Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ₂₃


Habían pasado dos días desde que vi por última vez a Jungkook, cuando se ejercitaba sin descanso en la sala de entrenamiento para alfas avanzados.

Estos días habían sido de lo más tranquilos a la par que aburridos, no sabía que la presencia de Jungkook fuera tan importante para mi, incluso podía decir que lo echaba de menos.

Estos últimos meses me había acostumbrado a tener su chocolateada figura frente a mi día tras día. Recibir sus cuidados, preocupación por mi bienestar y cariñosos gestos se había convertido en algo agradable para mi, tanto que cuando no los recibía me sentía sumamente extraña.

Tal y como Jungkook había ordenado no salí de la habitación, había permanecido en ella mientras contaba baldosas, jugaba con el agua durante largos baños de dos horas y compartía más de una conversación con Kim Taehyung, aquel agradable omega que siempre que tenía un hueco se acercaba a hacerme compañía.

Por eso en este mismo instante me encontraba sentada como un indio en mi cama, frente a un Kim Taehyung sentado en la misma posición que yo.

Ambos jugábamos con nuestras manos, posicionando las mías extendidas sobre las suyas, intentando evitar los manotazos que Tae me quería propinar.

Según él aquel juego agilizaba nuestros reflejos, aunque en lo que llevábamos de tarde lo único que había conseguido habían sido un par de manos rojas.

No hacía mucho que el omega me había contado lo sucedido en la habitación del alfa con olor a bosque fresco.

Me sentía afligida por Taehyung, verlo apenado por el rechazo de Hoseok me partía el alma.

No dudé en consolarlo y asegurarle que aquel ciego alfa no tardaría en darse cuenta de la oportunidad que había dejado escapar, pues un omega como Taehyung no lo encontrabas en cualquier manada.

No me dio tiempo a esquivar la palmada que el rápido omega tenía preparada para mi, sintiendo un ligero ardor en el dorso de mi mano.

Aquellas palmadas picaban.

— Otra —insistió Tae con una divertida sonrisa al ver como frotaba mi mano con cara de pocos amigos.

— Se supone que los omegas sois seres tiernos, adorables y dulces, no sádicos despiadados que disfrutan azotando a gammas desvalidas —comenté con una leve indignación haciendo reír de nuevo al omega.

— Lo siento, verte perder es de lo más divertido —rió mientras sacaba su lengua al ver como le enseñaba mi dedo medio.

No me gustaba perder, pero escucharlo reír compensaba levemente aquel malestar.

Sentía que Tae era el tipo de persona que, por desgracia, le había tocado estar en el momento y lugar equivocados.

— Es una pena que sea un poco tarde y tenga que irme en breves, de no ser así me quedaría toda la noche para observar como pierdes todas y cada una de las partidas.

— Omega de poca fe —murmuré rodando mis ojos con cansancio—. Llegará el día en el que te patee el culo, ya lo verás, Sang ___ nunca olvida —besé mis dedos que se encontraban en forma de cruz, como si del sello de una promesa se tratase.

Coloqué de nuevo mis manos en posición de juego, poniéndolas encima de las de Tae, esperé a que decidiera moverse y propinar una palmada lo suficiente rápida como para que no pudiera esquivarla.

Un irritante sonido intermitente se coló en la habitación antes de que el omega pudiera mover sus manos, consiguiendo que el sobresalto se colara en nuestros cuerpos.

— ¿Qué es eso? —formulé aun sorprendida.

— Hay un alfa en celo —informó el omega con la preocupación en su rostro—. Un alfa que aun no han logrado controlar. Tengo que estar en mi habitación cuanto antes —se apresuró a decir antes de levantarse de la cama.

El omega se acercó a mi para depositar un cariñoso beso en mi frente en forma de despedida.

— No salgas de tu habitación —ordenó antes de apuntarme con su dedo índice.

Taehyung abandonó el cuarto con rapidez cerrando la puerta de un portazo.

