3. libertà
3. libertà
REGINA
Antonio llega cinco minutos antes de lo estipulado a mi casa después de mediodía. No me abre la puerta, ni se baja del Audi perlado que le envié ayer para esta misión. Una vez guardo los bolsos en la cajuela y entro, tampoco arranca. Se me queda mirando con sorpresa y un diminuto destello de admiración.
Sonrío con suficiencia.
—Sincérate, estoy espectacular, ¿verdad?
Chasquea la lengua y arranca.
Estoy usando un conjunto deportivo gris, una peluca rubia ceniza y maquillaje diferente al que acostumbro. A simple vista, no soy Regina Azzarelli. Lo último que necesito es una foto mía en las redes.
Mis jugadas requieren discreción.
En la caseta de seguridad del club nos permiten el acceso con facilidad. Unas llamadas de Lorena como hija del estimado Tyler Specter y las membresías nos fueron otorgadas hasta con adulaciones. Antonio estaciona pero no quita el seguro automático. Gira la cabeza para mirarme.
—Accedí a venir con la mujer que fue condenada por falsificación de documentos. —Masculla. Entorno los ojos con advertencia. Puedo tolerar su idiotez, pero tengo un límite—. Eres una sensación en los medios que puede costarme muy caro mi imagen pública. Espero que tu plan funcione.
—Funcionará
—¿Cómo lo sabes?
Sonrío de medio lado.
—Confío en mi plan y confío en mí —Levanto el mentón—. Es suficiente.
—Perfecto —bufa y quita el seguro—. Nuestra garantía es tu overprecisión
Ignoro su tono desdeñoso y salgo del coche. Nos separamos en los vestidores. Pasar desapercibida se vuelve más fácil cuando renuncio a mi seguridad pero mi superlativa belleza obstaculiza el objetivo. Afortunadamente, el club es de élite y no me preocupa que pueda ocurrir un incidente.
En la sala de boxeo hay tres cuadriláteros, maquinas alrededor y sacos de diferentes tamaños. Noto que algunos hombres me siguen con la mirada. Es imposible culparlos. No existe persona en la faz de la tierra que no se gire a ver lo sensacional que luce mi culo en leggins. Muerdo el interior de mi mejilla cuando un hombre se equivoca en sus repeticiones a medida que me acerco al cuadrilátero del centro.
El hermano de Joshua está de espaldas, dando instrucciones a dos luchadores. Uno de ellos recibe un puñetazo en la cara por fijarse en mí.
—Archie —uso un perfecto acento francés.
Los tres me miran. Archie sabe quién soy, hablamos por la mañana. Está informado de mi vestimenta y mis intenciones de mantener un perfil bajo. Dirige unas últimas palabras a los hombres y baja del ring con agilidad.
—¿Su boxeador? —inquiere mientras caminamos hacia una de las zonas de calentamiento—. Fraser no será fácil de vencer.
—Puedo con él —asegura Antonio tras nosotros.
Sólo lleva pantalones cortos de algodón negros, los guantes rojos y las botas. Es inevitable que mi mirada se deslice por sus abdominales de acero y su musculoso pecho. No me reservo la sonrisa satisfecha cuando me mira con una ceja alzada.
Nunca he negado que Wallace sea comestible.
Durante los siguientes minutos, Archie lo hace calentar y darle como si no hubiera un mañana al saco. La misma noche que nos reunimos fuera del bar, le envié videos de las rutinas de Fraser. Antonio boxea por hobby. Posee la habilidad para dejarlo contra las cuerdas.
***
Media hora más tarde, el cuadrilátero principal se encuentra rodeado de personas atentas a la pelea entre Stanley Fraser y un tipo mucho más grande que él. La oportunidad se presenta cuando nuestro objetivo termina noqueando a su oponente y su entrenador pregunta en voz alta quién se atreve a enfrentarlo.
Fraser se pavonea dando vueltas alrededor del ring con los brazos abiertos. Frunzo los labios. Es un fanfarrón.
Palmeo la espalda de Antonio.
—Déjate ganar —susurro en su oído.
Me fulmina.
—Ese no era el plan.
—Hazlo —zanjo.
