27. El jedi.

27. El jedi.

ALONSO

Paso por Roswaltt Rhapsody después de visitar a Nathaniel en su apartamento. Una enfermera y un guardaespaldas lo cuidan. Debe cumplir estricto reposo y yo casi no puedo venir por mi agenda apretada. Así que Eneas se encarga de supervisar el lugar. Los últimos dos días se mantuvo cerrado y los clientes casi hacen huelga. Es exorbitante la cantidad de personas que ahora recibimos desde que mi nombre aparece en la publicidad de RAzzarelli.

El local se quedó increíblemente pequeño.

Dakota, Cedric e Irvin son camareros y me saludan entre felices y preocupados. La mayoría fue a visitar a Nathaniel en la clínica. Encuentro a Eneas detrás de la barra ayudando a Braylon a preparar cócteles. Su cresta punk es lo primero que notas en él.

—¡La estrella de la ciudad! —Chocamos las manos y rodeo la barra para ayudar.

—¿Qué tal todo?

—Una locura. —Silba por lo bajo—. Necesitamos más personal, más espacio y que no te olvides de tu primer público. Los clientes más antiguos siempre preguntan por ti.

—Y los nuevos quieren un concierto gratis del mismo chico que participa en los costosos —acota Lily, una de las camareras cuando pasa a nuestro lado.

Acabo con unos pedidos mientras escucho a Eneas, voy a mi oficina por una guitarra y subo a la plataforma. Harper y otros músicos me sonríen. Ella usa un conjunto hippie de chaqueta y vaqueros.

—No contestas mis mensajes. Los de Luther tampoco. ¿Cómo estás? —murmura desde su taburete—. Me impresiona que hayas venido.

—El deber llama. —Conecto la guitarra y sonrío para tranquilizarla.

No me apetece hablar, no con palabras. La música es mi herramienta para drenar las emociones y escapar un rato de la realidad. La frustración lucha contra la adrenalina. Interpretamos dos canciones y me despido de los clientes que vitorean desde sus mesas solicitando otra.

Entro en la cocina para saludar al resto de empleados.

Carolina y Madden asisten a Shepherd con los platos. Encuentro a Stacy decorando un enorme número de cupcakes. La rubia apenas me dedica una ligera sonrisa y sacude la mano en respuesta. No quedamos en malos términos. Detesto engañar a las mujeres porque no me agradaría que me engañen a mí. Siempre fui claro con ella. Somos amigos y es una excelente repostera...

Entra Lily con más pedidos.

Joder.

Eneas tiene razón.

Roswaltt's Rhapsody está a nada de colapsar.

***

Durante el desayuno, Regina me contó que se quedaría en su torre y que no la esperara despierto. También dio la dirección del apartamento de su amigo interesado en aprender saxofón. ¿Por qué tanto misterio? Ni siquiera sé su nombre, sexo, edad o de dónde se conocen.

Hace dos horas, recibí un mensaje que cambia los planes.

Mi curiosidad se dispara a la estratósfera y me carcome cuando Vladimir me escolta a un circuito de karting techado. ¿La persona corre? La instalación está ambientada produciendo que sientas la anticipación de las carreras. Llegamos a la zona de tribunas en dónde hallo a Regina en la más cercana a los boxes.

Mi corazón se emociona.

Alza la vista cuando me escucha llegar y se levanta, robando mi aliento con su sonrisa. Jo-der. Considero que es la curva más mítica de su figura porque muy poco la muestra con sinceridad.

Sonriendo se ve más joven y hermosa. Muy hermosa.

—¿Es seguro que nos vean aquí? —inquiero acercándome y mostrándole la bolsa de papel que traigo en mi mano.

Mis palmas pican por tocarla, pero hay un tipo delgado en la entrada de la pista observando una tableta. ¿Ese es su amigo? El dinosaurio no está muy lejos y Mikasa Ackerman está al final de los asientos.

Nadie más.

Sin embargo, Regina manda mis dudas al carajo rodeando mi cuello con sus brazos. Mi mano libre aterriza en sus glúteos y fusionamos nuestros labios con bestialidad. Nada de un besito «hola»; sino un beso apasionado «me apetece comerte».

Me saborea. La saboreo. Se entrega. Me entre...

De repente, siento una descarga violenta y consecutiva de pequeños golpes en mi espalda. ¿Qué...? Rápidamente nos separamos y cubro a Regina con mi cuerpo. La lluvia de bolitas de espuma impacta en mi pecho unos segundos hasta que veo a Rivers interceptar, aguantando la risa, a un pequeño corredor en los boxes.

