52. Esami


52. Esami.


REGINA


¿Y si todo es más complicado?

¿Y si no puedo?

«Regina Azzarelli siempre puede».

Al principio, la doctora Swift se negó a atenderme hoy, alegando que tiene pacientes que esperan desde hace una semana. Lo más pronto que podría darme la cita sería en dos días. No obstante, su decisión cambió tras ofrecerle un generoso pago y un donativo para su fundación.

Sin embargo, planear y ejecutar son dos cosas diferentes.

Malditos impulsos. ¿Cómo vine a parar aquí? Ya no sé qué deseo escuchar. Durante años, viví con la convicción de que no quiero hijos, de que no puedo tenerlos, pero ahora...

Paso saliva.

Muevo mi pierna con inquietud mientras clavo mis uñas en la mano izquierda. Alonso habla bajito sobre grabar videos bailando con Nathaniel, y un festival navideño que está organizando con Milena para atraer estudiantes y ayudar a los necesitados. Me enorgullece muchísimo que esté cumpliendo sus sueños y se expanda; sin embargo, además de la secretaria en su cubículo, estamos solos en la sala de espera y el ambiente decorado con cuadros de mujeres embarazas y bebés, amenaza con sacarme de quicio. Siento sudor en la frente.

Alonso besa mi hombro.

—Volveremos otro día —susurra en mi oído—. No hay prisas.

Niego, inflexible. Para atrás nunca.

—No voy a huir —decreto, cierro los ojos para no ver nada que me perturbe y me acurruco contra su cuerpo—. Cuéntame más sobre la misión de regalos en navidad. ¿Es obligatorio usar disfraz?

—Sí, es esencial para dar un toque diferente e inolvidable.

—Bueno, el rojo me queda sensacional.

Suelta una ligera risa y riega besos por un lado de mi rostro. Su melosidad no me molesta, al contrario, me relaja muchísimo.

—Los trajes navideños son muy típicos. Los niños dejan de creer en santa cuando crecen. La magia se pierde. Pero los héroes... esos brindan esperanza toda la vida aunque luego entiendan que son ficticios.

—Uhm. ¿Qué hay de los villanos? También son fascinantes.

—La reacción al ver a Thanos o Hela será muy diferente si ven a Flash o a la Mujer Maravilla. Se llevarán un buen susto con los primeros.

—Tienes un punto pero la definición del bien y el mal puede ser cuestionable cuando intentamos clasificar a una persona. Los niños necesitan ver que en el mundo real las cosas no son blancas o negras, son grises. —Abro los ojos y miro su azul—. Si tú irás como murciélago, prefiero ser tu gata antes de ir como Mujer Maravilla. Las acciones de Gatúbela no siempre siguen los códigos morales y tradicionales del bien, pero tiene un sentido de justicia curioso. Es muy atrevida, sensual y viste de negro. Va más conmigo que las otras.

Enarca una ceja y esboza una sonrisa ladeada. Ese gesto me derrite. 

—Eres la mujer más asombrosa del mundo... ¡Eres perfecta! —Sus ojos se encienden como faroles—. Me ilusiona mucho que vayamos combinados. Para otros podría ser una tontería infantil pero sabes lo que significa para mí y amo que me apoyes. —Besa mi mandíbula—. Será épico, reina.

Llevo los labios a su oído.

—En particular, signore Wayne, si cerramos la noche con una follada salvaje.

Entrecierra los ojos, conteniendo la risa.

—Se está portando mal, señorita Kyle, y no le tocará regalo.

—¿Me castigarás?

—Haré justicia.

Suelto una carcajada y comienzo a besarlo, despacio, perdiéndome en su sabor a menta, imaginándonos en mi cuarto de juegos... hasta que el sonido de unas voces explota mi fantasía. Me enfrío viendo salir del consultorio a una mujer muy embarazada, sola, y la doctora nos hace un gesto para entrar. Mi corazón late con más fuerza. Anabelle Swift nos recibe con una sonrisa cálida, me hace preguntas de rutina y un chequeo general antes de pasar al asunto.

—¿Cuánto tiempo llevan intentando? —inquiere tras tomar notas.

Las mejillas de Alonso se tornan ligeramente rojas y llevo mi mano tras su nuca. Anoche mismo me dejó como un éclair.

