Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₂₇

‼️Este capítulo contiene descripciones de tortura, se indicará dicha escena antes de que comience por si no les gusta leer ese tipo de contenido‼️

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Podía oír los rugidos del alfa de fondo, como si mis oídos se hubieran taponado y mi vista se tornara borrosa, pues lo único que era capaz de observar era el borroso cuerpo de Jungkook adentrándose en la cámara de Namjoon.

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Kim SeokJin

Una dulce voz llamando el nombre de Jungkook a gritos nos despertó, abrí mis ojos adormilado, sobresaltándome cuando un gran estruendo hizo presencia en la cámara, parecía que querían echar la puerta abajo.

Un intenso olor a chocolate se coló en la habitación, no había que ser muy listo para saber que el lobo que pretendía irrumpir en aquella sala era el temido alfa de la manada.

Namjoon y yo nos miramos, ambos sin emitir sonido. El alfa cogió mi mano, regalándome un ligero apretón, parecía que la frase "todo va a salir bien" se hallaba impresa en su mirada.

Tenía miedo, Jungkook era un buen alfa, el mejor que había visto nunca me atrevería a decir, pero su obsesión por el cumplimiento de las normas era algo que me hacía temblar.

La puerta de la cámara fue arrancada de cuajo y arrojada al pasillo como si fuera un trapo, dejándonos ver tras ella a mi hermano, tenía la respiración agitada, su pecho subía y bajaba con rapidez, sus manos se encontraban envueltas en puños y sus ojos se hallaban encendidos en el dorado más incandescente que había visto jamás.

Temía por su control, en el ambiente se podía palpar el terrible enfado y decepción que sentía el alfa, pero algo me decía que Jungkook había ascendido un peldaño más en la vida, que después de pasar una de sus noches en celo acompañado de su gamma sin tener que lamentar al día siguiente, manteniendo a su lobo a raya, lo posicionaba en la actualidad no solo como el alfa más fuerte que había existido en la manada Jeon sino como el más jóven, integro y el que más control de sí mismo poseía.

Apenas pasaron décimas de segundo cuando Jungkook comenzó a caminar hacía Namjoon con la furia en sus ojos, haciendo que un incómodo nudo se colara en mi garganta, cristalizando mis ojos.

Sabía que algo así pasaría, que Jungkook acabaría descubriéndonos, pero saber que tu sino acababa hoy no dejaba de ser duro, por muy predecible que fuera.

El alfa rugió con fuerza agarrando a Namjoon de los brazos, sacándolo de un tirón de la cama, con la impresión de ver al alfa en aquel airado estado ninguno de los dos habíamos hecho amago de movernos si siquiera.

—De los millones de omegas que hay en el mundo, de los cientos de lobos y lobas válidas que hay en esta manada —gruñó frente a su rostro apretando sus dientes— decidiste que mi hermano era la mejor opción.

—Es la mejor opción —interrumpió Namjoon sorprendiéndome, aquel arranque de valentía contra el alfa era algo inusitado en la manada.

—No es para ti —sentenció Jungkook con una profunda y oscura voz antes de arrojar el cuerpo de Namjoon hacia una de las esquinas de la cámara.

Aquel acto fue como pulsar el botón de on en mi cuerpo, haciendo que me levantara de la cama con desesperación.

Jungkook golpeó a mi alfa en la cara, marcando su pómulo con un feo destello rojo.

Aquel golpe se sintió como si me hubiera golpeado a mi, me ardía el pómulo y un terrible sentimiento de desesperación, terror y angustia se adueñaron de mi estómago y presionaron mi pecho, haciéndome difícil respirar.

Ahí fue cuando caí en la cuenta de lo ocurrido la noche anterior, Namjoon y yo no solo habíamos compartido placer y sábanas, también había sido anudado y marcado por él, por lo que ahora formamos a ser lobos emparejados, cuyos sentimientos están vinculados por el rojo hilo del destino y del amor.

Jungkook hizo el amago de volver a golpear a Namjoon, me fue imposible quedarme quieto.

Me abalancé sobre mi hermano agarrando sus brazos con la intención de que no volviera a causar daño a uno de los seres que más amaba.

—Para —supliqué tomándolo con fuerza.

Jungkook posó sus ojos en mí, sorprendido por mi osadía, por meterme entre los dos.

Al ver mis ojos de desesperación y el dolor que mi rostro reflejaba desvió su mirada a mi cuello descubriendo la marca que, como su mismo nombre indica, marcaba un antes y después en mi vida.