El casco no me permite saber si es niño, niña o enano. Usa enterizo rojo de carreras y porta una Nerf Rival.

¿Eh?

—La próxima vez no le compraré tanta munición —masculla Regina, negando con la cabeza.

La miro confundiéndome más al percibir algo de diversión y bochorno en su falsa expresión molesta. Sus pálidas mejillas se han ruborizado de forma diferente al desenfreno de nuestro beso.

Wow...

¿Qué pasa aquí?

—¿Lo conoces? —pregunto

—Se llama Ryan, tiene diez años —dice cauta, estudiando mi expresión atónita. ¡Me atacó!—. Es tu alumno y... mi protegido.

Parpadeo

¿Su... qué?

—Ven —Toma mi mano y tira, notando mi perplejidad.

Nos acercamos a los boxes en dónde Rivers media con un niño molesto, de cabellos dorados con gafas redondas a lo Harry Potter. Lo reconozco. ¡Es Luke Skywalker! Tiempo. Tiempo. ¿Regina dijo que tiene diez años? Por su tamaño parece de seis o siete.

Sus mejillas se coloran por la ira cuando me ve.

—¿Quién te crees para besar a Regina y en público? —refunfuña.

Caray...

Regina muerde con fuerza el interior de sus mejillas para evitar reír.

—Ese tono, Ryan —reprende tratando de sonar muy seria. El entrecejo del jedi se profundiza—. Él es Alonso, mi pareja y tu profesor de saxofón. Fui bastante clara cuando te dije que no le dispares a la gente sin previo aviso. Me prometiste que acatarías instrucciones.

Ryan aprieta los labios... un gesto idéntico al habitual de Regina.

Mis ojos se salen de órbita.

—Jamás fallaría a mi juramento. No hice nada con malas intenciones. Pensé que era otro abusador por la forma irrespetuosa en que te tocaba y en público —barbotea Ryan y el gesto duro de Regina se suaviza—. Dijiste que no tienes novios porque te encanta la libertad de la soltería. Lo último que pude imaginar era que tenías pareja.

—Es reciente, casi nadie lo sabe y tú eres de los primeros.

¡¿Regina le da explicaciones?!

—Cierra la boca que se te puede meter una mosca —murmura Rivers, dándome una palmada en la espalda antes de alejarse.

Ryan me mira de reojo evaluando si soy o no digno.

—¿Te trata bien? —baja más la voz pero igual escucho.

Regina sonríe de lado.

—Como a una reina.

—¿Sales con él desde la convención? Vi las noticias pero asumí que eran blasfemias como siempre.

—Nos conocimos el año pasado.

—¿Eres feliz? —pregunta y Regina asiente—. ¿Lo amas?

Me da taquicardia.

Regina entreabre los labios y voltea a verme... y sonríe todavía más.

—Sí. —Regresa su vista al jedi.

Una sonrisa también se forma en mis labios. Escuchar su afirmación en voz alta me produce un cálido cosquilleo en el estómago.

«Me ama».

Ryan nota nuestra complicidad y su expresión se contrae, preocupado. Toma la mano de Regina y se la lleva más lejos. No escucho la conversación. Visualizo que él parece quejarse por las gesticulaciones de las manos; no obstante, sus hombros se relajan cuando Regina acaricia su cabello y comienza a hablarle.

¿Qué le dice?

Me cuesta procesar la imagen que proyectan. No reconozco a la reina. Su mirada intensa pero cariñosa... Paso saliva.

Se ve tan maternal.

Ryan viene hacia mí con paso decidido y extiende su manito.

—Perdóname por dispararte, Alonso —suena reticente pero más educado—. Es un gusto conocer a un cosplayer. Aprecio mucho las fotos que nos tomamos en la convención. Será un honor aprender contigo, siempre y cuando no lastimes a Regina. Si la haces infeliz, tendrás que lidiar conmigo. —Su mirada amenazante es cómica—. ¿Entendiste?

Siento una mirada felina taladrarme en la sien.

Aclaro mi garganta y me acuclillo para estar a su nivel.

—Entendido, Ryan. —Aprieto su mano. El agarre es firme—. Acepto tus disculpas. Me gustaría que me dieras la oportunidad de demostrarte que puedo ser un amigo para ti. Yo también soy un aficionado de Nerf y los juegos tácticos.

