46. Eroina o cattiva?

Advertencia: Quizá no sea relevante para algunos, pero hoy muchas personas se ofenden muy rápido. Quiero dejar en claro que no estoy plasmando mis creencias sobre ciertos hechos, partidos o emitir juicios. Mi misión es describir el carácter de los personajes y cómo perciben las situaciones.

46. Eroina o cattiva?

REGINA

Continuamos a Europa netamente por vacaciones, o eso intento, porque de vez en cuando, me desconecto para atender llamadas y enterarme cómo se desarrollan las exposiciones tecnológicas. Zack, Jill, Oliver y Eleazar se encargan de que la CES y Gitex sean un éxito mientras que nosotros disfrutamos de Grecia. La última semana de junio la pasamos en Santorini y tres días de julio en Atenas. Jamás había venido y me deleita.

El resto del mes se nos va visitando Roma, Como y mi amada Valtellina.

Saber que estoy  en la misma región que Fiorella no me afecta porque exigí una orden de alejamiento. Por otro lado, papá solía hablarme apasionado sobre cómo le gustaría tener su propio viñedo; sin embargo, Fiorella me restregó que mi nacimiento impidió que cumpliera su sueño y se conformó con ser capataz de la red vinícola más exitosa de la época.

Trabajar para Emanuele Mancini.

Su familia ancestral solía ser la más acaudalada y envidiada del pueblo... hasta que hace cuatro años, el único hijo de Emanuele me vendió una gran parte de los terrenos y fue cuestión de meses que sus primos me cedieran el resto por presión del actual presidente de Lombardía, con quién tengo acuerdos muy estratégicos para contribuir con la región y su mandato.

Italia es mi principal paraíso fiscal.

Aquí soy intocable.

La pequeña cabaña en donde viví ya no existe, por lo que nos asentamos en la casa principal, les doy un recorrido a mis invitados por el lugar en donde crecí, almorzamos pizza y montamos a caballo entre los viñedos. Ryan sobre uno, Alonso y Níkolas van en otro y Sofía viene conmigo. Los conduzco cuesta arriba hacia un punto panorámico donde la vista del atardecer es un espectáculo pintoresco.

Las montañas se recortan contra la mezcla de azul, rosa y anaranjado en el cielo, y los viñedos se extienden ante nosotros como un tapiz verde salpicado. No obstante, cuando oscurece, mientras los mocosos están a pocos metros de nosotros conversando, Alonso besa mi sien y activa una aplicación en su móvil. Cientos de micro drones se despliegan formando coloridas y brillantes ondas en el aire que rodean a los niños.

Respiro profundo, luchando por controlar mis nervios.

—¡¿Magia?! —Sofía salta asombrada.

Níkolas frunce el ceño hacia su tío y Ryan me mira entre confuso y divertido, sabe cómo me gusta hacer inolvidables los momentos con mi tecnología. Muevo mi mano para que mire hacia arriba, su mandíbula cae y retrocede dos pasos. Los drones se han agrupado con otros más grandes para formar una frase amplia en colores verde, blanco y rojo.

R se gira lentamente hacia mí y le sonrío acercándome.

—¿Quieres convertirte en un Azzarelli Roswaltt? —repito lo que está escrito en el cielo.

—¿Es... es en serio? —balbucea con los ojos húmedos—. ¿E-esto es real?

Quedo frente a él y aprieto sus hombros, Alonso detrás de mí con sus mocosos. Se me ocurrió proponérselo aquí para tramitar de una vez su nacionalidad italiana. Azzarelli va primero porque Alonso es consciente que los Roswaltt son un montón.

No permitiré que el apellido de mi padre se extinga.

—Sí, jedi, es real —confirma Alonso.

—Alonso... tú... Re-regina me está... —Voltea a mirar la frase, temblando—. ¿U-ustedes me qui-quieren?

Mis ojos pican y mi garganta arde.

—Te amamos, R, y nos encantaría que seas de la familia de forma permanente. Para siempre. —Mis pulgares secan sus mejillas—. Quiero verte crecer, protegerte y guiarte para que cumplas tus sueños.

—¿Ryan Azzarelli Roswaltt? —musita sorbiendo su nariz.

—Ryan Spencer Azzarelli Roswaltt. Mi principito.