La rabia que desprendía Jungkook pareció desvanecerse levemente, me miró dolido, incrédulo, como si me hubiera condenado a mi mismo a muerte sin siquiera saberlo.

–¿Pero qué has hecho? –preguntó en un hilo de voz–. ¿Es que acaso no sabes lo que eso significa? –retomó la rabia que había dejado de lado cuando la decepción decidió ser protagonista.

–Lo quiero –confesé–, desde mucho antes de que tú fueras el alfa de esta manada, por mucho que hayas querido cambiar las cosas tu reacción al respecto no dista de la de papá –escupí aquello último con rabia, sabiendo que le dolería.

Quería a Jungkook, era mi hermano, lo había visto y criado en todas las etapas de su vida, pero ahora las cosas eran distintas, él había encontrado a su loba, a su calma, yo también merecía ser feliz después de todos estos años de sepultura y sufrimiento, no podía permitir de nuevo que sus fantasmas del pasado nos arrastren a todos, como una maldición generacional, condenados a la cadena perpetua del eterno sufrimiento por causa ajena.

Los ojos de Jungkook se cristalizaron ante mis palabras, ví como las lágrimas corrían por sus mejillas, pero no hablaba, pensaba, podía verlo en sus ojos, dolía ver aquella mirada, desolada, ahogado en los recuerdos, atado en aquel fondo a mano de sus miedos.

–Sé que piensas que la desgracia te abrazó el día que naciste, y que haces todo esto para remediarlo, para que nada malo te vuelva a pasar sin darte cuenta de que nos estás marchitando a todos con tus normas, la solución a tus miedos no es mantenernos a todos en urnas de cristal para que podamos permanecer a tu lado unos segundos más, la solución a tus miedos no está en ninguno de nosotros, sino en ti.

Pasaron segundos, su semblante cambió, había vuelto.

–Todos los actos tienen consecuencias, las normas son claras ¿tan difícil es seguirlas? –formuló implacable, por mucho que él supiera que yo llevaba la razón no daría su brazo a torcer.

–Vivir sin ser yo mismo es lo mismo que estar muerto –sentencie, sabía que era arriesgado, que la parca nos saludaba de fondo, pero una vez comenzada la revolución no podía echarme atrás, por primera vez en la vida estaba siendo completamente fiel a mi mismo.

Jungkook gruñó ante mis palabras, con el enfado y la rabia corriendo por su organismo levantó la cama testigo de lo ocurrido anoche, haciéndola añicos contra la pared, todos los presentes cerramos los ojos ante tal estruendo.

–La excepción que haré será no matarlo, pero solo para tú sigas viviendo –gruño señalándome con su dedo índice, tras tomarse su tiempo en decidir qué haría con nosotros–. Despídete de él, porque te aseguro que no volverás a ser el mismo cuando vuelvas –habló esta vez señalando a Namjoon.

Una vez dadas las instrucciones el alfa salió de la cámara, directo hacia ___ la cual recogió del suelo, aún se hallaba petrificada.

Namjoon se acercó a mi, acunó mi rostro en sus manos.

–Pase lo que pase, sin duda ha merecido la pena cada segundo que he compartido a tu lado.

Una pequeña sonrisa se coló en mis labios, mientras mi corazón latía por él desbocado, me preocupaba lo que pudiera pasarle.

–Tu y yo ahora y siempre –susurré antes de deleitarme con un último beso, que más que amargor de despedida sabía a amor, ambos estaríamos allí para el otro pasara lo que pasara.

Salimos de aquella cámara ambos cogidos de la mano, encarando a Jungkook el cual sostenía a su gamma por la cintura.

–Llevaré a ___ a la habitación, quiero que tú te vayas a la enfermería y que te duerman.

–No quiero que me duerman –escupí con desagrado.

–No recuerdo haberte preguntado nada –aquella contestación hizo gruñir a mi alfa, sorprendiéndome.

Jungkook permaneció serio, dió un paso al frente encarando a Namjoon, había pocas cosas que tenían la capacidad de achantar al alfa, su mano derecha no era una de ellas.

–Parece que se te ha olvidado la cadena de mando, tranquilo, en breves te la recuerdo, te asegurarás de que duerman a Jin si es que es cierto eso que sientes por él, e irás a la sala de castigo, ponte cómodo, nos llevará un rato.