Su expresión seria cambia, intenta mantenerla pero le es imposible. Supongo que otro aspecto que aprendió de la reina.

—¿Podemos jugar algún día? —pregunta con esperanza—. Todavía no estreno la mayor parte de mi colección. Rivers es el único que juega conmigo —cuchichea—. Sospecho que se deja ganar. Necesito un verdadero oponente.

Sonrío.

—Por mí no hay problema. Estaré encantado de ganarte.

Achica los ojos, desafiante.

—Ya veremos. —Mira a Regina—. ¿Puedo invitarlo a jugar?

La reina piensa unos segundos y asiente.

—Ustedes organícense y me avisan si requieren que les alquile un terreno —ofrece y toma el casco de un muro—. Te quedan seis minutos para correr. Luego iremos a cenar. Mañana tienes escuela y no puedo regresarte muy tarde.

Ryan le sonríe a Regina antes de tomar el casco e irse trotando hacia el tipo delgado que lo espera junto al Kart. Meneo la cabeza y me levanto. Regina se posiciona junto a mí.

—¿Por qué no lo mencionaste? —inquiero sin apartar la vista de cómo el jedi arranca su coche.

Suspira.

—No quería que te hicieras ideas raras en la cabeza.

La miro, imaginándola como mi esposa y madre de mis hijos. Muchísimos niños con sus ojos verdes, su inteligencia pero ni de lejos su endemoniado carácter.

—Tarde —replico.

Se gira con los brazos cruzados.

—No entiendo por qué te molestas. ¿Mi comportamiento hacia ti ha sido inapropiado? —cuestiona sorprendida.

—No estoy molesto precisamente. Gracias a ti he podido encontrar luz en medio de la oscuridad —aclaro—. No te pido que me des explicaciones de todo lo que haces; pero siendo una pareja, en ciertos aspectos tenemos que comunicarnos.

Enarca una ceja.

—No llevamos ni una semana reconciliados y apenas hemos podido respirar sin que surja un problema grave —hace hincapié—. Respeto tu espacio, tu duelo y complicaciones personales. Tomaste solo la iniciativa de reactivar tus clases de música y preguntaste por aquella vez que Armagedón mencionó las clases de saxofón. Conversación que tuvimos mucho antes de volver, lo que indica que confiaba en ti lo suficiente como para que conocieras a Ryan. Si no lo comenté antes, fue y es porque evito cargarte o hacerte sentir presionado.

—No soy de cristal, Regina —gruño.

—No pienso que seas débil —asegura—. Tienes una fuerza interior que te permite estar de pie aquí y no tirado en una cama lamentándote. Sólo intento cuidarte aun cuando no tengo idea de cómo hacerlo. —Posa su palma en mi mejilla—. Te pido paciencia. Quiero que esto funcione pero apenas comienzo a adaptarme. Siempre he vivido sola, haciendo todo a mi manera, sin rendirle cuentas a nadie.

¿Llegará el día en que está mujer no me sorprenda?

Espero que no.

—Sé que te esfuerzas y lo aprecio muchísimo. —Tomo su mano, beso sus nudillos y entrego la bolsa de papel—. Por cierto, esto es tuyo. Felicitaciones por tu regreso a la torre.

Saca uno de los brownies, olfatea con los ojos cerrados y gime al probarlo. Siento mi pantalón pequeño.

—¿Lo preparaste tú? —inquiere feliz.

—Especial para ti —me inflo—. Lleva Oreos, crema de coco y usé chocolate con setenta por ciento de cacao para que haga efectos afrodisiacos.

Sonríe con evidentes ganas de darme un beso que acabe con ambos sudando sin ropa... Volteamos por el sonido del kart de Ryan pasando.

—En casa —promete Regina con un suspiro—. Lo pusiste celoso y ahora teme que me olvide de él. El psicólogo infantil me advirtió que evite mimarlo en exceso, pero que también lo ayude a superar su herida de abandono.

Alzo las cejas.

—¿Qué pasó con su familia? —musito.

—Sin rastros del padre y su progenitora es una escoria. Lo maltrata físicamente, no tengo las pruebas completas pero no demorarán. Haré que entienda por qué me llaman hija de puta —promete con un resentimiento oscuro que jamás había percibido en ella—. Le puso un precio cuando le pedí permiso para que pasara tiempo conmigo, sin saber si mis intenciones eran buenas. Le vale mierda. Lo trata más como persona y menos como objeto desde que le financio todo a Ryan.