—Tenemos sexo muy constante y pocas veces usamos condón. No hemos buscado un embarazo pero queremos saber si... si es posible.

La doctora asiente con seriedad profesional y después de otras preguntas, me cambio por una bata y me recuesto en una camilla. Alonso se coloca a mi lado, toma mi mano otra vez y asegura que me veo sexy. Pero yo no puedo seguirle la corriente o bromear, estoy concentrada en mantener la calma.

El ultrasonido comienza y mis ojos van a la pantalla, aunque no entiendo lo que estoy viendo.

—Bueno, el útero y los ovarios se ven completamente normales. De hecho, están en muy buen estado. —La doctora nos sonríe y paso saliva—. Por aquí no veo nada que impida un embarazo. Necesitaremos revisar las trompas de Falopio. Son el medio por donde los óvulos viajan desde los ovarios hasta el útero. Si hay una obstrucción o una anomalía en ellas, podría estar impidiendo la concepción.

Relamo mis labios.

—Así que, ¿podría ser sólo un problema con mis trompas?

—También podría ser un tema hormonal. O ambos. No podemos estar seguros hasta hacer el resto de exámenes, pero estamos descartando factores poco a poco —explica con calma.

Al final de la consulta, nos entrega una lista enorme de exámenes de laboratorio que ambos debemos hacernos y otros en una clínica de fertilidad. Una HyFoSy determinará si hay alguna obstrucción o daño en mis trompas. Los siguientes días son equilibrados con visitas a Sandra para tranquilizar mi ansiedad, supervisión a las operaciones de Ricottella, mi oficina y tiempo en casa con los chicos.

El día de la HyFoSy llega y una enfermera nos detiene en la entrada con amabilidad.

—Señora Azzarelli, lo siento, pero solo usted puede entrar. El señor debe esperar afuera.

Frunzo el ceño, voy a replicar pero Alonso se adelanta.

—Entiendo las políticas pero no me gustaría dejar sola a mi esposa. —alega con porte erguido, imponente—. Si es necesario pagar más, lo haré. Ella me necesita ahí.

Demonios, sí.

—Si hay algún problema, llamaré al director de la clínica —agrego.

La enfermera vacila y se disculpa justificando que sólo sigue órdenes y consultará con el doctor a cargo, quien aparece con una sonrisa y nos permite entrar de inmediato.

Respiro aliviada.

—¿Esposa? —susurro enarcando una ceja.

Alonso encoge los hombros.

—Lo hablaremos después. —Besa mi sien.

Frunzo los labios.

La habitación está equipada con monitores de alta tecnología, y el aire tiene ese olor a limpieza esterilizada que siempre me incomoda. El doctor nos explica amable el procedimiento antes de que la enfermera me prepare. Alonso se sienta en un pequeño taburete que deja su cabeza cerca al nivel de la mía, sostiene mi mano y con la suya libre me acaricia el cabello.

El procedimiento comienza y el doctor me introduce un pequeño catéter para inyectar la espuma. Aprieto la mano de Alonso con fuerza y fijo mis ojos en el techo, contando los segundos. La sensación es incómoda pero no intolerable. Estoy más nerviosa que otra cosa.

—Aquí pueden ver en la pantalla cómo el líquido se mueve a través de tu útero y hacia las trompas.

Nos explica que mi útero se ve perfecto, delineado... hasta que su expresión cambia, su ceño fruncido.

—¿Ocurre algo, doctor? —pregunta Alonso, serio.

El doctor nos mira con una tranquilidad que no me relaja.

—He notado algo que requiere atención, pero quiero terminar con unas imágenes más para asegurarme de que tengamos toda la información antes de discutirlo.

Muerdo mi lengua para no explotar. ¿Qué significa eso? Mil alertas se prenden en mi mente al escucharlo hablar con la enfermera en términos médicos. Alonso susurra en mi oído pero no lo escucho. Mis ojos no se apartan de la pantalla. El líquido se quedó inmóvil. Cuando acabamos, la enfermera ayuda a limpiarme y bajo de la camilla con lentitud. Mis piernas están temblorosas, pero procuro mantener mi espalda recta y mentón en alto. Me visto rápido y nos sentamos frente al escritorio.