—Mi Jedi. —Alonso lo despeina—. Eres especial e importante para mí, Ryan. Será un honor incluirte entre los Roswaltt.

—Desde hoy, serás legalmente mi primo, pero te querré como un hermano —declara Níkolas.

—Tienes los ojos azul claro como los Simard y la abuela Liss Roswaltt era rubia en su juventud —acota Sofía sonriendo.

Ryan asiente varias veces y se lanza a mis brazos balbuceando entre sollozos que también nos ama, agradecimientos y miles de sí quiero ser un Azzarelli. Lo aprieto sintiendo mi corazón hincharse. Beso su mejilla y le prometo darle el universo. Alonso acaricia su espalda, besa su frente y se une al abrazo con sus mocosos.

Algo que no me incomoda pese a que detesto los abrazos grupales, pero lo disfruto en esta ocasión. Ver la carita de Ryan rebosando felicidad es un tesoro que apreciaré por el resto de mi vida. Estoy nerviosa sobre cuidarlo de forma permanente, pero no me siento insegura de mi decisión ni de incluir a Alonso, a pesar de que llevamos poco tiempo siendo pareja.

Y así, desde hoy, la reina tiene un hermoso príncipe.

***

Nos hospedamos en el hotel Humboldt dos días en los que recorremos el parque Nacional Ávila y visitamos el mausoleo del doctor Knoche. Idea de Alonso porque me parece repulsiva la taxidermia o la leyenda de que se levantan las momias. Sofía y Ryan son traidores porque les fascina, pero Níkolas y Mashiro están de acuerdo conmigo.

Nuestra siguiente parada son cuatro días en una villa privada en Los Roques, un paisaje caribeño. Aquí, las aguas son de un azul tan claro que puedes ver los peces nadando desde la superficie. Un equipo de buzos nos prepara para una inmersión en los arrecifes de coral y me reúno con unos hombres para establecer negocios turísticos.

Este paraíso es una mina de oro.

Finalmente, nos desplazamos al sur y llegamos al Parque Nacional Canaima, tierra de los famosos tepuyes que Logan mencionó. Un guía pilota un helicóptero con Enrique de copiloto para que apreciemos la majestuosidad del Salto Ángel desde varios ángulos. Luego aterriza un poco lejos en el agua, donde nos recogen otros guías junto con los indios Pemón para llevarnos en canoa hacia la base del Salto, nos toma una media hora caminando para llegar a la cascada más alta del mundo, veinte veces más grande que el Niágara.

Maravilloso. Increíble. Simplemente único.

Grabamos un video y sacamos miles de fotos que inmortalizan este precioso instante. El dinero nos llevó de viaje garantizando óptima seguridad y exquisitos lujos, pero he visto el mundo por mi cuenta y, aunque admito que amo la soledad, también estoy amando la compañía de esos cuatro. Arrugo la nariz por ese pensamiento cursi y me tomo un momento para apreciar la belleza natural que me rodea, entendiendo que estos minutos son los que definen la verdadera riqueza.

«Lo esencial es invisible para los ojos».

Sin embargo, gritando como un salvaje, Alonso rompe mi reflexión siendo el primero en lanzarse contra la cortina helada y blanca del agua de la cascada, siguiendo su ejemplo, Níkolas y Ryan van detrás como pequeños cavernícolas.

Sofía titubea y me mira con el ceño fruncido.

—No voy a gritar como una loca.

—Ya eso es decisión tuya. —Le tiendo mi mano—. Aguanta la respiración y no me sueltes.

La jalo hacia la cueva y la frialdad del agua sí la hace chillar, sobre todo cuando los salvajes nos arrojan más agua pese a que ya estamos empapadas. Muerdo mi labio inferior al detallar a mi Friketto. Sus ojos brillan, el cabello mojado le cae sobre los ojos y la tela de la ropa se le pega marcándole los músculos.

Se ve tan sexy...

¡Demonios!

Me molesta estar tan obsesionada con él y no hay forma de que me resista. Sin pensarlo demasiado, le pido a Mashiro entretener a los niños unos quince minutos afuera.

—No me parece correcto que nos separemos —protesta Alonso muy serio—. Confío en tus guardaespaldas, pero no me gusta dejar a los niños solos en un lugar desconocido.