Sin importar que relativamente está por entrar en la adolescencia, se me parte el corazón pensando en el jedi solito y maltratado... se ve tan pequeño... Mis hermanos y yo estuvimos de acuerdo en disciplinar a Sofía y Níkolas sin violencia.

Sólo pensar que alguien les ponga un dedo encima... Sé que ese día me convierto en psicópata.

—Joder, Regina —exhalo—. ¿Otro familiar?

—Nada, investigué y nada. Me carcome que vivan juntos —rabia en su voz—. Más de una vez lo vi en equinoterapia con moretones espantosos. ¿Lo peor? Él mantiene la esperanza de que la mujer le preste atención algún día. Es un genio... pero a veces es tan iluso.

Sonríe triste.

—Te importa mucho.

Esboza una mueca como si no le gustara escuchar lo que es obvio.

—Un día lo conocí en servicio comunitario, otro día me ofrecí a pagar sus gastos escolares... luego no sé cómo acabé trayéndolo personalmente a lugares que siempre soñó visitar. —Masajea su sien cómo si sus pensamientos le dieran jaqueca—. Mi terapeuta dice que, inconscientemente, me identifico con él.

—¿En qué sentido? —indago deseoso por entender y conocerla más.

Regina menea la cabeza, su expresión sombría. De inmediato sé que la conversación tocó una de sus fibras sensibles y me limito a besar de nuevo sus nudillos.

***

El recelo de Ryan no desaparece, mas disminuye gradualmente con sus miles de preguntas sobre Minecraft. Ocupa el puesto en medio de Regina y yo en la parte de atrás de la Range. La reina se mantiene en silencio, observándonos debatir profesionalmente sobre estrategias para irse de expedición al Nether.

Es un novato, pero aprende rápido.

El sonido de un trueno lo pone en alerta, intenta ignorar el ruido haciéndose el fuerte delante de mí... pero otro trueno provoca que respingue. Regina le pasa el brazo por encima del hombro y lo atrae hacia su costado, acobijándolo.

Su acción me vuelve a desconcertar.

Tomo la mano de Ryan y aprieto, dándole a entender que no lo voy a juzgar. Continúo hablándole de juegos para que se distraiga, algo que Regina me agradece con la mirada.

La lluvia cae con fuerza cuando llegamos a la mansión, Rivers lleva la camioneta hacia el estacionamiento subterráneo. Ryan admira la colección de coches con verdadera fascinación.

—¡TIENES UN BATIMÓVIL! —grita adelantándose apenas lo ve.

—Es de Alonso —explica Regina mirándome con picardía.

Siento mis orejas enrojecer recordando lo que hicimos sobre el capó y en el asiento trasero. Aclaro mi garganta. Ryan duda en dirigirse a mí. Libra un debate interno.

—Funciona como un coche normal —comento animándolo a acercarse—. ¿Quieres tomarte una foto con él?

Sus ojos brillan, mira a Regina y ella asiente... entonces él asiente.

—Sí, por favor.

Mmm.

¿Cómo sería salir con Sofía, Níkolas, Ryan, Regina y yo haciendo Cosplay? Mi imaginación vuela y me hace sonreír.

¡No sigas armando castillos de aire!

Pero...

Es que... ya es raro ver a Regina, y todo lo que representa, conviviendo con un niño. Vengo de una familia numerosa y quiero una familia numerosa. Apresurado o no, nadie puede culparme por planear responsablemente mi futuro.

Bianca hace un escándalo por el visitante. En lo que se saludan, preparo el salón principal como nuestra base de operaciones. Regina le dice algo a Ryan en voz baja, besa mis labios fugazmente y se despide aduciendo que hará unas llamadas. Ryan y yo nos sentamos frente a la chimenea con dos saxofones, sí, el jedi tiene su propio saxofón. Le explico los acordes mientras bebemos chocolate caliente.

Se me ocurre tocar la sinfonía de Súper Mario por su camisa.

—Eres genial, Alonso —dice cuando acabo—. Me agradas.

—Tú también me agradas, R.

—Ryan para ti. —Arruga la frente—. Sólo Regina puede decirme R.

—Lo que usted diga, jedi.

Ladea la cabeza con brillo curioso en los ojos.

—¿Quién te enseñó a tocar?

Sonrío.

—Mi abuelo.

—¿Es músico de profesión o hobby?