En una enorme pantalla a un lado, vemos varias de las tomas.

—¿Se ha hecho alguna cirugía pélvica? —me pregunta.

—No —susurro moviendo mi cabeza.

—¿Qué encontró? —Alonso suena tenso.

—Hay una obstrucción en ambas trompas. —Mueve un punto rojo en las imágenes—. Todo indica que están ligadas.

Mi corazón se detiene. El frío distintivo del miedo sube por mi espalda y se expande.

—Nunca me he hecho una maldita ligadura —gruño. La sensación de angustia me asfixia—. Repitamos el examen. Debe haber un error.

—Entiendo que esto es sorprendente. Pero las imágenes son claras. Es una intervención quirúrgica muy precisa. No es algo que aparezca solo o se haga por accidente.

Niego muy rápido.

—Jamás he pisado un quirófano, excepto cuando... me hicieron el legrado a los diecisiete. —Cierro los ojos—. Desperté con dos heridas en el abdomen. Me dijeron que fue parte del procedimiento pero no era idiota. Llegué a pensar que me sacaron algún órgano. Eso aportó al shock. Meses después, me hice un estudio completo y todo estaba perfecto. Me quité las cicatrices con láser para no recordar y sepultar mi pasado. —Miro al doctor, mis ojos ardiendo—. Ese hospital fue desmantelado. ¿Hay solución? ¿Podemos revertir la ligadura?

No puedo perder la oportunidad por una decisión que nunca tomé.

Viví por años creyendo que me jodieron pero conocer los detalles o el cómo, me deja con el cuerpo vibrando en mezcla de ira y dolor.

—Es un método anticonceptivo permanente. Existen casos de reversión pero la tasa de eficiencia es muy baja. No lo recomendaría. Sus trompas se ven cortadas y cauterizadas —revela y clavo mis uñas en los reposabrazos—. A ver, mantengamos la calma. Su útero y ovarios están en excelentes condiciones. El hecho de que sus trompas estén bloqueadas, no afecta su capacidad de producir óvulos sanos. Eso significa que, aunque no puedan concebir de manera natural, tienen la opción de recurrir a la fecundación in vitro.

Cualquier palabra queda atorada en mi garganta y niego cuando Alonso intenta hablarme. Pido tiempo para pensar. Tanteo la caja de pandora aterrada. Me obligué a bloquear aquel momento y los recuerdos son muy borrosos. Tortuosos. Una vez en la camioneta, la sentencia que he postergado por años me abofetea contundente.

—Sabía que estaba podrida por dentro pero...

Aprieto los labios, conteniendo las lágrimas, y Alonso toma mi cabeza con delicadeza. Me mira con profundidad.

—Es una mierda lo que te hicieron pero tener un hijo no te define. Tampoco eres menos mujer o persona por esto, ¿me entiendes? —resalta solemne—. No estás rota ni podrida, Regina. Eres una reina completa. Lo que hace que seas tú es todo lo que eres, las batallas que has luchado hasta hoy, lo que sientes y no tu capacidad para concebir. Hay miles de madres adoptivas que asumen más su rol que una biológica. —Besa mi nariz y sonríe—. Si aún quieres continuar, no nos vamos a rendir. Tenemos muchas opciones y sé que lo lograremos.

Cierro los ojos y apoyo mi frente en la suya.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —musito.

—El doctor me confirmó antes de salir que el pronóstico para la fecundación in vitro es muy bueno. Tenemos una oportunidad sólida para crear a un mini Alonsito.

Abro los ojos de golpe.

—No, no, no y no. No pasaré nueve meses gestando con todo lo que acarrea para que sea un mini Alonsito —protesto sintiendo mis mejillas húmedas.

Ríe suave y seca mis lágrimas.

—Yo lo diseño y tú lo fabricas. ¿No te lo imaginas guapa o guapo como yo?

Asiento o niego, no sé, pero muevo la cabeza. Esto me supera. Me cubro la cara con las manos, tratando de contenerme.

—La verdad... es que no me importa si sale como tu clon y quieres volverlo un mini Friketto. No me interesará cómo se vea. Sólo quiero que él o ella nazca sano. —Sorbo mi nariz—. Quiero sobrevivir para verle crecer junto a Ryan y los mellizos. Necesito estar para ellos.