—A mí tampoco, amore mio, así que seamos rápidos. —Bajo la cremallera en mi espalda de mi enterizo deportivo corto, y me quito la parte superior mostrando mi sujetador—. No me quiero ir sin un recuerdo de nuestros cuerpos unidos en medio de un paraíso tropical.

Mira hacia donde se fueron los mocosos y aprieta la mandíbula. Aprovecho su distracción para morder su cuello, amaso su entrepierna y sonrío contra su piel al sentir cómo crece. Gruñe, clava su mano en mi cadera pegándome a su cuerpo, y me besa con desesperada posesión. Su arrebato desata una ola de exquisitas palpitaciones en mi vagina.

De pronto, me voltea brusco contra su pecho y sus dedos torturan mis pezones bajo el sujetador. Mi respiración se atasca cuando su mano derecha se cuela en mis bragas y gimo.

—Ninfómana golosa, estás más mojada que la cascada que nos rodea —masculla en mi oído, muerde el lóbulo y se aparta para quitarse la camisa que luego me tiende—. Ponla en esa roca, siéntate y abre las piernas. Te voy a devorar para poder meter esto entero. —Se saca la polla y la bombea—. Te haré llegar primero para luego terminar en tu boca.

Relamo mis labios.

Su mirada depredadora genera demasiado calor. Siento el impulso dominante de retarlo, los orgasmos son más intensos cuando disputamos el control pero sé que no hay tiempo.

Esta noche lo amarraré a la cama.

—Como usted ordene, signore Roswaltt. —Provocativa, retrocedo quitándome el sujetador—. Me prende que seas sucio, arriesgado y mío.

***

Sonrío viendo las banderas de Italia, Estados Unidos y Venezuela, que ondean en el poste próximo al portón que se desliza para acceder al estacionamiento privado. Gold Alligator era una empresa nacional donde sólo participaba como inversionista. Inyectaba capital y entregaba maquinaria a cambio de materia prima. El potencial que encontré fue tan amplio que decidí comprarla.

Alonso y yo acordamos no subir las fotos de Venezuela todavía para mantenerme de incógnita. No quiero atraer la atención de la gente de aquí que muere por pedirme favores o hacer negocios. El país tiene muchas sanciones internacionales a fin de meterle presión al gobierno. La precariedad de los ciudadanos es indignante, pero a mí me mueve el interés propio así que mi posición es neutral.

No soy una persona ética, sino de conveniencias. Me gusta el lugar porque consigo muchos tratos excelentes bajo la mesa y casi no pago impuestos. Por lo tanto, soy cuidadosa usando intermediarios para no levantar sospechas de colusión política o me juzgarán en otros países.

A pesar de todo, pensé en llamar a Logan para avisarle pero mis ganas de causar impacto son mayores.

Puedo sentir la mirada de los curiosos que se detienen para admirar mi llegada. Me siento poderosa e imparable dentro de un conjunto de blusa y falda negra. Mi identificación resbala de las manos de la recepcionista, me permite el acceso y, aunque imagino que le avisará a sus superiores, de igual manera disfruto atraer miradas, ocasionar pánico y asombro. Madam Azzarelli es sinónimo de éxito y caos. Los principios de liderazgo recitan que un jefe debe ser respetado, no temido.

Yo prefiero la mezcla de ambos.

La sonrisa tensa de Logan Crocker es lo primero que veo cuando las puertas del elevador se abren en el piso doce.

—Bienvenida, Regina, esta es una gran sorpresa —dice alargando el gran.

—No pude resistirme a tu invitación. —Estrecho su mano—. Tu país es precioso.

Sus ojos se abren más ligeramente.

—¿Hace cuánto llegaste? —inquiere levemente alarmado.

—Dos semanas.

Su manzana de Adán tiembla.

—Qué chévere, bueno, lo prometido es deuda. Sígueme, por favor, te mostraré el edifico. Seré tu anfitrión porque mi padre no se encuentra. —Presiona el botón del elevador y ve su reloj—. ¿Almorzaste? ¿Qué tal si vamos a comer fuera y pruebas nuestra gastronomía?

Entorno los ojos.

—No te preocupes, no llevo afán —mi tono autoritario—. Muéstrame tu oficina y aprovechemos para que me expliques en persona por qué el cargamento de grafito lleva retraso. Tres semanas repercuten seriamente en la producción de grafeno y zifreni.

