14. Mala reputación.

14. Mala reputación.

ALONSO

Me siento peor que cuando vine por el caso de plagio contra Austin. LemusCowan es caro, mas garantizan una victoria. Seco el sudor de mis palmas en mi pantalón. No puedo irme de aquí sin una respuesta positiva. Trato de distraerme mirando por el ventanal a mitad de pared. Ayer llegó la citación de Eleazar para ir a la corte la próxima semana. Va en serio con disputar la custodia de mis pequeños. No se conformará con darles el apellido.

La puerta a mi espalda se abre.

Hombre caucásico, coronilla calva, enorme nariz aguileña, regordete y traje de miles de dólares. El estirado me repasa con arrogancia y su ceño se arruga. Algo de mi vestimenta de sudadera con la S de Superman y vaqueros parece disgustarle. Cuadro los hombros, sin mostrarme desconfiado a pesar de que por dentro me muero de nervios.

—Señor Roswaltt, soy Gael Kaldor —su tono con una pizca de desdén—. Mi secretaria me informó que está siendo demandado por la custodia de sus sobrinos. Se enfrenta a Eleazar Gastrell y su abogado Todd Kirby. Espero que entienda que este bufete es de renombre, por lo que nuestros precios son...

—El dinero no es problema —lo corto sereno.

El narizón me mira de abajo arriba, dubitativo.

—¿Es consciente que la base son veinte mil dólares? El monto puede aumentar dependiendo la complejidad.

—Señor Kaldor, quien me recomendó venir con usted mencionó que es el mejor en casos de familia. Pagaré por lo mejor para quedarme con mis sobrinos. La pregunta aquí es si usted es lo suficientemente competente como para ganar mi caso. —Enarco una ceja, mi voz y postura imponentes—. ¿Acepta o no?

Me estudia por unos segundos antes de señalar uno de los sofás de cuero beige. Toma una carpeta de su escritorio antes de sentarse frente a mí.

—¿Cuántos años tienen los niños? —pregunta.

—Nueve.

—Son pequeños. —Su gesto altivo no cambia—. La corte tiende a favorecer a los padres biológicos.

Aprieto la mandíbula y mis manos se hacen puños.

—Él los abandonó. Renunció a su derecho de padre. Se fue a Inglaterra apenas mi hermana le notificó de su embarazo.

—Lleva dos años establecido en Chicago —señala leyendo unos papeles—. Necesitamos probar que es un padre incompetente y que usted es el indicado para criar a los niños. ¿Está relacionado de alguna forma con Regina Azzarelli?

Me enderezo.

—¿A qué viene la pregunta? —soy receloso.

—El escándalo.

Mis nudillos se vuelven blancos. ¿Cómo pude ser tan idiota?

—Una equivocación por parte de la prensa —mi voz tajante—. Céntrese en los hechos relevantes y deje a esa mujer fuera de la conversación, por favor.

Le hablo sobre mi relación con mis sobrinos, la rutina que hemos establecido durante este último año y cómo era la dinámica cuando Nat estaba con vida. Mi corazón se arruga recordándola y un nudo en mi garganta aparece. Gael me pide facilitarle certificados de asistencia a actividades escolares, conseguir testimonios de amigos o familiares que puedan confirmar mi dedicación, registros médicos o psicológicos que daten mi salud y... joder.

Registros financieros que demuestren mi capacidad para proporcionar un hogar estable. Rasco mi nuca en lo que voy leyendo la lista rumbo al elevador. Eleazar gana muchos puntos en ese aspecto. Las llamadas de Sofía me dejan en una posición muy jodida.

—¿Alonso? —una voz llega a mí con tono asombrado.

Mierda. Mierda. Mierda.

Cierro los ojos con fuerza y rezo por un milagro estilo Jumper o Doctor Strange. Desisto emplear métodos de teletransportación cuando recibo una amistosa palmadita en mi espalda. Me atrevo a jurar que su traje de raya, maletín y zapatos lustrados son muchísimo más costosos que los de narizón Kaldor.

—Julius, qué inesperado verte por aquí. —Disfrazo mi mueca con una sonrisa y estrecho su mano.

Él mira divertido la pared a nuestra izquierda. LemusCowan se lee en grande y más tonto no puedo sentirme. La gente se fija en nosotros de reojo.

—Ya vi los artículos de tu imprudencia. ¿Viniste a demandar por difamación? —Su mirada afable se vuelve la de alguien que puede leer tus más oscuros secretos.

Abro mi boca sin saber cómo explicarme. No quiero que le cuente algo a madam Azzarelli.