Aprieta la mandíbula y sube al ring. Desde aquí percibo cómo cada músculo tatuado de Fraser se tensa, lo que trae murmullos al público. Ya reconoció a Antonio, mas no dice nada. No rechazará la pelea, no frente a sus admiradores.
Antonio estira su cuello con cara de aburrimiento.
—Tu chico lo puso nervioso —me dice con incredulidad Archie.
No respondo.
Fraser lanza puñetazos que Antonio, increíblemente serio, se limita a bloquear o esquivar. Una sonrisa lucha por tirar de mis labios. Wallace es bueno en esto. Supera en altura al perdedor anterior pero no es más robusto que Fraser, quien también parece ganarle en velocidad.
—¿Qué le está diciendo? —pregunta Archie para sí prestando mucha atención.
De forma casi imperceptible, Fraser le habla a Antonio en voz baja. Da la sensación que lo está provocando, el resto debe creer que es así, pero yo sé que no. Fraser encaja un golpe en la boca de Antonio, haciéndolo retroceder varios pasos. Le ha dejado un corte en el labio. Sus ojos se encienden en llamaradas, Fraser sonríe por haber obtenido lo que quería.
El silencio se expande en la sala.
Me tenso cuando Antonio se aproxima a él con intención de noquearlo.
«Lo va a arruinar».
Dejo escapar el aire, aliviada, y Archie me mira con confusión. Fraser consigue esquivar el movimiento por milímetros. El otro entrenador entra en histeria. Antonio me dedica una mirada rápida y niego. Aprieta los labios y lanza otro golpe que Fraser esquiva mucho mejor, dándole tiempo para darle un gancho a Antonio, dejándolo prácticamente tirado en el suelo.
Fraser no fanfarronea como antes, tiene una herida en la ceja y una expresión mortal de seriedad.
Antonio está más enfurruñado cuando vuelve conmigo.
—¿Por qué pediste que me detuviera? —sisea furioso.
Muerdo mi lengua para no gritarle.
—Humillarlo frente a todos su camaradas sólo hubiera aumentado su resentimiento hacia nosotros —explico en voz baja—. Él sabe que iba a perder. Ahora te debe una.
Me informa que Fraser aceptó hablar. Nos dirigimos a los vestidores diez minutos después, abro la puerta y cuatro de los tres hombres dentro nos miran con el ceño fruncido.
—Déjennos a solas —pide Fraser.
—Tienes buenos reflejos —comento con mi acento.... y se levanta abruptamente para estudiarme de cerca.
—¿Regina? —No se lo cree—. ¿Qué haces aquí?
Hago mi cabello falso hacia un lado.
—No mentiría del todo si digo que vine a ver sexys moles de dos metros emanando toneladas de testosterona —respondo con humor.
Su posición no se relaja.
—Pierdes tu tiempo si pretenden insistir con la construcción.
Continúa secando su cabello negro con una toalla. Ahora viste un conjunto deportivo blanco con el logo de su empresa de alimentos. Su piel huele a fresas y menta.
Doy un paso en su dirección.
—Es cierto —concedo y obtengo su total atención. ¿Por qué la gente se impacta tanto cuando les cedo la razón?—. No tienes por qué confiarnos un proyecto tan valioso como la construcción de viviendas para familias sin hogar. Mucho menos después del escándalo de mi torre.
Esboza una sonrisita engreída.
—Me alegra que lo comprendas.
Le devuelvo la sonrisa.
—También comprendo que es un proyecto sin ánimos de lucro que necesita todo el apoyo posible para que se materialice. —Balanceo mi mano en el aire—. Quieres que las casas sean sostenibles, una obra que respete al medio ambiente sin que baje la calidad.
La duda se planta en su mirada por unos segundos.
—Sale más costoso implementar las técnicas ecológicas —acota, confuso.
—El presupuesto que te dimos se mantiene. —Antonio usa nuestra carta—. Pretendemos ayudarte y agregar el proyecto a nuestro escaparate de métodos sostenibles. Todos ganamos. Ya tenemos el estudio topográfico. Podemos iniciar mañana mismo.
Fraser cruza los brazos, titubeando. Casi lo tenemos. Lo veo en su cara.
—La decoración de interiores será una donación personal —agrego.
Sus cejas se alzan.
—¿Incluyes el amueblado principal?