Pegué un pequeño salto por el estruendo, demasiados estímulos externos para mis sentidos.

Me sentía ligeramente abrumada, haber estado encerrada durante horas hacía que perdieras la noción del tiempo, un par de días sin salir de la habitación parecían semanas apartada del mundo, lo sabía por experiencia, aquellos meses bajo las mismas cuatro paredes pasaban factura, volver a la clausura conseguía que un leve sentimiento de miedo se colara en mi, miedo por volver allí.

No sabía si el alfa que había provocado el sonido de aquella sirena era Jungkook, no sabía si se encontraba bien, si ya había entrado en celo o simplemente estaba tranquilo en su habitación contando baldosas al igual que yo hace unas horas atrás.

Me levanté de la cama, me encontraba demasiado nerviosa como para estar quieta.

Con unos pantalones cortos de pijama y una camiseta negra de manga larga con olor a chocolate comencé a caminar por la habitación, a la vez que recogía mi pelo en una cola de caballo alta, de forma que el rubio de mis puntas destacara sobre mis raíces algo más oscuras.

Detuve mi cuerpo frente a la ventana de la habitación y observé la parte trasera de la fortaleza, no me había percatado de las hermosas flores que las decoraban.

Era extraño ver aquel pequeño campo de flores en medio de un frondoso bosque lleno de árboles, era como un hermoso punto de vivo color encima de una gran extensión sepia.

Seguí caminando por la habitación hasta llegar al armario, nunca se me había ocurrido hurgar en él, hasta hoy.

Los primeros cajones me pertenecían a mi, en ellos guardaba mi ropa interior y los calcetines, sin embargo no sabía lo que había en los cajones de abajo.

Abrí uno de ellos, dándome cuenta de que pertenecían a Jungkook.

Me sorprendió que todas las prendas fueran iguales, bóxers negros, no había otra cosa en aquel cajón. Se me cogió un pellizco en el estómago al recordar lo bien que le quedaba aquella oscura prenda al alfa de la manada.
El gruñido de un alfa me hizo pegar un salto y cerrar a toda velocidad el cajón que observaba.

Me estremecí ante aquel sonido, sonaba demasiado desgarrador, como si estuviera sufriendo. La tensión habitaba en mi cuerpo hasta el momento en el que me percaté de que aquel gruñido no pertenecía a Jungkook, sino a otro alfa que también conocía, Kim Namjoon.

Posiblemente la alarma haya sido activaba por él. No pude evitar suspirar de alivio, aunque me sentía mal por el pobre Namjoon, no era comparable a lo mal que me sentiría si fuera Jungkook el que estuviera gruñendo en su lugar.

Las horas pasaron, el pobre Namjoon había sustituido aquellos gruñidos por lastimosos alaridos, se podía escuchar su sufrimiento a través de las paredes.

Sin siquiera verla venir una desesperada Rudy irrumpió en mi habitación. Me quedé paralizada al ver el estado en el que se encontraba, llamativas manchas de sangre decoraban su ropa, haciéndome dudar si pertenecían a ella o a alguien más.

— ¿Pero qué...

— Te necesitamos —me interrumpió a la vez que cogía aire, parecía que había corrido bastante rápido para llegar aquí—. Namjoon esta en celo, no para de quejarse, esta volviendo loco a Jin, no puede concentrarse.

— ¿De quién es la sangre?—ignoré por un momento lo que había dicho, mirando la sangre que la cubría.

— Jungkook ha empezado a gruñir un poco, Jin se ha asustado porque no estaba Namjoon para detenerlo y...—detuvo su relato limpiando su rostro, no me había percatado de que se hallaba llorando.

— ¿Qué le ha pasado?—formulé casi al borde de la histeria a la vez que me levantaba de la cama.

— Todos estábamos nerviosos, no sabíamos muy bien que hacer sin Namjoon, se suponía que Jungkook debía entrar en celo antes que él.