—En realidad... no. —Carraspeo—. Vine por otro asunto y me gustaría mantener la confidencialidad cliente abogado.

—Entiendo. —Alza las cejas—. Te pediré un favor. Uno grande.

—Dispara.

Su rostro se torna muy serio.

—Aléjate de Regina y evita perjudicarla públicamente.

Frunzo el ceño, levantando la guardia. ¿Qué le pasa? ¡Soy un pobre inocente que sufre acoso por una loca y me reclama a mí!

—Ella comenzó yendo a buscarme —mascullo.

—Para proponerte de buena fe participar en su campaña. Valora tu talento y se preocupa, pero tú la expusiste frente a tus clientes —acusa—. Ni siquiera entiendo por qué se fijó y vuelve a confiar en un traidor.

Aprieto los puños

—Tú no tienes idea de...

—La entregaste al FBI y eso cuenta como traición. Analiza la situación en la que la pusiste e igual tienes las bolas para llorar porque te abandonó. Regina merece un aliado a su altura. Sé que es lanzada y difícil de ignorar; sin embargo, mantén los límites profesionales. Aunque las demandas llenan mis bolsillos, la mancha queda y queremos evitar más atención negativa de la prensa por tu culpa —su tono amenazante—. Igualmente, problemas sentimentales. Está más ocupada que nunca y no necesita distracciones.

Niego con la cabeza, mi gesto adusto.

—Sabes bien que yo no revelé información, Camila me hizo seguir un guion. Pero comprendo, puedes estar tranquilo. No estoy interesado en tener de nuevo algo personal con madam Azzarelli —aseguro y me alejo cortando cualquier intento de alargar la conversación.

Siento una fuerte opresión en el pecho.

No tuve opción.

Tomar esa decisión fue jodidamente doloroso, mas no me arrepiento. Regina podría salir de la cárcel, yo mismo encontraría la forma para pagar una fuga, pero nadie reviviría a mis sobrinos si una bala los hubiera atravesado. Son unos niños. Mis angelitos. ¿Ella no pudo entenderlo? Joder. Cada vez estoy más convencido de que es mala idea aceptar la propuesta de la campaña. 

***

Ya van diez minutos desde que aparqué frente a la residencia universitaria y nadie sale por la puerta. Dejo escapar aire. Miro la hora en mi reloj por tercera vez, un poco más impaciente de lo que debería.

Ignoro los mensajes de mi padre y Derek pidiendo explicaciones. Intento darle un poco de orden al caos en mis redes sociales. Tengo muchísimos mensajes sobre el jodido escándalo. El teléfono casi se me cae de las manos en cuanto leo un mensaje en particular.

Joder

Armagedón.

Armagedón: Anoche no tocaste el piano.

Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás. ¿Cómo le explico que vendí el piano sin quedar como un malagradecido? Conseguí 134.00$ en la venta. Pagué la deuda de Nathaniel y el resto lo usaré exclusivamente para el conflicto en la corte.

Alonso: Lo mudé a mi apartamento. Estoy planeando dar clases online de piano.

Mentira no es. Me gustaría hacerlo algún día.

Armagedón: Tienes una hermosa voz. ¿La diosa en tierra es alguien especial? Se nota que está muy interesada en ti. Un partidazo. Es preciosa y ardiente. Tú eres guapo y sexy. Harían una pareja explosiva.

¡¿Tú también?!

¿Por qué la gente no habla de otra cosa? ¡Mi vida no gira entorno a esa vampiresa!

Alonso: Es una mujer impresionante, pero busco cualidades más allá de las físicas en una compañera de vida.

Alonso: No creas nada de lo que dicen en internet.

Armagedón: ¿Cuál es tu versión de la historia?

Alonso: Lo siento, no me gusta hablar del tema.

Ni loco me arriesgaré a que un hacker filtre mis mensajes.

Armagedón: Perdona si te incomodé. Sólo trato de comentar el lado positivo. Ya he leído mucho de lo negativo. Confieso que me gustaría verte feliz. La presión de la prensa es un dolor de cabeza. Puedes desahogarte conmigo cuando quieras sobre el tema que quieras. Te leeré sin juzgar. Estoy aquí para lo que necesites, no importa si crees que es tonto o sin importancia. Te apoyo. ¿Vale?

Paso saliva, mi corazón acelerado. Quiero conocer a esta personita.

Alonso: Me gustaría darte un abrazo.

Armagedón: A mí también.

Sonrío de lado. Sale que está escribiendo... luego no y así pasan varios segundos.