—Estamos hablando de familias sin techo, querido. —Mi sonrisa crece—. Equipo completo, cortesía de las subsidiarias de Azzagor Enterprises.
Traga saliva.
Este proyecto benéfico no es en nombre de su empresa, es un proyecto personal.
Fraser exhala con pesadez.
—La oferta está de puta madre. Lo reconozco. —Recoge un bolso deportivo y se lo coloca en el hombro. Mira Antonio y luego a mí, negando con la cabeza—. No puedo aceptar, lo siento.
Pasa de nosotros antes de que pueda pronunciar palabra.
Es extraño.
Su cara se iluminó con la oferta. Él quería aceptar.
—Tu plan fracasó —Antonio me aniquila con la mirada.
—No fracasamos, la victoria se retrasó. —Comienzo a caminar fuera de los vestidores.
Sus palabras no me afectan.
Puedo perder batallas, pero ganaré la guerra.
Algo o alguien está interfiriendo en las decisiones de Stanley Fraser.
—¿Esas palabras son tu consuelo? No te engañes. —Me sigue de cerca para no alzar la voz—. Hace un año me envenenaron porque traté de averiguar que mierda estaba sucediendo en tu torre. ¿Qué fue lo que hiciste? ¿Me ayudaste? Me amenazaste para que mantuviera la boca cerrada. —Golpea su sien con un dedo—. ¡Metete en la cabeza que no puedes tú sola contra el maldito mundo!
Me detengo para enfrentarlo. Ya estamos en el estacionamiento.
—No tienes ni...
—¡Déjame terminar! —vocifera—. A veces pienso que hubiera sido mejor que papá estableciera la sede de Kraptio en otra parte. Tu apellido es una maldición de la cual nunca nos libraremos. Es verdad, el escándalo no es para siempre. La sociedad podrá olvidar momentáneamente el desfalco, pero estoy seguro que harás otra estupidez para recordarles que eres una incompetente. Hundiste tu propio barco junto con la tripulación.
»Adelante, usa tus influencias para sacarme de la presidencia. Aún podrás tener poder, Regina, quizá con eso consigas coaccionar para que te apoyen, pero jamás serás una líder.
Tomo una bocanada de aire.
—No lo entiendes —mi tono desafiante y regio—. Tampoco perderé mi tiempo explicándote por qué no hemos perdido.
Frunce el ceño de nuevo. La decepción en su rostro aumenta.
—Vete a la mierda, Regina —murmura, mete la mano en su bolsillo y saca la llave del R8 para arrojarla a mis pies. Aprieto los puños y le devuelvo la mirada asesina. Se suponía que era un regalo para simbolizar nuestra tregua.
En silencio lo miro caminar hacia la salida.
***
Los días que preceden a la demostración ecuestre se pasan de manera fugaz entre mi jornada en Equidae Potawatomi, supervisar algunas empresas y reuniones clandestinas con Clifford y Hank. No puedo desperdiciar ningún segundo. El tiempo es el hijo de puta más grande de todos, es invaluable y no perdona errores.
Hoy se me permite saborear la victoria.
Después de practicar con Belerofonte a primera hora, ayudar con los preparativos y arreglarme por casi tres horas en una de las oficinas del centro, me observo con satisfacción en el espejo de cuerpo entero que trajo el equipo de estilistas que contraté.
Hoy recupero mi libertad.
Uso un body como segunda piel bajo una armadura plateada muy detallada. Aunque no lo parece, es ligera. El traje es de pantalón para mayor comodidad en la silla. Simón pasó días completos trabajando en el acabado, la flor de lis en el centro de mi pecho y los guantes, un anillo fabricado por Alphagine en mi dedo índice que cambiará la perspectiva del evento.
—Wow, wow, wow. —Me giro para mirar a Shana acercarse.
Estaba tan ensimismada en mi perfecto reflejo que no la escuché entrar. Trae puesto un traje de Samurái. Ella representa a Tomoe Gozen.
—Divina, poderosa y radiante. —Me señala con ambas manos—. Maldita sea, Regina. Se supone que eres una virgen devota que no provoca pensamientos impuros —chilla, dándome vueltas y no puedo evitar soltar una carcajada por lo de "virgen"—. ¿Cómo lo haces? Dime tu secreto. Mi armadura me hace parecer un bollo mal amarrado.