No estaba contestando mis preguntas, en su lugar mareaba la perdiz como si estuviera encontrando la forma de decirme lo que había sucedido.

— ¿Dónde está Jungkook?—gruñí acercándome a ella con aires intimidantes.

— Solo había un viga de hierro —volvió a excusarse.

Un burbujeo incesante se coló en mi pecho haciéndome querer sacar mis garras.

Me posicioné frente a una afectada Rudy cogiendo su camiseta, logrando arrugarla.

— ¿Dónde está?— pregunté con una voz demasiado oscura como para pertenecer a mi cuerpo.

Al ver que no contestaba gruñí a la vez que zarandeaba su cuerpo para hacerla reaccionar.

— Todos están en el ala de los alfas —susurró.

Solté su camiseta para después aclarar mi garganta.

— ¿Por qué me necesitas?—recordé sus primeras palabras al irrumpir en mi habitación.

— Jin no puede con dos alfas, Hoseok no sabe lo suficiente como para poder manejarlo, Tae y yo solo somos omegas, te necesitamos.

— Le prometí que no me movería de aquí, además, solo soy una gamma ¿qué cambiaría mi presencia allí?

— No lo sé, tu solo ven, por favor.

Nunca pensé tener a Rudy rogando por mi presencia.

Asentí en respuesta. Sentí como Rudy agarraba mi brazo con el objetivo de guiarme, pues no sabía donde se encontraba el búnker que resguardaba a la manada de Jungkook en sus épocas de celo.

Ambas salimos de la habitación a toda velocidad, sin perder nunca la precaución, pues cada vez que girábamos en un pasillo Rudy se molestaba en comprobar que este estaba despejado.

En menos de un par de minutos alcanzamos el ala de los alfas, me sorprendió bastante que Rudy tuviera las llaves pues solo los alfas poseían las llaves de aquella zona.

— ¿Tu puedes tener llave del ala de los alfas?

— No, estas no son mías —agitó el puñado de llaves que colgaban de una gran anilla.— Son de Jungkook, si quiere salir de aquí tendrá que echar todas las puertas abajo.

— Lo he visto levantar un coche como si fuera una pequeña piedra, no creo que echar unas cuantas puertas abajo sea demasiado trabajo para él.

— Lo sé, pero están forjadas con acero, al menos estará algo entretenido.— se encogió de hombros.

Parecía que Rudy había conseguido relajarse.

— ¿De quién es la sangre?—recordé que aun no había tenido el valor de decirme que había sucedido con Jungkook.

— Jin le ha abierto la cabeza con una viga de hierro —comentó ya con tranquilidad—. Ha sido hace unos minutos así que supongo que la herida ya se habrá cerrado.

Mi loba gruñó al escuchar sus palabras.

No sabía qué pensamiento había cruzado su mente, pero había pasado de la desesperación absoluta por ayudar a sus hermanos a decir con suma frialdad que uno le había abierto el cráneo al otro.

Me quedé perpleja, la imagen de Jungkook siendo golpeado en la cabeza hasta abrirle el cráneo hacia que rebeldes lágrimas se colaran en mis ojos.

— Estará bien, es Jungkook —aseguró.

— ¿Acaso es inmortal?

— No, simplemente su capacidad de regeneración es demasiado sorprendente, digamos que para matarlo necesitarías arrancar su corazón o el tuyo —susurró esto último.

— ¿El mío? — formulé con confusión.

— No creo que soporte otra perdida, Jungkook es débil —confesó.

— ¿Sentir la perdida te hace débil?

— No, es la incapacidad de pasar página lo que te hace débil, cuantas más páginas pases, cuantos más capítulos seas capaz de concluir más fuerte serás.

Muy a mi pesar Rudy tenía razón, era la fuerza lo que te ayudaba a salir adelante, parecía que Jungkook no conseguía salir de el desconocido foso en el que se encontraba metido.