—Tocaba por profesión.

—¿Ya no toca?

Suspiro.

—Murió cuando yo era pequeño.

Agacha la cabeza.

—Lo siento.

—No te preocupes. —Golpeo suave su hombro—. Lo recuerdo seguido con todo lo relacionado a la música. Fue difícil, duele recordarlo pero se volvió tolerable con el tiempo.

—Lo quisiste mucho —asume—. Yo no tengo abuelos. Tampoco papá, tíos o primos. Mi mamá es hija única y sus padres murieron antes de que yo naciera —confiesa alicaído, dejándome frito—. Tampoco tengo amigos. Mi única amiga era la señorita Peggy, mi maestra de primer grado. Creo que Regina tomó un rango superior porque la quiero más. Mi mamá prefiere salir con sus novios antes que estar conmigo. Regina apenas tiene tiempo por su trabajo y, sin embargo, me hace hueco en su agenda... pero... —Me mira—. Apareces tú y... No quiero perderla también.

Mierda.

¿Cómo evito meter la pata?

Dejo el saxofón a un lado y me inclino hacia adelante.

—Escúchame bien, Ryan. No tengo intenciones de separarlos —juro—. Regina y yo somos pareja pero cada uno tiene su vida individual. No busco restar, sino sumar. Quiero verla feliz y tú complementas su felicidad. Lo vi. Además, ella es indomable. Nadie le puede prohibir algo a madam Azzarelli.

Entrecierra los ojos como si tratara de decidir algo. Me observa por un momento y luego asiente despacio.

—Es verdad. —Medio sonríe—. Regina es súper mega genial.

—Como tú —digo y sus orejas enrojecen—. Me contó que eres un genio en matemáticas.

Endereza la espalda.

—Se me da bien resolver ecuaciones.

—¿Te gustan?

—Mucho. —Ajusta sus gafas—. Cuando crezca, quiero ser inversionista como Regina.

—¡Serás el mejor bajo su tutela! —lo animo.

Despeino su cabello de oro y consigo que se suelte a reír.

***

En la mesa nos sirven hamburguesas con Pepsi, menos madam cero calorías que cena una ensalada con jugo de papaya. Ryan Está sentado junto a Regina. Yo frente a ellos. Todavía no soy digno de comer a su lado. Hablamos sobre sus anécdotas en el centro ecuestre y eventos geek, a los cuales Ryan quiere que lo acompañe.

El jedi me respeta como Capitán América, no como novio de su casi segunda madre.

—Es inconcebible que regreses con esa tormenta —comenta Regina limpiando kétchup de la mejilla de Ryan, que intenta evitarlo porque ya está «grande» y puede solo—. Llamé a Sarah para avisarle que pasarás la noche aquí.

Ryan alucina sin poder creer lo que escucha.

—¿Dijo que sí?

—Dijo que sí —Regina confirma y Ryan celebra.

¿La mujer habrá pedido dinero otra vez?

—¿Dónde dormiré?

—Tengo habitaciones de sobra arriba. Elige la que más te guste y podrás decorarla a preferencia.

Ryan se muestra abrumado.

—Pero me quedaré una noche.

—Mañana es viernes. ¿No quieres pasar otro fin de semana conmigo? Podrás jugar y practicar música con Alonso. —Regina me mira y asiento, tomando la mano que tiende hacia mí sobre la mesa—. Él tiene dos sobrinos casi de tu edad que pronto conocerás y estoy segura que harán un tríplice extraordinario —dice y rezo que esas palabras se vuelvan realidad. Mis deseos por ver a mis mellizos me carcomen—. Mañana te instalarán el televisor y la consola que escojan. Él sabe muchísimo más del tema que yo. Es un experto.

Los hombros de Ryan tiemblan. Viró su cabeza y no puedo ver su expresión pero por la cara de Regina sé que algo raro pasa.

—Regina... yo...

—Puedes rechazar la oferta si no...

—¡Acepto! —Limpia un par de lágrimas traicioneras.

Lágrimas de felicidad.

Joder.

Llámenme blandengue, pero hasta a mí se me cristalizan los ojos viendo cómo le cuesta aceptar que le suceda algo bueno en su vida. Es increíble ver la energía que puede emanar a pesar de haber pasado por tanto, y aún más increíble, que mi reina de hielo sea la responsable.

____________

:)

Alonso imaginando cosas es de cuidado.

No se vayan sin comentar qué les pareció el cap.  :)

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