Armagedón: ¿Estás recibiendo nuevos estudiantes para saxofón?

Alonso: Los cupos están llenos. Puedo hacer una excepción por ti. ¿Te interesa aprender?

Armagedón: Un conocido.

Alonso: Dile que me escriba a mi correo y mencione que viene de tu parte. Estaré encantado de instruirle.

Alonso: ¿En serio piensas que soy sexy?

«Recuerda que podrías estar hablando con otro hombre». Reprocha mi cavernario interior, pero es que con Armagedón nunca te aburres. Muchas veces nos hemos quedado en vela platicando.

Armagedón: Todos tenemos defectos; sin embargo, para mí eres perfecto; incluso más allá de cualidades físicas.

La puerta del copiloto se abre y Milena sube enfundada en un elegante vestido rosa pálido.

—¿Por qué no te pusiste un traje? —Me mira con horror.

—Iremos con una publicista, no con el presidente —gruño. La capucha de la sudadera me ayudó a salir de mi apartamento.

—Dorothy Fraga es una leyenda. Cualquiera mataría para negociar con ella —adopta postura profesional—. Revisaré el contrato y me aseguraré minuciosamente que no sea una encerrona de tu ex.

—No sé qué haría sin ti —murmuro y pongo a Bee en marcha.

Milena suelta una risita.

—Dedicarle canciones de despecho pública e imprudentemente.

Aprieto el volante.

—¿Nunca saldré de esta pesadilla? —jadeo arrepentido—. Su abogado me sermoneó al respecto y mis seguidores no han parado de mencionar lo que pasó. Yo no le dediqué nada. Las canciones fueron para los clientes.

Su risa aumenta.

—¿Los clientes te pidieron cantar Impossible?

—Ajá.

—También You walk away.

—Un clásico.

—¿Regina habrá querido replicarte con Un siglo sin ti?

Resoplo.

—Estoy seguro que ella preferiría Friends de Marshmello.

Delicate o End Game de Taylor Swift van más con su excéntrica personalidad y mala reputación —alude pensativa y pone en el estéreo una parte de la segunda canción.

I hit you like bang
We tried to forget it, but we just couldn't
And I bury hatchets, but I keep maps of where I put 'em.

Reputation precedes me,
they told you I'm crazy
I swear I don't love the drama,
it loves me.

And I can't let you go,
your hand prints on my soul.
It's like your eyes are liquor,
it's like your body is gold

Me remuevo incómodo.

—¿De qué lado estás? No pierdas tiempo imaginando cosas imposibles. —Cambio a Swift por The Rolling Stones—. Regina jamás me dedicaría una canción. No es mujer romántica. Odia la cursilería.

Lena sonríe con maldad.

—Bueno, me concentraré en ti que sí eres románticamente peligroso. El abogado tiene razón, incluso podría demandarte. En un blog subieron GIF e imágenes de anoche. No eres discreto, hermanito, se nota cómo no mirabas a los clientes, sino a Regina de forma significativa y ella a ti. Luego desaparecieron en tu oficina. People rescató para analizar las fotos de ustedes besándose en un estacionamiento y capturas de los videos de ambos bailando tango. Los hilos de Twitter aseguran que derretiste su corazón y fueron a follar, otros van sobre la curiosa pareja que hacen y debates sobre si serás su esclavo sexual o el futuro rey de Chicago.

—Soy plebeyo —digo con una mueca.

—La reina es exogámica.

—No me interesa.

Suelta una ligera carcajada. Se está divirtiendo con mi tensión.

—Todavía la amas. No eres sutil en ese aspecto.

Error 404 Logic Not Found.

—A mí no me agrada lo que te hizo —prosigue por mi silencio—, pero me reservo los insultos porque, me guste o no, será tú socia.

Niego rápido con la cabeza, mi estómago hecho un nudo.

—Daré vuelta en el próximo cruce y te regresaré a la residencia.

—¡No seas insensato! —vocifera alarmada—. Iremos a la corte y las posibilidades de ganar sin fondos son nulas.

—¡La mala prensa podría afectar la disputa con Eleazar!

—¡O favorecerla! También hay puntos positivos. La influencia de Regina puede ayudar. Necesitamos el dinero que ganarás con el contrato.

Game over

—En el restaurante nos va bien —insisto y la miro apremiante en un semáforo—. Venderemos los órganos de Nathaniel para complementar.