Cada una nos vemos diferentes pero fabulosas. Los trajes del resto también son obra de mi diseñador. Shana no tiene los rasgos japoneses de Mashiro, pero sus ojos le dan mayor realismo a su personaje.
—Te hace parecer una guerrera Samurái.
—O una cornuda. —Se toca el casco y ambas reímos—. No es justo que tú te veas en extremo sexy, incluso sin mostrar piel
—Nací sexy, es mi naturaleza —digo y silba entre risas—. Por otro lado, es contraproducente para la representación. —Me miro en el espejo. El corset amolda mi cintura. No hay escote, así que mis tetas lucen aún más grandes—. Juana de Arco no necesitó verse sexy para obtener la atención del ejército francés —recalco—. Su grandeza no erradicó en su físico, sino en sus hazañas. En sus estrategias y liderazgo.
Siempre he querido eso para mí: ser más que una cara bonita y un cuerpo sabroso. Ser el combo completo. Una ardiente estratega.
Odio que las palabras de Antonio se repitan en mi mente.
«Está equivocado».
A diferencia de La Pucelle, mi trayectoria no terminará en la hoguera. Habrá fuego, sí, porque yo misma desataré las llamas del infierno para cumplir mis objetivos, y haré que el mundo arda si se interponen en mi camino.
No temo quemarme, no cuando se vive en caos y aprendes a coexistir con la oscuridad.
—No dudes que tendrás la atención de todos en la arena. —Saca su móvil de un bolsillo del traje—. Posa, belleza, quiero una foto contigo.
—Me etiquetas si la subes.
—Te voy a presumir —canturrea.
Saca varias fotos en diferentes posturas y me las muestra antes de subirlas a Instagram.
Salimos de la oficina y nos dirigimos a la arena donde se llevará a cabo el evento nocturno. La originalidad temática atrajo a muchísima gente. Las gradas que instaló mi equipo están completamente llenas. En su mayoría de pacientes con sus familiares, personas interesadas en nuestra iniciativa y fanáticos del deporte. Esta es una demostración para recaudar fondos para los niños que reciben equinoterapia gratuita y atraer estudiantes para clases de equitación. Las entradas se agotaron casi al instante de iniciarse la venta, además, se esperan jugosas donaciones.
Yo no preví participar y menos dar la apertura. Robert me concedió la organización porque Royal Dreams, mi empresa de eventos, corre con el gasto.
Me reúno con Hipólita, Brunilda, Boudica, Zenobia, Isabel I, Catalina la Grande y otras amazonas vestidas como mujeres que marcaron la historia montadas en sus caballos.
Los hombres que también participarán usan el uniforme del centro.
No hemos comenzado y ya la adrenalina recorre cada parte de mi cuerpo.
Shana se dedica a sacarnos fotos tanto duales con ella o grupales alegando que los trajes podrían estropearse durante la demostración.
—Tú también usas traje, Tomoe —Le recuerda Joshua divertido.
—No es lo mismo —Shana se enfurruña—. ¡Muestren sus mejores perfiles, divas, este día será inolvidable!
Unos minutos y el presentador inicia su discurso. De inmediato camino en dirección donde Belerofonte me espera. Él también usa una armadura ligera, la función principal de sus accesorios es para evitar que se distraiga con los efectos especiales. En el trayecto escucho comentarios de duda y desaprobación por parte de Laura y sus colegas. Mi maquillaje no oculta mi identidad.
Me llaman la reina y soy el milagro más grande de la naturaleza.
«Que comience el espectáculo».
Arreo las riendas y salimos disparados a toda velocidad. Cubrimos los primeros obstáculos al ritmo de una versión de We Will Rock You cantada por Bishop. Cada vez que saltamos una valla de las altas, aprieto el botón en mi anillo y un par de alas holográficas de Pegaso se despliegan a los costados de Belerofonte.
La gente enloquece.
La pomposidad es mi sello.
Es lamentable que las alas se trasluzcan a los pocos segundos. Alphagine está trabajando en la durabilidad de la proyección y visibilidad en medios de luz. El futuro de mi tecnología.