Alonso me rodea con sus brazos y escondo mi cara en su cuello.

—Así será, reina. —Me aprieta—. Todo saldrá bien.

***

JULIUS

Ingresamos a un camino rural rodeado de acres y soy capaz de ver los campos llenos de ganado bovino en la lejanía. Conforme nos acercamos al punto de encuentro, siento una latosa tensión que no sé cómo no me estoy ahogando con el denso aire que entra a mis pulmones.

Hace tres días recibí un paquete anónimo con un dispositivo lleno de archivos enormes. Pruebas contundentes que nos ahorran muchísimo trabajo de campo, sobornos, extorsiones y condenan a Bernand Keegan junto con sus cómplices. También encontré un mensaje en clave para entender quién lo envió y pensé que era una trampa. Dudé mucho en que fuera algo consistente. Demasiado bueno para ser real y más de esa rata. Cuando mis sabuesos corroboraron que todo es verdad, acepté ocultárselo a Regina y venir a la citación.

Fred aparca la camioneta detrás de un granero, no muy lejos hay un Tesla estacionado. Una de las puertas de atrás se abre y también salgo. Aprieto los puños con ganas de partirle la cara. Roche Dagger todavía presume una melena larga, solo está un poco más delgado y ojeroso, pero su porte en traje resalta más. Nos detenemos uno frente al otro dejando una distancia considerable de por medio.

—Dagger.

—Cowan. —Enarca una ceja—. No pareces muy contento después de mi regalo. ¿No te gustó?

Quiero golpearlo.

—No me gustó que enviaras a Regina a la horca mediática. La apuñaleaste donde te dijo que duele. Vine por cortesía aunque no la merezcas, no a pactar algún trato.

—Fue necesario. Ya lo corroboraste —alega—. No vine buscando guerra. En serio odio lo que hice y el efecto que tuvo en Regina. No necesitas creerme, pero serviría hacerlo. Te escogí porque eres más racional. Sé que Regina me está dando caza y seré asesinado antes de que pueda explicarle.

Frunzo el ceño y meto las manos en los bolsillos de mi abrigo. El riesgo aumenta cada segundo que sigo aquí. Regina se enfurecerá si se entera que tuvimos esta reunión y no le avisé.

—¿En qué se supone que debo creer?

—En mi plan.

—Ya tenemos un plan —mascullo.

—Pueden complementarse. —Encoge los hombros y da un paso adelante, seguro—. ¿Por qué no han eliminado a Regina del mapa? ¿Por qué sabotearla si sube un escalón en tecnología? El desfalco iba destinado a Alphagine y ASysture, pero perjudicaron a las otras empresas para despistar. El escándalo de Global Beauty fue un error de Camila. Bernand necesita a su socia produciendo millones en otras áreas, pero no le conviene que se expanda demasiado o sea más grande que él. Puso a Regina en una situación de debilidad para que luego dependa. Su salida de K-corp es una tapa, hizo creer a Charlotte que tendría todo el control pero solo es otra marioneta más. Bernand sabía que su esposa se acercaría a Regina y volvería todo más natural. Sin embargo, no contó con el cese de las relaciones comerciales.

No suavizo mi postura pese a que sus palabras tienen sentido.

—Regina ordenó el ataque de Novacell para probar a Charlotte cuando sólo teníamos una sospecha de los Keegan —revelo—. No hemos encontrado algo que sugiera complicidad con su esposo.

Asiente.

—Un movimiento inteligente. Los integrantes del consejo de K-corp que todavía apoyan a Bernand, ya no usarán máscaras para ir contra Regina. Tampoco gustan de su CEO pero la mantienen por apariencias. Podemos usar a Charlotte a nuestro favor. Es la única que nos dará lo último que necesitamos para asestar un ataque mortal. —Su mirada se oscurece—. Bernand tiene gente en el gobierno que lo sacará de prisión en menos de un año y evitarán que los matones se acerquen a su celda.

Achico los ojos y esbozo una sonrisa de suficiencia.

—Todavía no te ganas mi confianza, pero supongamos que tenemos eso resueltoy poseemos la influencia gubernamental que se necesita.



___________

Roche :O

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top