Su piel se torna pálida bajo mi escrutinio.

—Las lluvias se han vuelto constantes y dificultan el acceso a los terrenos —explica por el pasillo—. El paludismo se desató y muchos trabajadores se han dado de baja.

Abre la puerta y extiende la mano invitándome a entrar, sin embargo, antes de cerrar, una voz masculina nasal tensa sus hombros.

—Señor Crocker, ¿qué hace? No podemos irnos sin una respuesta —dice en español—. Se deben tomar medidas inmediatas de ataque.

Me giro encontrando a dos hombres que portan uniforme verde con medallas. Son del ejército. Enarco una ceja hacia Logan.

—¿Todavía no resuelves la disputa con las mafias? —exijo saber.

—Eso no es asunto suyo, señora, así que no se meta —espeta en inglés el más pequeño y corpulento de los militares, leo el apellido González en su uniforme.

Levanto el mentón y cuadro los hombros.

—Error de mi parte si no me presenté antes de preguntar. Mi nombre es Regina Azzarelli, CEO de esta empresa y estoy en mi derecho de saber por qué están dos funcionarios en mi edificio.

Los hombres miran a Logan con seriedad. Algo turbio debe estar pasando con mucho dinero de por medio para que no quieran hablar.

—Yo la pondré al tanto —interviene haciéndome fruncir el ceño—. Aprecio su disposición y les reconoceré cada minuto que esperen en la sala de reuniones.

La expresión amarga no les cambia.

—Recuerde que no puede trascurrir más tiempo.

—Entendido, coronel.

Entro en la oficina pidiendo paciencia para no perder los estribos, cruzo los brazos y clavo puñales ópticos en mi socio. Frota su cara con evidente cansancio, se apoya en el escritorio y afloja su corbata.

—Hubo un error en los cálculos de exploración en el nuevo terreno. Acontece que hay una comunidad aborigen en los límites.

Mi cuerpo se enfría violentamente.

Demonios, cualquier cosa menos esto.

—Me juraste que los exploradores no encontraron nada, Logan —pronuncio despacio, controlando la rabia que fluctúa por mis venas.

—Tampoco los drones o el satélite. Ninguno dio señales de calor. ——Enciende un televisor que muestra un mapa—. La mayor concentración de grafito, titanio y diamante se encuentra dentro del círculo rojo. Un grupo de aborígenes armados intentaron detener la implantación a la fuerza, nuestro equipo respondió y hubo pérdidas tanto nuestras como suyas. Secuestraron a tres mineros y a un ingeniero. Intentamos negociar pero sólo exigieron sus tierras de vuelta, a los dos días enviaron un video de cómo asesinaban a un minero. —Me mira, dolor en sus ojos—. Enviamos a un equipo especial pero no llegaron a tiempo.

La piel se me eriza y todo el mundo se detiene en este instante. Un escalofrío me recorre la espalda viendo las imágenes en la pantalla. Las ruinas de una aldea y las mantas blancas que cubren los cuerpos siendo incineradas. De pronto, tengo nauseas pensando en las familias de los mineros, a la vez recordando a los indios Pemón que nos llevaron hasta El Salto Ángel.

Los niños que nos ofrecieron figuras de madera tallada.

Puedo pedir sin titubeos que asesinen escorias para lograr mis objetivos, pero no un grupo de inocentes.

—Masacraron indígenas sin mi autorización —musito asimilando esta cagada monumental.

—Ellos atacaron prime...

Lo abofeteo con fuerza.

—¡Ahí veo mantas pequeñas, imbécil! ¡Eran niños! ¿Cuál era la necesidad? Respóndeme. ¿CUÁL ERA LA MALDITA NECESIDAD?

Mashiro irrumpe en la oficina y se detiene a mi lado. Logan me mira sin comprender.

—Eres una hipócrita. —Pasa el dorso de su mano por la boca para secar la sangre—. Exiges que consigamos los minerales cueste lo que cueste, ¿para después ponerte así? ¿Puedes culparnos por querer salvar a nuestros trabajadores? ¡Tus trabajadores! Mi padre y yo no dimos orden de aniquilar a nadie. ¿Crees que no me pesa ver que murieron niños y ancianos? ¡Los veo cada maldita noche en mis pesadillas, Regina! —ruje—. El escuadrón actuó por cuenta propia. El día a día de esos hombres son los enfrentamientos con mafias y guerrillas que intentan apoderarse de los territorios. Es la primera vez que tenemos un percance con aborígenes.