En pleno trote consigo tomar el estandarte clavado en un obstáculo. Se escuchan aplausos al ritmo de la canción al mismo tiempo que Belerofonte demuestra su coordinación bailando, elegante y presuntuoso. Hay caballos que, por la naturaleza de su temperamento o morfología, no pueden participar en estos eventos... o porque simplemente no saben cómo entrenarlos.
Aprovecho los movimientos lentos de su trote para exhibir el estandarte, No tiene una flor de lis, sino el logo de Equidae Potawatomi. Lo clavo en el poste que está en el centro de la arena. La acción desencadena un rayo de luz azul que se dispara al cielo, lo suficientemente brillante para notarse en plena tarde y se transforma en un caballo levantado sobre sus patatas traseras.
La proyección es estática, así que no se interrumpe.
Oficialmente ha comenzado el evento.
Los vítores son ensordecedores y compiten con la voz del presentador que se escucha por los altavoces. Más que disfrutar la reacción del público, disfruto la actividad en sí. Más que un deporte elegante, la equitación la práctico con pasión.
Esta será la primera exhibición de muchas, aspiro que para el próximo año sean los jóvenes jinetes de Equidae Potawatomi quienes la protagonicen. Cada heroína participa con una canción acorde a su rutina o etnia... En líneas generales el evento resulta ser un éxito. Sin embargo, no visualizo a Ryan por ninguna parte, Lorena se va a mitad de la demostración porque tiene una sesión fotográfica que supervisar. En discrepancia con los otros jinetes, no me interesa formar parte de la celebración post-evento.
Tampoco es como si me hayan invitado.
Apenas dan por terminada la demostración, me alejo de la multitud para llevar a Belerofonte a su box y me encargo de alimentarlo con mimo y mesura.
Me quedo un rato con él para despedirme.
«Soy libre».
No saboreo la sensación. Un relincho de dolor me eriza la piel. Sigo el ruido hasta el fondo de la caballeriza, donde miro a Smoke siendo cruelmente azotado.
—¡Pedazo de mierda inservible!
—¡Suficiente! —bramo, acercándome—. ¡No es la manera de tratarlo!
—No te metas. —Jeffrey me señala con el índice, colérico—. ¡A los animales se les debe enseñar quién manda!
Otro latigazo.
—¡No! —Sujeto su brazo y me empuja, no caigo al suelo porque me estabilizo—. ¡Hijo de puta! El único animal aquí eres tú. Con violencia jamás aprenderá. Crear un vínculo con un caballo lleva tiempo. Si no tienes la paciencia necesaria para hacerlo, no eres digno de llamarte jinete —dictamino, fría, evaluando a Smoke. Está muy asustado—. Comienza a rezar para que no tenga marcas en su piel.
Jeffrey destruye la distancia entre nosotros, el látigo apretado en su mano, las venas en su cuello marcadas. No participó en la demostración alegando que Smoke no se encontraba bien, me preocupa pensar que se desquitó todo este tiempo con él.
Levanto mi mentón, retándolo a equivocarse.
—No le tengo miedo a una zorra como tú. —Me mira de abajo arriba peyorativo—. Todos saben que un caballo arisco no nos sirve en el centro. Perdemos recursos con él. No me interesa si vas con Robert. No te permitieron estar en la fiesta para evitar que arruines la buena imagen de la institución —señala con burla—. ¿De qué lado crees que estará? ¿Del entrenador cuyo hermano dona capital para mantener este centro o la estafadora criminal que estuvo en tera...?
Mi palma se estampa en su mejilla.
—Una marca y haré que te arrepientas —espeto.
Antes de que pueda irme, me toma de la muñeca con tanta fuerza que consigue provocarme dolor, no me quejo, no le daré esa satisfacción. Una sonrisa depredadora se apodera de su rostro. Su ambición por verme doblegada no le permite percatarse de una sombra que se acerca a su derecha.
—¿Quieres que te dome a ti también? —susurra contra mi mejilla—. Es hora de que alguien te enseñe cuál es tu lugar.
Le correspondo la sonrisa e impacto mi rodilla en sus bolas.
—¡Mierda! —grazna, retorciéndose en el suelo.
Enrique y Vladimir se le lanzan encima justo cuando Mashiro deja de grabar.