Jungkook no espero contestación simplemente se marchó, llevando a ___ consigo.

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Kim Namjoon

Dejé a Jin en la enfermería, consiguiendo que al fin accediera a ser sedado con el propósito de que su cuerpo no sufriera durante mi castigo.

Caminaba tranquilamente por los pasillos de la fortaleza, en dirección a la sala de los castigos, sentía que lo peor ya había pasado, Jungkook nos había descubierto y no teníamos que lamentar ninguna pérdida, sin duda superar aquel día había sido toda una victoria.

Bonitos recuerdos de anoche acariciaban mi mente, aun podía sentir aquel aroma a cítricos que tan loco me volvía.

Por los pasillos solo se escuchaba el sonido de mis zapatos, cada vez que daba un paso, supuse que todos estarían en sus respectivas habitaciones tras las alarmas activadas durante los celos.

Era un tanto paradójico, andaba con una gran sonrisa, me sentía demasiado feliz, aunque estuviera de camino a mi castigo, aunque Jungkook me torturara horas y horas no podía dejar de sonreír, quería reír y llorar de la alegría que rebosaba en mi ser, no recordaba haber sentido algo similar en mi vida; esa plenitud, el sentimiento de que ya nada te falta, que lo único que te queda es disfrutar y vivir tu maravillosa vida, pues teniendo a Jin a mi lado no necesitaba más que seguir respirando.

Cuando me quise dar cuenta ya me encontraba en la sala de los castigos, no me molesté en llamar a la puerta, sabía que Jungkook ya estaba allí, el potente olor a chocolate que desprendía delataba su ubicación.

Entré intentando ocultar mi felicidad, dejando que la seriedad bañara mi rostro.

–¿Por qué has tardado tanto? –gruñó el alfa nada más verme.

– Jin no quería que lo sedaran, pero al final he conseguido convencerlo.

–Siéntate –ordenó después de asentir ante mis palabras–. ¿Qué se supone que debo hacer contigo? ¿Colgarte? No puedo arriesgarme otra vez a que mueras ¿Cortarte las manos? Un lobo sin patas no me sirve para nada –enumeró masajeando sus sienes, pensando concienzudamente qué haría conmigo.

Recuerdos de cuando fui colgado invadieron mi mente, nunca había experimentado un dolor físico semejante, la tensión en mis articulaciones cada vez que añadían peso a mis pies, como poco a poco mi cuerpo iba cediendo, mi piel se desgarraba y la sangre escapaba de mi ser como si pidiera ayuda desesperadamente.

–¿Cuánto tiempo se supone que lleváis...? –dejó caer aquella pregunta sin saber muy bien cómo acabarla.

–Exactamente desde el día de tu presentación –contesté sin tapujos sorprendiendo a Jungkook.

–¿Por qué no me habeis dicho nada en todo este tiempo? –se podía notar algo de decepción y leve dolor en sus palabras.

–¿Hubiera cambiado algo? ¿Hubieras reaccionado de otra forma de haberlo sabido antes? Me hubieras matado, es más, sigo viviendo solo porque no quieres que tu hermano se muera.

–Si, te hubiera matado –me dió la razón, tras una breve pausa– aunque seas como mi hermano mayor mi familia está por encima de todo lo demás.

Jungkook suspiró, parecía no ser algo fácil para él.

–¿Qué crees que hubiera hecho tu padre conmigo?

Odiaba todo esto, cuando el padre de Jungkook era el alfa Jin y yo no podíamos estar juntos, pues su padre quería que su hijo beta fuera emparejado con una omega, sería demasiado denigrante para él y un insulto tener la osadía siquiera de pensar que uno de sus betas estuviera con un alfa.

Jungkook tenía motivos distintos, pero al final el resultado de nuestro destino no era muy diferente.

–No hables de los que no están –gruñó el alfa–. Ni siquiera te atrevas a mencionarlo.

–Aun sigo viendo cosas de él aunque esté muerto, no guardas sus motivos, pero al final haces lo mismo, eres igual que él, con otro nombre y otras ideas.

Sabía que el tema era espinoso, que le dolía, más bien le quemaba, pero me daba igual, él necesitaba escuchar las verdades por muy dolorosas que fueran, si nadie se atrevía a decirselas yo lo haría.

Mis palabras se clavaron como puñales sobre él, pues una de las cosas que Jungkook tenía más que claras era no ser como su padre.