»Ellos atacaron primero —repite mordaz—. Nosotros no fuimos violentos y tampoco dañamos el medio ambiente como las otras empresas o los ilegales. Nuestros métodos de extracción son menos corrosivos por el nuevo sistema que implementaste. Pero ellos no nos quisieron escuchar y dispararon. Ahora, dime tú, ¿debimos dejar que mataran a todos los mineros?

Aprieto el puente de mi nariz, llegando a mi límite.

—¿Crees que la opinión pública entenderá tus explicaciones? —me yergo—. Afuera se está librando una guerra y debemos controlarla antes de que el rumor se expanda. Indígenas masacrados por defender sus tierras de extranjeros aliados con el régimen. Ese será uno del millón de titulares si no arreglamos este asunto para ayer.

Un nudo se forma en mi estómago.

El hedor del cadáver atraerá a las hienas. Me quemarán viva si esto sale a la luz. Gold Alligator es públicamente una filial de Azzagor Enterprises.

—Por eso mi padre le reclamó al general que nos vendió el terreno. —Apaga el televisor y se sirve un vaso con whisky—. El coronel que envió propone borrarlos del mapa y darle los cargos a la guerrilla colombiana. —Me ofrece un trago y niego—. Piensa que siempre serán un cabo suelto pero yo quiero buscar una solución sin más derramamiento de sangre. Es horrible enterarme que acabaron con alguien que tenía una vida, una familia, un futuro. No te lo dije antes ya que restringiste nuestra comunicación. Soy sincero contigo cara a cara porque estoy convencido de que tú puedes hacer algo, intervenir de alguna manera.

Meneo la cabeza llevando las manos a mi cintura. Inhalo y exhalo, enfriando mis emociones y centrándome en resolver el problema. Mi mente plantea escenarios y desglosa diferentes variantes con soluciones y contratiempos. He comprobado en más de doce años que una de la lista termina sucediendo.

Le pido Mashiro el teléfono satelital para llamar a Julius. Necesito resultados ya. Le explico lo que ocurre sin detalles comprometedores pero no me deja terminar y exige que me retire. Enfatiza en clave lo que ya sé: El gobierno y yo tenemos a la prensa internacional encima y no pueden relacionarnos de ninguna manera.

***

No fue fácil ocultar mi enojo para explicarle a Alonso el cambio de planes, tuve que excusarme con diferencias políticas y un improvisto en Chicago que ameritaba regresarnos.

Este asunto es código negro y extra confidencial.

Como durante el vuelo no pude dormir más de tres horas, llegamos por la tarde, me bajó el periodo y no quiero sexo, los Roswaltt se van a ver a mis suegros y Ryan se entretiene con Iskandar, opto por saludar a Nerón y encerrarme en mi despacho.

Mantengo la calma y evito la negatividad porque sé que resolveré el problema. Esta es otra oportunidad para poner a prueba mis capacidades. Me dedico a leer y analizar la información que Enrique y Mashiro consiguieron para mí. Hank se encuentra en una misión y tardará más o menos una semana en regresar para que me ayude a darle orden a este desastre.

Entre más avanzo entre las páginas, más notable se vuelve la voz de la oscuridad que ha ido creciendo con los años, la cual muy pocas veces me da miedo, y grita que debo arrancar la hierba mala de raíz para que no vuelva a fastidiar.

—Llegó el señor Cowan —avisa Savage.

Cazzo.

Me quito las gafas para frotar mi cara, siento que la cabeza me va a explotar; sin embargo, me acomodo, inmutable y soberbia para recibir a mi abogado. Entra mirándome con semblante áspero, desabotona su pulcro saco y se sienta frente a mi escritorio.

—No asesinaremos nativos —zanja—. Por eso fui insistente contigo sobre evaluar el territorio antes de comprar.