—Envíale el vídeo a Robert, a su hermano y a Julius para que tramite una demanda y me consiga una orden de restricción, eso justificará cualquier denuncia que haga en nuestra contra —ordeno a Mashiro y me concentro en Smoke—. A primera hora ve con su casero y págale el monto necesario para que lo eche. Destrúyelo. Servirá de ejemplo a los demás. A partir de hoy, madam Azzarelli ha vuelto.
***
Me despierta la luz impactado cruelmente contra mis parpados. Tras maldecir en italiano, tanteo la cama hasta dar con otra almohada y cubro mi rostro con ella. Una risita me genera jaqueca.
—Voy a empezar a creer los rumores de que eres una vampiresa.
—Cazzo! Déjame dormir en paz —gruño y abrazo con más fuerza a mi volpe.
Siento cómo el colchón se hunde tras de mí.
«Hoy mandaré a cambiar la cerradura de mi puerta».
—Son las ocho —susurra acariciando mi brazo—. ¿Es tu primer día de libertad oficial y lo celebras durmiendo?
Emito una queja desde el fondo de mi garganta. No quiero levantarme. Trabajando en mis planes, se hicieron las cuatro de la madrugada. Lorena arranca la sábana de mi cuerpo y retira la almohada sobre mi cabeza. La fulmino con la mirada y ella me sonríe abiertamente.
—Abajo te esperan crepes con mascarpone junto a brownies recién horneados —anuncia.
Alzo las cejas y me incorporo sobre mi codo.
—¿De beber? —indago con renovado interés.
Brownie es brownie.
—Batido de chocolate. —Coloca un mechón tras mi oreja y se levanta—. Es día de romper la dieta.
Froto mis ojos de camino al baño. Hoy tengo mucho qué hacer. Cepillo mis dientes y peino mi cabello con los dedos en lo que entro en mi closet repleto de ropa y accesorios. Tomo un conjunto negro de blusa manga corta y pantalón y lo combino con unas botas. En la cocina, Lorena charla con Bianca sobre el próximo desfile de modas que... Un pequeño tornado abandona su tableta y se apresura a acercarse apenas me nota.
La espero con los brazos abiertos.
—¡Tía Regina!
No dudo. Sonriendo, levanto a Diana y la estrecho. Tiene cinco años. Antes de trabajar en Equidae Potawatomi, era la única niña con la que podía convivir sin sentirme incómoda.
—¿Te gustan mis lentes nuevos? —pregunta con entusiasmo.
—Me encantan. Resaltan la belleza de tus ojos —elogio—. ¿Son diamantes?
La montura cuadrada es fucsia y tiene tres pequeñas piedras incrustadas a cada lado. Las gafas de Ryan tienen el cristal más grueso y... ¿Qué demonios? Paro el rumbo de mis pensamientos.
—Sip. Mi abuelo Tyler me los obsequió después de mi consulta en el otamolologo.
«¿Tyler está en el país?».
—Oftalmólogo.
—Oftalmólogo —repite, frunciendo el ceño. Su lengua tiende a trabarse—. Desde ayer mamá quiere cortarme el cabello. —Me muestra un mechón de su cabello pelirrojo—. Por fis, dile que no, ayúdame a convencerla.
—Menciónale que no te gusta peinarlo cuando se enreda —señala Lorena, apoyada en la barra.
—Porque duele —Diana hace un puchero, sus ojitos grises me piden ayuda—. Contigo nunca duele. Prefiero que tú me cepilles el cabello.
Lorena abre la boca indignada. Me aguanto la risa porque conozco lo caprichosa que es esta pequeña. El cabello de Diana es rojo, pero no lacio como el de su madre, sino rizado como el de Stefan. Sus ojos grises, pecas, piel pálida y devoción por Disney la convierten en la princesa perfecta a la hora de vestirse como Mérida. Recuerdo la vez que le hicieron sesión de fotos con Nerón y mi sonrisa se ensancha.
—No permitiré que te corten ni un centímetro —aseguro.
Cuando sea más alta y use tacones, le enseñaré a disfrutar de la libertad. Lorena debe intuir el camino de mis corruptos pensamientos porque me mira con advertencia, como mamá gallina defendiendo a su tierno pollito.
—Lo discutiremos después —Lorena concede a medias y señala los platos en la barra—. A desayunar.
