folles.
—Siempre tan directa. —Suspira y sus manos aprietan mis glúteos, pegándome a él—. No estoy solo. Arriba nos esperan dos hombres y una mujer. Sólo dime si no quieres una orgía y los echaré de mi casa.
Tomo su mano y lo conduzco escaleras arriba.
—Yo daré las órdenes —establezco impasible.
—Están informados.
Entramos en la habitación que tiene dispuesta para estos juegos. La música que escuchan es suave. Una mujer rubia, un pelirrojo y un castaño charlan entre risas con unas copas en las manos. Sus miradas se posan en mí con curiosidad y admiración apenas pongo un pie dentro. La luz tenue es roja, sensual. El olor a incienso me eriza la piel y acelera el corazón.
—Es un placer conocerte, Regina. Me llamo Cormac —se presenta el pelirrojo con acento irlandés. No me sorprende que me reconozca cuando mi cara ha aparecido en todas partes durante los últimos meses.
Le doy un repaso. Viste una sudadera negra. Tatuajes se asoman por las mangas y se extienden por sus dedos, mandíbula cuadrada cubierta por una ligera barba y ojos grises.
Me gusta.
—Soy Olivia.
La rubia de un tono más oscuro que Gwain, me dedica una sonrisa enorme que le correspondo. Posee buenas curvas entalladas en un vestido dorado sin mangas, pero no se acerca a mi figura. Sus senos son pequeños.
—Andrew. Cuidaremos de ti, Regina, y velaremos que quedes satisfecha.
El castaño tiene unos ojos negros tan profundos como el petróleo y llenos de picardía. A simple vista, luce como el más joven y me encanta. No debe pasar los veinticinco. Su camiseta blanca es manga corta y evidencia sus brazos fuertes.
Miro a Gwain con aprobación. El grupo es buena mercancía. Son miembros de su club voyeur y para entrar nadie debe tener antecedentes de ningún tipo de enfermedad relevante. No entramos en charla más allá de aclarar algunos términos. En mi caso, las posturas que no me gustan. Todos sabemos por qué estamos aquí. Somos depredadores sexuales.
—Gwain, desnuda a Olivia. Andrew, a Cormac —ordeno y ellos obedecen sin dudar.
Yo me ocupo de mi vestido, quedando en lencería, y tomo asiento en el borde de la cama gigante. Cruzo las piernas. Hace meses que comencé a trabajar mis límites infranqueables con Jordan y dos gigolós más. Me he esforzado para desarrollar inmunidad ante escenarios similares a uno de los que marcaron mi vida. Me propuse evitar cederles poder sobre mí a aquellos bastardos. Sólo se vive una vez y no permitiré que los fantasmas de mi pasado arruinen la diversión de mi presente.
—Olivia, ven a comer —musito, pensando en mi propio placer.
La rubia se arrodilla, separa mis piernas y da toquecitos a mi clítoris con su lengua. Indico a Gwain hacerle un cunnilingus a Olivia tumbándose en la alfombra y a Andrew una felación al rubio. Me estremezco. A Cormac lo posiciono detrás de mí para que comience a preparar mi ano.
Mi respiración se acelera más y más, el dedo lubricado de Cormac se mueve lentamente, su mano libre pellizca uno de mis pezones bajo el encaje, su lengua recorre mi cuello y busca mi boca.
—Sin besos —gruño.
Escuchar los gemidos varoniles de Gwain me prende muchísimo. La succión de Olivia se sincroniza con la que recibe. El gruñido de liberación de Gwain impulsa a la mía. Se derrama sobre la cara de Andrew. Durante las siguientes horas, disfrutamos de un juego caliente y morboso. Me encargo de dar las instrucciones o Gwain toma el mando cuando el placer me nubla los sentidos.
Cormac se encuentra acostado en la cama, yo sentada sobre su polla y Olivia sobre su boca.. Gwain tras de mí, clavado en mi culo, y Andrew en el culo de Olivia. Las posturas que probamos son una delicia y me permito disfrutar al máximo de cada orgasmo.
La vista me falla en la última partida. Mi cerebro se reinicia con las embestidas de Andrew, la succión en mis senos por Gwain y los jadeos de la faena montada por Olivia y Cormac.
Me pierdo en un viaje transitorio de placer.
Dinero, poder y sexo. No necesito más.
***
Abro los ojos cuando siento cómo me levantan en brazos. Enfoco a Gwain llevándome por el pasillo hasta meternos en una habitación diferente. El lugar está a oscuras. Entramos en un baño. Me deja dentro de una tina con agua tibia y se mete conmigo. Nos aseamos aletargados por el esfuerzo anterior. Mis piernas aún tiemblan. Termino y busco a Mashiro para pedirle mi cambio de ropa.
—Quédate a dormir. —Gwain rodea mi cintura antes de que pueda salir de la habitación. Ya estoy lista para irme—. Mañana tengo desayuno con unos socios. Ven conmigo.
Incómoda por el gesto afectivo, deshago su abrazo y noto cómo su rostro se contrae con pesar. Estiro la mano y acaricio su mejilla. Lo necesito manso, dispuesto a todo por mí.
—¿Para presumir que adornas tu brazo con la mujer más hermosa?
Sonríe de lado.
—Juntos lucimos muy bien —admite y no me molesta—. También te invito para que esa mujer hermosa demuestre que no es como las otras, que su encanto recae en ser una jefa entre jefes.
Evito sonreír. Soy jefa de jefes.
—¿Eso crees de mí? —ronroneo, acariciando su pecho desnudo. Una toalla rodeando su cintura.
—Eres la mejor.
—Lo sé. —Mordisqueo su mandíbula—. Me gusta tu proposición.
—¿Te quedarás? —hay ilusión en su tono.
—Nunca duermo acompañada.
—Puedo ser tu excepción. Tu primera vez. —Junta nuestras frentes.
Ay, no.
A este paso, me pondré la corona de reina rompecorazones. Tiene esa mirada de cachorrito esperanzado que detesto. Gwain es tan dulce que empalaga. Tenemos la misma edad, es guapo, sexo fantástico, una cartera de contactos inmensa y ya. No es especial para mí. Nadie lo es. ¿Tan difícil es entender que es el toro cuatrocientos treinta y dos, del corral siete, de la finca número tres?
Jamás le daré lo que anhela. A nadie. No tengo oficial, tengo amantes, ligues de una noche y gigolós.
Amo la soltería y la libertad que confiere.
Mashiro abre la puerta a mis espaldas y se siente como ser salvada por la campana. Finjo que me exaspera la interrupción. Gwain besa mi mejilla con afecto antes de separarse de mí y meterse en su vestidor.
La expresión mortal de Mashiro invita a la cautela.
—El señor Cowan llamó, madam. —informa en voz baja para que sólo yo escuche. Frunzo el ceño—. Se incendió la planta de ensamblaje de Alphagine.
Che?!
_______
¿Ahora, qué rayos pasó en Chicago? :(
Los invito a pasarse por mi instagram LueCallaghan; y por Tik Tok LucreciaCallaghan. Allí estaré publicando contenido y algunos pequeños spoilers. Gracias por el apoyo. No olviden comentar qué tal les está pareciendo la historia, es grato leerles.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top