—Esa es la razón para que el maldito general nos vendiera tan barato. El gobierno sabía la verdad e igual nos dieron la concesión. Su propia gente les importa una mierda —farfullo sintiendo un torrente de lava quemarme por dentro—. No quiero eliminarlos, Julius, pero tampoco voy a paralizar mi producción. Quieren que nos retiremos y eso equivale a perder los yacimientos. No podemos. —Masajeo mis sienes—. La calidad de esa zona es superior a las otras.

Niega con rotundidad.

—Encontremos una solución pacífica. —Extrae una carpeta con documentos de su maletín—. Enviemos a Clifford para que consiga negociar con uno de sus líderes. Les ofreceremos tierras, educación, centros médicos... lo que sea que los tranquilice. —Su gesto se endurece—. Regina, estamos hablando de toda una comunidad. No voy a cargar con esto en mi conciencia.

Asiento, sé que no todos tienen la misma crudeza que yo.

—No te daré detalles de la operación.

—Hablas como si fuera una decisión fácil —su tono serio—. Te voy a defender siempre, pero si puedo evitar que te manches las manos, lo haré. No eres quien para darles fecha de caducidad a tantos inocentes como si fueran un producto.

Chasqueo la lengua y miro hacia la ventana.

—Me enoja lo que pasa pero entre más estudio el caso, más entiendo que tenemos pocas opciones que eviten un escándalo masivo. Y yo soy mi prioridad. Unos cuantos maletines de euros, porcentajes de extracción y las autoridades venezolanas taparán todo. —Conecto con sus ojos cubiertos de preocupación—. Nadie es indispensable si quieres sobrevivir en el juego de la vida, donde jodes o te joden. Las guerras son un negocio. Las enfermedades son un negocio. La pobreza es un negocio. La miseria de alguien siempre beneficia a otro. Y, sí, todo eso es un asco, es repugnante pero yo no soy una milagrosa.

»¿En qué crees que pensaba Isabel de Castilla cuando financió los viajes de Cristóbal Colón? Buscaban un beneficio mayor para su gente y expandir su poder. Es fácil llamar a los europeos invasores y asesinos cuando ven la historia desde el punto de vista americano, pero nadie parece recordar lo que vivieron muchas familias que huyeron de su tierra para salvarse de la monarquía... O que gracias a ese cambio, hoy Norteamérica es una potencia internacional.

—Colón es considerado un genocida —repele con sequedad.

No puedo creer que mi tiburón se ponga sentimental cuando fue entrenado como un implacable para arrasar.

—Y Simón Bolívar para los españoles. Igual que Alejandro Magno, Atila, Genghis Khan, Julio Cesar y Napoleón. ¿O crees que los líderes del pasado arreglaban las cosas con besos y abrazos? Todo depende de la perspectiva. Son criminales o héroes en su patria. No estoy defendiendo o acusando a ninguno. Sólo señalo que, al final, todos fueron asesinos que defendieron a su gente. —Agito mi mano—. Aquí nuestro interés es la materia prima. La tecnología que construimos con ella, salvará millones de vidas: ancianos, adultos, mujeres embarazas, niños y bebés... —mi voz fría—. Es imposible borrar el pasado, pero sí aprender de él, así que autorizo que Clifford intente los planes pacíficos A, B, C y el resto del abecedario. Estoy dispuesta a invertir para dotar a la comunidad nativa de lo que sus dirigentes les niegan... pero no voy a descartar el exterminio si continúan reusándose o asesinando a mis trabajadores. Ellos son unos pocos cientos en comparación a las masas que se beneficiarán de Minerva. Una minoría que no acepta que es momento de progresar o se van a extinguir, porque nosotros podemos retroceder y exigirle al gobierno nuevas tierras; sin embargo, igual les valdrá mierda y permitirán que otros hijos de puta saquen el oro.

Julius se queda callado y asiente resignado. Me asquea mi propia convicción pero no hay otra forma de proteger mis intereses. ¿El mundo me llamará heroína o villana? Les informo que mi nombre es Regina Azzarelli, y si me acorralan contra la pared, rompo la pared. Si el barco se hunde, lo transformo en submarino porque yo nunca pierdo. 

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:/

¿Ryan Azzarelli? :O

El salto ángel ;)

Gold Alligator y su problemita   :(

Espero que les esté gustando la historia. No olviden votar y dejar sus comentarios. Estoy haciendo hasta lo imposible para actualizar más seguido. 

Se les quiere :D

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