Diana se escurre de malagana entre mis brazos tras murmurar en mi oído que los brownies tienen galletas Oreo incrustadas. Comemos intercambiando comentarios sobre la semana de la moda en Milán. Varioscuentan conmigo como una de los patrocinadores.
—¿Tyler está en la ciudad? —indago.
Lorena ladea la cabeza con curiosidad.
—Llegó hace cuatro días de Singapur. Se está quedando con Lindsay en la cabaña junto al lago. —Mira a Diana concentrada en la pantalla de su tableta—. Ambos me pidieron que la lleve mañana.
—Dile que necesito reunirme con él.
Entorna los ojos.
—¿Qué tramas?
—Conquistar el mundo —respondo.
Lorena suelta una tremenda carcajada que va disminuyendo cuando se fija en mi seriedad. Arruga la frente.
—No puedes hablar en serio.
Le hago un gesto para que me siga a mi despacho
—Savage, cierra las persianas —ordeno al prototipo de asistente virtual mientras uso mi nueva mesa interactiva. Lorena se tensa, examinando la superficie, y seguidamente la proyección que aparece del mapamundi con marcadores 3D.
—Misingenieros desarrollan una nueva aleación que me permitirá establecer sedes enestos países. Usamos grafeno como base. —Tomo la piedra negra de mi escritorio y se la tiendo—. Expandiré mi alcance internacional con Minerva.
—Estás loca, Regina Helena —musita, perpleja y orgullosa al mismo tiempo—. ¿De dónde carajo sacaste tanto grafito?
—Venezuela es un paraíso con un presidente que no le importa mucho que los extranjeros extraigamos una parte de su enriquecido y diverso patrimonio natural.
Frunce el ceño.
—¿Dónde están minando?
—Entre Bolívar y Amazonas.
Su mirada se vuelve seria.
—Regina...
—Es legal —aclaro.
Enarca una ceja.
—Define legal. —Levanta el grafito frente a mi cara—. ¿Legal sobornando políticos o legal solicitando el papeleo a los agentes pertinentes?
Tuerzo la boca.
—No desaprovecharé la oportunidad de conseguirlo barato.
Echa la cabeza hacia atrás.
—Regina Helena, la minería es un tema delicado. Dorothy te lo advirtió. No es recomendable que te envuelvan otra vez en protestas ambientalistas y mucho menos en casos extranjeros. —Pellizca el puente de su nariz—. Por favor, dime que exploraron bien el terreno y no hay aborígenes involucrados.
—Sigue en proceso de exploración. Los indígenas no residen en esa zona. —Hago que se proyecten mis futuros dominios venezolanos—. Necesito el grafito. Logan tiene mi autorización para hacer lo que sea necesario con tal de conseguirlo.
—¿Ese hombre es confiable?
—Le pago con excedentes.
No para de negar con la cabeza.
—Todo esto es por Minerva.
—Y poder mundial.
Se inclina hacia adelante para detallar mejor el holograma.
—En definitiva, la filantropía no va contigo —se lamenta.
—Minerva tiene muchos beneficios sin ánimo de lucro, me interesa colaborar en los avances que cambiarán vidas. Estoy invirtiendo millones para ayudar a las personas; sin embargo, sería la reina de la hipocresía si niego que me emociona el poder que obtendré con el éxito del proyecto.
—Tu sinceridad a veces da miedo. —Hace una pausa, pensando—. Papá estará encantado de sumarse al plan siempre y cuando tengas claro que no sacrificarán indígenas para obtener la materia prima —advierte todavía seria—. ¿Por qué Italia no tiene ningún marcador rojo o naranja en el mapamundi?
Los marcadores rojos significan invasión.
Los marcadores naranjas significan alianzas amistosas y si se niegan, luego los cambiaré a rojos.
Italia tiene marcadores verdes que significan mío.
—No tengo planeado viajar ahí, no pronto —respondo con indiferencia.
Su mirada de reproche no me gusta.
—¿Tienes nuevas noticias?
—No me interesa averiguar.
Viajar a Milán hace un año fue una idea ridícula e impulsiva.
—Te arrepentirás.
Sonrío cínica.
—No me arrepentiré, bailaré en tanga bebiendo champán para celebrar que recapacité.
—No sabes lo que dices. —Sujeta mis hombros—. No te pido que se vuelvan las mejores amigas. Sólo digo que vayas a escuchar lo que tenga que decir y cierres el ciclo.