—Están podridos por el cigarro. —Rueda los ojos—. Enfrenta las consecuencias de lo que hiciste. Piensa lógicamente, no desde los sentimientos. Lo que intento es que te vayas preparando para esta ola sensacionalista que se mantendrá si aceptas trabajar con Regina.

—Siempre hablan de su libertinaje. —Mis dientes apretados—. En dos días, lo habrán olvidado y especularán sobre otro posible rey de Chicago.

Es una millonaria pervertida que caza hombres por deporte.

—Si comienzan a verlos juntos otra vez... Ay, Alonso, los escándalos sobre la vida loca de Regina no tienen bases sólidas. Siempre son suposiciones de la prensa. Jamás la han pillado en el acto o fotografiado con alguien, que no sea Lorena Specter, de forma afectiva... hasta que los descubrieron a ustedes. Tú fuiste su única conquista obvia. Su descuido. No te demandó por arrastrarla a este nuevo escándalo —destaca—. Azzarelli no es humilde. Le gusta exhibirse y presumir su riqueza pero nunca responde preguntas personales. El misterio genera mayor intriga. ¡Mayor glamour!

Finjo sordera durante el resto del camino. En el estacionamiento de la agencia publicitaria, los estirados ejecutivos miran raro a Bee. Es el único coche que no se ve lujoso, de este año o de color oscuro. ¿Qué tiene de malo un Camaro amarillo? La situación no es muy diferente cuando entramos, Milena reconoce a algunos famosos, ella camina con el estilo de una estrella de Hollywood y me incita a mantener la seguridad en mí mismo, pero la recepcionista parece olfatear que somos simples mortales porque nos atiende con apatía.

Todo cambia cuando ve mi identificación, sin embargo.

—¡Alonso Roswaltt! —Abre mucho los ojos—. La señora Fraga los está esperando en la sala reuniones.

Metafóricamente, nos tienden una alfombra roja y ofrecen champán junto con aperitivos en lo que subimos unas escaleras. El edificio es de dos pisos, elegante y moderno con paredes de cristal transparente. Milena me ha mareado desde ayer leyendo el perfil de la publicista, pero la mujer sonriente que nos espera en una mesa redonda dista mucho de lo que imaginé.

No exuda frivolidad como cierta italiana. Treinta y pocos. Usa un traje hecho a la medida de chaqueta y falda en color blanco.

—Alonso, Milena. —Dorothy nos tiende la mano con afabilidad e invita a sentar—. Por fin puedo conocerlos en persona.

—Suena a que ha escuchado mucho de nosotros —acota Milena.

—Ciertamente, Regina me puso al día y las noticias también, principalmente sobre ti, Alonso. Para ella no ha sido fácil batallar con la prensa. —Me mira con desaprobación en lo que va colocando frente nosotros varias revistas que mencionan mi presentación—. Estoy al tanto de que ella te buscó en un lugar público. Diría que lamento que te involucraran, pero lo que hiciste dio cuerda a que hablaran de ustedes. A partir de ahora, deberás actuar con mayor discreción.

Asiento lentamente, cansado de que mencionen el acontecimiento como si hubiese cometido el mayor crimen de toda la historia de la humanidad. Dorothy nos desliza también unos papeles. ACUERDO DE CONFIDENCIALIDAD se lee en la primera página.

Leo con detenimiento cada párrafo relativo a detalles sobre el proyecto, la vida personal y empresarial de Regina Azzarelli, y su patrimonio. Me remuevo en mi asiento, recordando que firmé varios acuerdos de confidencialidad cuando entré a la torre siendo empleado de Searchix; mas Regina nunca me hizo firmar nada después de que me despidieran y se perdiera el beneficio de confidencialidad cliente-auditor.

Ella conocía el riesgo de mi testimonio y confío en mí.

Milena firma, guarda su copia y le entrega la otra a Dorothy, quien me escruta curiosamente esperando a que termine de leer. Aceptar este trabajo es equitativo a volverla a ver. ¿Podré soportarlo? Ella prometió no inmiscuirse. Velaré por el bienestar de mis sobrinos.

Suspiro y firmo.

Dorothy nos entrega varias listas de puntos a tratar y varias tablas de datos. Durante los próximos minutos, nos explica de forma concisa de qué va el proyecto. Me gusta que sea sincera. No miente o trata de hacernos creer que esto es cien por ciento filantrópico. El objetito a priori es rehabilitar la imagen de Regina. Necesita que la prensa le favorezca.