Sin más dilación Rudy abrió la gran puerta del ala de los alfas.

No sabía por qué todo lo relacionado con los alfas en esta manada resultaba tenebroso, sus salas de entrenamiento te causan escalofríos, sus castigos te hacían querer vomitar y el ala donde muchos de ellos vivían lograba poner tus vellos de punta, era como si el propio aire que respirabas te infundiera la sensación de terror.

Ambas caminamos en silencio sin emitir sonido.

Cruzamos los largos pasillos hasta llegar a unas grandes escaleras que la única opción que te daba era bajar.

Bajé cada uno de los peldaños detrás de Rudy, dejando que me guiara por aquella desconocida zona, hasta llegar al último de ellos, comenzado a caminar por otro largo pasillo.

A cada paso que dábamos podíamos escuchar con mayor claridad los alaridos de Namjoon, si a metros y metros de distancia sonaba desgarrador ahora aquel sonido conseguía que tus piernas temblaran.

Pude ver de lejos a Jin, Hoseok y Tae, los tres apoyados sobre la pared mirando al frente.

Se me hacía demasiado raro que Tae estuviera aquí, se supone que los omegas tienen la entrada prohibida.

Los tres, al vernos llegar, no dudaron en acercarse.

— Namjoon no está bien —pronunció Jin con voz temblorosa.

— ¿Y Jungkook?

— No lo sé, no me atrevo a entrar en su sala — se sinceró clavando su mirada en el suelo— ni en la suya ni en la de ninguno.

Tae y Hoseok miraban el suelo de la misma manera que Jin, como si se sintieran sumamente culpables por lo sucedido.

— Creo que deberíamos entrar para comprobar si esta bien, podría entrar contigo —señalé al beta—. Y con Hoseok.

— Si dejamos que entres ahí dentro Jungkook nos mata —habló Hoseok, realmente se podía apreciar con claridad la preocupación en su rostro.

— ¿Entonces para que me habéis llamado? ¿Para que me quede mirando esa puerta?

Mis preguntas fueron contestadas con un silencio, parecía que todos sabíamos que aquello estaba mal, que era una locura entrar allí dentro, pero parecía ser la única opción, Jungkook no daba señales de vida y Namjoon se hallaba sufriendo demasiado.

— Ellos nos protegen, nos dan seguridad y bienestar, ahora nos necesitan —hablé con el corazón.

— ___ es una locura entrar ahí dentro, ninguno de los dos esta sedado y además no sabemos cómo va a reaccionar Jungkook cuando te tenga delante, si tu mueres ahí dentro morimos todos —contestó Jin con ojos llorosos, podía ver como se estremecía cada vez que Namjoon gritaba.

— Hablas de él como si fuera un monstruo — susurré algo ofendida.

— El alfa que hay ahí dentro no es Jungkook ___.

Se podría cortar la tensión en el ambiente con un cuchillo.

El silencio en el que nos habíamos sumergido fue roto por otro grito de Namjoon.

— ___ tiene razón, ellos nos protegen y ahora nos necesitan. Todos aquí sabemos como calmar a un alfa durante su celo.

Aquella frase pronunciada por Taehyung hizo que Jin y yo nos miráramos con preocupación.

Lo cierto es que Tae era el que sabía como hacerlo, el era un omega, parecía estar escrito en su ADN como tratar a un alfa, como mimarlo y satisfacerlo.

Ni Jin ni yo éramos omegas, y eso, muy a nuestro pesar, influía a la hora de satisfacer a un alfa.

— Podemos hacerlo —susurré para Jin, el pobre beta tenía el rostro desencajado, escuchar a su alfa retorcerse de dolor lo estaba consumiendo poco a poco.

Sin importar quien estuviera delante el beta me contestó abiertamente.

— No lubrico como un omega, y nunca me han anudado —confesó llamando la atención de todos los presentes.