Me aparto de su toque.
—Escúchate y analiza lo que dices, lo cual se siente como una traición hacia mí. Conoces la historia.
—El rencor no te permite avanzar. Quiero ayudarte a superarlo.
Toco la superficie de la mesa y cambio el holograma por la isla Ávalon
—No retrasaré mis planes —zanjo.
—Tu estabilidad mental...
—Me la da el dinero.
Se deja caer en un sofá, su gesto preocupado.
—Entiendo que quieras recuperar el tiempo perdido en tus negocios. Sé cuánto significan para ti. Has cumplido el sueño de cualquier ser humano que lucha cada día para comprar un día más: generas dinero sin mover ni un dedo. Aún con la discordia que surgió por tu ausencia, sigues poseyendo los recursos para vivir sin preocupaciones
»Millonaria a los treinta y uno, genio, sexy... —Repasa mi atuendo negro de abajo arriba—. Pero con una vida sin color.
¿Qué?
—Mi vida es perfecta —defiendo sentándome a su lado.
Está por volverse perfecta. Una vez Minerva dé sus primeros resultados significativos, será perfecta y yo imparable. Nadie volverá a cuestionar mi credibilidad.
—Puedo asegurar con los ojos cerrados, aunque tú refutes lo contrario, que no has disfrutado tu éxito como se debe. —Toma mi mano—. El dinero no sirve de nada si no tienes tiempo o con quien disfrutarlo.
Niego con la cabeza.
—Mi paciencia alcanza sólo para Nerón, Diana y tú —aseguro—. Ustedes son mi familia.
Entorna los ojos y sonríe cuando lo hago yo. Suspira profundo, vencida, y pasa su brazo por mis hombros en un abrazo del cual no tengo quejas. En tiempo pasado la hubiera rechazado, en tiempo pasado me hubiera resultado incómodo este tipo de muestras de afecto.
—Júrame que evitarás meterte en problemas que vuelvan a comprometerte con la ley —susurra en mi oído.
—No puedo jurarlo porque no me arrepiento. —Se separa un poco para mirarme—. Prometo que no se repetirá, puesto que mis métodos son otros. Aprendí de mi error. No soy, ni pretendo ser una paloma blanca. Soy un ángel en comparación con las escorias criminales y el diablo ante los puritanos. Ni el político más bueno está exento de corrupción.
Gime con frustración.
—Por tu culpa mi envejecimiento llegará antes, maldita perra monopolista.
Sus palabras me desencadenan una carcajada. Le ofrezco un día entero en el spa antes de mi viaje como compensación.
Cuando era una niña, mi papá y mis abuelos me enseñaron que la familia es sagrada. La cultura italiana dicta que una mujer es el pilar de su familia: una esposa recatada y complaciente, una madre dulce y amorosa, una hermana leal y ejemplar. La cruda realidad que viví contradice esos principios y me enseñó que los lazos afectivos son debilidad y una pérdida de tiempo.
Lorena Specter es la primera excepción.
Es mi hermana aunque no llevemos la misma sangre.
Desde que nos conocimos hasta el día de mi arresto hace un año, lo he podido confirmar. Como editora jefa de Réflecteur y heredera del imperio Specter, tiene una reputación que cuidar y no le importó que mis etiquetas de "estafadora" o "criminal" la mancharan. Nunca me traicionó, nunca me juzgó o abandonó.
Me regañó, eso no faltó.
Sin pedirlo, me tendió una mano cuando más la necesité y fue la única que vino a visitarme durante el exilio, incluso estuvo ahí cuando la rechacé y pedí aislamiento incontables veces, hastiada y frustrada por haber caído tan bajo.
Por tocar fondo.
Por decepcionarme a mí misma.
Por extrañar al hombre que no debo extrañar.
______________
Por fin, libertad. ¿Regina habrá aprendido la lección? ¿Conquistar el mundo? Yo creo que se puso peor, Lorena debería amarrar a esa loca a una silla :(
Ya quiero llegar al capítulo 10 y los próximos.
No olviden dar amor y comentar sus opiniones. Pueden visitar mi instagram (LueCallaghan) para ver contenido o llevarse algún pequeño spoiler. :D
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