Madam Azzarelli dirige la fundación RAzzarelli, humanitaria y sin ánimos de lucro, centrada en apoyar a jóvenes con dificultades económicas. Ofrece varios servicios que van desde salud, educación, justicia social, hasta desarrollo sostenible, concientización e innovación. Los alcances serán nacionales y algunos eventos se realizarán simultáneamente. No puedo estar en dos lugares al mismo tiempo, por lo que se me permite escoger.

¡Debutaré en New York si así lo decido!

—¿Tenemos que pagar los gastos de viaje? —inquiere Milena. Las zonas destinadas para los eventos son de alto lujo.

—Correremos con todos los gastos. Algunos eventos cuentan con código temático. En el primero, serás telonero de Andrea Bocelli —explica, dirigiéndose a mí—. Está programado entre dos semanas. Se te solicita que incluyas en el repertorio You are the reason de Calum Scott.

Respingo por el codazo de Milena. Me mira de reojo con malicia.

—¿Alguna razón especial para tocarla? —pregunto con recelo.

Sospechoso.

—No tengo información al respecto —lamenta sin alterar su tono o expresión profesional—. Podrás elegir el resto, incluyendo las tuyas propias. Aprovecha. Será beneficioso que te des a conocer en estas presentaciones. —Señala un calendario—. A finales de julio, tendremos un festival musical de tres días. Se espera una asistencia mayor a tres mil personas, Alonso. Triunfa en nuestra campaña, y triunfarás en cualquier parte.

—Esto es demasiado —murmuro, abrumado.

Se me dificulta procesar que me están escogiendo a mí para un compromiso de tal magnitud.

—¿Podrías darnos unos minutos para discutir? —pregunta Milena.

—Los que necesiten. —Dorothy sonríe, cordial.

Apenas la puerta se cierra, Milena me da un coscorrón con la primera revista que alcanza.

—¡Esto es grande y de mucha importancia, Benjamín!

Muevo mi pierna con inquietud.

—Necesito tiempo. No sé si quiero aceptar.

—¡¿No sabes si quieres aceptar o si quieres ver a tu ex?! —Parece que va a desmayarse. Cierro un ojo con una mueca—. Haz cálculo de la relación costes-beneficios que va a suponer esto. Mira, entiendo que quieras evitarla, no es obligatorio que simpatices con ella. Como tu manager, te repito que no puedes rechazar la oferta. Lo hiciste cuando estaban juntos bajo el pretexto de no quedar como un aprovechado. Respeté tu decisión a pesar de no estar de acuerdo. ¡Ya no son pareja! —Hace énfasis con sus manos—. Demuéstrale que la superaste y que no te afecta. ¿Cómo? Aceptando participar por tu propio beneficio. No le des más importancia.

Intento hablar y niega. No ha terminado el regaño.

»Escúchame bien: el medio del entretenimiento es una jungla donde sólo sobreviven los más ávidos. Nadie escala sin un pequeño empujón. Regina Azzarelli será ese impulso. Nada más. Tus redes sociales se van a disparar, atraerás más personas que quieran contratarte e incluso al restaurante. Piensa en la pequeña escuela de música que quieres abrir, Alonso. —Toma mi mano, sus ojos suplicantes—. Piensa en mí y todos los contactos que podré adquirir, ascenso social y una experiencia única. Nuestras carreras van a despegar. Esta es nuestra oportunidad.

Desvío la mirada con un mohín.

—Detesto que sea ella la que brinde esa oportunidad —mascullo.

Lena ha desempeñado perfectamente su papel como mi manager. Estoy orgulloso y comprendo lo que significa para ella este encuentro. Aunque igual pienso en las repercusiones que sufriré si acepto.

—Como tu hermana que tuvo que aguantar tus rabietas depresivas, escuchar día y noche You walk away, sostenerte para que no hundieras la cabeza en el retrete mientras vomitabas el alcohol que bebiste impulsivamente... créeme que también lo detesto. —Menciona con reproche. Entierro mi rostro entre mis manos ante la mención de esa época oscura—. Nos pagarán por adelantado. Como tía de Niko y Sofí, pienso que debemos fortalecernos para enfrentar a Eleazar.

Carajo, basta de egoísmo. Esto no se trata sólo de mí. Alcanzo una botella con agua y la bebo entera para bajar el nudo en mi garganta. Miro a Milena con determinación.

—Tienes razón. Se lo prometí a Natasha por mi garrita. No hay nada en el mundo que no haga por los chicos. —Sonrío nostálgico—. Si debo vender mi alma al diablo con tal que se queden con nosotros, yo mismo bajaré al infierno para entregársela.

Lucharé por ellos y ganaré. 


_________

No olviden dejar sus comentarios :)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top