–Yo no soy como él –gruñó con fuerza y rabia–. No volverás a sentir a mi hermano bajo tus manos, ese será tu castigo –sentenció finalmente dándome la espalda.

Se acercó a una de las vitrinas que había en aquella sala de la que sacó un pequeño cuchillo de hoja ancha, afilada.

Tragué saliva al verlo, era un cuchillo desollador.

‼️‼️

–¿Me vas a desollar vivo?

–Solo la palma de tus manos, empezaré por la yema de tus dedos y cuando acabe con ellas las posarás sobre el fuego hasta no sentir nada, acepto tu enlace con mi hermano pero quiero que cada vez que se te ocurra ponerle las manos encima recuerdes que si estas vivo es por que yo te lo permito.

Asentí con resignación, aceptando el castigo.

Cerré los ojos y suspiré con fuerza antes de entregar mis manos a Jungkook.

Agradecí la idea del alfa de sedar a Jin, sabía que el precioso beta no aguantaría el dolor infernal al que me enfrentaría en breves.

Jungkook cogió mi mano derecha y con la punta del cuchillo delineo los bordes de mis dedos, contando la piel a su paso, sentía como gotas de sangre se deslizaban por mis falanges.

Una vez delineó todo el contorno de la palma realizó cuatro cortes, desde el inicio del metacarpo hasta el borde de la muñeca.

Soltó el cuchillo antes de llevar sus manos a los bordes de mis yemas y tirar de ellas, arrancando la piel que cubría mis dedos.

A mi mente vino Jin, su olor a cítricos, sus gruesos y tiernos labios, su humor único, pero sobre todo su piel, aquella suave y cálida piel que no volvería a sentir jamás bajo mis manos.

Fruncí mis labios con agonía, se sentía como cientos de agujas incandescentes hundiéndose en mi piel, pero aquel dolor no era nada comparado con una vida sin Jin, por que solo el amor era capaz de doler hasta matar o más bien la ausencia de él.

Apreté mis párpados con fuerza, intentando controlar a mi lobo, el cual quería salir cada vez que Jungkook levantaba mi piel, ardía, mi lobo quería matarlo, que el dolor cesara, pero debía aguantar, por Jin, por mí y también por Jungkook.

Los minutos pasaban y Jungkook no terminaba, parecía que cada vez iba más lento. Ninguno de los dos mediamos palabra, cada uno concentrado en su labor.

El alfa alzó la mirada cuando acabó, eché un vistazo a mis manos, se hallaban cubiertas de sangre, rojas, apenas podía moverlas pues incluso el roce del aire me hacía querer gritar.

–Llévalas a la chimenea y apaga tu dolor con el fuego –ordenó con voz firme.

Apresurado corrí hacia la chimenea y sin pensarlo posé mis manos sobre el fuego. Un nudo se instaló en mi garganta, aquello me estaba matando, no podía soportarlo más, sentía que mi cuerpo se desvanecería.

Mi vista se tornó borrosa y cuando creí caer Jungkook me apartó del fuego.

No era capaz de mantenerme por mi mismo, era como si mi cuerpo ya no me perteneciera, lo único que podía sentir era mi cabeza, un incesante bombeo cada vez más pesado que me impedía oír o ver con claridad.

Lo único que alcancé a escuchar antes de dejar de luchar fueron las palabras de Jungkook.

–Por favor, no me hagáis esto nunca más –gimoteó dejándome sentir sus saladas lágrimas sobre mis mejillas.

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Aquí les dejo la actualización de resiliencia, sé que ha pasado mucho tiempo desde la última.

Estas últimas dos semanas me he dedicado a leerme la novela entera, a organizar lo que queda de ella y a escribir aunque fuera un par de párrafos al día, quiero volver a incluir a la escritura entre mis hábitos, me hace bien.

Me queda un mes exacto de vacaciones, quiero aprovecharlo al máximo.

He amado leer la novela de nuevo, creo que me va a costar mucho despedirme de mis personajes cuando la acabe, llevo demasiado tiempo con ellos en mi mente.

Decirles que resiliencia está programada para tener 50 capítulos, vamos a ir viendo poco a poco la evolución de los personajes cosa que amo.

En breves entrará Taxia en acción (novela Yoonmin) de ahí también la tardanza, fundir dos novelas es complicado.

Muchas gracias por esperarme 💜

Gracias por leer 💜

Love u Sinners ❤️

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