— Puedo prestarte lubricante y para ser anudado no es necesario estudiar una carera lo único que necesitas es deseo, ganas de complacer y que te complazcan —intervino Tae, haciéndonos tragar saliva a Jin y a mi.

— Creo que de eso si tenemos —contestó Jin con una pequeña sonrisa plasmada en su húmedo rostro.

El beta cogió mi mano, dando un ligero apretón a esta.

Le regalé una mirada cargada de fuerza, sabía que podía leer en mis pupilas las palabras "podemos hacerlo".

El tierno omega de cabellos rojizos se acercó a nosotros, pasando sus brazos por nuestros hombros, creando una especia de piña entre los tres.

— Os parecerán terroríficos, querréis salir corriendo nada más verlos, pero recordad, todos los alfas alguna vez fueron cachorros, están cegados por el deseo de su lobo, dadles lo que quieren y se convertirán en tiernos cachorritos —aseguró Taehyung intentando transmitir ánimos.

— Es peligroso, diría que roza la locura y el disparate pero las situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas —añadió Rudy dando su aprobación.

Pues si que la desesperación reina en el ambiente para que Rudy me de la razón.

— Claro entráis ahí sin ningún tipo de protección a hacer lo que tengáis que hacer y luego ¿qué? ¿Y si sale mal? ¿Y si __ acaba muerta? ¿Y si lastima a Jin? ¿Quién va a ser el que le explique a Jungkook? Nos estamos. Saltando. Todas las normas —habló Hoseok con suma preocupación.

— Yo me haré responsable de todo lo que suceda, al fin y al cabo la idea ha sido mia —cargué con la culpa pues era lo justo.

— Todos somos responsables de lo que suceda ahí dentro si os dejamos entrar.

— Hoseok la vida esta cargada de riesgos, somos una manada, los alfas nos necesitan, así que los riesgos se asumen y se actúa, no nos quedamos llorando en el suelo como cachorros —gruñó mi loba.

Me sorprendía la capacidad que tenía mi loba de salir cuando más la necesitaba.

Estaba aterrada, con millones de dudas, pero lo único que tenía claro era que necesitaba ayudar a Jungkook, y si para ello tenía que encerrarme en un búnker con el lobo del alfa lo hacía, porque nunca nadie me había tratado de esa forma, nunca nadie había creído en mi.

Estos últimos días me había dado cuenta de que Jungkook merecía todo, por todo lo que él era; y que yo, por mucho que me costara admitirlo, sería la persona encargada de dárselo.

Al parecer mis palabras hicieron efecto en Hoseok, quien asintió dándome la razón, me sorprendía lo obedecidas que eran mis palabras aquí, solía esperar más ignorancia y pasotismo por parte del resto.

Jin, Tae y yo nos fundimos en un emotivo abrazo antes de separarnos, cualquiera que estuviera viendo la situación desde fuera creería que nos estábamos despidiendo antes de ir a la guerra, pues así se sentía.

— En el momento que necesitéis ayuda no dudéis en pedirla, entraremos a por vosotros en cuestión de segundos —aseguró Hoseok.

Podía ver en su rostro que aun no se encontraba muy convencido de lo que estábamos por hacer.

Jin y yo asentimos con seguridad.

— No alarguemos más esto, los alfas están sufriendo ¿estáis listos? —formuló Rudy.

— Lo estamos —contestó Jin por ambos.

— Abrid las puertas —ordenó Rudy mientras se hacia a un lado.

La hora de satisfacer a nuestros alfas había llegado.

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Al fin...

Han pasado 84 años desde la última vez que subí contenido nuevo de esta novela.

Gracias por la espera Sinners 💛


Gracias por leer💜💜💜

Love u Sinners ❤️❤️❤️

Pd: happy cuarentena 💛

Pd2: ya somos 20k de seguidores ÑIIIIIJAAAA 💕💕💕

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